La iluminación espiritual

!El Mesías está aquí!

3 CUENTOS SABIOS

Anthony de Mello

EL MESÍAS

Un acaudalado labrador irrumpió un día en su casa gritando con voz angustiada:

Rebeca, corre un terrible rumor en la ciudad: !el Mesías está aquí!.

¿Y qué tiene eso de terrible?, le replicó su mujer. Yo creo que es fantástico. ¿Qué es lo que tanto te preocupa?.

¿Que qué es lo que me preocupa?, exclamó el hombre. Después de tantos años de sudores y de esfuerzos, al fin hemos conseguido ser ricos: tenemos mil cabezas de ganado, los graneros llenos y los árboles cargados de fruta... y ahora tendremos que deshacernos de todo y seguirle a él... ¿y me preguntas qué es lo que me preocupa?.

Tranquilízate, le dijo su mujer. El Señor nuestro Dios es bueno. Sabe cuánto hemos tenido que sufrir siempre los judíos. Siempre ha habido alguien que nos hiciera la vida imposible: el Faraón, Amán, Hitler... Pero nuestro Dios siempre ha encontrado el modo de castigarlos, ¿o no? Solo tienes que tener fe, mi querido esposo. También hallará el modo de ocuparse del Mesías.

EL MAESTRO NO SABE

La verdadera sabiduría.

El indagador se acercó respetuosamente al discípulo y le preguntó:

¿Cuál es el sentido de la vida humana?.

El discípulo consultó las palabras escritas de su maestro y, lleno de confianza, respondió con las palabras del propio maestro:

La vida humana no es sino la expresión de la exuberancia de Dios.

Cuando el indagador se encontró con el Maestro en persona, le hizo la misma pregunta; y el maestro le dijo:

No lo sé.

El indagador dice:

No lo sé. Lo cual exige honradez.

El maestro dice:

No lo sé. Lo cual requiere tener una mente mística capaz de saberlo todo a través del no-saber.

El discípulo dice:

Yo lo sé. Lo cual requiere ignorancia, disfrazada de conocimiento prestado.

LOS EXPERTOS

Un cuento sufi.

Un hombre a quien se consideraba muerto fue llevado por su amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió.

Abrieron la caja, el hombre se incorporó. ¿Qué estáis haciendo? preguntó a los sorprendidos asistentes. Estoy vivo, no he muerto.

Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al fin, uno de los deudos acertó a hablar: Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes han certificado que habías muerto. ¿Y como van a haberse equivocado los expertos?.

Así pues, volvieron a atornillar la tapa de féretro y lo enterraron debidamente.