La alquimia de la espiritualidad
Se sabe que muchos se interesaban mucho más por cambios en lo profundo de su ser y por evolucionar espiritualmente. De hecho, hacían oración y ayuno.
GONZALO GALLO
ALQUIMIA ESPIRITUAL
Aprendes valiosas lecciones si profundizas sobre la alquimia.
La alquimia que hace siglos fue la precursora de la química. Se dio primero en Mesopotamia y en China, y entre los años 500 y 1.500 Occidente vivió una etapa alquímica de búsquedas, experimentos y transmutaciones. Alquimistas como Giordano Bruno, astrónomo y poeta, buscaron la piedra filosofal y el elixir de la inmortalidad. Muchos fueron juzgados y, de hecho, a Giordano Bruno lo quemaron en Roma en 1.600. Estaba adelantado a su tiempo.
Si se mira lo aparente, un alquimista soñaba con transmutar metales como el plomo en otros mejores como el oro. Usaban mercurio, azufre, sal y fuego. Pero se sabe que muchos se interesaban más por cambios en lo profundo de su ser y por evolucionar espiritualmente. De hecho, hacían oración y ayuno. Y esa es la gran lección: que tú y yo hagamos la alquimia del amor que transmuta el egoísmo en amor, el odio en perdón, el orgullo en sencillez y las dudas en fe. Son cambios que piden conciencia despierta, disciplina, dedicación, paciencia y el firme compromiso de mejorar como personas. No hay mayor logro que alcanzar una transmutación interior para obrar amorosamente y correctamente.
Es una meta que el humano conquista cuando deja de auto engañarse y sin ego es consciente de sus fallas y sus dones. Los sabios lo llaman un despertar de conciencia, al que casi siempre se llega después de estrellarse y sufrir. No es necesario, pero habitualmente el humano aprende a las malas y asumiendo las serias consecuencias de su mal obrar. Algún día ve la luz al final de túnel y aprende a actuar con buena conciencia, buen corazón y coherencia. Entonces, transita por el ‘Camino Medio’ de Buda en el cual logra un sereno y perfecto balance lejos de extremos que tensionan. En palabras, alcanza el conocimiento que brilla en los sabios.
Baruch de Spinoza, 1632-1677, fue un sabio filósofo holandés, hijo de judíos españoles emigrados a los Países Bajos. Destacó tres tipos de conocimiento: en el primero, el humano es esclavo de las pasiones, sufre los efectos e ignora las causas. En el segundo, la mente reflexiona y toma conciencia, conoce las causas, y aprende a controlar las pasiones y a obrar bien. En el tercero accede a una intuición maravillosa y conoce y comprende desde el punto de vista de Dios. Con esa sabiduría ama y llega a la única felicidad posible. Spinoza buscó que, siendo consciente, el humano sea bueno y libre. Fue un pensador brillante que solo vivió 44 años, y es admirable que en una época rígida se atrevió a pensar distinto, por eso lo expulsaron del judaísmo y el catolicismo.
La alquimia interior es otro nombre de la espiritualidad que en los últimos años es más practicada por un buen número de personas en Occidente. Algunos cuidan su espíritu en un credo y otros sin religión, algunos de modo constante y otros solo cuando están en emergencia. Ya, antes del año 2000, futurólogos eruditos como Patricia Aburdene y John Naisbitt habían presagiado un gran despertar espiritual y acertaron. Muchas personas salen de la agitación y la superficialidad y hallan paz en experiencias de relajación, meditación, sanación e interiorización. Ante tanta demanda hay ofertas engañosas y necesitas discernimiento para no caer en manos de farsantes supuestamente espirituales. La vida deja de ser un enigma y una maraña cuando un ser humano dedica tiempo al ser y crea el buen hábito de cuidar y nutrir si espíritu.