Pureza de corazón

El ermitaño se había hecho muy célebre y gozaba de gran reputación No hay mayor logro que la pureza de corazón y lo que obtiene un corazón limpio.

OMRAAM MIKHAEL

Los dos ermitaños

Una nota antes de leer a Omraam Mikhael.

Se trataba de dos ermitaños que vivían en un islote cada uno de ellos. El ermitaño joven se había hecho muy célebre y gozaba de gran reputación, en tanto que el anciano era un desconocido. Un día, el anciano tomó una barca y se desplazó hasta el islote del afamado ermitaño. Le rindió honores y le pidió instrucción espiritual. El joven le entregó un mantra y le facilitó las instrucciones necesarias para la repetición del mismo. Agradecido, el anciano volvió a tomar la barca para dirigirse a su islote, mientras su compañero de búsqueda se sentía muy orgulloso por haber sido reclamado espiritualmente.

El anciano se sentía muy feliz con el mantra. Era una persona sencilla y de corazón puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, quería hacer alguna práctica metódica.

Estaba el joven ermitaño leyendo las escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regresó.

Estaba compungido, y dijo: Venerable asceta, resulta que he olvidado las palabras exactas del mantra. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes indicármelo otra vez?

  • El joven miró al anciano con condescendencia y le repitió el mantra.

Lleno de orgullo, se dijo interiormente: Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia la Realidad si ni siquiera es capaz de retener un mantra. Pero su sorpresa fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partía hacia su islote caminando sobre las aguas.

El Maestro dice:

No hay mayor logro que la pureza de corazón.
¿Qué no puede obtenerse con un corazón limpio?

Omraam Mikhael, sobre la pureza

Necesito pureza, luz...

A las insatisfacciones que sienten, los humanos tienden a dar respuestas físicas. Actúan como si estas insatisfacciones vinieran del cuerpo físico. Entonces, le dan de comer, beber, fumar, lo distraen, lo pasean, le procuran todos los placeres, y el cuerpo físico harto, saturado, se ahoga y se queja: Para, me vas a matar, y cebándome así no te sentirás mejor. Pero los humanos no comprenden el lenguaje de su cuerpo. Se obstinan diciéndose que si esta vez no consiguen encontrar lo que buscan, lo conseguirán sin duda la próxima vez. Desgraciadamente, la próxima vez, sucede lo mismo: el vacío. Pero continúan…

En realidad, no es necesario gran cosa para satisfacer el cuerpo físico; las reclamaciones dentro de nosotros vienen del alma y del espíritu que no cesan de pedir, de suplicar: Necesito pureza, luz, espacio… Necesito contemplar el sol… Necesito unirme al Señor, trabajar para el advenimiento de su Reino con el fin de que la paz reine un día entre los humanos… He aquí las voces que debemos distinguir en nosotros, y escuchar bien sus peticiones con el fin de satisfacerlas.

La impureza roba la paz y armonía a las personas

Si los Iniciados siempre insisten tanto en la importancia de la pureza, es porque saben muy bien que incluso la impureza más ligera, sea en sus cuerpos físicos o en sus pensamientos o sentimientos, les roba de inmediato la paz. La paz, por lo tanto, nace de la armonía, de un acuerdo absoluto entre todos los diversos factores y elementos que constituyen a un ser humano. Pero debo agregar algo a ello, y decirles que esta necesaria armonía puede existir solo cuando todos esos elementos han sido purificados. Donde sea que falte armonía, quiere decir que se han deslizado impurezas.

Un verdadero Iniciado entiende que solo una cosa importa, solo una cosa es realmente esencial y es volverse puro, tan puro como un lago en las montañas, tan puro como un cielo azul despejado, tan puro como el cristal, tan puro como la luz del sol. Una vez que un Iniciado alcanza ese nivel de pureza, todo está a su disposición. Obviamente, como saben ahora, nadie obtiene pureza fácilmente, pero al menos podemos entenderla, amarla, y desearla con cada fibra de nuestro ser y, finalmente, hacer todo a nuestro alcance para llegar a ella.

Pero esto es imposible de explicar a personas que carecen de madurez espiritual. Uno debe ser espiritualmente maduro, muy maduro tanto interna como externamente, antes de que uno pueda unirse únicamente a estos valores eternos. Quienes no han comenzado este trabajo son como niños que continúan jugando con sus muñecas, sus pequeños soldados de juguete y sus castillos de arena; su juventud les hace imposible interesarse en nada serio. Pero cuando se hacen más maduros y están listos para dejar esos juguetes por otros logros, más gloriosos, entonces conocerán la paz.

La mayoría de los seres humanos tienen sus corazones en cosas que son efímeras e ilusorias, cosas que inevitablemente les causarán desilusión y angustia. Pero es difícil para ellos entender esto. La comprensión solo puede venir al costo de sufrir; mucho sufrimiento y amarga desilusión. ¡Tienen que haber alcanzado el fondo, haber experimentado desesperación, antes que puedan entender que en vez de paz y realización, de gloria y poder, todas esas cosas en las que tienen su corazón, solo les pueden traer vacío!

Sigan trabajando por esta idea de ser llenos de amor, amabilidad y perdón. Sigan trabajando en ello hasta que se vuelva tan poderoso que inunde cada fibra de su ser y haga que todas sus células vibren al unísono con ello. La paz será de ustedes, y entonces, nunca les abandonará otra vez; incluso si ciertas circunstancias o eventos les perturban y angustian, serán capaces de mirar a su interior y hallar la paz que aún está ahí a pesar de todo. Pues en este punto, como ven, ya no es más simplemente una calma autoimpuesta, un respiro forzado que dura únicamente mientras mantengan el esfuerzo, es un estado permanente que se ha vuelto parte y parcela de su mismo ser.

¡No! La paz, la verdadera paz, no puede ser perdida. Oh, por supuesto, pueden pasar por períodos de turbulencias superficiales, pero su paz aún estará ahí – muy en lo profundo, tal como muy bajo la superficie del océano, en el lecho del mar, todo está tranquilo, incluso cuando las olas y la espuma se agitan en la superficie. Una vez que han tenido éxito introduciendo verdadera paz en su ser más interior, las turbulencias que pasen alrededor de ustedes, ya no tendrán el poder de angustiarles: sentirán que están dentro de los protectores de una poderosa fortaleza.

El Viaje

Si cambian sus pensamientos, sentimientos y su forma de comportarse, incluso si se quedan dónde están e incluso si aún están siendo confrontados por las mismas dificultades cada día, conocerán la paz, porque la paz no depende solo de circunstancias externas: viene desde adentro, y todos los conflictos y agitación del mundo entero, no pueden evitar que surja desde lo más profundo de su ser. La paz es como un gran río manando de nosotros desde lo alto, y una vez que lo poseen, también lo pueden derramar sobre otros y comunicarlo alrededor de ustedes, como una realidad tangible, viviente: cuando traen la paz a otros, están ayudando al mundo entero.

De seguro, esta meta no puede alcanzarse de un día para otro; requiere tiempo y esfuerzo, pero eso no importa; lo que importa es saber que nuestro interés radica en alcanzar esa meta celestial, con todo nuestro ser, y si debemos soportar algo de sufrimiento en el camino, eso no es importante. Lo que es importante es seguir avanzando hacia este gran ideal, el mejor que existe.