¿Quien eres? - Cuento

No ser un personaje, un don nadie ahí hay mucho de codicia y ambición, ni ser esto o lo de más allá porque eso condiciona mucho, sino simplemente ser.

ANTHONY DE MELLO

SIMPLEMENTE SER

Tu obligación es ser.

Una mujer estaba agonizando. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante el Tribunal. ¿Quién eres?, dijo una Voz. Soy la mujer del alcalde, respondió ella. Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada. Soy la madre de cuatro hijos. Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos tienes. Soy una maestra de escuela. Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión. Y así sucesivamente.

Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta ¿Quién eres?. Soy una cristiana. Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión. Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados. Te he preguntado quién eres, no lo que hacías.

Evidentemente, no consiguió pasar el examen, porque fue enviada de nuevo a la tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién era. Y todo fue diferente. Tu obligación es ser. No ser un personaje ni ser un don nadie -porque ahí hay mucho de codicia y ambición-, ni ser esto o lo de más allá -porque eso condiciona mucho-, sino simplemente ser.

EL SER Y LA IMAGEN

Yo soy. Un ser imprevisible como la vida misma.

Si alguien me pregunta quién soy, para darle datos tendría que referirme a cosas registradas en la memoria. Tendría que formar una imagen llena de etiquetas, y yo no soy nada de eso. Yo soy. Un ser imprevisible como la vida misma, que no cabe en ninguna imagen porque mis formas son cambiantes, y mi verdadero ser es inaprensible, imposible de referir. Cuando vivimos dormidos, llevamos con nosotros una imagen propio, un yo ideal que nos hemos fabricado con trozos de recuerdos y otras cosas soñadas por nuestro idealismo. Cuando alguien dice de mí algo que no me gusta, es la imagen lo que se ofende, pues nadie puede herir al que no tiene imagen propia. Yo no soy nunca la imagen que tengo de mí mismo ni la que tienen los demás de mí. Yo soy, y el ser no cabe en ninguna imagen porque las trasciende a todas.

NO CAMBIES

Todo el mundo insistía en decirme que cambiara.

Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado deprimido y egoísta. Todo el mundo insistía en decirme que cambiara. No dejaban de recordarme lo neurótico que yo era. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que estaba. También insistía en la necesidad de que yo cambiara. También estaba de acuerdo y no podía sentirme. Me sentía tan impotente y como atrapado.

Pero un día mi mejor amigo me dijo:

No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no me importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte.

Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música:

No cambies. No cambies. No cambies…. Te quiero…

Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo.

Y, ¡oh maravilla! cambié.

Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiendo de si cambiaba o dejaba de cambiar.

¿Y si ese alguien que te quiere como eres, fueras tú mismo?