Una imagen que dice más que mil palabras
La facultad de la intuición y la de crear tu propia realidad no solo son diferentes sino diametralmente opuestas. La intuición solo es un espejo.
OSHO
LA IMAGINACIÓN
La imagen que dice más que mil palabras.
La facultad de la intuición y la facultad de crear tu propia realidad no solo son diferentes sino diametralmente opuestas. La intuición solo es un espejo. Tú no creas nada, la intuición simplemente está reflejando. Refleja aquello que hay. Es pura, silenciosa, como agua cristalina que reflejara las estrellas y la luna. Tú no creas nada. Es la claridad que en Oriente han llamado el tercer ojo. Los ojos no crean nada, solamente te informan de lo que hay.
A la capacidad de crear una realidad propia se le llama imaginación; esta facultad la posee el sueño. Por la noche creas muchas cosas en tus sueños. Además, lo más curioso es que durante toda tu vida has soñado por las noches y siempre te has dado cuenta por la mañana de que era un sueño, de que no era real. Pero cuando por la noche, te quedas otra vez dormido y tu imaginación empieza a extender sus alas, no tienes ninguna duda; aceptas esa realidad sin la menor duda.
Esa facultad de la imaginación puede funcionar también de distintas formas. Creas tus sueños que sabes que no son reales. Sin embargo, cuando llegan y estás rodeado por ellos, te parecen totalmente reales, más reales que el mundo real. Porque en el mundo real de vez en cuando puedes sospechar, puedes dudar. Por ejemplo, ahora mismo puedes dudar si lo que estás viendo o estás escuchando aquí es real o te has quedado dormido y estás soñando. Puede que sea un sueño. Solo lo sabrás cuando te despiertes.
Esa es la única diferencia que existe: en la realidad, puedes dudar podría ser un sueño pero en un sueño no puedes plantearte si es un sueño. Esa es la única diferencia entre el sueño y la realidad. La realidad te permite razonar, la imaginación no te permite razonar.
La misma facultad puede crear sueños durante el día... estás sentado en silencio, sin hacer nada y frente a tus ojos se empieza a vislumbrar un sueño; estás despierto pero empiezas a pensar que eres el presidente de tu país. Como estás despierto, hay algo dentro de ti que sabe que no es más que una idea ridícula; pero, a pesar de ello, es una idea tan apetecible que sigues soñando que te has convertido en un conquistador de mundo o en el hombre más rico del mundo. Estás despierto pero estás soñando. Si esta situación se acentúa te vuelves loco. Solo tienes que ir a cualquier manicomio, a cualquier hospital psiquiátrico y te asombrará ver cuánta gente vive en su propio mundo: hablando con gente que no está ahí presente, y, no solo hablando, sino también respondiendo en nombre de esas personas; y no tienen la menor duda, el menor escepticismo.
La imaginación puede crear una cierta locura si se empieza a creer sus propios sueños, puede producir alucinaciones. Para mí, aquellos a los que llamáis santos, los grandes líderes religiosos que han visto a Dios, que han encontrado a Dios, que han hablado con Dios, están dentro de esta categoría. Su dios no es más que una imaginación suya.
Existe un método para comprobarlo. Necesitas al menos tres semanas y tienes que hacer dos cosas para preparar el terreno para producir alucinaciones. Después puedes ver a Jesucristo frente a ti, o a Gautama Buda, y, si queréis, podéis charlar un rato. Puedes hacer preguntas y se te responderán; aunque nadie más se dará cuenta de que hay alguien ahí, pero ese es su problema. No tienen el suficiente nivel espiritual para poder ver lo invisible. Hacen falta dos cosas básicas: una de ellas es ayunar durante tres semanas. Cuanto más hambriento estés menos funcionará tu inteligencia, porque la inteligencia necesita continuamente un aporte vitamínico; si no lo tiene se empieza a debilitar. Al cabo de tres semanas deja de funcionar. Así que la primera cosa consiste en adormecer el intelecto. Esta es la razón por la que todas las religiones prescriben el ayuno como una disciplina verdaderamente religiosa. Pero la idea que subyace tras esto es que después de tres semanas tu inteligencia se empieza a adormecer. Entonces, la imaginación puede funcionar perfectamente; nadie lo duda.
El segundo requisito es la soledad; retírate a una montaña, a un bosque, a una cueva donde estés completamente solo. El hombre ha crecido dentro de la sociedad, siempre ha vivido con gente. Esta hablando durante todo el día; blablabla, blablabla.
Por la noche habla en sueños y por el día empieza a hablar con gente hasta que se va a dormir. Si no hay nadie con quien hablar, empieza a rezarle a Dios. Eso es hablar con Dios, una manera respetable de estar loco.
En tres semanas... después de la segunda semana, uno empieza a hablar en voz alta. Después de la primera semana, uno empieza a hablar consigo mismo aunque sabe que nadie debería oírlo porque pensarían que está loco. Sin embargo, al final de la segunda semana desaparece ese temor porque la inteligencia se va adormeciendo. Hacia la segunda semana empieza a hablar en voz alta. Hacia la tercera semana, empieza a ver a la persona que quería encontrar: Jesucristo, Krishna, Mahavira; Gautama Buda, un amigo que murió, o cualquier otra persona. Después de tres semanas es capaz de visualizara esa persona tan claramente que nuestra realidad cotidiana parece palidecer. De ahí que las religiones hayan apoyado estas dos estrategias: el ayuno y el aislamiento. Esa es la manera, la manera científica de vivir una experiencia de alucinaciones.
Puedes crear tu propia realidad: puedes vivir con Jesucristo otra vez, puedes tener una buena charla con Gautama Buda, puedes preguntar cosas y obtener respuestas aunque serás tú el que haga ambas cosas. Sin embargo, se ha descubierto que cuando hagas las preguntas tu voz será de una forma pero cuando respondas tu voz será diferente. Evidentemente; esto es algo que ocurre en todos los psiquiátricos; la gente se dedica a hablar con las paredes.
Hay que investigar la historia de los santos que han experimentado a Dios, que han hablado con Dios, desde un enfoque más psicológico. No difieren de los locos. Todas esas pretensiones, esas declaraciones de que son el único hijo de Dios, de que son el único profeta de Dios, de que son la única reencarnación de Dios, no son nada más que afirmaciones de locos.
Te quedarías realmente asombrado si te dieras cuenta de que esas personas vivieron inmersos en alucinaciones; crearon su propia realidad alrededor de sí mismos. Sus dioses no son más que imaginación suya; sus mensajes provienen de su propia mente, las escrituras que dejaron las escribieron ellos mismos. No hay ningún libro que haya escrito Dios porque yo los he estudiado todos; ni siquiera se merecen el nombre de buena literatura, así que, ¡para qué hablar de su santidad! Son literatura de tercera categoría pero la gente los ha adorado.
Toda la historia del hombre se puede resumir en una frase: la historia de la histeria. Todos esos santos y sabios no son más que histéricos. Solo hay unos cuantos que hayan abandonado la imaginación, que hayan abandonado toda la mente y sus facultades; pero esos pocos no han experimentado a Dios.
Buda nunca vio a ningún dios. Solo experimentó un gran silencio, experimentó una gran alegría que duró cuarenta y dos años después de su iluminación. Su iluminación no es una ficción porque las ficciones no pueden durar tanto tiempo; los sueños no pueden transformar la vida de un hombre. Después de su iluminación era un hombre nuevo. Su alegría permaneció con él igual que su respiración. No hablaba de dioses, no hablaba del cielo y del infierno, no hablaba de ángeles. No vio nada de eso. Esas cosas hay que crearlas primero, tienes que prepararte de una cierta manera de modo que puedas ver todo aquello que quieres ver. Si una persona se muere por ver a Jesucristo hará cualquier cosa para conseguirlo: ayunar, aislarse, retirarse a un monasterio...
Hay un monasterio en el monte Athos, en Europa, que quizá sea el monasterio más antiguo de Europa, tiene mil años. La regla del monasterio es que solo puedes entrar en él, no puedes volver a salir. Hay cerca de diez mil monjes en el monasterio. Solo cuando mueren... entonces ponen sus cuerpos en un agujero y otros cristianos que se encuentran fuera que no son monjes los entierran. Sin embargo, los monjes que están dentro no pueden ni siquiera salir para acompañar el cadáver.
¿A qué se dedican estas personas? Solo a cantar Ave María. El monasterio está dedicado a la madre de Jesús, María. Lo único que hacen en todo el día es cantar Ave María. Ayunando, aislados, alejados del mundo... en poco tiempo sufren alucinaciones de que María les va a visitar. Cada uno tiene su propia celda, viven solos, separados de los demás. No se les permite hablar a los demás, solo al abad. Durante mil años, no se ha permitido el paso a ninguna mujer, ni siquiera a un bebé de seis meses. Esos monjes están sentados sobre un volcán de energía sexual reprimida.
Esta energía sexual es también muy útil para producir alucinaciones. Todo el mundo sabe que los jóvenes comienzan a tener alucinaciones sobre chicas y las chicas empiezan a tener alucinaciones con los chicos. Sus sueños se van haciendo cada vez más sexuales; el sexo se convierte en el factor predominante en sus mentes. Dado que estos monjes han reprimido su sexualidad y están ayunando, viviendo aislados, pensando solo en Jesucristo o en María, naturalmente empiezan a alucinar. Además, aquellos que empiezan a alucinar se vuelven mas respetados, más reverenciados. El mayor loco del monasterio se convierte en el abad.
Hay muchas cosas que se pueden hacer para sacar a estas personas de esas casas de locos llamadas monasterios o conventos, para devolverlos a la cordura, para devolverlos al mundo de la realidad y no de los sueños. No tienes que crear tu propia realidad, solo tienes que limpiar tus sentidos para sentir la realidad y su belleza psicodélica, su colorido, su frescura, su viveza.
Y tienes que descubrir la realidad dentro de ti, no crearla; porque todo lo que es creado por ti no es más que imaginación. Solo tienes que profundizar, en silencio, y observar; simplemente, estar alerta y consciente de modo que puedas ver todo lo que es real. Aquellos que han visto la realidad dicen que experimentarás un gran silencio, una gran alegría, una dicha infinita, la inmortalidad; en cambio, no verás ningún dios ni ningún ángel. Para ver esas cosas hay que crearlas primero.
Intuición, imaginación, intelecto; todas estas cosas deben ser trascendidas. Tienes que llegar a un punto que está más allá de tu mente: una profunda serenidad; una frescura y una calma que es tu verdadera naturaleza, que es tu naturaleza búdica. Eso es lo que eres, esa es la materia de la que estás hecho, esa es la materia de la que está hecho todo el universo. Podemos llamarlo conciencia universal o podemos llamarlo divinidad universal; cualquier nombre vale. Pero recuerda, hay millones de personas que se han engañado a sí mismos con la imaginación. Es algo muy fácil, muy sencillo; no tienes más que seguir unos pasos determinados y podrás crear una realidad.
Una vez, estaba en casa de un amigo. En India tenemos un festival sagrado en el que la gente toma algo parecido a la Marihuana que se llama Bhang. El amigo con el que estaba era también profesor en la misma universidad en la que yo daba clases; un hombre muy sencillo y muy bueno. Yo le dije: No hagas esa imbecilidad. Pero él se fue a ver a unos amigos y estos se las arreglaron para darle algunos dulces que estaban llenos de marihuana, y bebidas que también tenían marihuana. Era medianoche y todavía no había vuelto a casa. Tuve que salir a buscarlo, ¿qué pasaba? Estaba desnudo, rodeado por un montón de gente, gritando obscenidades y la gente le estaba tirando piedras.
Yo no me podía imaginar qué había pasado. Hice que la gente dejara de arrojarle piedras. Les dije:
Yo le conozco. Creo que ha tomado alguna droga.
Le vestí como pude ya que no se dejaba. Le ponía los pantalones y se los volvía a quitar y salía corriendo.
Yo no conocía esa ciudad pero él sí la conocía muy bien. Le seguí durante unos minutos a través de las callejuelas, y después lo perdí. Por la mañana me llamó la policía diciéndome que tenían a mi amigo, así que fui a la cárcel. Para entonces, había recuperado algo de su sentido común aunque tenía resaca. Sin embargo, me reconoció y me dijo:
Siento no haberte hecho caso.
Tenía heridas porque la gente le había tirado piedras.
Me lo llevé de vuelta a casa y desde ese día tiene mucho miedo a la policía ya que esta le debió pegar. De lo contrario no hubiera estado vestido, y además se debió comportar mal con ellos. Se apoderó de él tal miedo, tal paranoia, que la vida se hizo difícil. Por la noche, había un policía que cuidaba la calle. En cuanto oía sus botas, pegaba un salto y se metía debajo de la cama. Yo le decía:
Balram así era como se llamaba, ¿qué haces?
Él me decía:
Calla, que viene la policía.
Le tuve que pedir al director que le diera quince días de vacaciones para que pudiera descansar porque era muy difícil llevarlo a la universidad. Sospechaba de todo. Si veía a dos personas hablando en una esquina me decía:
Mira, están conspirando. Te digo que al final me cogerán, me llevarán a la cárcel y me pegarán. ¡Haz algo!
Si pasaba un coche de policía decía:
¡Dios mío! Ya vienen por mí.
Yo hice todo lo posible por mostrarle que no era mas que miedo. Al principio podía entenderlo pero ya era demasiado. No me escuchaba ni tampoco dormía ni me dejaba dormir a mí. Finalmente, tuve que dirigirme al inspector de policía y contarle toda la historia. Le dije:
Necesito que me ayude. Este hombre es muy buena persona, es inocente, no ha cometido ningún crimen, solo ha tomado marihuana. No sé qué más había en los dulces y las bebidas que tomó. La policía le debió pegar, de lo contrario no se habría puesto la ropa porque yo intenté vestirlo y salió corriendo.
Él me contestó:
¿Cómo puedo ayudarle?
Yo le contesté:
Usted tiene que venir con una denuncia porque no para de decir: Tienen una denuncia contra mí y están esperando el momento justo para arrestarme. Así que venga usted con una denuncia, esposas y una orden de arresto, cualquier papel. En cuanto él le vea a usted perderá su cordura. Tiene que venir por la noche, tiene que arrestarlo por la noche.
Entonces yo le convenceré a usted, le daré cinco mil rupias para que deje al pobre muchacho tranquilo. Usted, aunque en un principio se mostrará bastante reluctante a hacer esto, finalmente lo dejará marchar y, entonces yo le pediré que queme la denuncia. Usted quemará la denuncia y cuando se esté yendo, me dirá, de modo que él le pueda oír: Ya no hay ningún problema porque he quemado la denuncia y ya no hay ningún cargo contra él en manos de la policía. Después usted me devolverá las cinco mil rupias.
El hombre era muy amable. Me dijo:
Iré. Vino por la noche y, en cuanto mi amigo lo vio, se escondió debajo de la cama. El inspector lo tuvo que sacar de ahí y entonces mi amigo dijo:
Ves, ya te había dicho que vendrían... aquí está, y tiene la denuncia.
El inspector me dio la orden de arresto y dijo:
Debo arrestarlo. Y le puso las esposas.
Yo traté de persuadirlo pero me dijo:
Yo no puedo hacer nada. Tendrá que pasar al menos cinco años en la cárcel. Entonces Balram me miró y me dijo: Haz algo, de lo contrario, estoy perdido. Así que le di cinco mil rupias al inspector y le dije: Es un buen hombre. Por favor, déjelo marchar. Si vuelve a cometer algún delito, entonces, yo seré el primero en llevarlo a la policía. Pero este es su primer delito y lo cometió drogado. Con mucha dificultad conseguí convencer al inspector de que quemara la denuncia; la quemamos. Le quitó las esposas y me dijo:
Está bien, si vuelve a cometer algún delito ya no habrá perdón posible. Ahora mismo la denuncia que había contra él no es más que cenizas. Ahora la policía ya no puede arrestarlo.
Desde ese día, Balram se volvió a comportar con normalidad.
Al día siguiente tuve que ir otra vez a la comisaría para volver a coger las cinco mil rupias. El hombre fue realmente honrado. Se podía haber negado a darme el dinero, sin embargo, me lo devolvió y me preguntó cómo estaba mi amigo.
Yo le contesté:
Está totalmente recuperado. Ahora, aunque vea a un policía pasar, le da igual. Le he dicho un par de veces: Ahí hay un policía. Y me ha respondido: Me da igual. Han quemado la denuncia.
Mi amigo había creado una alucinación en torno a sí mismo. Las llamadas religiones viven inmersas en ese tipo de alucinaciones. Te sorprenderá saber que las escrituras más antiguas hindúes hablan de un tipo de droga, somras, que solía encontrarse en el Himalaya y quizá todavía se pueda conseguir pero no sabemos reconocerla. Entre los religiosos, era una práctica habitual beber somras.
Uno de los hombres más inteligentes del siglo XX, Aldous Huxley, se quedó muy impresionado cuando se descubrió el LSD; fue uno de los primeros promotores del LSD. Creía que con el LSD uno podía tener las mismas experiencias espirituales que Gautama Buda, Kabir, Nanak. Pensando en el somras de los Vedas, en su libro Cielo e Infierno, que en el futuro la droga suprema sería creada por la ciencia, sería sintética. Su nombre haría referencia a aquella droga usada por aquellos religiosos, somras. Se llamaría soma.
En India, desde los tiempos del Rigveda, los sannyasin hindúes, los religiosos, han tomado drogas para poder experimentar a sus dioses imaginarios. Hasta tal punto que me he encontrado un seguidor de Kabir... sus seguidores no paran de consumir todo tipo de drogas hasta que se hacen inmunes. Entonces cogen a las cobras y hacen que estas les muerdan en la lengua. ¡Esto es lo único que les produce una auténtica experiencia religiosa! Yo he visitado uno de esos monasterios de seguidores de Kabir donde tienen grandes cobras, cobras muy peligrosas; si te muerden una sola vez, ya te puedes despedir, no hay cura posible. Sin embargo, esos monjes lo necesitan porque ya no les hace efecto ninguna otra droga.
No es una mera coincidencia el hecho de que, en Occidente, las nuevas generaciones se hayan visto interesadas a la vez por dos cosas, por las drogas y por Oriente. Vienen a Oriente para tratar de experimentar algo más allá de lo ordinario, del mundo normal del que ya están hartos. Ya no les interesa el sexo, ya no les parece interesante el alcohol, de modo que empiezan a venir a Oriente para descubrir alguna técnica para crear una realidad. En la mayoría de los ashrams de Oriente encontrarán técnicas que estimulen su imaginación. Son un tipo sutil de droga.
En Occidente, muchas personas se han dedicado a tomar drogas. Ahora hay miles de jóvenes chicos y chicas sufriendo en las cárceles de Europa y América por consumo de drogas. Yo personalmente, lo veo desde otro punto de vista. Lo veo como el principio de una búsqueda de algo más allá de lo cotidiano; aunque están enfocando esa búsqueda en una dirección equivocada.
Las drogas no les proporcionarán la realidad. Tú puedes crear una realidad a través de las drogas pero solo durará unas horas, después tendrás que volver a tomar esa droga. Además, cada vez tendrás que tomar una cantidad mayor porque te irás inmunizando.
Este interés por las drogas, que no se había dado nunca antes, se ha acentuado incluso entre los más jóvenes. Les da igual que les encarcelen, cuando salen, vuelven a tomar drogas. De hecho, si tienen dinero, consiguen incluso obtener drogas en la cárcel, de los directores o de los funcionarios de la cárcel; solo necesitan darles dinero.
En cambio, yo no veo en ello una mala señal sino, simplemente, una generación mal encauzada. La intención es buena pero no tienen a nadie para decirles que las drogas no saciarán sus deseos ni sus anhelos. Únicamente la meditación, el silencio, la trascendencia de la mente te proporcionarán satisfacción y plenitud.
Sin embargo, no se les puede condenar de la manera en que se les esta condenando y castigando. La responsable de esto es la generación anterior porque no les ha proporcionado alternativas.
Yo propongo la única alternativa: a medida que te vas volviendo más meditativo ya no necesitas nada más. Ya no necesitas crear una realidad porque comienzas a ver la realidad en sí misma. Una realidad creada es falsa, es un sueño; puede que sea un dulce sueño, pero no deja de ser un sueño. Su sed es justa, pero se mueven sin rumbo. Sus líderes religiosos, sus líderes políticos, sus gobiernos y sus instituciones educativas son incapaces de dirigirlos por el camino adecuado.
Yo veo en esto el síntoma de una gran búsqueda que tiene que ser bien recibida. Solo hace falta enfocarla correctamente; esto es algo que las viejas religiones no pueden hacer, que la vieja sociedad es incapaz de conseguir. Necesitamos urgentemente el nacimiento de una nueva humanidad. Necesitamos urgentemente cambiar esta enfermedad y esta fealdad que esta destruyendo a muchísimas personas en todo el mundo.
Todo el mundo necesita conocerse a sí mismo, conocer su propia realidad. Es bueno que haya surgido este deseo. Tarde o temprano, seremos capaces de dirigir a los jóvenes en la dirección adecuada. Las personas que se han convertido en sannyasins han probado todo tipo de drogas. En cuanto se convirtieron en sannyasin y empezaron a meditar desaparecieron todas las drogas poco a poco. Ya no las necesitan. No hace falta ningún castigo, ninguna cárcel, solo una dirección adecuada; además la realidad te proporciona tal plenitud, tal bendición, que no puedes esperar más.
La existencia te proporciona riqueza del ser, de amor, de paz, de verdad, con tal abundancia que ya no puedes pedir más. No puedes siquiera imaginar más.