Maestro explicanos como orar
Estando el Maestro haciendo oración, se acercaron a él los discípulos y le dijeron: «Señor, enséñanos a orar». Y él les enseñó del siguiente modo.
ANTHONY DE MELLO
LA ORACIÓN
El mejor juego de nuestra vida.
Estando el Maestro haciendo oración, se acercaron a él los discípulos y le dijeron: Señor, enséñanos a orar. Y él les enseñó del siguiente modo:
Iban dos hombres paseando por el campo cuando, de pronto, vieron ante ellos a un toro enfurecido. Al instante, se lanzaron hacia la valla más cercana, con el toro pisándoles los talones. Pero no tardaron en darse cuenta de que no iban a conseguir ponerse a salvo, de modo que uno de ellos le gritó al otro: ¡Estamos perdidos! ¡De ésta no salimos! ¡Rápido, di una oración.!
- Y el otro le replicó: ¡No he rezado en mi vida y no sé ninguna oración apropiada!.
- ¡No importa: el toro nos va a pillar! ¡Cualquier oración servirá!
- Está bien, rezaré la única que recuerdo y que solía rezar mi padre antes de las comidas: ¡Haz, Señor, que sepamos agradecerte lo que vamos a recibir!.
Nada hay que supere la santidad de quienes han aprendido la perfecta aceptación de todo cuanto existe. En el juego de naipes que llamamos Vida cada cual juega lo mejor que sabe las cartas que le han tocado. Quienes insisten en querer jugar no las cartas que les han tocado, sino las que creen que debería haberles tocado, son los que pierden el juego.
No se nos pregunta si queremos jugar. No es ésa la opción. Tenemos que jugar.
La opción es: ¿Cómo?
ORAR EN EL NOMBRE DE JESÚS
Es ésta una práctica que Jesús aconseja a sus apóstoles cuando les anima a pedir al Padre lo que necesitan.
Yo os aseguro: el que crea en mí, también él hará las obras que yo hago, y mayores aún; porque yo voy al Padre, y todo lo que pidáis en mi nombre yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré... Os he destinado a que vayáis y deis fruto, y un fruto que permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda... Aquel día no me preguntaréis nada. Yo os aseguro: lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado Jn 14,12-14; 15,16; 16,23-24
Es de estas palabras, indudablemente, de donde la Iglesia aprendió a dirigir sus oraciones al Padre por Jesucristo nuestro Señor y en el nombre de Jesucristo, tu Hijo... Y sería bueno que la imitáramos en este punto si queremos que nuestras oraciones tengan eficacia ante el Padre. Orar en el nombre de Jesús significa confiar en la influencia que él tiene en el Padre, en su capacidad de intercesión, en el amor que el Padre le tiene y en su deseo de agradarle y darle todo cuanto le pida. Significa tener una enorme confianza en que el Padre ciertamente hará todo cuanto Jesús quiera pedirle. Y significa, además, pedir cosas acordes con la mente y el espíritu de Jesús. Orar en el nombre de Jesús, por lo tanto, significa que no hemos de pedir lo que él nunca pediría al Padre. Ahora bien, Jesús jamás pidió riquezas ni honores ni pompa ni dignidad... Por eso es difícil comprender cómo podemos nosotros, orando en su nombre, pedir esas cosas u otras parecidas.