Dios prefiere ser llamado amor
El amor no es configurable es lo que ha sido, lo que es y lo que será. El amor es el estado supremo, es la energía suprema que lo sustenta todo.
JEBUNA
EL AMOR ES DIOS
Dios prefiere ser llamado amor.
Este encabezado lo modifiqué, porque mi hermano y amigo de batallas espirituales que coincidimos en esta entrega sin acuerdo alguno en hablar de lo mismo, pero con diferentes palabras. De algo estoy seguro. Si dos seres distantes sin ni siquiera conocerse personalmente, de culturas totalmente diferentes e influencias educativas que nada que ver, puedan expresar una verdad con tanta semejanza, es porque sin lugar a dudas la verdad es manifestada al igual para todos.
La verdad se manifiesta, pero la programación de la mente es la que se encarga de tergiversarla. Los maestros insisten en vaciar la mente para poder verla tal cual, insisten en el desapego y en todo aquello que distorsiona la realidad. Insisten en el amor porque es el estado supremo que nos permite conectarnos con el todo, es la energía suprema que lo sustenta todo.
La palabra Dios es complaciente con toda la diversidad de culturas y pensamientos, en otras palabras, es configurable a imagen y semejanza del individuo y a lo limitado de sus sentidos. Ya no sabemos a qué configuración se refieren cuando traen a colación la palabra Dios. En cambio, el amor no es configurable, es lo que ha sido, lo que es y lo que será. El amor de un niño musulmán es igual al de un ateo o al de un católico, pero al concepto de Dios que le van a programar es diferente.
EL AMOR DE NIÑOS
En los niños está la clave del amor. En niño siente con su alma por eso puede amar, el adulto siente con su mente por eso confunde el deseo con el amor. Pregúntese, ¿Los sentidos me conectan con mi espíritu o con mi mente? Al niño no le pregunte si cree en Dios, simplemente véalo con su ejemplo como es que se ama de verdad, como es que sus sentidos están conectados con la energía de la vida, con el amor a lo que correctamente debiéramos llamar Dios Todo y Eterno.