La energía fluye por tus pies
Fluye y conéctate por los pies a los campos de energía de la Tierra. Caminar descalzo incrementa la vitalidad para prevenir numerosas enfermedades.
ELISABET SILVESTRE
¡QUÍTATE LOS ZAPATOS!
Earthing: la salud de andar descalzos.
Necesitamos estar conectados a los campos energéticos de la Tierra. Algo tan sencillo como caminar descalzo puede incrementar la vitalidad y prevenir numerosas enfermedades.
El placer de caminar descalzo por la orilla de la playa, pisar la hierba o la tierra del campo y notar su frescor es algo más que un momento divertido o una anécdota. El organismo se revitaliza realmente, se relaja y la energía fluye en su interior.
Pero este es un gesto tan sencillo y esencial como olvidado; parece que solo los niños saben de su poder: siempre que pueden, y se les deja, se descalzan.
Vivimos inmersos en un mar de campos eléctricos y electromagnéticos, tanto naturales como artificiales. La electricidad debiera fluir a nuestro través, pero el calzado y las superficies aislantes cortan el flujo. Entonces se produce una carga que crea tensiones en el organismo y perjudica la salud.
Preocupados por temas aparentemente más importantes, no nos hemos dado cuenta de que algo tan banal como las suelas aislantes de los zapatos, las moquetas sintéticas o el parquet están amenazando nuestro bienestar.
Los zapatos convencionales están fabricados con materiales aislantes que cortan la conexión eléctrica con la tierra. Los calzados artesanales, sin capas aislantes, de cuero o cáñamo son una buena alternativa.
Otra son los calzados técnicos conductores que se venden como equipo profesional (en quirófanos, laboratorios y talleres la carga electrostática es peligrosa).
Earthing con los pies descalzos, básico para tener vitalidad
Los procesos eléctricos y magnéticos forman parte de nuestra biología. El buen funcionamiento de sistemas fisiológicos, órganos y células depende del equilibrio eléctrico que condiciona las reacciones químicas.
Así lo señalan los estudios científicos más actuales y novedosos, que han demostrado que tocar la tierra con los pies desnudos, hacer toma de tierra o, como indica el anglicismo, practicar el earthing o el grounding, permite al cuerpo reequilibrar sus cargas eléctricas, un proceso básico para mantener la vitalidad y la salud.
El cuerpo es un conductor natural y necesita tanto el contacto eléctrico con la Tierra como precisa del agua o los nutrientes. Por una parte, necesitamos liberarnos del exceso de cargas positivas que se acumulan al mantenerse el cuerpo aislado de su entorno.
Por otra parte, nos regeneramos con la invasión de los electrones libres (con carga eléctrica negativa) del campo de energía de la Tierra alimentado por el sol y desde el núcleo del planeta.
Sin este flujo energético, la vida de las personas, los animales y las plantas sería sencillamente imposible. La consecuencia más evidente del bloqueo de la conexión eléctrica es el chispazo que se siente al tocar a otra persona o una superficie metálica. Lo produce la descarga de electricidad estática.
Pero dentro del cuerpo la falta de conexión puede favorecer la inflamación generalizada y estar en el inicio de procesos que llevan a enfermedades.
Demostrado, el bienestar es inmediato
Algo tan sencillo como andar descalzos aporta marcados y positivos cambios en los parámetros biológicos. De hecho, a los dos segundos ya se pueden empezar a percibir, aunque los mayores beneficios se obtienen si se hace toma de tierra durante 20-30 minutos.
Así lo indica un estudio publicado en la revista Integrative Medicine, realizado por el equipo de Gaétan Chevalier, ingeniero físico del departamento de Biología celular y del desarrollo de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos).
En él se analiza la variabilidad de la frecuencia cardiaca de 28 personas. Esta metodología fiable y no invasiva aporta información sobre el sistema nervioso autónomo y sus dos componentes: el simpático (que nos hace estar más activos y estresados) y el parasimpático (que aporta más tranquilidad y calma).
El experimento se llevó a cabo en una sesión de dos horas. Durante 40 minutos se conectó a las personas a un sistema de toma de tierra (unos electrodos en la planta de los pies y en la palma de las manos) y el resto del tiempo se hicieron las mediciones sin esta conexión.
Los resultados fueron reveladores: cuando la persona estaba conectada a toma de tierra, se producía un incremento de la función del sistema nervioso parasimpático casi dos veces mayor que cuando no estaba conectada. Así, no estar conectado a tierra se corresponde con una estimulación excesiva del sistema simpático y una disminución del tono del parasimpático, lo que indica un sistema nervioso estresado.
Las ventajas de vivir conectado a la Tierra
El contacto con la superficie de la tierra equilibra los sistemas biológicos.
- Te relaja. La activación del sistema nervioso parasimpático reduce los síntomas de ansiedad, las frecuencias cardiacas y respiratoria, la tensión arterial y la secreción de las hormonas estresantes adrenalina y cortisol.
- Desinflama. Los electrones que proceden del suelo reducen la inflamación y la oxidación, y con ello, el dolor y los daños sobre las células.
- Proporciona energía. Karol y Pawel Sokal han mostrado que reduce la concentración de glucosa en sangre y orina, estabiliza los niveles de hierro, regula la homeostasis del calciofósforo y favorece la obtención de energía.
- Te protege. Evita los efectos negativos de los campos electromagnéticos sobre el organismo.
- Sincroniza tus ritmos. Contribuye a que los ritmos del cuerpo estén armonizados con la noche y el día. Mejora tanto el sueño por la noche como la sensación de vitalidad durante el día.
El earthing previene el estrés y otras dolencias crónicas
Una falta de conexión a tierra durante tiempo suficiente representa un estrés para el organismo. Una más que se suma a las causadas por el estilo de vida urbano, las urgencias laborales o las tensiones emocionales de todo tipo. El estrés crónico se encuentra detrás de muchas de las disfunciones de salud de la sociedad moderna.
La ciencia ha demostrado que la hiperactividad crónica del sistema nervioso simpático predispone a padecer problemas cardiacos, y que incrementar el tono del sistema parasimpático tiene un efecto protector frente a los problemas de riego sanguíneo o las arritmias.
El doctor Chevalier también ha comprobado que la conexión con la tierra reduce además la viscosidad de la sangre, un factor favorecedor de la hipertensión y otras enfermedades cardiacas, incluyendo el infarto.
El cardiólogo y psicoterapeuta norteamericano Stephen T. Sinatra lleva más de treinta años dedicado a la prevención y recuperación de enfermedades coronarias, lo que le ha llevado a interesarse por el earthing y a convertirse en uno de los mayores expertos en el tema a nivel mundial. Sus trabajos se han recogido en el libro Earthing, con los pies descalzos (Ed. Sirio), escrito junto con Clinton Ober y Martin Zucker.
En este libro se pueden encontrar testimonios como el del doctor James L. Oschman, que detalla cómo la inflamación crónica es una de las causas primarias de virtualmente todas las enfermedades, desde la diabetes hasta el cáncer.
Oschman explica que, cuando pisamos la tierra, sus electrones libres se transfieren hacia el interior de nuestros cuerpos y que estos son, probablemente, los antioxidantes más potentes conocidos y actúan como antiinflamatorios sin efectos secundarios.
Y añade: El día que comenzamos a usar calzado nos aislamos de la energía de la Tierra y desde entonces los niveles de estrés han aumentado y la inmunidad ha disminuido.
Todas las evidencias indican que incorporar el earthing al estilo de vida es una potente receta para prevenir las dolencias crónicas más comunes.
Además de constituir un regulador del sistema nervioso autónomo, del estrés crónico, la inflamación, el sueño y las enfermedades cardiovasculares, hacer toma de tierra resulta una potente terapia ante situaciones de estrés emocional, ansiedad, pánico, miedo, depresión, dolor y fatiga, y síntomas como las cefaleas, las palpitaciones cardiacas o el vértigo.
Disfunciones tan comunes como la diabetes, la obesidad y la hipertensión podrían estar relacionadas también con la pérdida de contacto con la tierra de la sociedad actual.
Teniendo en cuenta los datos que nos aportan los estudios científicos, y las sensaciones que todos experimentamos al ir descalzos, podemos afirmar que debajo de nuestros pies tenemos una potente fuente de bienestar y que los electrones superficiales de la tierra constituyen un recurso de salud olvidado hasta ahora.
Así pues, ¡pisa la Tierra, conéctate a ella!
3 formas de cuidar tu equilibrio eléctrico
Para mantener un equilibrio eléctrico, además de practicar earthing con los pies descalzos, también podemos hacerlo a través del agua o con una cama conectada.
1. Camina descalzo cuando puedas
Sobre hierba, tierra, arena o incluso cemento o cerámica, el contacto por los pies, con miles de terminaciones nerviosas y puntos energéticos como el R1 del meridiano del riñón, produce los mejores resultados.
Es recomendable la práctica de taichí, chikung o yoga con el pie desnudo.
2. El agua te descarga
Lavarse las manos con agua, la ducha diaria, nadar, los tratamientos de hidroterapia… todas son formas excelentes de permitir que la electricidad fluya, pues el agua es un elemento extraordinariamente conductor.
3. Pon toma de tierra a la cama
Existen dispositivos para conectar la cama a la toma de tierra de un enchufe. Constan de una tela con hilos metálicos y un simple cable.
Mejoran el sueño, los mecanismos de auto curación y ayudan a despertarse descansado y lleno de energía.
También hay alfombrillas para utilizarlas mientras se trabaja sentado. Estos ingenios también pueden construirse en casa, de manera artesanal.
Diez consejos para vivir sin tóxicos
Los productos de limpieza y otros materiales de los que nos rodeamos a diario afectan a nuestro bienestar.
El ambiente en el que vivimos, trabajamos y nos relacionamos presenta múltiples retos para su habitabilidad. Las herramientas y productos que nos facilitan las actividades del día a día pueden también ser fuente de tóxicos que hay que saber gestionar con mucho cuidado. Aspectos como la luz, la limpieza o los materiales de los que nos rodeamos en el hogar plantean elecciones que afectan a nuestro bienestar.
Según explica Elisabet Silvestre, especialista en biohabitabilidad y salud ambiental y autora de ´Vivir sin tóxicos´ (RBA, 2014), los hábitos más cotidianos y sencillos pueden ser relevantes para mantener en equilibrio el cuerpo y la mente. Como consumidores podemos actuar en nuestras decisiones, optando por productos y también con hábitos más saludables.
Aunque a dosis bajas, la exposición continuada a sustancias químicas, a radiaciones o mohos puede acabar sensibilizando el organismo, apunta la autora, que añade que en el caso de fetos, bebés, niños, personas mayores y quienes padecen sensibilidad química múltiple, fatiga crónica o electro sensibilidad los efectos de esta toxicidad pueden ser mayores.
Aplicar el control ambiental es una potente y eficaz receta de salud: no dejes entrar al enemigo en casa, continúa Silvestre, que ha preparado un decálogo con los 10 puntos para minimizar los agentes tóxicos presentes en la vida cotidiana.
Los diez consejos para vivir sin tóxicos:
1. Ventilar
Un gesto tan sencillo como abrir las ventanas cada día, ayuda a renovar el aire y evita que se concentren sustancias nocivas en el aire del hogar, así como el gas radón, un gas nocivo que puede llegar desde el subsuelo sobre el que se edifican las viviendas.
2. Que entre el sol en casa
Donde entra el sol, no entra el médico reza el refrán. Deja que el sol entre en casa y toma el sol a diario unos 20 minutos. Es la mejor receta para regular el reloj biológico interno, mantener el sistema inmunológico y el sistema nervioso en buena forma. En las ciudades, encerrados en edificios todo el día, hay personas con síntomas de hambre de luz, de falta de exposición solar, que se manifiesta con malhumor, apatía, dificultad concentración o alteraciones de sueño.
3. Luz artificial
Vivimos encerrados en edificios e incluso de día se utiliza la iluminación artificial. El cambio de una bombilla puede producir grandes beneficios en el estado de salud, señala Silvestre. Aunque no todas las bombillas son iguales para nuestro cerebro. En las zonas de día, busca las que mejor reproducen la luz del sol, pide bombillas de espectro completo o de IRC (índice de reproducción cromática >90%). De noche emplea luces tenues y de luz más cálida y rojiza, como la de las antiguas incandescentes, así el cerebro se prepara para conciliar el sueño. Evita las azuladas que lo mantienen despierto.
4. Evitar los malos humos
El humo del tabaco, la combustión de biomasa, estufas y calderas deficientes contribuyen a mermar la calidad del aire interior, el que respiras. Especialmente si hay niños en casa, si fumas hazlo en el exterior. Opta por estufas cerradas y revisa de forma regular las calderas y estufas.
5. Materiales saludables
Si reformas, si compras un mueble, si pintas las paredes del dormitorio, puedes estar introduciendo sustancias químicas nocivas al ambiente interior. Pinturas, barnices, colas, muebles o alfombras pueden esconder sustancias derivadas del petróleo, compuestos clorados (como el PVC) o bromados (como los productos anti-llama) que llegan al interior del cuerpo.
6. Limpiar sin ensuciar
La gran paradoja es que de forma habitual se realiza una higiene regular y casi excesiva y aunque se limpian las casas de microorganismos se las ensucia con sustancias tóxicas. Con el hábito de limpiar regularmente se aplican diferentes productos químicos y de esta forma se incorporan de forma silenciosa productos nocivos al ambiente. Opta por detergentes de química verde o mejor con certificado ecológico y tendrás la casa limpia, sin incorporar otros tóxicos.
7. Contacto con la naturaleza
Vivir en contacto con la naturaleza es fuente de salud. Hacer toma de tierra permite regular el bioelectromagnetismo corporal. Anda descalzo, en contacto con la tierra, practica el earthing. En casa, revisa la toma de tierra del edificio. Y rodéate de plantas, además de aportar belleza son buenos purificadores naturales del aire y reguladoras de la humedad ambiental.
8. Cosmética y ropa
Mima la primera piel, tu piel, todo aquello que le apliques, acaba pasando al interior del cuerpo. Asegúrate de que los cosméticos y los productos de higiene personal estén libres de sustancias irritantes, alérgenos o nocivas. Formalhehidos, parabenes, ftalatos y triclosán son nombres de productos que deberíamos evitar. También la segunda piel, la ropa, mejor si es de fibras naturales, evita las sintéticas y apúntate a la moda sostenible.
9. Alimentación
Somos lo que comemos, los alimentos nos aportan las piezas fundamentales para construir y mantener en forma todas las células del organismo. Cuerpo y emociones van de la mano de los alimentos que ingerimos. Opta por frutas y verduras que no contengan pesticidas. Cocina a temperatura no muy alta, evitarás la formación de sustancias tóxicas. Elimina los recipientes de plástico para calentar o guardar alimentos calientes, las sustancias del plástico acaban pasando al alimento por el calor y son ingeridas.
10. Tecnología
Evita estar expuesto 24 horas al día a los campos eléctricos de la instalación de casa, equipos electrónicos y sus campos electromagnéticos y a los sistemas de comunicación inalámbrica. Aplica el principio de precaución y buenas prácticas de ´higiene energética´. Opta por tecnología con cable y durante el descanso nocturno evita la exposición a las radiaciones naturales y artificiales. Instala un desconector automático de la electricidad y no tendrás campo eléctrico mientras duermes; desconecta el móvil, routers y wifi por la noche y no mermarás el equilibrio del organismo, especialmente el de los más pequeños de la casa.