Janaka despierta al mundo - Despertar

El Rey Janaka despierta del mundo de los sueños y se ilumina dándose cuenta de que no es necesario cambiar lo que ve, sino tan solo la forma en que lo ve.

ANTHONY DE MELLO

LOS SUEÑOS DE JANAKA

Los sueños del derrotado y del mendigo.

Los protagonistas de estos sueños son Janaka que era un rey hindú de la antigüedad que por sus obras se ha convertido en un símbolo del Karma y Ashtavakra que era un sabio védico e iluminado, que nació con ocho deformaciones en el cuerpo y a su vez es el autor del Ashtavakra Gita.

JANAKA EN UN SUEÑO ES DERROTADO

Janaka despierta y se da cuenta de que nunca es necesario cambiar lo que ve, sino tan solo la forma en que lo ve.

En la antigua India había un rey, llamado Janaka, que además era un sabio. Un día, estaba Janaka durmiendo la siesta en su cama cubierta de flores, mientras sus sirvientes le abanicaban y sus soldados montaban guardia ante su puerta. Cuando estaba quedándose dormido, tuvo un sueño en el que un rey vecino le derrotaba en una batalla, le hacía prisionero y le torturaba. En el momento en que la tortura iba a comenzar, Janaka se despertó sobresaltado y se vio en su lecho de flores, con los sirvientes abanicándole y los soldados haciendo guardia. Volvió a quedarse dormido y a tener el mismo sueño, y nuevamente se despertó y comprobó que estaba confortablemente a salvo en su palacio.

Entonces comenzó un pensamiento a rondar insistentemente la cabeza de Janaka: mientras estaba dormido, el mundo de sus sueños le había parecido perfectamente real; y ahora que estaba despierto, le parecía igualmente real el mundo de los sentidos. Quería saber cuál de aquellos dos mundos era el verdaderamente real.

Ninguno de los filósofos, sabios y videntes a los que consultó fue capaz de darle una respuesta. Y estuvo muchos años buscándola inútilmente, hasta que un día llamó a la puerta de su palacio un hombre llamado Ashtavakra, que significa: totalmente deforme, o encorvado, y que precisamente llevaba ese nombre porque era así de nacimiento.

Al principio, el rey Janaka era un tanto reacio a tomarse en serio a aquel hombre: ¿Cómo puede un hombre tan deforme como tú poseer la sabiduría que les ha sido negada a mis videntes y a mis sabios?, le preguntó: Desde mi más tierna infancia, le replicó Ashtavakra, se me han cerrado todos los caminos; por eso he seguido ávidamente la senda de la sabiduría.

Habla, pues, dijo el rey Janaka...

Y he aquí lo que dijo Ashtavakra: Oh rey, ni el estado de vigilia ni el estado de sueño son reales. Cuando estás despierto, el mundo de los sueños no existe; y cuando duermes, lo que no existe es el mundo de los sentidos. Por eso ninguno de ellos es real.

Pero, si tanto el estado de vigilia como el estado de sueño son irreales, entonces ¿Qué es real?, preguntó el rey.

Hay un estado además de esos dos. Descúbrelo. Es el único real.

ENSEÑANZA

Los que no han alcanzado la iluminación se consideran despiertos y, en su locura, llaman buenas a unas personas y malas a otras, alegres a unos acontecimientos y tristes a otros. Los verdaderamente despiertos ya no están a merced de la vida y la muerte, del crecimiento y la decadencia, del éxito y el fracaso, de la pobreza y la riqueza, del honor y el deshonor.

Para ellos, ni siquiera el hambre, la sed, el calor y el frío, que experimentan como algo transitorio en el río de la vida, duran indefinidamente. Han llegado a darse cuenta de que nunca es necesario cambiar lo que ven, sino tan solo la forma en que lo ven.

Y así llegan a asumir la cualidad del agua, que es suave y manejable y, a la vez, de una fuerza irresistible: que no se esfuerza y, sin embargo, beneficia a todos los seres. Gracias a su acción desinteresada, otros son transformados; gracias a su desprendimiento, el mundo entero prospera; gracias a su ausencia de codicia, otros no sufren daño alguno.

El agua es extraída del río para regar los campos. Al agua le da absolutamente lo mismo estar presente en el río o en los campos. Así es como los que han alcanzado la iluminación espiritual actúan y viven apacible e intensamente de acuerdo con su destino.

Son estos sabios los únicos que se convierten en los enemigos implacables de la sociedad, sociedad que odia la flexibilidad y ama la reglamentación, el orden y la rutina, la ortodoxia y la conformidad.

JANAKA EN UN SUEÑO ES UN MENDIGO

El rey Janaka soñó una vez que era un mendigo.

Al despertar preguntó a su Gurú —Vasishta: ¿Soy un rey que sueña que es un mendigo o un mendigo que sueña que es un rey?

El Gurú respondió: Tú no eres ni uno ni otro, eres ambos. Tú eres, y no obstante no eres lo que piensas que eres. Eres debido a que te comportas como si lo fueras; no eres debido a que ello no dura. ¿Puedes ser siempre un rey o un mendigo? Todo está sujeto al cambio. Tú eres lo que no cambia. ¿Qué eres tú?

Janaka dijo: Sí, yo no soy ni un rey ni un mendigo, yo soy el presenciador desapasionado.

El Gurú dijo: Ésta es tú última ilusión, la de que tú eres un Jnani, la de que eres diferente y superior al hombre común. De nuevo te identificas a ti mismo con tu mente, en este caso una mente de buen comportamiento y en todo modo ejemplar. Mientras que veas la más mínima diferencia, eres un extraño para la realidad. Estás en el nivel de la mente. Cuando el Yo soy mí mismo parte, el Yo soy todo viene. Cuando el Yo soy todo parte, el Yo soy viene. Cuando el Yo soy parte, solo la realidad es y en ella cada Yo soy es preservado y glorificado. La diversidad sin separatividad es lo último que la mente puede tocar. Más allá todas las actividades cesan, debido a que en ello se alcanzan todas las metas y se cumplen todos los propósitos.

ENSEÑANZA

El yo, ¿Quién es? ¿Soy un cuerpo?

No, porque las células de mi cuerpo son renovadas continuamente y, en siete años, no queda ni una de las anteriores y, sin embargo, tú sigues siendo el mismo. Yo no soy mi cuerpo, pero tampoco soy mis pensamientos, pues ellos cambian continuamente y yo no. Si tampoco soy mis actitudes, ni mi forma de expresarme, ni de andar. Yo no puedo identificarme con lo cambiable, que no son más que las formas de mi yo, pero no soy yo.

Yo soy el ser, lo que es. El cielo es, no cambia, las nubes sí. Lo único que puedes buscar es lo que no eres, pues en cuanto lo puedes objetivar ya no lo eres, sino que es una forma, una expresión de lo que realmente eres. Puedes buscar lo que no eres, y al ir apartando tus formas y añadiduras, te irás liberando de ideas equivocadas sobre ti y, detrás de todo esto, irá surgiendo tu ser.

Así es que, la cuestión es no identificarte con las formas que cambian, ni apegarte a ellas, ni rechazarlas, ni ponerles etiquetas, ni valorarlas dándoles una importancia que no tienen. Llamarlas por su nombre: son formas nada más, y si les das batalla, toman una importancia que, en sí, no tienen. Cuando las mires tal como son, perderán importancia y se replegarán a su lugar. Hay que comprenderlas, entender por qué están ahí, para que no te estorben ni molesten. Entonces la importancia que le has dado hasta ahora se va, porque no es real, no existe, y descubres que no eran más que alucinaciones del sueño de un ser dormido. No violentarse con nada ni para mejorarlo ni para cambiarlo. Lo que es, es, y solo lo es por su propia causa, nada te puede dañar si está despierto.

JANAKA DESPIERTA

La sexta rama del yoga se conoce como Dhyana, y está dirigida a trascender los límites de la estructura física y mental para alcanzar y despertar a La Iluminación Espiritual.

Desde la India, Dhyana se difundió hasta China gracias a los monjes budistas, donde se denominó Chan; después esta rama llegó a Japón procedente de los países del sudeste asiático y se convirtió en el Zen, en donde encontró expresión como un sistema completo que pone énfasis en la experiencia directa y no en la doctrina. El Zen es un camino espiritual sin escrituras, libros, reglas ni prácticas rígidas; se trata de una senda inexplorada.

El primer uso conocido de la técnica que hoy conocemos por Zen data de hace casi ocho mil años, mucho antes del tiempo de Gautama el Buda. El rey Janaka era un hombre brillante y un ferviente buscador que hervía con un anhelo de saber. Aunque había pasado por todos los maestros espirituales del reino, ninguno podía ayudarlo porque todos ellos habían emergido de los libros. Necesitaba encontrar a alguien que conociera la verdad por experiencia directa.

Un día en que se encontraba de paseo y se había adentrado en el bosque, se detuvo al ver a un yogui. Sentado en el exterior de una pequeña ermita estaba Ashtavakra, uno de los yoguis y maestros espirituales más excelsos de todos los tiempos. Janaka se dispuso a bajarse del caballo para saludarlo; alzó la pierna por encima de la montura y estaba a punto de desmontar cuando oyó decir a Ashtavakra: —¡Detente!

Janaka obedeció y se paró en seco, con una pierna todavía en el estribo y otra en el aire. Aunque era una postura dolorosa, Janaka permaneció inmóvil mirando fijamente a Ashtavakra. No sabemos por cuánto tiempo se prolongó la situación, pero lo cierto es que, de pronto, en aquella incómoda posición, Janaka se iluminó y despertó por completo. El método empleado por Ashtavakra fue similar a lo que se conoce por Zen hoy en día.

Conócete bien a ti mismo, tú tienes la obligación imperativa de despertar y una vez despierto y consciente, ya eres libre para decidir lo que quieres. Anthony de Mello