El problema llamado espíritu y materia
Restablece todo el equilibrio, da al espíritu y la materia su sitio respectivo. No rechazar la materia, sino volverla sumisa y obediente al espíritu.
OMRAAM MIKHAEL
ESPÍRITU Y MATERIA
La causa de los problemas humanos.
Les he hablado a menudo de la diferencia que existe entre el saber oficial que se da en las escuelas y en las universidades y el saber iniciático. El saber oficial pone el acento sobre todo en unas actividades que van a aportar a los humanos el éxito material pero que les va a impedir llegar a ser espíritus, hijos de Dios. Así, se alejan cada vez más del espíritu, y ésta es la causa de todos los desequilibrios.
DEBILITAMIENTO
Demasiada preocupación por el cuerpo físico, debilita al alma y al espíritu.
Siempre se busca la causa en otra parte: en el estrés, en el sufrimiento, en una mala nutrición. No, el origen de todos los desequilibrios radica en el desequilibrio entre el espíritu y la materia que trae consigo todas las otras formas de desarmonía que podemos constatar. Si el interés de los humanos se dirige únicamente a la satisfacción del cuerpo físico: los placeres, el confort, etc., el alma y el espíritu, que no son alimentados, se debilitan, y todo está patas arriba.
EQUILIBRIO
El bienestar humano depende de un equilibrio entre espíritu y materia.
El espíritu y la materia son dos polos, dos principios con los que el ser humano debe saber actuar inteligentemente, razonablemente, prudentemente, y, sobre todo, no descuidar uno de ellos en detrimento del otro. Si no es recomendable imitar a Occidente, que ha dado la preponderancia a las adquisiciones materiales, el ejemplo de la India, que vive en la miseria y la enfermedad con el pretexto de misticismo y espiritualidad, tampoco es un ejemplo a seguir.
CONTROL
La materia no debe ser rechazada, sino volverla obediente al espíritu.
Para restablecer de nuevo el equilibrio hay que volver a dar al espíritu y la materia su sitio respectivo, no rechazar la materia, sino volverla sumisa y obediente al espíritu. Solo este equilibrio puede volver a dar a los humanos la salud, la belleza, la fuerza, la felicidad. Hay que razonar.
El progreso técnico, los aparatos, la abundancia material están ahí, ¿cómo es posible, pues, que los seres humanos estén más enfermos, más descontentos, más indignados, a pesar de la existencia de todas estas maravillas?
BALANCE
Ser el mejor en un área no asegura el triunfo en otra área.
Hay algo, pues, que no está a punto. Sí, porque han tomado un camino solamente, y han olvidado el otro. Claro que siempre se obtienen grandes resultados en el dominio en el que se ha trabajado. Si se entrenan en el boxeo derriban a la gente, pero no les superan en el dominio de la ciencia y de la filosofía.
Mientras que alguien que se pasa la vida reflexionando, gana quizá a todos los sabios, ¡pero hasta un niño puede derribarlo! Tener ventaja en un dominio no quiere decir que la tengan también en todos los demás.
MOISÉS
Moisés, un gran Iniciado, nos dio algunos consejos.
Ya les expliqué que toda la filosofía del espíritu y de la materia está resumida idealmente en esta frase del Génesis, en la que Moisés dice: Al principio Dios creo el Cielo y la Tierra. El Cielo es el alma, el espíritu, el esplendor de las virtudes y de las cualidades. La Tierra es el cuerpo físico, el mundo material, los negocios.
La Tierra es necesaria, puesto que fue creada. Pero Moisés, que era un gran Iniciado, puso en primer lugar el Cielo, y después la Tierra. Mientras que para la mayoría de los humanos ponen la Tierra antes que el Cielo.
PRIORIDAD
Demasiados solo piensan en el Cielo cuando están aburridos.
Incluso, para algunos, ni siquiera hay Cielo, sino solamente Tierra. Por eso nada anda bien: porque han dado prioridad a la Tierra. Y veo incluso que los hermanos y hermanas de la Fraternidad consagran las nueve décimas partes de su actividad a la Tierra, y raramente, de vez en cuando, se ocupan del Cielo, del espíritu.
En vez de poner en primer lugar al Cielo y ocuparse después de sus negocios, no, empiezan por los negocios y, cuando se aburren y no saben en qué ocuparse, piensan un poco en el Cielo.
Ya se los expliqué: hay que dar tres cuartas partes al Cielo y una cuarta parte a la Tierra. Quienes son capaces de vivir de esta manera sentirán que viven en un equilibrio verdaderamente extraordinario. Se los digo, es inútil que vayan a buscar la razón del equilibrio o del desequilibrio en el sistema nervioso, circulatorio, digestivo o muscular. El origen del equilibrio y del desequilibrio, radica en la forma que tiene el ser humano de relacionarse interiormente con el espíritu y la materia.
Evidentemente, de vez en cuando, doy la razón a los humanos cuando tienen miedo de meterse en la espiritualidad. En el plano físico, que es concreto, visible, sentimos que andamos y que trabajamos con seguridad. El mundo espiritual, al contrario, es tan vago, tan incierto, ¡tan desconocido! Hay peligros, abismos…
Y además, vemos también cómo en este dominio no hay muchos que sean modelos capaces de mostrar lo maravilloso que es este camino. Si, es verdad, el mundo espiritual puede parecer indeterminado, informe, porque el ser humano no posee para abordarlo unos órganos que estén tan a punto como los que le permiten trabajar en el mundo físico: las manos, los ojos, los oídos.
SENTIDOS
Parece peligroso porque no hemos desarrollado los sentidos adecuados.
Pero, si estudiamos bien esta cuestión, veremos que el mundo espiritual es el mundo más seguro, el más real, el más claro, y que sigue siendo inmutable y bello durante toda la eternidad. Mientras que el mundo material no es estable, no es eterno, se disgrega.
Si la mayoría tiene miedo de abordar el mundo espiritual, es porque no han desarrollado ciertos sentidos y no tienen guía para dirigirles. La realidad material, palpable, accesible a los cinco sentidos, no es la verdadera realidad.
LA GUÍA
Con una guía adecuada, podemos experimentar la belleza extraordinaria del mundo espiritual.
La verdadera realidad es la del alma y el espíritu, pero: para tener acceso a ella, hay que haber desarrollado otros sentidos, y, sobre todo, tener un Maestro. Si no, es peligroso, evidentemente, podemos cometer muchos errores y hacernos daño desencadenando fuerzas hostiles.
Si estamos bien guiados y trabajamos bien, no hay nada mejor que el mundo espiritual. El mundo físico es bello las flores, los cristales, los árboles, los pájaros, las montañas, los humanos, las estrellas, ¡son extraordinarios! Pero, en comparación con el otro mundo, palidecen.
Si no sabemos dirigirnos en el mundo espiritual, no debemos acusarle a él, sino a nosotros mismos. Teníamos una confianza ilimitada en nosotros mismos, no quisimos Maestro, no quisimos guía, ¿de quién es entonces la culpa si caímos en un precipicio?