La comprensión suprema

La actitud del Tantra es la esencia misma de Tilopa. Comprender cuál es la actitud del Tantra; es comprender lo que Tilopa está intentando decirte.

OSHO

LA VERDAD INNATA

La canción continúa...

La práctica de los mantras y los paramitas,
la instrucción en los sutras y preceptos
y las enseñanzas de escuelas y escrituras
no te proporcionarán la experiencia de la Verdad innata,
pues si la mente, llena de deseo, persigue una meta
tan solo oculta la luz.

Aquél que cumple con los preceptos tántricos
y, no obstante, continúa discriminando,
traiciona el espíritu del samaya.

Cesa en toda la actividad,
abandona todo deseo
y permite que tus pensamientos asciendan y decaigan como las olas del océano.

El que nunca se refugia en nada
ni infringe el principio de no-distinción,
enarbola los preceptos tántricos.

El que abandona los deseos sin aferrarse a nada
percibe el verdadero significado transmitido a través de las escrituras.

La actitud del Tantra es la esencia misma de Tilopa. Primero, has de comprender cuál es la actitud del Tantra; solo entonces podrás comprender lo que Tilopa está intentando decirte.

Empecemos diciendo algo sobre la actitud del Tantra… Lo primero: no es una actitud, porque el Tantra contempla la vida desde una visión global. No ofrece una determinada actitud para ver la vida. No posee conceptos ni es una filosofía. Ni siquiera es una religión. No tiene teología alguna. No cree en la letra, en las teorías, ni en las doctrinas. Trata de contemplar la vida sin filosofía, sin teorías, sin teologías. Trata de ver la vida tal como es, sin interposición alguna de la mente, porque eso supondría una distorsión. Entonces, la mente lanzaría sus proyecciones y lo mezclaría todo. Como consecuencia, te verías imposibilitado para descubrir lo que tienes delante de ti.

El Tantra evita la mente y encara la vida de frente sin pensar: Esto es bueno, o Esto es malo. Simplemente encara lo que tiene delante. De manera que es difícil calificarla como poseedora de una actitud. Más bien es una no-actitud.

Lo segundo que has de recordar es que el Tantra siempre dice sí, a todo. En su vocabulario no existe el no, no existe la negación. Nunca dice no a nada, porque con el no empieza la lucha, con el no te conviertes en ego. En el momento en que dices no, eres ego. Ha surgido el conflicto. Estás en guerra.

El Tantra ama y ama incondicionalmente. Nunca dice no a nada porque todo forma parte del Todo, todo tiene su lugar en el Todo. El Todo no puede existir si le falta una parte.

Se dice que por una sola gota de agua que faltara, el Todo pasaría sed. Si arrancas una flor del jardín, arrancas algo a la Existencia. Si maltratas a una flor, habrás maltratado a millones de estrellas… porque todo está interrelacionado. El Todo es un colectivo, un todo orgánico. El Todo no existe como algo mecánico. En él, todo se halla relacionado con todo.

Por eso el Tantra dice sí incondicionalmente. No ha habido nunca otra forma de ver la vida que diga sí, simplemente sí, sin condiciones. El no desaparece; el no desaparece de tu ser. Y cuando el no no desaparece, ¿cómo vas a luchar? ¿Cómo vas a estar en guerra? Simplemente fluyes. Simplemente te fundes y disuelves. Te vuelves uno. Los límites han desaparecido. El no crea los límites. El no es el límite que te envuelve. Siempre que digas no, obsérvate: de inmediato te encierras. En cuanto dices sí, tu ser se abre.

El auténtico ateo es aquél que insiste en decir no a la vida. Que diga no a Dios, es simplemente simbólico. Aunque creas en Dios si dices no a lo que sea, tu creencia carece de valor. Tu Dios es falso porque sólo un sí total crea un Dios verdadero, revela al Dios real. Cuando das un sí total a la Existencia, la Existencia entera es inmediatamente transformada. Deja de haber piedras, deja de haber árboles, deja de haber personas, ríos, montañas… De súbito, todo es uno. Y esa unidad es Dios.

El verdadero creyente es el que dice sí a todo, no solo a Dios… porque tu mente es muy astuta. Es capaz de decirle sí a Dios y no al mundo. Es lo que ha estado sucediendo. Millones de personas han desperdiciado su vida entera por esto. Dicen sí a Dios y no a la vida. En realidad, afirman que a menos que digas no a la vida, no podrás decirle sí a Dios. Crean una división: niegan el mundo para aceptar a Dios. Pero una aceptación que se basa en el rechazo no es, en absoluto, aceptación. Es una falacia, es una falsedad.

¿Cómo vas a aceptar al creador sin aceptar su creación? Si dices no a la creación, ¿cómo le vas a decir sí al creador? Son lo mismo. Creador y creación no son dos cosas: el creador es la creación. No hay ninguna división entre creador y creación. Es un continuo proceso de creatividad. En un extremo, la creatividad aparece como creador; en el otro, la creatividad aparece como creación. Pero ambos son los dos polos de un mismo fenómeno.

El Tantra sostiene que si dices sí, di simplemente sí. No lo opongas a ningún no. Pero todas las religiones han hecho lo mismo: dicen no al mundo y sí a Dios. Y niegan el mundo con fuerza para que su sí sea más evidente. Muchos de esos autodenominados santos proclaman: Dios, te aceptamos… pero no aceptamos tu mundo. ¿Qué clase de aceptación es ésta? ¿Es eso aceptación? Estás eligiendo, estás dividiendo la existencia en dos. Te estás colocando por encima de Dios. Dices: Aceptamos esto, pero no esto otro. La renuncia deriva de esta actitud.

Aquél que renuncia no es religioso. Bajo el punto de vista del Tantra, el que renuncia es un egoísta. Primero acumulaba bienes mundanos; su atención se centraba en el mundo. Ahora renuncia a todo, pero su atención sigue centrada en el mundo. Sigue siendo un egoísta. El ego utiliza medios muy sutiles para obtener satisfacción y una y otra vez vuelve a lo mismo en una espiral sin fin. Una y otra vez vuelve… con una nueva cara, con nuevos colores.

Sucedió:

Me encontraba en mi pueblo y Mulla Nasrudin vino a visitarme. En aquellos días él vivía en Nueva Delhi, la capital, y se sentía tan orgulloso de ella que su orgullo le cegaba por completo. Le acompañé a visitar la pequeña fortaleza de mi pueblo y, al verla, me dijo:

—¿Es esa la fortaleza? ¿A eso lo llamas fortaleza? ¡Deberías venir a Nueva Delhi y visitar la Fortaleza Roja! ¡Esto no se le puede comparar!

Después, le llevé al río y me dijo:

—¿Es este tu río? ¿A eso le llamas río? ¡No he visto un río tan triste y pobre en mi vida!

Y así continuamente...

Entonces llegó la noche de luna llena y pensé que, por lo menos, la luna llena le satisfaría y no menospreciaría a mi pequeño pueblo. Pero no; me equivocaba. Le llevé al río. Era un silencioso y hermoso atardecer. La luna se elevaba, enorme, absolutamente maravillosa. Yo, mirándole, le dije:

—¡Mírala! ¡Qué grande se ve!

El miró la luna y encogiéndose de hombros me contestó:

—No está mal para un pueblo tan pequeño.

Así es la mente: se aferra a todo. Da vueltas y más vueltas en espiral para volver, de nuevo, a lo mismo. Puede que renuncies el mundo, pero no entrarás en otro mundo… seguirás atado a él. Si quieres comprobarlo, ve a ver a tus monjes indios, a tus sadus. Continúan aferrados al mundo, continúan siendo mundanos. Han renunciado a todo, pero se centran en el mundo, en su renuncia. Lo ven todo desde la perspectiva del ego. Quizá crean que al renunciar a todo se están acercando Dios. No es así. Nadie ha llegado nunca hasta Dios diciendo no.

Ésta es la visión del Tantra. El Tantra dice: Di sí. Di sí a todo. No necesitas luchar, no necesitas nada. Sencillamente, fluye con la corriente. El río discurre por sí mismo, a su aire. Todo llega, finalmente, al océano último. No crees perturbaciones, no empujes al río. Simplemente fluye con él. Y ese fluir con él, ese discurrir con él, ese relajarte con él, es el Tantra.

Si eres capaz de decir sí, surge en ti una profunda aceptación. Si dices sí, ¿cómo vas a quejarte? ¿Cómo vas a sentirte miserable? Todo es como ha de ser. Ni luchas, ni niegas. Lo aceptas todo. Y, recuérdalo, esta aceptación es distinta de la aceptación ordinaria.

Por lo general aceptamos una situación cuando ya no hay más remedio. Esto es aceptar desde la impotencia. Eso no te conducirá a ninguna parte. La impotencia no puede llevarte a ninguna parte. La gente acepta una situación cuando se siente desesperada: No puedo evitarlo. ¿Qué voy a hacer? Por lo menos lo acepto para poder seguir adelante. La aceptación del Tantra no es esta clase de aceptación. Surge de un desbordamiento, nace de un profundo contentamiento. No surge de la desesperación, de la frustración, de la impotencia. Surge cuando no dices no; aparece de repente en ti. Todo tu ser rezuma un profundo contento.

Esa aceptación posee una belleza propia. No es forzada, no la has practicado. Si la practicaras, sería falsa; una hipocresía. Si la practicaras, te dividirías en dos: por fuera sería aceptación; por dentro, agitación, rechazo, negación. En lo más profundo de ti estarías en ebullición; podrías explotar en cualquier momento. Pero, superficialmente, fingirías que todo está bien.

La aceptación del Tantra es total; no te divide. Todas las religiones del mundo, excepto el Tantra, han generado personalidades esquizoides. Todas las religiones del mundo, excepto el Tantra, han generado esquizofrenia. Te dividen, te escinden en una mitad buena y otra mala. Y afirman que has de aceptar lo bueno y negar lo malo. Afirman que has de negar al diablo y aceptar a Dios. Provocan en ti una división, una lucha. Como consecuencia, siempre te sientes culpable pues ¿cómo vas a destruir una parte que es orgánicamente una contigo? Podrás calificarla de mala, podrás llamarla como quieras, pero eso no representa ninguna diferencia. ¿Cómo vas a destruirla? No fuiste tú quien la creaste. Simplemente te encontraste con ella: con tu ira, con tu sexualidad, con tu codicia. A ninguna la creaste tú. Forman parte de la vida, como tus ojos y tus manos. Podrás ponerles etiquetas, podrás calificarlas como feas, o hermosas, o como quieras, pero no podrás acabar con ellas.

En la Existencia, nada puede ser destruido, nada puede ser eliminado. El Tantra afirma que es posible transformarlo todo, pero no es posible destruir nada. Y esa transformación deviene cuando aceptas a tu ser íntegramente. Entonces, de repente, todo encaja, todo ocupa el lugar que le corresponde. Entonces también la ira es absorbida. Entonces la codicia también es absorbida. Entonces todo tu ser es reestructurado sin excluir nada. Si aceptas y dices sí, todo se reestructura y lo que antes era una algarabía interior se transforma en una melodía. Surge una música, nace una armonía.

¿Cuál es la diferencia entre algarabía y armonía? Son las mismas ondas sonoras agrupadas de manera diferente. En la algarabía no hay centro; las notas son las mismas. Con un loco tocando el piano, las notas que suenan son las mismas, el sonido es el mismo, pero el loco no tiene centro. Si le confieres un centro al ruido, se convierte en música. Entonces converge en un centro y el conjunto deviene orgánico. Si un loco toca el piano, las notas que toca están separadas, aisladas. Es una algarabía de notas, no una melodía. Cuando un músico se pone a tocar ese mismo piano, deviene un cambio alquímico. Esas mismas notas encajan en una pauta, esas mismas notas forman una unidad orgánica. Ahora poseen un centro. Ahora no son una algarabía; ahora forman una familia. Un sutil amor las une. Ahora son una. Y en eso consiste todo: en armonizar amorosamente las notas.

El Tantra dice que, tal como eres ahora mismo, eres una algarabía. No eres malo; únicamente careces de centro. Una vez posees un centro, todo encaja, todo se vuelve maravilloso.

Cuando Gurdjieff se enfada, es hermoso. Cuando tú te enfadas, resulta desagradable. La ira no es ni desagradable, ni hermosa. Cuando Jesús se enfada es pura música. Incluso la ira es música. Jesús tomando el látigo y expulsando a los comerciantes fuera del templo, resulta sutilmente hermoso. Incluso Buda carece de esa belleza. Buda parece ser demasiado estable, sin posibilidad de que en él se manifieste la ira. La tensión de la ira, la sal de la ira, está ausente. Buda no es tan gustoso como Jesús. Jesús contiene un poco de sal: es capaz de enfadarse. Su ser abarca incluso la ira. No ha negado nada. Lo ha aceptado todo.

Pero Tilopa es incomparable. Jesús no es nada a su lado. Los Maestros tántricos son flores absolutamente salvajes. Lo contienen todo. Debes de haber visto representaciones de Bodhidharma. Si nunca las has visto, búscalas. Resulta tan feroz que, meditando frente al cuadro de Bodhidharma, por la noche, a solas, serás incapaz de dormirte. Te acosará. Se dice que cuando miraba a alguien, esa persona sufría pesadillas. Le acechaba con una mirada realmente feroz. Se dice que cuando Bodhidharma o Tilopa hablaban, sus palabras eran como el rugido de un león, como una tempestad, como una tremenda catarata, salvajes y ardientes. Pero si no te precipitabas juzgándolos demasiado pronto, descubrías en ellos el más amoroso de todos los corazones. Entonces percibías su música, su melodía. De repente comprendías que no negaban nada. Lo absorbían todo, incluso la ferocidad. Un león es un animal hermoso; su ferocidad posee una belleza propia. Si le quitas esa ferocidad al león, solamente queda una apariencia, un león muerto.

El Tantra afirma que lo has de absorber todo, ¡todo! Recuérdalo: sin distinciones. Has de absorber la sexualidad para que se convierta en una tremenda fuerza en ti. Un Buda, un Tilopa, un Jesús, poseen una fuerza magnética realmente increíble. ¿De dónde sale? De la absorción de su sexualidad. El sexo es la fuerza magnética en el hombre. De súbito, caes en la esfera de su amor. Una vez te cruzas en su camino, te sientes atraído hacia un mundo diferente. Te ves apartado de tu viejo mundo y lanzado hacia algo nuevo, algo que nunca te imaginaste. ¿Qué es esta fuerza? Es la sexualidad transformada. Ahora se ha convertido en una fuerza magnética, en carisma. Buda ha absorbido su ira y esa misma ira se ha transformado en compasión. Y cuando Jesús toma el látigo en sus manos, lo hace por compasión. Cuando Jesús habla arrebatado, es esa misma compasión.

Recuérdalo: el Tantra te acepta íntegramente. Cuando vienes a mí, yo te acepto en tu totalidad. No estoy aquí para ayudarte a negar algo de ti. Solo estoy aquí para ayudarte en tu reestructuración, para que centres todas tus energías y las hagas converger en un centro. Y te digo que si absorbes tu ira resultarás enriquecido. Resultarás enriquecido si absorbes tu sexualidad; resultarás enriquecido si absorbes tu odio, tus celos. Todo eso es el picante de la vida, lo que le da sabor… No te perderás nada, sino que te enriquecerás. Necesitas un poco de sal y la ira te proporciona exactamente la cantidad de sal que necesitas. Pero cuando te domina, entonces resulta desagradable. Si solo comieras sal, te morirías. La sal ha de estar en la proporción adecuada, pero ha de entrar como ingrediente necesariamente en esa proporción. Recuérdalo.

En tu camino te encontrarás con muchos que querrán mutilarte, amputarte partes, diseccionarte. Te dirán: Esta mano es una mala mano. ¡Córtatela! ¡Este ojo es un mal ojo. ¡Sácatelo! La ira es mala, el odio es malo, el sexo es malo. Te irán cortando por aquí y por allí y cuando hayan acabado te hallarás tullido, lisiado. No te quedará nada de vida. Así es cómo la civilización ha llegado a quedarse paralizada, lisiada.

A menos que el Tantra se convierta en la base de la mente humana, el hombre no será completo porque ninguna otra forma de ver el mundo acepta al hombre en su totalidad. Pero esa aceptación —acuérdate— es por desbordamiento, no por impotencia. Has de vivir tu vida, has de recorrerla. Has de vivir todas sus sombras, has de saborear todos sus sabores. Incluso has de perderte, deambular sin rumbo. Eso también es importante porque si nunca te pierdes, no podrás alcanzar una Iluminación exuberante. Nunca serás simple. Podrás ser un simplón, pero nunca serás simple. Un simplón no es simple.

La simplicidad necesita una experiencia realmente profunda y compleja que la sustente. El simplón carece de experiencia. Puede ser un necio, pero no un sabio. Sabio es el que ha vivido todos los pecados de la vida sin negar nada, sin calificar nada como pecado. Es el que acepta todo lo que acontece, el que deja que todo suceda, el que se deja llevar por las olas, el que es arrastrado por ellas, el que se ha perdido, el que ha descendido hasta el infierno mismo.

En alguna parte Nietzsche dice: Si un árbol quiere llegar al cielo, sus raíces han de profundiza hasta el infierno mismo. Y tiene razón. Si quieres florecer realmente en el cielo, tus raíces han de alcanzar el infierno más profundo de la Tierra.

Cuando un pecador se convierte en sabio, su sabiduría es hermosa. Cuando un sabio simplemente es sabio sin haber sido un pecador, es sencillamente un simplón. Ha desperdiciado su vida. Y no puede surgir ninguna virtud a menos que te hayas descarriado, a menos que te hayas perdido.

Hay una hermosa parábola de Jesús:

Un padre tenía dos hijos. El más joven exigió su herencia y se marchó, gastándosela en la ciudad en vino y mujeres. Se convirtió en mendigo. El otro hijo se quedó con su padre, trabajando a destajo en su hacienda y acumulado mucha riqueza.

Entonces, un día, el hijo mendigo, el hijo que se había descarriado, hizo llegar un mensaje a su padre:

—Quiero regresar. Fui un necio y malgasté tu dinero. Perdóname. Ahora no tengo adónde ir. Acéptame. Quiero volver.

El padre le dijo a su gente:

—Hemos de celebrarlo. Sacrificad el cordero más hermoso y preparad un gran banquete. Regalad dulces a todo el pueblo y buscad el vino más añejo. Ha de ser una fiesta. Mi hijo, el que se había perdido, va a regresar.

Algunos de los del pueblo fueron a la granja a decirle al otro hijo:

—¡Qué injusticia! Tú te quedaste con tu padre sirviéndole como un criado. Nunca te alejaste de él, nunca hiciste nada contra él, y, sin embargo, nunca ha organizado ni celebrado una fiesta en tu honor. Y ahora, ese vagabundo, ese mendigo que ha malgastado todo el dinero de tu padre, ése que ha vivido en pecado, quiere volver. ¡Qué injusticia la de tu padre celebrando su regreso! ¡Ve al pueblo y mira lo que hacen! Están regalando dulces, están anunciando una gran fiesta.

Al oírlo, el hijo mayo se sintió muy, muy ofendido. Emprendió el camino hacia su casa muy triste y le dijo a su padre:

—¿Qué injusticia es ésta? Nunca sacrificaste ningún cordero en mi honor, nunca me diste ningún regalo. Y ahora que tu otro hijo regresa, ese que ha malgastado en tonterías todo el dinero que le habías dado, ¡lo celebras!

Su padre le contestó:

—Sí. Tú siempre has estado conmigo y por eso no es necesario celebrarlo. Pero hemos de celebrar su regreso. Él se había perdido, él era la oveja descarriada. Y ha vuelto.

Los cristianos no han evaluado esta historia en su justa medida. En realidad, expresa lo que yo te estoy diciendo, lo que el Tantra significa. Es una historia tántrica. Su significado es: si permaneces siempre en el camino correcto, la Existencia no se alegrará. Serás un simplón. La vida no te habrá enriquecido. Serás insípido. Quizá seas capaz de nutrir, pero carecerás de sabor. Serás muy simple, bueno, pero tu bondad no será complejamente armoniosa. Serás una sola nota, no una melodía de millones de notas. Serás una línea recta, sin curvas ni ángulos. Esas curvas y esos ángulos te aportan belleza haciendo tu vida más misteriosa y dándole profundidad. En tu santidad serás poco profundo, superficial.

Por eso, el Tantra afirma que todo es hermoso. Incluso el pecado es hermoso porque el pecado le proporciona profundidad a tu santidad. Descarriarte es hermoso porque cuando regresas lo haces habiéndote enriquecido. Este mundo es necesario para que puedas perderte en él olvidándote por completo de ti mismo… y luego regresar.

La gente me pregunta: ¿Por qué existe este mundo si Dios lo contradice? ¿Por qué nos lanza al mundo, al mundo del karma, del pecado, del mal? ¿Por qué nos arroja a él? Podría redimirnos sin ningún esfuerzo. No, eso no es posible. Entonces serías poco profundo, superficial. Tienes que ser lanzado al rincón más apartado del mundo y luego has de regresar. Y ese regreso es importante; supone la cristalización de tu ser.

El Tantra lo acepta todo, lo vive todo. Por eso, el Tantra nunca podrá convertirse en una ideología ampliamente difundida. Siempre será una ideología limitada, fronteriza, marginada por la sociedad, por la civilización, porque la civilización ha escogido ser poco profunda. Buena, pero poco profunda. La civilización ha escogido la negación, decir no a muchas cosas. La civilización no tiene el coraje suficiente para aceptarlo todo, para aceptar todo lo que la vida le ofrece.

Para aceptar todo lo que esta vida te ofrece hace falta el mayor coraje. Y hacia esto es hacia lo que estoy intentando dirigirte: hacia la aceptación de todo lo que la vida te da. Y has de aceptarlo con profunda humildad, como un regalo. Y en esto incluyo todo lo que la sociedad te ha inducido a calificar de malo y perverso. Acepta el sexo y entonces florecerá y surgirá el brahmacharya, la pureza, la inocencia. De él, trascendiéndolo, surgirá la virginidad.

A través de la experiencia lo trasciendes todo. Recorriendo los oscuros valles de la vida, tus ojos van acostumbrándose y empiezas a ver la luz incluso en la oscuridad. Ya es hermoso ver la luz mientras es de día. ¡Cuánto más hermoso será verla en la oscuridad de la noche! Tus ojos se irán acostumbrando a ver en la oscuridad y llegarás a ver el día que se oculta en ella. Cuando en la noche más oscura alcances a ver la mañana, surgirá la belleza. Entonces, habrás Llegado. Cuando estando en lo más bajo puedas ver lo más alto, cuando incluso en el infierno puedas crear un cielo, entonces te habrás convertido en un artista de la vida. Y el Tantra quiere hacer de ti un artista de la vida, no negándola, sino afirmándola.

Acéptalo todo más y más y, poco a poco, irás descubriendo que cuanto más aceptas, menos deseas. Al aceptarlo todo, el deseo no puede subsistir. Surja lo que surja, a cada instante lo aceptas. Entonces no miras hacia otra parte. Vives momento a momento en profunda aceptación. Vives sin metas, sin deseos de llegar a ninguna parte o de ser algo o alguien distinto.

El Tantra dice: Sé tú mismo. Eso es lo único que puedes ser en la vida. Al aceptarte, el deseo desaparece. Al aceptarte, la ausencia de todo deseo surge por sí misma. No la practicas, no la fuerzas, no cercenas tus deseos. Al aceptarte, desaparecen.

Y cuando llega el momento en que lo aceptas todo habiendo desaparecido todos los deseos, surge la Iluminación súbita. De repente, sin hacer nada de tu parte, sucede. Es el mayor regalo que la Existencia puede ofrecerte.

Ésta es la actitud del Tantra hacia la vida. No hay otra vida más que ésta y no hay otro mundo más que éste. Este mismo samsara es el nirvana. Simplemente has de comprender más, aceptar más, ser más como un niño, ser menos egoísta.

Ahora, los sutras de Tilopa.

La práctica de los mantras y los paramitas,
la instrucción en los sutras y preceptos
y las enseñanzas de escuelas y escrituras
no te proporcionarán la experiencia de la Verdad innata,…

Ni los Vedas, ni la Biblia te ayudarán. La práctica de los mantras no te servirá de nada; más bien, puede que sea un estorbo. ¿Qué es, en realidad, un mantra? ¿Qué estás haciendo cuándo estás entonando un mantra? ¿Qué le está enseñando el Maharishi Mahesh Yogui a la gente cuando les instruye en la meditación trascendental? Les enseña a repetir interiormente una cierta palabra o un determinado mantra: Ram, Ram, Ram,… Om, om, om o lo que sea. Incluso tu propio nombre serviría. O el repetir H20, H20, H20… Lo importante no es el sonido, o la palabra. Lo importante es repetir algo continuamente, porque al hacerlo, algo pasa.

¿Qué es lo que sucede? Cuando repites una cierta palabra continuamente, creas un ritmo interior: Ram, Ram, Ram,… Creas un ritmo, un ritmo monótono. Cuando repites una cierta palabra continuamente, generas un ritmo monótono. Y en esa monotonía, al repetir esa palabra continuamente, empiezas a sentirte somnoliento. De esto trata la hipnosis. Es una auto-hipnosis. Repetir un mantra es auto-hipnotizarte. Te emborrachas con tu monótono ritmo de repetición.

¡Y está bien! No tiene nada de malo. Te hace dormir bien, te refresca. Si estás cansado, es un buen truco mental. Te sentirás fresco, incluso más rejuvenecido que con el sueño ordinario porque el sueño ordinario no alcanza la profundidad que alcanza el sueño con el mantra. Durante el dormir ordinario, los pensamientos continúan, los sueños continúan, perturbándote continuamente. Pero si repites un cierto mantra sin parar, no dejas espacio para nada más; solo el mantra. Y te arrastra a un sueño muy, muy profundo.

En el Yoga empleamos una palabra especial para definirlo. En sánscrito, el sueño es llamado nidra y al sueño creado por la entonación del mantra se le llama tandra. Es un sueño más profundo, pero sigue siendo un sueño. Se le llama yoga-tandra, el sueño creado por el Yoga, por la entonación de un mantra.

Si sufres alteraciones del sueño, la Meditación Trascendental te puede ser útil. Por eso en América la influencia de Maharishi ha sido grande, porque América es el país donde hay más alteraciones del sueño. Consumen gran cantidad de tranquilizantes, gran cantidad de somníferos. Allí, la gente ha perdido la capacidad natural de dormir. De ahí, el impacto de la Meditación Trascendental. En India nadie presta atención a la Meditación Trascendental porque la gente ya está suficientemente dormida, tanto que es difícil despertarla.

Un mantra te induce un sutil sueño. Como inductor del sueño, es bueno, pero no creas que es meditación, de lo contrario te convertirás en su víctima. No lo consideres meditación. Es, simplemente, un tranquilizante mental. Y es tan químico como cualquier somnífero porque el sonido altera la química de tu cuerpo. El sonido es parte de la química de tu cuerpo. Por eso, con un cierto tipo de música te sientes muy, muy rejuvenecido. La música cae sobre ti, limpiándote, como si te tomaras un baño. El sonido altera tu química corporal. Con otra clase de música te sentirás muy apasionado y sexual. Al golpearte, sus notas cambian tu química corporal.

Recitar un mantra es crear una música interior con una sola nota. La monotonía es la clave. Y no es necesario que le preguntes al Maharishi Mahesh Yogui. Todas las madres del mundo conocen su efecto. En cuanto el niño se inquieta, la madre empieza a arrullarlo. Una nana es un mantra. Son solo dos o tres palabras, incluso incoherentes, incluso sin significado alguno. Ella se sienta al lado del niño, o lo acerca a su corazón. También el latido del corazón es un ritmo monótono. En cuanto el bebé se inquieta, la madre acerca su cabeza a su corazón y los latidos del corazón se convierten en el mantra. Engaña al niño y así se duerme. Y si el niño está ya un poco crecido y no es tan fácil de engañar, lo arrulla. Son solo dos o tres palabras, monótonas, simples, que va repitiendo. La monotonía le ayuda a que el niño se duerma. No es malo. Es un tranquilizante mejor que cualquier somnífero. Pero sigue siendo un tranquilizante, una píldora disfrazada, una píldora sonora, pero que afecta a la química del cuerpo.

Si tu sueño se ve alterado, si eres, en cierta medida, insomne, es bueno, pero no creas que es meditación. Te normalizará, pero no te transformará. La sociedad está tratando de normalizarte. Ha intentado normalizarte a través de la religión, de la moralidad, con los mantras, con el Yoga, con el psicoanálisis, con muchas clases de psiquiatría. Con ellos ha intentado adecuarte a la sociedad. La meta de la sociedad es crear un individuo adaptado a ella. Pero si es la sociedad la que está mal, adaptarte a ella no puede ser beneficioso. Si la sociedad está loca, ajustarte a ella es volverte loco.

Alguien le preguntó una vez a Sigmund Freud:

—¿Qué es exactamente lo que usted está haciendo con el psicoanálisis? ¿Cuál es su meta?

Y él, una persona verdaderamente sincera, le contestó:

—A lo sumo, lo que el psicoanálisis puede hacer es esto: convertir a las personas histéricas e infelices, en personas normalmente infelices. Eso es todo: hacemos que la gente histéricamente infeliz, sea normalmente infeliz. Les devolvemos a una infelicidad normalizada, como la de todo el mundo. Si se están excediendo en su infelicidad, si generan un exceso de infelicidad, eso les conduce a la neurosis y nosotros les devolvemos al nivel normal de neurosis humana.

Freud dice: El Hombre nunca podrá ser feliz. El hombre solo podrá ser neuróticamente infeliz o normalmente infeliz, pero nunca podrá ser feliz.

Tomando como referencia la humanidad ordinaria, su diagnóstico parece ser exactamente correcto… pero él no ha conocido a un Buda o a un Tilopa. No conoce a nadie que haya alcanzado un estado de ser total, de puro gozo. Y así es como ha de ser, porque un Buda no irá nunca a ser tratado por Freud. ¿Para qué? Sólo la gente histérica acudirá a Freud para ser tratada. Toda la experiencia, todo el saber de Freud, se refiere a personas histéricamente neuróticas. En sus cuarenta años de trato con pacientes no conoció a un solo individuo que fuera feliz. Por eso tiene razón. Su experiencia le demuestra que solo hay dos tipos de personas: las normalmente infelices y las histéricamente infelices. Y, a lo sumo, solo puede ayudarles a normalizarse.

Los mantras, el psicoanálisis, la religión, la moralidad, la religión, las oraciones,… todos ellos han sido utilizados para adaptarte a la sociedad. La verdadera religión solo da comienzo cuando inicias tu viaje de transformación, no para ajustarte a la sociedad, sino para estar en armonía con el cosmos. Para adaptarte a la sociedad has de retroceder.

En muchas ocasiones, el loco no es un enfermo. Simplemente dispone de un exceso de energía que le impide limitarse a la sociedad. Y se sale de ella. Un loco es demasiado individual y está tan dotado en ciertos aspectos que no puede ceñirse a la sociedad. Has de recordar que todos los genios son siempre marginados por la sociedad. De cada cien genios, casi el 80 por 100 visitan alguna vez el manicomio. Se ven obligados porque sobrepasan las limitaciones sociales. Tienen mucho más de lo que la sociedad ordinaria permite.

La sociedad ordinaria actúa sobre ti como un pisapapeles: no te deja levantar el vuelo. El genio se deshace del pisapapeles y empieza a volar por el cielo hacia los rincones más apartados. En el instante en que sobrepasas el límite, la línea divisoria, la frontera que la sociedad te marca, te declaran loco y la sociedad empieza a tratar de recuperarte.

El Tantra afirma que tu adaptación, tu normalización, no es la meta. No tiene mucho mérito. Tu transformación es la meta. ¿Cómo lograrla? No empleando trucos para normalizarte… y los mantras son trucos. Si ves que no te puedes dormir, no trates de dormirte utilizando un mantra. Más bien al contrario, trata de descubrir esa inquietud que provoca tu insomnio. Quizás seas demasiado ambicioso, quizás anheles demasiadas cosas. Es esa ambición la que no te permite conciliar el sueño. Te sientes inquieto si tu mente no deja de desear cosas. Entonces, la cadena de pensamientos se mantiene. Por eso no puedes dormir. Ahora tienes dos caminos: uno es el mantra y el otro es el Tantra.

El del mantra te dice: Olvídate de las causas; repite un mantra y simplemente, duérmete. Pero eso es muy superficial. Si te olvidas de las causas y te dedicas a repetir un mantra —quince minutos por la mañana y quince por la tarde— te será fácil conciliar el sueño y te sentirás bien, saludable. Pero, aparte de sentirte bien y sano, ¿qué producirá en ti? Hay muchas personas que duermen bien y gozan de buena salud, pero a las que nada les ha sucedido. No han alcanzado el florecimiento último. Gozar de salud está bien, pero no puede convertirse en tu meta. Dormir es bueno, pero no puede ser tu meta. El Tantra te invita a descubrir las causas de tu inquietud.

Un ministro del gobierno indio solía acudir a mí. Siempre tenía dificultades para dormir y me decía:

—Dame alguna técnica para que pueda conciliar el sueño.

Pero yo le decía:

—A cualquier político le ha de resultar difícil dormirse. Le ha de resultar complicado. Política equivale a insomnio. No se espera de él que duerma. Está bien que no duermas y no voy a darte ninguna técnica. Ve a ver al Maharishi Mahesh Yogui. Él te ofrecerá una técnica sin preguntarte por qué.

Y así lo hizo...

Al cabo de tres meses vino a verme y me dijo:

—Lo que me sugeriste funcionó. Ahora puedo dormir. Es maravilloso.

Entonces le dije:

—Cuando lo creas conveniente, cuanto sientas que el sueño no te es suficiente y que necesitas estar más despierto, vuelve. Aunque ahora seas capaz de dormir, ¿qué ganarás con ello? Seguirás siendo el mismo. Por la mañana perseguirás las mismas ambiciones. Quizá creas que te ha sucedido algo estupendo, pero solo has conseguido una cosa: que ahora te resulte imposible descubrir las causas de tu insomnio. Gracias al mantra las has empujado a lo más profundo de tu inconsciente. Has pospuesto la posibilidad de transformarte.

Yo no puedo mejorar tu sueño. Quisiera poder darte más consciencia, que estuvieras más despierto.

Los políticos viven sumidos en los deseos, en las luchas, en la competición, en los celos, intentando ascender cada vez más alto en la escala social. Y, al final, no obtienen nada.

Mulla Nasrudin dedicó toda su vida a la política y ascendió hasta el cargo más elevado. Entonces le pregunté:

—¿Qué has logrado?

Él me dijo:

—Para ser franco: me he convertido en el trepa más grande del mundo. Eso es lo que he logrado: ser el mejor trepa.

Pero, ¿qué harás cuando hayas alcanzado el peldaño más alto de la escalera? Tus presidentes y tus primeros ministros lo han logrado. Son los más grandes trepas, pero ascender peldaños en la escala social no es vivir. ¿Para qué ascender sin descanso?

La ambición genera inquietud. Y quisiera que comprendieras tu ambición: desear crea inquietud. Quisiera que fueras consciente de tu desear. Éste es el camino del Tantra. Cuando la causa desaparece, la enfermedad desaparece. Si la causa desaparece, entonces te transformas. La enfermedad es simplemente un síntoma. No intentes esconder el síntoma. No trates de esconderlo. Es bueno que se manifieste porque cuanto más te incomode, más claramente te estará diciendo que algo va mal. Que no puedas dormir es bueno, porque te indica que algo va mal en tu estilo de vida.

No voy a ayudarte a que concilies fácilmente el sueño. Lo que te digo es: trata de comprenderlo. Es un síntoma. Y ese síntoma es un amigo, no un enemigo. Te está indicando que en lo más profundo de tu inconsciente hay corrientes que no te permiten dormir. Entiéndelas, absórbelas, recórrelas, transciéndelas. Entonces dormirás profundamente. Y no será porque hayas enterrado los síntomas, sino porque la enfermedad habrá desaparecido. Y con ese dormir emergerá una calidad totalmente diferente de consciencia. Entonces podrás estar profundamente dormido manteniendo tu consciencia. Entonces no será hipnosis, no será como una borrachera, ni como haberte drogado. Todos los mantras son drogas; muy sutiles, pero aún así, drogas. No te vuelvas drogadicto.

Dice Tilopa:

La práctica de los mantras y los paramitas,
la instrucción en los
sutras y preceptos
y las enseñanzas de escuelas y escrituras
no te proporcionarán la experiencia de la Verdad innata,,..

Paramita es una palabra budista; significa compasión, servir al prójimo. Paramita es lo que los misioneros cristianos están haciendo en todo el mundo. ¡Servir a la gente! ¡Ayudarla! ¡Compadecerla! Pero Tilopa dice que eso tampoco te servirá.

También yo lo he observado. Conozco a muchos que son reformadores sociales, grandes servidores de la sociedad. Han consagrado y sacrificado su vida para elevar el nivel de la gente, pero en ellos no ha habido transformación alguna. No puede haberla porque ayudar a la gente, servir a la sociedad, se ha convertido en una ocupación. Están totalmente ocupados en eso.

Si de repente la sociedad fuera transformada por un milagro divino y no hubiera ningún mendigo a quien ayudar, ni un pobre a quien servir, ningún enfermo, ningún hospital, ningún loco, si esto sucediera de repente, ¿te imaginas qué harían tus grandes asistentes sociales? ¡Se suicidarían! Al no encontrar a quién ayudar, ¿qué otra cosa podrían hacer? Se encontrarían perdidos. ¿Qué les sucedería a los misioneros cristianos? Si no hubiera nadie a quien convertir, aconsejar y llevar hacia su camino, si todos fuéramos cristianos, ¿qué harían? ¿Qué harían con sus grandes misiones? Tendrían que suicidarse. Si tuviera lugar una verdadera revolución, ¿cuál sería el destino de tus revolucionarios? ¿Qué harían? Se quedarían de repente sin trabajo, sin empleo. Empezarían a rezarle a Dios diciendo: Devuélvenos la vieja sociedad. Necesitamos leprosos que servir, necesitamos mendigos a los que ayudar.

O bien te ocupas de tus negocios, o bien te ocupas de los demás, pero en ambos casos la mente se mantiene ocupada. La mente exige que te olvides de ti mismo y te ocupes en algo. Y eso es huir de la verdad innata. Tilopa dice que éste no es el camino.

El Tantra tiene algo muy hermoso que decirte y es esto: Primero, antes de servir a los demás, sé completamente egoísta. ¿Cómo vas a servir a los demás si no has alcanzado primero tu ser interior? ¡Sé completamente egoísta! Si tu propia luz interior luce, podrás ayudar a los demás. De lo contrario, tu ayuda será un perjuicio. Y el mundo está tan mal porque hay demasiados revolucionarios, demasiados reformadores sociales, demasiados que se auto-titulan servidores. Son ellos los que lo tergiversan todo, los que crean tanto caos. Y es natural porque sin haber obtenido su propia verdad han empezado a ayudar a otros. Si posees una luz en ti puedes compartir tu luz con alguien más, pero si no la tienes, ¿cómo vas a compartirla? ¿Cómo compartir lo que no tienes?

Un hombre acudió a Buda. Debió de ser un gran, un muy gran revolucionario, como Marcase.

Y le preguntó a Buda:

—Dime cómo puedo servir a los demás. Siento en mí una profunda compasión y me gustaría hacer feliz a todo el mundo.

Buda le miró y —según se dice— se entristeció. Se apenó al mirarle.

El hombre le dijo:

—¿Por qué pones esta cara de tristeza?

Buda le dijo:

—Tu mismo no pareces feliz y te has impuesto la misión de hacer feliz a todo el mundo. ¿Cómo vas a dar lo que no tienes?

Primero, sé feliz tú. Y una vez lo seas, no será una misión. Una vez eres feliz, ayudar a los demás no supone apartarte de tu camino. Eres una ayuda dondequiera que estés. No lo conviertes en una profesión. Si te sientas bajo un árbol, ayudas al árbol. No conscientemente, sino sin esforzarte. Te acercas al árbol y el árbol responde. Tu ser interior penetra en el árbol y el árbol penetra en ti. Has Despertado a un árbol. Algún día, este árbol se convertirá en un Buda y tú habrás participado en ello, habrás tomado parte en el proceso. Y cuando ese árbol sea un Buda y el universo entero lo celebre, también tú lo celebrarás. Habrás dado una parte de ti al árbol, habrás compartido.

Te sientas junto a un río y compartes. Te mueves y tus movimiento, tu movimiento mismo, se convierte en compasión. No has de hacer nada. Si haces, algo anda mal. ¿Cómo vas a amar voluntariamente? No es un acto, sino un estado de ser. Sientes amor, tienes esa luz y tus puertas están abiertas; entonces, cualquiera que entre, cualquiera que se adentre en el templo de tu ser, es invitado. Y si alguien quiere encender su propia luz tomándola de la tuya, accedes. No vas y buscas a alguien a quien puedas ayudar. Si lo haces, una cosa es cierta: no eres la persona adecuada. Si te lanzas a hacer, una cosa es cierta: estarás haciendo un mal. Interferirás en los asuntos de los demás. Déjalos ser como son. Si les dejas ser como son, eso será suficiente compasión por tu parte. No intentes cambiarles. No sabes lo que estás haciendo.

Sólo el que se ha Iluminado es capaz de ayudar. Su ayuda fluye espontáneamente. Es como una flor abierta cuya fragancia es arrastrada por los vientos que la extienden por la Tierra. Es muy sutil e indirecta; nunca se dirige a nadie en concreto. Un verdadero Maestro nunca intenta cambiar a nadie directamente. Es como una fragancia sutil que te envuelve. Si estás abierto, algo de ella entrará en ti. Si no estás abierto, esperará a la puerta. Ni siquiera llamará porque al hacerlo puede perturbar tu sueño. Es tu sueño y tienes todo el derecho a dormir cuanto quieras. No es asunto de nadie el Despertarte.

Puede que yo haya Despertado. Quizá me gustaría Despertarte a ti, pero eso me afecta a mí, no a ti. Si tú estás profundamente dormido soñando hermosos sueños, ¿quién soy yo para molestarte? Te esperaré. Te envolveré como una fragancia. Y si te das cuenta de ese aroma, si esa fragancia te saca de tu sueño, de acuerdo. Pero no será un esfuerzo directo, sino muy, muy indirecto. Recuérdalo siempre: solo los que actúan de forma completamente indirecta pueden ser de ayuda. La ayuda directa es la de la política; la ayuda indirecta es la del sabio.

… la instrucción en los sutras y preceptos,
y las enseñanzas de escuelas y escrituras,
no te proporcionarán la experiencia de la Verdad innata,…

¿Por qué? Porque ya está ahí. No se te ha de enseñar. Estás buscando algo que ya tienes dentro de ti, absolutamente perfecto y maravilloso. No has de hacer nada. Hacer no servirá de nada. Simplemente has de regresar a casa. El invitado ya está allí… pero el anfitrión está fuera. No estás dentro. A través de tus deseos estás alejándote más y más y más. Te gustaría tener una gran casa y un gran automóvil y esto y lo otro. Así, te estás alejando cada vez más. No tienes tiempo para regresar a casa.

La meditación no es nada más que regresar a casa, descansar un poco en tu interior. No es entonar un mantra; ni siquiera, rezar. Es, sencillamente, regresar a casa y relajarte en ella. No ir a ninguna parte es meditación. Quédate dónde estás. No hay ningún otro lugar adónde ir. Quédate donde ya estás. Ocupa ese espacio en el que ya te encuentras. El deseo te lanza a largos viajes en el tiempo y el espacio. El deseo nunca te conduce a tu casa; siempre te lleva a otra parte.

… pues si la mente persigue una meta llena de deseo,
tan solo oculta la luz.

Así es como te extravías. Así es como te pierdes: al salir de tu casa, te extravías. Al buscar, te extravías. Al indagar, te extravías. Al intentar Llegar, te extravías. No se requiere nada de tu parte. Dios te ha dado todo lo que se te podía dar. No has sido enviado al mundo como mendigo, sino como emperador. Tan solo has de mirar en tu interior. Si en algún momento dejas, de buscar en otras partes, si dejas de desear, si dejas de pensar en el futuro o en el pasado, si simplemente descansas aquí y ahora, de repente, eso está ahí. Siempre ha estado ahí. Y entonces te ríes.

Cuando le preguntaron a Lin Chi qué hizo cuando se Iluminó, qué fue lo primero que hizo, contestó:

—¿Qué iba a hacer? Me puse a reír y pedí una taza de té. ¡Empecé a reír! Me di cuenta de lo que estaba haciendo: buscaba algo que ya estaba ahí.

Todos los Budas se han reído y todos los Budas han pedido una taza de té. ¿Qué otra cosa podían hacer? Eso ya estaba ahí. Corrías de aquí para allá innecesariamente. Cansado, has regresado a casa. Una taza de té es lo adecuado.

… pues si la mente persigue una meta llena de deseo,
tan solo oculta la luz.

Tu búsqueda provoca una humareda en torno a la llama. Das vueltas y más vueltas, levantas mucho polvo, creas una gran humareda. Y es tu propio esfuerzo el que levanta el polvo y provoca el humo que oculta la llama. Descansa un poco y deja que el polvo se deposite sobre el suelo. Si no te pones a correr muy deprisa, si no vas muy rápido, no provocarás humo y poco a poco todo se irá calmando y tu luz interior se revelará.

Esto es lo más fundamental del Tantra: ya eres perfecto. Ningún otro enfoque lo afirma. Todos te dicen que has de ponerte en marcha, que has de esforzarte, que has de hacer muchas cosas, que el camino es arduo, si quieres Lograrlo. Te dicen que solo muy, muy raramente alguien alcanza la meta porque se halla muy, muy distante. Durante millones de vidas tendrás que intentarlo. Sólo entonces Llegarás. Tienes que esforzarte para lograr la perfección. El Tantra afirma que por esto no lo Logras. No has de alcanzar la perfección. Tan solo has de comprender que ya eres perfecto.

El Tantra te ofrece la Iluminación aquí y ahora, sin aplazamientos, sin demoras. El Tantra afirma que relajarte y abandonarte te ayudará porque es tu inquietud la que está creando una gran humareda a tu alrededor. Tienes tanta prisa que no eres capaz de escuchar. Y mientras muchos te dicen: No hay tiempo para descansar. He de alcanzar una meta que está muy lejana. Si me relajo, no llegaré, el Tantra afirma que no lo conseguirás precisamente por tener tanta prisa. El Tantra dice no lo conseguirás debido a tus prisas.

Aquél que cumple con los preceptos tántricos
y, no obstante, continúa discriminando,
traiciona el espíritu del
samaya.

Cesa en toda la actividad,
abandona todo deseo
y permite que tus pensamientos asciendan y decaigan como las olas del océano.

El que nunca se refugia en nada
ni infringe el principio de no-distinción,
enarbola los preceptos tántricos.

Es muy, muy sencillo… pero te complicas demasiado. En tu interior estás hecho un lío. Si no, verías que es muy, muy fácil.

Cesa en toda la actividad,
abandona todo deseo,
y permite que tus pensamientos asciendan y decaigan como las olas del océano.

¿Qué has de hacer? Es como ir junto al mar y, sentándote en la orilla, en la playa, ponerte a observar. Las olas suben y bajan. El mar se alza y desciende. El océano pasa por muchos estados. Y tú, ¿qué haces? Simplemente te sientas y lo observas. Exactamente igual ocurre con la mente. También es como un océano: las olas suben y bajan. En determinados momentos ruge impetuosa y puede con todo. En otros, mengua y el silencio se extiende en ti.

En realidad, así son las cosas: la consciencia es como un océano. Y tu mente no solo es tuya: tu mente forma parte de la mente colectiva. Alrededor de ti se extiende un océano de consciencia. Como un pez en el océano, así te encuentras tú en el mar de la consciencia: dentro y fuera, arriba y abajo, por aquí y por allá. Océano y olas. ¿Quién eres tú para alterar eso? ¿Quién eres tú para intentar calmarlo y tranquilizarlo? ¿Cómo vas a hacerlo?

Cuando alguien se preocupa excesivamente por tranquilizar su mente, lo que hace es crearse muchos problemas. ¡Le resulta imposible! Y cuando te enfrentas a una imposibilidad, te sientes frustrado. Entonces piensas en mil y una razones por las cuales no lo consigues. La verdad es que no puede suceder. El Tantra te dice: ¡Obsérvalo! No es asunto tuyo que los pensamientos vayan y vengan. Vienen cuando quieren y se van cuando quieren. ¿Por qué te implicas en ellos? ¿Quién eres tú para aminorarlos? No te pertenecen. Pertenecen al inmenso océano que te rodea. Antes de tu ser, ellos ya eran. Un día desaparecerás, pero ellos permanecerán.

Ahora la ciencia lo corrobora: todo pensamiento es una onda. Por eso una radio puede transmitir pensamientos. Atraviesan muros, montañas, cuerpos. Nada les supone un obstáculo. Radian algo en Nueva York y tú lo oyes aquí. En la actualidad, los científicos intuyen la posibilidad de que muy pronto podamos recoger los pensamientos del pasado, porque los pensamientos nunca mueren. Es posible que un día escuchemos a Tilopa diciendo a Naropa: Es por ti, es por tu fe, que expreso eso que no puede expresarse. Es posible porque los pensamientos nunca desaparecen. Este pensamiento de Tilopa debe encontrarse en algún lugar entre las estrellas. Si pudiéramos captarlo... Puede que la ciencia lo logre algún día, porque cuando un pensamiento es radiado en Nueva York, tarda algún tiempo en llegar a Puna. Sólo son unos segundos, pero tarda un poco. Viaja y seguirá viajando. Dejará esta Tierra y seguirá viajando. Dentro de algunos millones de años llegará a alguna estrella… y si fuésemos capaces de captarlo allí, lo escucharías de nuevo.

Los pensamientos constituyen un océano que te envuelve. Existen independientemente de ti. Tú, simplemente, obsérvalos. Por eso el Tantra te dice: ¡Acéptalos! Llega la marea y es maravilloso. Baja la marea y es maravilloso. ¡Observa esas enormes y rugientes olas que intentan elevarse hasta el cielo! ¡Qué tremenda energía! ¡Obsérvalas! Luego el océano se calma, se relaja y la luna se refleja en él. ¡Qué maravilloso! ¡Obsérvalos! Si eres capaz de observarlos alcanzarás una calma absoluta. Los pensamientos seguirán llegando a la orilla, romperán contra las rocas, y tú, mientras, permanecerás tranquilo y silencioso. No te afectarán.

El auténtico problema no son los pensamientos, sino el verte afectado por ellos. No luches contra los pensamientos. Tan solo conviértete en su presenciador. Entonces no te afectarán. Y eso supone un silencio más rico, recuérdalo. El Tantra siempre está a favor de experimentar para enriquecerte. Existe la posibilidad de crear un silencio muerto, el silencio de los cementerios. Puedes forzar tu mente en tal medida, que tu sistema nervioso se paralice. Entonces los pensamientos desaparecerán porque se requiere un sistema nervioso muy delicado para captarlos. El océano seguirá estando ahí, pero tú no lo percibirás. Habrás perdido tu capacidad receptora.

Esto es lo que les sucede a muchos yoguis, a muchos de esos que dicen ser yoguis: embotan más y más su sistema nervioso. Comen menos para dejar sus cerebros sin energía. Al ayunar, el cerebro no dispone de energía suficiente pues el cuerpo tiene prioridad. Viven de manera que, poco a poco, su sistema cerebral se va paralizando, insensibilizando: sentados en una misma y sempiterna postura, repitiendo monótonamente un mantra. Si repites un mantra continuamente, durante años, tu sistema se irá embotando, porque dejarás de recibir nuevos estímulos. Perderás tu vitalidad.

En realidad, esta clase de hombres no se vuelven más silenciosos, sino más tontos. Podrás observar la estúpida mirada de muchos yoguis. No verás en ella inteligencia, sino embotamiento y estupor, como si se hubieran convertido en piedras. No han alcanzado el silencio, sino que han perdido su inteligencia, han perdido su receptividad, se han embotado completamente. Están muertos. En ellos, nada sucede porque para que algo suceda se ha de tener un sistema nervioso muy delicado, muy receptivo, muy sensible.

Así que éste ha de ser el criterio: si ves resplandecer de inteligencia, de conciencia, de sensibilidad, el rostro de un yogui, como si algo hubiera florecido en él, entonces es que ha Llegado. Sólo entonces surge en él el silencio. De lo contrario, podrás guardar silencio, pero ¿qué clase de silencio será éste? El de los tontos. Los idiotas guardan un perfecto silencio, porque son incapaces de razonar.

Un idiota no es un yogui. Un idiota ha nacido con un sistema cerebral inutilizado. Tú puedes hacer lo mismo con el tuyo mediante el ayuno, mediante las posturas del Yoga. Puedes estar cabeza abajo durante horas; con eso lo conseguirás. El sirsasana es perfecto. Ponte cabeza abajo durante horas y con eso conseguirás que tu sistema nervioso muera, porque tu cerebro solo puede funcionar con un mínimo de energía y de sangre. Sus terminaciones nerviosas son muy delicadas, sensibles y frágiles. No te lo imaginas porque a simple vista ni siquiera se pueden ver. Son mucho más finas que el diámetro de tus cabellos. Los nervios de tu cerebro son como… Si colocarás diez mil nervios uno encima de otro, tendrían el espesor de un cabello. Por eso, si la sangre circulara por ellos en gran cantidad, sencillamente los destruiría anegándolos.

El hombre dispone de un cerebro del que ningún animal dispone. Y eso se debe a que el hombre se mantiene erecto sobre sus dos pies. Por eso la sangre no le llega a la cabeza pues circula en contra de la fuerza de la gravedad. La fuerza de la gravedad atrae la sangre hacia abajo y solo una ínfima parte de ella llega a la cabeza. Por eso puede subsistir este delicado sistema cerebral. Los animales no disponen de él porque se mantienen a cuatro patas con su cerebro al mismo nivel que el resto del cuerpo. Si te pones cabeza abajo, si practicas el sirsasana, durante un solo minuto puede que te sea bueno. Incluso durante un solo segundo puede que te resulte beneficioso porque es como un baño. La sangre irrigará y limpiará tu cerebro, pero justo en ese instante has de regresar a tu postura normal. De lo contrario, si practicas el sirsasana durante varios minutos o durante horas, destruirás tu sistema cerebral. Lo inundarás con tanta sangre que tu cerebro se verá desbordado.

Los yoguis han descubierto muchas maneras de destruir el cerebro. Y una vez lo destruyes, dejas ver el océano… Pero el océano estará ahí, los pensamientos seguirán ahí. Tan solo habrás estropeado tu radio. No creas que dejará de haber transmisiones. Seguirá habiéndolas, pero tu mecanismo receptor no estará operativo. Si encendieras tu radio, si la enchufaras, de inmediato empezaría a sintonizarlos.

El cerebro es, simplemente, un centro receptor. Si lo destruyes, surgirá el silencio, pero ése no es el silencio del Tantra. Y yo tampoco enseño ese silencio. Eso es la muerte. Está bien para un cementerio. Con eso no conseguirás nada; al contrario: estarás malgastando tu vida. Y habrás destruido un instrumento realmente sutil, un instrumento que puede hacerte absolutamente inteligente, un instrumento de tanta sensibilidad que te permitiría gozar y celebrar la Existencia. Lo que se necesita es más sensibilidad, más poesía. Lo que se necesita es más vida y más belleza.

¿Qué hacer entonces? Alcanzar el silencio del Tantra. Fíjate en esas ondas. Cuanto más las observes, más fácil te será ver su belleza. Cuanto más observes, más se te revelarán los sutiles matices del pensamiento. Y eso es maravilloso… pero sigue presenciándolo todo. Quédate en la orilla, siéntate en la playa, o túmbate al sol, y deja que el océano se encargue de su tarea. No interfieras.

Si no interfieres, el océano irá, lentamente, dejando de afectarte. Seguirá rugiendo a tu alrededor, pero no te afectará. Es hermoso en sí mismo, pero está separado de ti. Entre tú y él hay una distancia. Esa distancia es la verdadera meditación, el verdadero silencio. El mundo gira y gira sin parar, pero tú no resultas afectado. Sigues en el mundo, pero no estás en el mundo. Sigues en el mundo, pero el mundo no está en ti. Pasas por el mundo inmaculado, impoluto. Te mantienes virgen. Hagas lo que hagas, te suceda lo que te suceda, te da igual: tu virginidad se mantiene perfecta, tu inocencia sigue siendo absoluta, tu pureza no es destruida.

Aquél que cumple con los preceptos tántricos
y, no obstante, continúa discriminando,
traiciona el espíritu del
samaya.

Y —dice Tilopa— si tratas de mantenerte fiel al camino del Tantra, a los preceptos del Tantra, acuérdate de no discriminar. Si discriminas podrás llegar a ser un filósofo tántrico, pero no un tántrico. No discrimines, no digas: Esto es bueno y eso, malo. Abandona toda diferenciación. Acéptalo todo tal como es.

Cesa en toda la actividad,
abandona todo deseo,

Abandónate a ti mismo, regresa a casa.

permite que tus pensamientos asciendan y decaigan como las olas del océano.

El que nunca contradice el principio de no-discriminación, el que nunca discrimina, es el que sigue el camino correcto.

El que nunca se refugia en nada…

Ésta es una de las cosas más hermosas del Tantra. El Tantra te dice: No tengas hogar, no hagas de ningún lugar tu residencia, no te identifiques ni te aferres a nada. No fijes tu hogar en ninguna parte, porque al mantenerte sin hogar alcanzarás tu verdadero hogar. Si empiezas a poseer, a refugiarte en esto o en lo otro, te quedarás sin casa.

No te aferres a nadie, a nada, a ninguna relación. Disfrútalas, pero no te aferres. Disfrutar no es problema, pero una vez empiezas a aferrarte aparece la mente codiciosa y entonces dejas de fluir, entonces el camino se bloquea. No hagas de ningún lugar tu casa. Entonces morarás en ti. No te aferres a nada. Sólo entonces podrás descansar en ti.

Estos son los dos principios fundamentales: no infrinjas el principio de no refugiarte en nada, ni infrinjas el principio de no-distinción.

El que abandona los deseos sin aferrarse a nada
percibe el verdadero significado transmitido a través de las escrituras.

A través de las escrituras no puedes obtener la Verdad. Pero si alcanzas la Verdad, entenderás las escrituras. Las escrituras no son más que testimonios; dan fe de la Verdad. No puedes aprender la Verdad de ellas, pero una vez conoces la Verdad, ellos la confirman. Todas las escrituras del mundo te dirán: Sí, has Llegado. Ésta es la Verdad. Las escrituras proceden de gente que ha Llegado. Sean cuales sean su simbología y su lenguaje, sean cuales sean sus metáforas, una vez hayas Llegado las entenderás. Entenderás todas sus metáforas, todos sus símbolos, todos sus lenguajes.

La gente me pregunta: ¿Qué estás haciendo? A veces hablas del Tantra y de Tilopa; a veces hablas del Yoga y de Patanyali; a veces hablas de Lao Tse y Chuang Tse, de los taoístas y del Tao; a veces saltas a Heráclito y a Jesús. ¿Qué pretendes? Estoy hablando de lo mismo. No hablo de cosas diferentes. Heráclito, o Tilopa, o Buda, o Jesús, me da lo mismo. Me estoy hablando a mí mismo. Ellos son solo excusas porque una vez Llegas, encajan todas las escrituras del mundo. Deja de haber escrituras hindúes, escrituras judías, escrituras cristianas. De repente te conviertes en la culminación de todas las escrituras.

Yo soy cristiano, hindú, judío, musulmán… porque no soy nadie. Y la Verdad, una vez conocida, trasciende todas las escrituras. Todas las escrituras señalan hacia ella. Las escrituras no son más que dedos apuntando a la Luna. Puede haber millones de dedos… pero solo una Luna. Una vez la descubres, las has descubierto todas.

Siguiendo las escrituras te volverás un sectario: serás un cristiano porque te aferrarás a la Biblia; serás musulmán porque te aferrarás al Corán; serás un hindú porque aferrarás al Gita;… pero no serás religioso. La religiosidad solo surge cuando la Verdad emerge en ti. Entonces no sigues a nadie, sino que todas las escrituras te siguen a ti. Entonces no te aferras a nada, sino que todas las escrituras se aferran a ti. Se convierten en tu sombra. Y todas las escrituras son iguales porque hablan de lo mismo. Sus metáforas, está claro, son diferentes, sus lenguajes son diferentes, pero la experiencia es la misma.

Dice Buda: Pruebes donde pruebes el océano, siempre lo encontrarás salado. Tanto si lo pruebas desde el Corán, como a través de la Biblia, o de la Torá, o del Talmud, el sabor siempre será el mismo. Las escrituras no pueden conducirte a ninguna parte. De hecho, sin ti, están muertas. Cuando alcanzas la Verdad, de repente todas las escrituras cobran vida. A través de ti recobran la vida. A través de ti, renacen.

Esto es lo que estoy haciendo: revivir a Tilopa. Ha estado muerto durante muchos siglos sin que nadie haya hablado sobre él, sin que nadie le haya hecho renacer. Yo lo estoy resucitando. Mientras yo esté aquí, él estará vivo de nuevo. Si estás dispuesto, podrás encontrarle. Estará cerca de aquí. Si eres receptivo, podrás sentir sus pisadas. Se ha materializado de nuevo.

A través de mí, renacerán todas las escrituras. A través de mí, verán de nuevo la luz en este mundo. Me convertiré en su ancla. Esto es lo que estoy haciendo y lo que me gustaría que hicieras con tu propia vida algún día. Cuando comprendas, cuando sepas, recupera del pasado, resucitándolo y renovándolo, todo lo que sea hermoso para que Todos-los-que-han-Llegado puedan volver de nuevo a la Tierra y recorrerla ayudando a la gente.