El joven que pudo hacerlo - Cuento
Este es un hermoso cuento de Eloy Moreno que habla de solidaridad y amistad, una lección muy bonita del verdadero poder interno que lleva cada ser.
OSHO
QUERER ES PODER
Una bella enseñanza antes de leer a Osho
Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.
Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas. Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.
A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos. Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa. Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? comentaban entre ellos.
Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.
- Yo sí sé cómo lo hizo dijo.
- ¿Cómo? respondieron sorprendidos.
- No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.
MORALEJA
Parece ser que las situaciones límite nos capacitan para resolver tareas imposibles.
Recuerden que el no puedo es realmente socorrido para aliviarnos de la responsabilidad y la resolución y que se trata de una trampa mental invalidante, que está lejos en muchas ocasiones de ser verdad.
A menudo las leyes de la física son superadas con creces por la poderosa voluntad del ser humano.
O como el cuento del abejorro a lo que muchos científicos decían que el abejorro no podía volar, por que el tamaño de su cuerpo era un muy grande en relación con el tamaño de sus alas. Pero el simpático abejorro se ríe de las leyes de la aerodinámica y vuela igual.
La moraleja es que en muchas situaciones de nuestras vidas debemos hacer como el abejorro: cuando nos digan que no estamos capacitados para hacer algo, simplemente ignoremos los argumentos que justifican esa incapacidad, y hagámoslo de todas maneras.
Más allá de la superioridad y de la inferioridad
Osho
Cada ser humano es único. Ni siquiera hace falta plantearse quién es superior y quién inferior. Sí, las personas son diferentes.
Os recuerdo algo para que no se entienda mal. No es que todos seamos iguales. Nadie es superior ni inferior, pero tampoco somos iguales. Las personas son simplemente únicas, incomparables. Tú eres tú, yo soy yo. Yo tengo que aportar mi potencial a la vida, tú tienes que aportar el tuyo.
Cuando desaparece la inferioridad, todo sentimiento de superioridad también desaparece. Viven juntos, no se les puede separar. El hombre que se siente superior sigue sintiéndose inferior en algo. El hombre que se siente inferior quiere sentirse superior en algo. Son un par; siempre están juntos; no se les puede separar.
Ocurrió... Un hombre muy orgulloso, un guerrero, un samurai, vino a ver a un maestro zen. El samurai era famoso, bien conocido en todo el país. Pero mirando al maestro, mirando la belleza y la gracia del maestro, de repente se sintió inferior. Quizá había venido con el deseo inconsciente de probar su superioridad. Dijo al maestro: —¿Por qué me siento inferior? Hace un momento todo estaba bien. Al entrar en tu patio, de repente me he sentido inferior. Nunca me había sentido así. Siento un temblor en las manos. Soy un guerrero, me he enfrentado a la muerte muchas veces y nunca he tenido miedo, ¿por qué siento este temor?
—Espera —dijo el maestro—. Cuando todos se hayan ido, te responderé. La gente seguía viniendo a visitar al maestro y el hombre se sentía cada vez más cansado. Al llegar la noche la habitación se vació y cuando ya no quedaba nadie, el samurai dijo: —¿Puedes responderme ahora? —Vamos fuera —dijo el maestro.
Era una noche de luna llena, la luna estaba saliendo por el horizonte... y el maestro dijo: —Mira estos dos árboles. Éste árbol que se eleva hacia el cielo y este otro pequeño. Ambos han estado al lado de mi ventana durante años y nunca ha habido ningún problema. El árbol pequeño nunca ha dicho: ¿Por qué me siento inferior a ti? al árbol grande. ¿Cómo puede ser? Este árbol es pequeño y ese árbol es grande, y nunca he escuchado ni un susurro.
—Porque no pueden compararse —dijo el samurai. —Entonces no hace falta que me preguntes, ya conoces la respuesta —dijo el maestro.
Las comparaciones son las que crean la inferioridad o la superioridad. Cuando no comparas, toda superioridad e inferioridad desaparecen. Entonces eres, simplemente estás allí. No importa si eres un matorral o un gran árbol; eres quien eres. Eres necesario. Una hoja de hierba es tan necesaria como la mayor de las estrellas. El canto de un gorrión es tan necesario como cualquier Buda; el mundo será menos rico si el gorrión desaparece.
Mira a tu alrededor. Todo es necesario y todo encaja entre sí. Es una unidad orgánica: nadie es superior ni inferior, nadie está más alto o más bajo. Cada uno es único e incomparable.