Fluir en energía
Dar y recibir son aspectos del flujo de la energía en el universo. Si detenemos uno de los dos polos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.
DEEPAK CHOPRA
LA ENERGÍA VITAL
La energía vital que utilizamos le prestamos al universo.
Recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo desde alguno de los dos polos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza. El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Y esta interacción opera a través de la ley del dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un intercambio constante y dinámico, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse. Por ello, debemos dar y recibir para mantener circulando permanentemente la riqueza y la afluencia – o cualquier cosa que deseemos en la vida la palabra "afluencia" viene de la raíz latina affluére (es decir, "fluir hacia"), y significa "fluir en abundancia".
El dinero realmente es un símbolo de la energía vital que intercambiamos y de la energía vital que utilizamos como consecuencia del servicio que le prestamos al universo. Al dinero, también se le llama moneda "corriente", nombre que refleja igualmente la naturaleza fluida de la energía. La palabra "corriente" viene del latín currére que significa "correr" o "fluir". Por lo tanto, si impedimos la circulación del dinero -si nuestra única intención es acapararlo y aferrarnos a él-, impediremos también, que éste vuelva a circular en nuestra vida, puesto que el dinero es energía vital. Para que esa energía fluya constantemente hacia nosotros, debemos mantenerla en circulación. Al igual que un río, el dinero debe mantenerse en movimiento o, de lo contrario, comienza a estancarse, a obstruir, a sofocar y a estrangular su propia fuerza vital. La circulación lo mantiene vivo y vital. Toda relación es una relación de dar y recibir.
El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo desde alguno de los dos polos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza. En toda semilla está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil. A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material. Cuanto más demos, más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar, ni vale la pena darse, ni vale la pena recibirse. Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
LA INTENCIÓN
La Magia de la Intención
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por lo tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Por eso, el acto de dar debe ser alegre; la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más. En realidad, practicar la ley del dar es muy sencillo: si deseamos alegría, demos alegría a otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza. Es decir, la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean. Este principio funciona igualmente bien para las personas, las empresas, las sociedades y las naciones. Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearle en silencio a todo el mundo las cosas buenas de la vida. Incluso, la sola idea de dar, el simple deseo o una sencilla oración tienen el poder de afectar a los demás.