Notas de la alquimia

La Alquimia Espiritual es la ciencia sagrada que trata sobre la propia reorganización interna. Sobre poder sutilizar lo denso para elevar el alma.

ESPACIO ARCANO

LA ALQUIMIA ESPIRITUAL

Ciencia sagrada que trata sobre la propia reorganización interna.

Sobre poder sutilizar lo denso, la materia y fijar en nosotros lo sutil, el espíritu. Para esto debemos profundizar en el conocimiento de nosotros mismos y de lo que llevamos en nosotros. Dice Hermes Trismegisto (1): Divide tu piedra en cuatro elementos... y reúnelos en uno, y tendrás la totalidad del Magisterio. ¿A que se refiere Hermes con Piedra?. En Alquimia hay muchos sentidos para la palabra piedra. En general es todo lo que es fijo y no se evapora con el fuego. La Piedra Filosofal es el objetivo, es lo que debemos encontrar, es el producto en uno mismo, es lo capaz de transformar todo lo grosero en oro puro, de curar todas las enfermedades y de transmutar todo lo creado.

La piedra de los Filósofos es la materia prima, es decir Uno mismo. Es la piedra de la que habla el salmo 91. No te alcanzara ningún mal, ninguna plaga se acercara a tu carpa, porque el te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos Ellos te llevaran en sus manos para que no tropieces contra ninguna piedra; caminarás sobre leones y víboras, pisotearas cachorros de león y serpientes.

Es la piedra que en nosotros nos hace ser piedras, nos obstaculiza, nos impide avanzar, es aquello en lo que estamos petrificados. Los ángeles son lo que ayudan a que no tropecemos en mas de una vez en esta piedra, son quienes nos muestran el camino que debemos realizar para encontrar en nosotros la verdadera, la Piedra Filosofal que todos llevamos en nosotros.

Hermes dice: divide tu piedra en cuatro elementos.

Los cuatro elementos son distintas modalidades del movimiento inmanente a toda sustancia tanto inorgánica como orgánica y psíquica. Son los cuatro instintos o temperamentos primordiales del cosmos y que están en todo, absolutamente todo lo creado. Estos instintos son: Fuego, el Impulso (bilioso), Aire, el Movimiento (nervioso), Agua, Formación (sanguíneo) y Tierra, la Forma. (Linfático).

Los cuatro elementos son distintas modalidades del movimiento inmanente a toda sustancia tanto inorgánica como orgánica y psíquica. Son los cuatro instintos o temperamentos primordiales del cosmos y que están en todo lo creado. Estos instintos son: Fuego, el Impulso (bilioso), Aire, el Movimiento (nervioso), Agua, Formación (sanguíneo) y Tierra, la Forma. (Linfático).

  • El Fuego denota voluntad y vitalidad, es iniciador, propulsor y purificador.
  • El Aire es la actividad mental, es el mundo de las ideas y de la comunicación.
  • El agua es la intuición, la emoción, es la Gracia, la Virtud. Simboliza la regeneración corporal y espiritual.
  • La Tierra es el mundo de la actividad racional, es decir la razón y el sentido común puestos en practica.

Es decir separemos, para luego unir. En la unidad se da el encuentro de lo que en alquimia se llama: quintaesencia y los hindúes llaman Éter.

La totalidad del magisterio o ciencia de la obra consiste en transformar los cuatro elementos que poseemos y esto se realiza por los tres regímenes de la alquimia:

1. Régimen: transforma la Tierra en agua. Comienza en el Principio o Génesis:

La Tierra era algo informe y vacío. Las tinieblas cubrían el abismo.

Es el caos, el desorden de las ideas y de los actos (pensamos una cosa y hacemos otra, creemos hacer el bien y hacemos el mal). Mojamos nuestra Tierra y la transformamos en barro, en este punto tenemos dos opciones o nos quedamos en el barro, empantanados por nuestras pasiones, o empleamos nuestras emociones y nuestra intuición para dejar que Dios sople en nosotros y modele nuestro barro para ser personas nuevas. Esto es comenzar a separar los elementos.

Solo dejamos que Dios sople en nosotros cuando tenemos necesidad de Él, esto es la pobreza de espíritu.

1° Bienaventuranza: Felices los que tienen alma de pobres porque a ellos pertenece el Reino de los Cielos.

Ser pobres es necesitar a Dios, saber que uno solo no puede es el comienzo del camino y lo que puede llevarnos hacia nosotros mismos, es lo que puede hacer dejar que Dios nos conduzca a nuestro centro, a descubrir nuestra propia piedra y es ir hacia nosotros mismos. Este es un proceso lento ya que estamos identificados con las falsas normas de la caída, de lo llamado normal, o mejor dicho de la normosis, del estado de norma, petrificado en nosotros.

Ganaras el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!. Génesis 3, 19.

Dice Annick de Souzenelle, en su libro El Egipto Interior que la normosis es el estado de esclavo que consideramos normal. Dios nos dice Ve hacia ti mismo, ve hacia tu propia tierra, porque ahí esta la tierra prometida. Esto es empezar el proceso de distinción para llegar a la Piedra Filosofal.

Analicemos la palabra Piedra que es Eben, en Hebreo.

Eb, procede de la raíz AB que quiere decir Padre y Ben es Hijo.

La Piedra designa la posibilidad de transformarnos en Hijos y estar en plena unidad con el Padre. Esto es construir el propio nombre, el YO SOY. Es volver a la unidad de antes de la caída.

El problema es que la piedra se convirtió en ladrillo y solo construimos ladrillos. Nos dejamos conducir por los sucesos de nuestras vidas, vivimos en relaciones de fuerza, de rivalidades y de competencias, sin advertir lo pobres que somos. Nos instalamos en un sufrimiento que consideramos normal y pensamos que el buen Dios nos va a saber recompensar. Hasta que Dios nos llama como llamo a Moisés. Cuando estamos en el limite de nuestra esclavitud, cuando clamamos en el desierto, nos exhorta a volver a nosotros para llevarnos a la Tierra Prometida.

Estar en la normosis es estar prisionero de la lógica, de las apariencias, es creer que los sueños son solo sueños, es pensar que lo imposible es imposible. Pero la buena conciencia no es conciencia, la primera esta atada a la moral y la segunda es el fruto de un trabajo de transformación, es producto de adquirir mas vida o prana.

2º Régimen: Transforma el agua en aire. Aquí absorbemos el soplo divino, entramos en el movimiento, el barro se va secando y tomamos una nueva forma. La piedra que somos se modifica y nos atrevemos, osamos creer que en mi nosotros un oro que debemos desenterrar. Se abre un horizonte nuevo, hay claridad.

En el Génesis, Dios dijo: que exista la Luz..., se comienza a percibir lo sutil en todo, se comienza a ver lo que es oscuro, nos movemos hacia lo inverosímil, vamos tras el sueño.

3º Régimen: transforma el aire en fuego. La luz es el fuego, el fuego calienta la piedra y genera el impulso y la voluntad necesaria para el movimiento, inicia la unión del entendimiento con la voluntad. Para encender la voluntad, es necesario salir del sueño del quietismo, de la resignación de la rutina, es poner en movimiento el esfuerzo de decir y no. Es necesario salir del peso de la somnolencia, movilizar la buena voluntad y esto solo se da por el Entendimiento y la Esperanza. Esto es lo que nos puede llevar a decir a la Luz y no a las tinieblas.

Toda transformación interna lleva a una transformación externa, que se manifiesta concretamente en la vida de quien la ha realizado. Sin embargo también sucede lo contrario. En su libro sobre Psicología y Alquimia, Jung dice que es posible que cuando el alquimista realiza el proceso de transformar el plomo en oro en el laboratorio, también lo realiza en sí mismo. Es que solo es capaz de hacer oro, aquel que es oro.