Entender el mundo de los símbolos
Para entender el mundo de los símbolos, se debe comprender lo que es una semilla. Una semilla, es minúscula pero un día se vuelve un árbol formidable.
OMRAAM MIKHAEL
EL LENGUAJE SIMBÓLICO
El lenguaje universal de los símbolos.
Para entender el mundo de los símbolos, se debe comprender primero lo que es una semilla. Tenéis una semilla, es minúscula, pero la plantáis en la tierra y un día se vuelve un árbol formidable. Los sabios del pasado constataron que por todos los sitios, tanto en la naturaleza como en el alma, se desarrollan los mismos procesos de desarrollo, y así comprendieron, ellos también, a condensar todo un árbol en una semilla. Esta semilla, es un símbolo.
El Iniciado la planta en su cabeza, la riega a menudo, y cuando el árbol aparece, trabaja y se disfruta a la sombra de este árbol… Después recoge las semillas, y todo empieza de nuevo… La vida trabaja con estos símbolos y se manifiesta a través de ellos. Para penetrar la vida, debéis trabajar con los símbolos y, al revés, para descubrir los símbolos y comprender todo lo que contienen, debéis vivir la vida verdadera.
LOS SÍMBOLOS
Gracias a los símbolos el discípulo puede leer y descifrar el lenguaje de la naturaleza. Trabaja con los símbolos como el químico con las letras, que representan los diferentes cuerpos y elementos, o como el matemático con los números. Todo lenguaje es simbólico y sin los símbolos no podemos trabajar. En la música es indispensable conocer las notas que representan los sonidos, el pintor hace cuadros combinando estos símbolos que son los siete colores, e incluso las letras del alfabeto son símbolos.
Todo es símbolo, todo es simbólico, las notas de música, las cifras o las letras. No podemos salirnos del dominio de los símbolos porque son el lenguaje universal. En el mundo entero los sabios emplean las mismas cifras y las mismas letras sin las cuales no podrían comprenderse. Los músicos emplean las mismas notas y los pintores los mismos colores... Únicamente la escritura no es universal; muchos países tienen su escritura particular, pero quizá, un día, el mundo entero adopte la misma escritura, lo mismo que se ha adoptado el alfabeto latino en muchos países por razones de comodidad.
La humanidad entera, pues, utiliza los símbolos; avanza, progresa y hace descubrimientos gracias a ellos, pero, cuando se propone a la gente otro simbolismo, el simbolismo esotérico, se horrorizan, no quieren aceptarlo ni comprenderlo. Pero, dentro de algún tiempo, el mundo entero lo aceptará, porque este simbolismo es el lenguaje universal que ha creado la naturaleza misma, y no los humanos. Los símbolos químicos son arbitrarios, las palabras y las notas musicales lo son igualmente, porque no existen en la naturaleza; el simbolismo esotérico es el único que corresponde a la naturaleza misma, a la estructura geométrica de la naturaleza. Es, por tanto, verdaderamente universal, porque es el reflejo absoluto de una realidad existente en la naturaleza, y no una invención.
SÍMBOLOS MUNDANOS
Todos los demás símbolos son invenciones; se han hecho universales porque los países han convenido entre ellos utilizarlos, pero no corresponden al lenguaje de la naturaleza. Las notas, por ejemplo, no existen en la naturaleza; son los hombres quienes las han inventado. Mientras que los colores existen, y las letras del alfabeto tienen también, más o menos, una correspondencia con la naturaleza, sobre todo el alfabeto hebreo. Las letras del alfabeto hebreo están construidas exactamente de acuerdo con una geometría que existe en la naturaleza; solo que, para llegar a saber cómo está hecha cada letra y cuáles son sus correspondencias hace falta poseer toda una ciencia que a menudo no es revelada. Toda mi vida he trabajado con los símbolos, porque son ellos los que me dan satisfacción y plenitud; gracias a ellos puedo ir y venir a través de las cosas, hacer juegos malabares con ellas, infiltrarme por todas partes y comprender la Inteligencia cósmica.
PRIMERAS FORMAS SIMBÓLICAS
Si estudiamos al hombre, constatamos que todos sus miembros y sus órganos: los ojos, la nariz, la boca, la frente, las orejas, las piernas, las manos, el corazón, los pulmones, el bazo, los riñones y, sobre todo, los órganos sexuales, están construidos de acuerdo con una geometría absoluta, universal. Los Iniciados, que trataban, justamente, de descubrir un lenguaje universal, después de haber buscado por todas partes, después de haber observado y comparado, escogieron unas formas simbólicas que realizaban la síntesis de todo, que eran el resumen, la quintaesencia, el esqueleto de las cosas; y todo lo demás, la envoltura, lo dejaron de lado. Cuando quieren, por ejemplo, representar a un hombre, no se ocupan de los músculos, de la piel, de los nervios, y dibujan solamente una línea vertical (la cabeza y el tronco) y una línea horizontal (los dos brazos); a veces añaden abajo las piernas - ¡como los niños!- y esto es el hombre: la cruz o el pentagrama.
Insisto mucho en el lenguaje simbólico porque éste es el lenguaje más sintético, pero sé que no es fácil para vosotros manejaros con él. Es un dominio en el que se puede variar tanto, y presentar tas cosas de manera tan diferente, que los que no están familiarizados con estas formas de proceder las encuentran muy arbitrarias. Las correspondencias que yo descubro entre los diferentes planos son verídicas, pero todavía no puedo explicaros los caminos que recorro para encontrarlas. Cuando os explique, un día, lo coherente que es todo en la naturaleza, veréis que muchas de estas relaciones que os parecen arbitrarias son absolutamente justas y verídicas. De momento debéis aceptar las cosas y confiar en mí, porque no puedo explicároslo todo en un solo día, pero, a medida que estudiéis, veréis lo coherente que es todo.
LOS SÍMBOLOS ETERNOS
He meditado y contemplado tanto para comprender la estructura del universo que, en mi corazón, en mi espíritu, en mi alma, han venido a depositarse las figuras de los símbolos eternos, de los arquetipos; las he vuelto a encontrar exactamente tal y como son en el mundo causal. Si meditáis durante mucho, mucho tiempo sobre un problema, veréis que, en vuestra subconsciencia, o en vuestra supra-consciencia, se cristalizará una forma geométrica, un símbolo que corresponde absolutamente a la idea, al pensamiento, a la verdad que os preocupa. Así es cómo trabaja la naturaleza, y, como el hombre es un resumen, una condensación de la naturaleza, en el hombre también se cristalizan las cosas bajo forma de figuras geométricas o de imágenes.
LOS SUEÑOS
¿Cómo pueden explicarse los sueños?
Todavía no he encontrado esta explicación en los libros de psicoanálisis, porque, excepto Jung, que estudió verdaderamente las ciencias esotéricas, los psicoanalistas están lejos de ser Iniciados. En el ser humano hay una naturaleza que está relacionada con todo el cosmos, que vive y que vibra con el Alma cósmica, con el Alma universal, con todas las generaciones del pasado más lejano. Esta naturaleza del hombre está en contacto con todo lo que hay arriba, es decir, con el dominio de los arquetipos, de los principios, de las leyes, que pueden así reflejarse en ella bajo la forma de una figura geométrica, de un objeto simbólico. Si meditáis sobre ciertas verdades que se encuentran muy arriba, en el plano causal, se produce un movimiento en las profundidades del subconsciente y una forma simbólica aparece en vuestra consciencia. La respuesta a la cuestión que os planteáis puede aparecer así bajo la forma de un símbolo que debéis interpretar.
De esta manera se explican los sueños, o incluso la clarividencia. Si fuese el hombre el que tuviese que encontrar la correspondencia exacta, nunca podría conseguirlo, porque hay miles y miles de símbolos, de imágenes, de combinaciones. ¿Cómo encontrar el símbolo, el color, la imagen que corresponden al miedo, a las dudas, a las sospechas, a la sensualidad, a la ira? No podríamos, nadie podría. Únicamente la naturaleza lo sabe, es algo matemático, automático: se presenta una imagen que corresponde absolutamente al vicio o a la virtud que estudiáis.
Por eso, un día, los hombres se ocuparán de los símbolos, porque el símbolo es el lenguaje de la naturaleza misma; pero, de momento, es un lenguaje indescifrable. Diréis: Sí, he leído libros sobre la interpretación de los sueños, sobre la oniromancia, etc. Yo no tengo confianza en estos libros, porque, a menudo, las interpretaciones no corresponden, son puras invenciones. Porque tal o cual persona soñó con una serpiente, o con un precipicio, o con un toro que la perseguía, y después le sucedió tal o cual cosa, generalizaron el significado de estas imágenes. Pero puede ser que, para otros, estos sueños no tengan el mismo significado. Es como para los medicamentos; si un médico ha curado a alguien, da el remedio a todo el mundo, pero no todo el mundo se cura. Diréis: ¿No hay, entonces, correspondencia absoluta? Sí, hay una correspondencia absoluta, pero hay también una correspondencia individual. Hay que aprender, pues, la correspondencia absoluta, pero también hay que tener en cuenta la correspondencia individual, que presenta ligeras variaciones.
El hombre es individual, particular, cada uno tiene una quintaesencia, o, si queréis, un perfume, una nota que le diferencia de todos los demás y que nadie más posee en todo el universo. Debemos encontrar, pues, esta correspondencia individual y no generalizar. Debemos saber que el ser humano está conectado con el cosmos, que pertenece al universo, como todas las demás criaturas, que está sometido a las mismas leyes y que presenta una semejanza con los demás hombres, pero que, al mismo tiempo, es él mismo, con su estructura, con su rostro, con su timbre de voz, con sus emanaciones... Ambos aspectos deben ser tomados en consideración por los médicos, los psicólogos y los pedagogos.
En el fondo del ser humano existe, pues, una naturaleza que tiene la posibilidad de determinar instantáneamente cada cosa mediante una forma simbólica que está en correspondencia absoluta con ella. Un día habrá que estudiar este lenguaje simbólico. El mundo entero sueña, pero todavía no han llegado a darse cuenta de que las imágenes de los sueños son un lenguaje. Sin embargo, el lenguaje de las imágenes todavía no es el lenguaje simbólico absoluto. El lenguaje simbólico absoluto es geométrico. Las imágenes son todavía carne, piel y músculos. Los sueños son formas vestidas. Hay que ver los sueños en su forma esquelética, y, para ello, hay que ir mucho más lejos y buscar mucho más arriba, allí donde están completamente despojados, donde están reducidos a principios, a formas geométricas.
EL LENGUAJE GEOMÉTRICO
Únicamente el lenguaje geométrico es el lenguaje universal que representa la quintaesencia de la sabiduría.
Cuando hay imágenes, todavía es el plano astral, y los símbolos geométricos pertenecen al plano causal. Los cristales son el símbolo del plano causal, porque son la expresión de una geometría pura. Diréis: ¡Pero los cristales son del reino mineral, que es el reino más material, el reino inferior! Sí, pero abajo es como arriba, y los cristales reflejan el mundo causal. Lo que hay más abajo, pues, los cristales, los metales, las piedras, reflejan el mundo más elevado, el mundo sublime. Ya os lo dije: abajo es como arriba, pero invertido. De ahora en adelante prestad más atención a lo simbólico y tendréis unas posibilidades increíbles para descifrarlo todo. ¡Cuántas cosas por profundizar! Hasta ahora la ciencia había descuidado este dominio de los símbolos, de los que solo se ocupaban los esotéricos o los Iniciados; poco a poco empieza a descubrirlos, y se dará cuenta de que este dominio es de una riqueza increíble.
EL HOMBRE Y LA MUJER
Tomemos el ejemplo del hombre y de la mujer.
Es la apariencia exterior la que hace que un ser humano sea definido como un hombre o una mujer. Pero, interiormente, cada hombre lleva a una mujer en él, y cada mujer a un hombre; cada ser es hombre o mujer según predomine el principio masculino o el principio femenino, pero el principio opuesto dormita dentro de él, y un día puede manifestarse. Vemos casos en los que una mujer se transforma en hombre, e inversamente. Eso prueba que el hombre contiene el principio femenino, y la mujer el principio masculino.
Me detendré justamente en la representación de esta idea de que el ser humano contiene los dos principios. El hombre es activo, enérgico, voluntarioso; quiere dominar, batirse y dominar a los demás, representa un principio de poder y de emisión. Mientras que el principio femenino se manifiesta con la dulzura, la ternura, el encanto, la sensibilidad, la pureza y todo lo que es receptivo. Evidentemente, hablo en general; no vayáis a decirme ahora que conocéis a hombres de una sensibilidad enfermiza y a mujeres autoritarias que fuman, reniegan y se visten como hombres; las excepciones no me interesan, yo digo lo que son, en general, el hombre y la mujer. Y ahora, ¿por qué ante una mujer, los guerreros, los conquistadores, se vuelven dulces y sumisos? Fuera son terribles, pero ante una mujer depositan las armas y se arrodillan a sus pies. ¿Por qué? Porque sienten que las cualidades de esta mujer les faltan y que ella se las aporta. ¿Y por qué también las mujeres, que carecen de fuerza, de resistencia, de tenacidad, son atraídas, justamente, por los guerreros. Ahí tenéis a Marte y a Venus tal como se los representa siempre: un guerrero acompañado de una mujer.
Éste es, justamente, el ideal de perfección: que el hombre sea fuerte y poderoso, pero que, en determinadas circunstancias, sepa manifestar la dulzura, la bondad, la compasión, como una mujer y que la mujer, por su parte, en vez de ser siempre enclenque, vulnerable, dependiente, sea capaz de mostrarse fuerte y resistente cuando haga falta. Saber polarizarse, a eso es a lo que quiero llevaros, para vuestro desarrollo y vuestro enriquecimiento interiores. Cuando el ser humano refleje los dos principios, entonces será libre y poderoso. Pero, comprendedme bien, yo no digo que el hombre y la mujer ya no deban casarse, ni siquiera frecuentarse, porque cada uno posea los dos principios. Digo, simplemente, que deben desarrollar todas sus posibilidades interiores para su mayor perfección.
EL SELLO DE SALOMÓN
Esta verdad está resumida geométricamente en el sello de Salomón.
El sello de Salomón está compuesto por dos triángulos entrelazados: uno con la punta dirigida hacia abajo, que representa el principio masculino, y el otro con la punta dirigida hacia arriba, que representa el principio femenino. El sello de Salomón es el símbolo de todos los seres que han llegado a desarrollar en ellos los dos principios masculino y femenino; tienen la fuerza y la dulzura, son andróginos, son perfectos. Evidentemente, los procesos son diferentes según se trate de un hombre o de una mujer. En el momento en que el hombre, que representa el triángulo vuelto hacia abajo, proyecta una luz hacia la Tierra, hacia la materia, este movimiento se refleja en el otro triángulo, en donde esta luz se proyecta hacia arriba en siete colores. Mientras que para la mujer, que representa el triángulo vuelto hacia arriba, el amor y la luz que ella proyecta hacia el Cielo vuelven hacia abajo, hacia la materia, y se reflejan en ella. Aunque sus energías hayan ido hacia Dios, hacia el Espíritu cósmico, la mujer inunda la materia y la reanima. Diferente en eso del hombre, que tiende hacia la materia para fertilizarla, la mujer inunda la materia de luz para protegerla, porque ella necesita protección.
El hombre, es decir, el triángulo cuya punta mira hacia abajo, es tentado menos por el mundo Infernal, porque tiene la posibilidad de defenderse de él: la punta de su triángulo es como la punta de una espada que le permite expulsar los malos espíritus. Mientras que la mujer, cuya punta del triángulo está vuelta hacia arriba, no tiene nada abajo para defenderse, y el mundo subterráneo se infiltra, por tanto, más fácilmente en ella. Moisés, que sabía todo esto, no lo explicó bajo forma geométrica, sino con un relato. Contó que habla un Paraíso, un hombre y una mujer, y que la serpiente persuadió a la mujer, Eva, para que comiese del fruto del árbol. Pues bien, yo os explico la misma historia, pero geométricamente. El hombre y la mujer sucumbieron porque ninguno de los dos había realizado aún en sí mismo el sello de Salomón, pero fue en Eva donde lograron insinuarse, en primer lugar, los poderes maléficos simbolizados por la serpiente.
Yo conozco este lenguaje geométrico, ¡y quizá un día os traduzca toda la Biblia en símbolos geométricos! La Biblia solo está hecha de símbolos, pero de símbolos revestidos de carne y presentados como hombres y mujeres: Adán y Eva, Abraham, Isaac, Jacob... En realidad, no son sino figuras geométricas, números, pentáculos. Al principio no se ve por qué la tentación vino a través de Eva, y no por Adán, pero ahora podéis comprenderlo: Abajo, Eva no estaba defendida; abajo, el triángulo de la mujer no está defendido. Es necesario, pues, que la mujer desarrolle interiormente el principio masculino para que el mundo subterráneo no pueda penetrar en ella.
EL PLANO DE IGUALDAD
¿Por qué son así las cosas?
Porque la mujer representa la materia, y la materia se encuentra más próxima de las regiones subterráneas. Mientras que el hombre, que está más en el dominio de lo abstracto, en el dominio mental, se encuentra más alejado de ellas y es más difícil alcanzarle. Esto no significa que los hombres sean fuertes y las mujeres débiles, no, sino que la naturaleza del hombre y de la mujer es tal que las entidades subterráneas pueden penetrar más fácilmente en la mujer para que, a través de la mujer, el hombre sucumba, a su vez, y muerda el anzuelo. Los historiadores y los psicólogos lo saben bien. ¿Tal hombre hizo esto o aquello? Detrás de él encontramos siempre a una mujer que le influenciaba...
Yo no digo que el hombre tenga más fuerza moral, no; el hombre y la mujer están prácticamente en un plano de igualdad, solo son las funciones las que son diferentes. Que durante siglos los hombres hayan ejercido su tiranía sobre las mujeres, eso es otra historia; en realidad, las mujeres son fuertes e inteligentes y ahora tienen mejores condiciones para probarlo. Sí, pero no les aconsejo que se tomen la revancha, porque les sucederán después otras desgracias.
EL GRAN LIBRO DE LA NATURALEZA
Un día, cuando se estudie el gran libro de la naturaleza, se comprenderá que éste se expresa con símbolos. Como os dije, a menudo, cuando reflexiono sobre ciertos problemas, la respuesta se condensa bajo la forma de un símbolo... por ejemplo, el círculo de la serpiente que se muerde la cola, aunque, en apariencia, mi meditación no haya tenido ninguna relación con esta imagen. De esta manera he comprendido que los símbolos que los Iniciados nos han transmitido no fueron inventados por ellos, sino que eran la respuesta que les daba la naturaleza, una respuesta condensada, cristalizada, despojada, reducida solamente a lo esencial.
Existe un gran número de símbolos, pero, en realidad, se reducen a unos pocos que resumen a todos los demás. En mi cabeza hay muy pocos símbolos, pero cada uno de ellos resume miles de otros. Por ejemplo, un símbolo geométrico resume otros miles de símbolos en todos los dominios: técnico, científico, social, político, moral, psicológico, artístico, místico. Hay muy pocos símbolos geométricos, alrededor de una decena. Esto es muy poco, diréis. Sí, ¡pero qué profundidad hay detrás de estos símbolos! Y, cuando me veis hacer juegos malabares con estos símbolos: el pentagrama, los triángulos, el círculo, la cruz o el cuadrado... no os extrañéis, no procedo arbitrariamente, respeto su significado real. Pero, para llegar a esto, para llegar a tener una noción justa de cada símbolo he necesitado años de trabajo y de meditación.
EL CIRCULO CON EL PUNTO CENTRAL
El símbolo por encima de todos los demás y que los contiene todos.
Muchos encontrarán que ahí no hay nada que descubrir, pero, para mí, este símbolo es todo el universo con Dios en su centro. Harían falta miles de años para agotar todo lo que contiene. Este símbolo es también la célula, con la membrana, el protoplasma y el núcleo; y, como la célula es el principio de todo, puesto que todos los seres vivos están constituidos por células, pues bien, todo el universo, los humanos, e incluso el sistema solar, pueden explicarse con este símbolo. ¡Cuántas veces, después de ciertos trabajos, de ciertas meditaciones, este símbolo del círculo con el punto se presentaba delante de mí! No era yo el que lo imaginaba, sino esta inteligencia de la naturaleza en mí que lo preparaba y me lo mostraba.
No os extrañéis si, de ahora en adelante, insisto en este lenguaje simbólico que es el único lenguaje universal, el más rico, el más verídico. Si no lo tomáis en consideración nunca os haréis una idea de la Unidad, del Todo; nunca conoceréis ni el universo, ni el ser humano, nunca encontraréis el sentido de la vida, porque todo estará siempre disperso, separado, aislado, como sucede en mucha gente. En su cabeza todo está dislocado y no ven las ramificaciones, las conexiones que existen entre una cosa y otra, entre una criatura y otra, no ven las fuerzas que circulan, no ven que el universo es una estructura única donde todo es coherente.
En todas mis meditaciones, en todas mis contemplaciones, he tratado, durante años, de subir muy arriba para abarcar el mundo con una sola mirada, para descubrir un método de síntesis que me permitiese percibirlo como una unidad, y me presentaron un cono. La proyección geométrica del cono es el círculo y su centro, por eso considero esta figura como el símbolo del universo. El punto central es, para mí, la cima que lo mantiene y junta todo, y, desde esta cima, puedo ver en una misma construcción al ser humano y a la vida en todas sus manifestaciones.
Todos aquéllos que han visto los mismos símbolos nunca se contradicen. Cuando leemos el Apocalipsis, por ejemplo, constatamos que Juan tuvo la misma visión que Ezequiel. ¿Cómo es posible? Hicieron la misma experiencia, y otros pueden hacerla también después que ellos. Una minoría de sabios y de Iniciados han visto siempre las mismas cosas; la multitud de necios e ignorantes es la que ve cosas diferentes y, como en la torre de Babel, ya no se comprenden entre sí. Cuando todos empiecen a vivir la vida divina, entonces descubrirán los mismos símbolos que constituyen la verdadera ciencia y llegarán a las mismas verdades. De momento, todos luchan los unos contra los otros, con filosofías diferentes, con opiniones diferentes, y el Reino de Dios no vendrá nunca, precisamente a causa de estas disensiones El mundo es una torre de Babel porque los hombres no han aceptado el lenguaje universal. Hace falta un lenguaje universal, una ciencia universal, la ciencia de los símbolos.
Todavía no os lo he dicho todo, pero, de momento, contentaos con lo esencial.