Silencio profundo
La espiritualidad es la más alta aspiración de la consciencia humana: es la búsqueda individual de la verdad. La verdad interna del ser es silenciosa.
OSHO
ESPIRITUALIDAD EN EL SILENCIO
Conocer la propia divinidad es la espiritualidad.
La espiritualidad es la más alta aspiración de la consciencia humana: es la búsqueda individual de la verdad. La verdad interna no puede ser un objetivo del conocimiento común. Cada uno ha de entrar en sí mismo; cada vez es un nuevo descubrimiento. No importa cuánta gente alcance su realización, su despertamiento, en cuanto se alcanza éste es absolutamente nuevo, porque no puede tomarse prestado.
La búsqueda básicamente consiste en llegar a conocer tu interioridad. Tienes una parte externa, y ninguna parte externa existe sin una interna. La propia existencia de lo externo es prueba de la existencia del mundo interior.
El mundo interior consiste de tres capas: los pensamientos es la más superficial, sentimientos es más profunda y luego el ser, que es tu divinidad. Conocer la propia divinidad—la propia eternidad—es la búsqueda básica de la espiritualidad.
Todos los sentidos te llevan hacia el exterior: los ojos se abren para mirar lo externo, los oídos oyen lo que sucede en el exterior, tus manos tocan lo que está afuera. Los sentidos son las puertas para salir. Y recuerda siempre: la puerta que te sirve para salir, también te sirve para entrar, la misma puerta por la que sales de tu casa, es por la que entres de regreso. Solo cambia la dirección: para salir necesitas los ojos abiertos, para entrar necesitas los ojos cerrados; todos tus sentidos en silencio.
El primer encuentro es con la mente, pero esa no es tu realidad. Aunque esté en tu cerebro, no eres tú; es el reflejo del exterior.
TU EXTERIOR
Todos tus pensamientos son un reflejo del exterior.
Por ejemplo, un ciego no puede pensar en los colores porque no los ha visto; por lo tanto ese reflejo no es posible. El ciego ni siquiera sabe si hay luz u oscuridad, ambos términos carecen de sentido y si analizaras tus pensamientos encontrarías que todos han sido provocados dentro de ti por la realidad externa, de manera que son básicamente externos, reflejándose en el lago interior de tu consciencia.
Pero debido a estos pensamientos —que son una multitud inmensa y se siguen acumulando en ti— se crea una muralla china. Tienes que ir más allá de tus pensamientos. Y la espiritualidad conoce un solo método —con diferentes nombres, pero un solo método, que es la observación, que es el ser un testigo. Simplemente observa tus pensamientos, sin juzgarlos, sin condenarlos, sin apreciarlos; con extremo desprendimiento. Sólo miras tus pensamientos pasando por la pantalla de tu mente.
Y en cuanto tu testigo se fortalece, tus pensamientos disminuyen en la misma proporción. Si el observador toma el diez por ciento de tu energía, entonces el noventa por ciento se desperdicia en los pensamientos. Si tu observador se vuelve el noventa por ciento, entonces solo el diez por ciento se invierte en pensamientos. En el momento en que tú eres cien por ciento un observador, la mente queda vacía.
Todo este proceso es lo que se conoce como meditación. Al atravesar los pensamientos llegas a la segunda capa, que es la de los sentimientos—tu corazón—que es más sutil. Pero ahora tu observador es ya capaz de observar tus estados de ánimo, tus sentimientos, tus sensaciones; así sean de lo más sutil. Y el mismo método funciona como con los pensamientos: pronto no habrá sentimientos, sensaciones, estados de ánimo... Has ido más allá de la mente y el corazón. Ahora queda un silencio profundo: nada se mueve. Este es tu ser. Esto eres tú.