La iluminación espiritual

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La política en Estados Unidos es como el pan duro: es tan densa que los mejores de nosotros apenas podemos soportarla.

Señor Secretario de la ONU: Ya que en Washington y Paris es de día, mientras que en Moscú y Pekín es de noche, ¿no cree entonces que lo que divide al mundo no es la política, sino la cama?

Ahora el hombre debe aprender a vivir sin ideologías, religiones, políticas. Cuando la mente no esta atada a ninguna ideología, es libre de moverse a nuevos entendimientos. Y en esa libertad florece todo lo bueno y todo lo bello.

La tercera justificación de la desigualdad le carga las culpas al gobierno, sea el que sea. Los gobiernos -viene a decir- promueven la desigualdad con sus equivocadas políticas recortando oportunidades de desarrollo individual. Así, por ejemplo, el paro -una fuente terrible de desigualdad social- podría evitarse si los mercados de trabajo no fueran tan rígidos y los empresarios tuvieran más facilidades -¡todas las facilidades!- de contratación y despido. Y todavía más oportunidades habría de creación de empleo -y riqueza para todos- si los gobiernos apostaran sin tapujos por la productividad y la competitividad de las empresas, rebajando impuestos, recortando gastos sociales, privatizando servicios públicos y apuntando al déficit cero. Esta justificación de la desigualdad es tan falsa como cierto es el hecho de que han sido precisamente los gobiernos que más han promovido políticas desreguladoras de los mercados laborales y fiscalmente estimuladoras de la oferta los que más han provocado aumentos de la desigualdad.

En política, lo que importa no es saber quien es quien, sino quien esta con quien.

Cuando se trata de la política hoy en día, el diablo no esta en los detalles; el diablo esta en el panorama en general, a menudo simplemente ocultándose a simple vista.

Si usted va a tener ningún tipo de oposición política en el siglo 21, entonces tiene que ser tan fundamentalmente liquida como la sociedad en rápida transformación que estamos viviendo.

Estoy convencido de que algunas actividades políticas y sociales así como algunas practicas de las organizaciones católicas, son perjudiciales e incluso peligrosas.

Yo vivo como vive la mayoría de mi pueblo, en la política lo normal tendría que ser mi forma de vida.

Mahoma no fue un fracaso aparente. Fue un éxito deslumbrante, tanto política como espiritualmente, y el Islam fue de fuerza a la fuerza a la fuerza.

La ocultación de ideas molestas puede que sea corriente en la religión o en la política, pero no es el camino a la sabiduría y no tiene sentido dentro de la tarea científica.

En Sanando el Alma de Estados Unidos, escribí sobre la noción de Gandhi de la fuerza del alma en la política y por que es importante mantenerte en tu verdad.

Dos personas maduras que se aman se ayudan a ser libres. No tiene nada que ver con la política o con la diplomacia. No hay deseos de dominar al otro. Solo hay libertad y amor.

El camino del hombre superior es explícitamente para personas que ya respetan al otro genero y las distintas preferencias, y que consideran que hombres y mujeres son iguales social, económica y políticamente.

La política es un negocio desesperado.

La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho.

La política me parece una broma siniestra.

La política posee todo un arsenal destructivo; la espiritualidad es absolutamente vulnerable. La política no tiene corazón. La espiritualidad es puro corazón.

Y de las causas de la desigualdad, ¿qué? La desigualdad tiene muchas causas, pero la principal -sin dudarlo- hay que buscarla en el actual modelo capitalista de crecimiento y desarrollo y en el vigente modelo antisocial de propiedad. El capitalismo es un modo de producción que vive de la desigualad y la retroalimenta positivamente, vive de la desigualdad entre el trabajo y el capital. Reproduce y amplía esa desigualdad porque el capitalismo asigna muy distintos recursos de poder a propietarios y no propietarios. Y asigna tan desigualmente el poder social porque se basa en un modelo de propiedad y apropiación que no conoce apenas límites a su acumulabilidad, y permite formidables hiper concentraciones de poder económico y social que no solo escapan a todo control democrático, sino que por mil vías consiguen una sobrerrepresentación institucional y política de sus privilegiados y minoritarios intereses. La batalla -por ahora duramente perdida- contra la extrema desigualdad de ingresos y riqueza pasa por buscarle alternativas -si se quiere, parciales y graduales- al capitalismo, alternativas de tipo social-republicano (señaladamente, aunque no solo, la renta básica de ciudadanía, como en otras ocasiones hemos desarrollado, por ejemplo, alternativas que permitan a la sociedad recuperar el control democrático sobre las decisiones económicas y a los individuos -a muchos, a millones de ellos- recuperar el control sobre sus propias vidas, esto es, su autonomía.

Lo cual es malo al menos por las siguientes razones de consecuencia: primero, porque hace vulnerables, y en grado diverso, a amplísimas capas subalternas de la sociedad. Y con la vulnerabilidad viene la dependencia; con la dependencia, la falta de libertad, y con la falta de libertad, en grado diverso, la condición servil y la pérdida del autorrespeto. Segundo, porque pone en manos de unos pocos poderes y recursos desmedidos que pueden condicionar y sesgar el proceso político del lado de sus intereses privilegiados, socavando así toda esperanza de democracia real y quebrando la igualdad política que subyace al ideal de ciudadanía. Finalmente, la desigualdad extrema entre ricos y pobres (entendidos éstos en sentido amplio) quiebra la comunidad, rompe los lazos de fraternidad y desata, de un lado, la codicia de los pocos y, del otro, cuando no la envidia y el resentimiento, siempre al menos la frustración, y muchas, muchas veces, la desesperación de los muchos.

Un gran desafío ahora será saber organizar todo nuestro poderío dentro de las fuerzas políticas de país.

El terrorismo no es una expresión de ira. El terrorismo es un arma política.

Si quiero estudiar la historia social y política de las naciones modernas, estudio el infierno.

Nadie puede adoptar la política como profesión y seguir siendo honrado.

En la Iglesia católica romana y sus servidores en el campo de la política es objetivo prioritario el camuflar la verdad, el manipular las conciencias.

Dios justificó la guerra durante siglos. La patria también. Lo continúan haciendo hoy en día. Aunque se les llame de otra manera. "Choque de civilizaciones" es la que está más en boga. Los dioses y las patrias son quienes se esconden tras los nuevos eufemismos. Los de siempre u otros nuevos. En su nombre se sigue haciendo la guerra. Esa guerra que nadie dice querer. Así, fácilmente se acaba produciendo lo que manifestaba el tristemente famoso líder nazi Goering: "Por supuesto que la gente no quiere la guerra. ¿Porqué querría cualquier palurdo de una granja arriesgar su vida en una guerra cuando lo mejor que podría obtener es volver de una pieza a su granja? Naturalmente, la gente común no quiere la guerra. Esto es comprensible. Pero después de todo son los líderes de los países quienes determinan la política y siempre es una simple cuestión de tiempo el que la gente se deje arrastrar, ya sea en una democracia o en una dictadura fascista, en un parlamento o en una dictadura comunista... Con voz o sin voz, a la gente siempre se la puede atraer hacia la postura de los líderes. Eso es fácil. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar la falta de patriotismo y que están exponiendo el país a graves peligros". Simple y contundente retrato de muchas de las guerras conocidas. Terrible.

La política es una cuestión de apariencias.

La gente odia la idea de perder. Cualquier perdida, por pequeño que sea, es tan horrible de contemplar que se compensan mediante la compra de seguros, incluidas las políticas totalmente absurdas, como el transporte aéreo.

La honestidad es la mejor política cuando hay dinero de por medio.

Cuando peor te sientes por las cosas que no funcionan, menos puedes encontrar una solución. La gente dice que algún día podrás mirar atrás y reírte. Mi política es, porque esperar.

Religión musulmana: En la espiritualidad musulmana política y religión son inseparables. Para los musulmanes, su ley y religión es el Corán, Al-Quran (“la lectura”). La legislación de las instituciones es la Sunna: “Alá ha dado a la humanidad, por medio de sus revelaciones en el Corán y la Sunna de su santo profeta Mahoma, un marco jurídico y moral permanente que permite establecer y regular las instituciones y las relaciones humanas”.

En política latinoamericana la cosa no es poder ni querer sino joder.

La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir.

Quienes dicen que la religión no tiene nada que ver con la política, no saben que es la religión.

Si las religiones comprendiesen que toda la Humanidad es una y que no se necesitan naciones, toda la política desaparecería.

En política solo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela.

Estoy tan metido en la política que siento nostalgia de la literatura.

La mejor justicia no siempre es la mejor política.

Ocupamos el templo con el dios Mercado, el nos organiza la economía, la política, los hábitos.

La política es mundana, los políticos son los servidores del pueblo. La espiritualidad es sagrada; es la guía del crecimiento espiritual de la gente.

Sabía usted que los Illuminatis son una elite de familias bastante poderosas que manipulan la economía a través del control de los bancos centrales y la política internacional.

La política no es un juego, es un negocio serio.

Política sin principios. Riqueza sin trabajo. Placer sin conciencia. Conocimiento sin voluntad. Comercio sin moralidad. Ciencia sin humanidad. Adoración sin sacrificio.

Idiota: Del griego idiotez, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan solo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás.

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados.

El verdadero defensor de la justicia, si tiene la intención de sobrevivir aunque sea por un corto periodo de tiempo, debe limitarse necesariamente a si mismo, a la vida privada y dejar la política.

Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso: política.

Por supuesto que la gente no quiere la guerra. ¿Porqué querría cualquier palurdo de una granja arriesgar su vida en una guerra cuando lo mejor que podría obtener es volver de una pieza a su granja? Naturalmente, la gente común no quiere la guerra: ni en Rusia, ni en Inglaterra ni por supuesto en Alemania. Esto es comprensible. Pero después de todo son los líderes de los países quienes determinan la política y siempre es una simple cuestión de tiempo el que la gente se deje arrastrar, ya sea en una democracia o en una dictadura fascista, en un parlamento o en una dictadura comunista... Con voz o sin voz, a la gente siempre se la puede atraer hacia la postura de los líderes. Eso es fácil. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar la falta de patriotismo y que están exponiendo el país a graves peligros.

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