Silencio interno
Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio, y ellos nos transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha, y luego actúa.
OSHO
EL SILENCIO Y LAS PALABRAS
Los niños con una mirada expresan todo, no necesitan hablar.
Si no los sientes, es porque algo te anda mal.
El silencio es Oro y la palabra es Plata.
El Oro es referido a la conciencia, de naturaleza solar.
La Plata al inconsciente, de naturaleza lunar.
Nosotros los indios sabemos del silencio.
No le tenemos miedo.
De hecho, para nosotros es más poderoso que las palabras.
Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio, y ellos nos transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha, y luego actúa, nos decían. Ésa es la manera de vivir despiertos. Observa a los animales para ver cómo cuidan a sus crías. Observa a los ancianos para ver cómo se comportan. Observa al hombre blanco para ver qué quiere. Siempre observa primero, con corazón y la mente quietos y entonces, aprenderás. Cuando hayas observado lo suficiente, entonces podrás actuar sin temor. Con ustedes es lo contrario. Ustedes aprenden hablando. Premian a los niños que hablan más en la escuela. En sus fiestas todos tratan de hablar. En el trabajo siempre están teniendo reuniones en las que todos interrumpen a todos, y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y le llaman resolver un problema. Cuando están en una habitación y hay silencio, se ponen nerviosos. Tienen que llenar el espacio con sonidos. Así que hablan impulsivamente, incluso antes de saber lo que van a decir.
A la gente blanca le gusta discutir. Ni siquiera permiten que el otro termine una frase. Siempre interrumpen. Para los indios esto es muy irrespetuoso e incluso muy estúpido. Si tú comienzas a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te escucharé. Quizás deje de escucharte si no me gusta lo que estás diciendo. Pero no voy a interrumpirte. Cuando termines, tomaré mi decisión sobre lo que dijiste, pero no te diré si no estoy de acuerdo, a menos que sea importante. De lo contrario, simplemente me quedaré callado y me alejaré. Me has dicho lo que necesito saber. No hay nada más que decir. Pero eso no es suficiente para la mayoría de la gente blanca.
La gente debería pensar en sus palabras como si fuesen semillas. Deberían plantarlas, y luego permitirles crecer en silencio. Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra siempre nos está hablando, pero que debemos guardar silencio para escucharla. Existen muchas voces además de las nuestras. Muchas voces.
¿QUÉ ES EL SILENCIO?
- Es recordar que toda palabra tiene un hoy y un mañana, es decir, un valor del momento y un alcance en el futuro incalculable.
- Es recordar que los conflictos se resuelven mejor callando, que no hablando y que el tiempo influye más en ello que las palabras.
- Es recordar que sería libre hoy, si no hubiera dicho la palabra de ayer, y que la palabra de hoy, será mi cadena de mañana.
- Es recordar que si hubiera diferido una sola hora mi juicio, sobre tal o cual persona o suceso, en esta hora pudo llegar un dato nuevo, que haría variar aquel juicio temerario o cruel.
- Es recordar que el simple hecho de repetir lo que otros dicen, es formar una avalancha, que luego arrastra la reputación y la felicidad de los demás.
- Es no quejarse para no aumentar el dolor de los demás.
- Es no contaminar mis proyectos de miedo a que no se realicen, o de miedo a que me los estorben.
- Es recordar que la palabra al articularse, lleva en sí misma, una parte de la energía necesaria para realizar la idea que encarna.
- Es no exponer la idea o el plan a medio concebir, ni leer la obra en borrador, para no dar como criatura, lo que solo es un anhelo.
- Es la semilla y por eso germina.
- Es la raíz y por eso sostiene.
- Es el capullo donde la oruga se transforma en mariposa y donde la nube se convierte en rayo.
- Es concentrarse, es seguir la propia órbita, hacer la propia obra, cumplir el propio designio.
- Es Meditar, Medir, Pesar, Aquilatar y Acrisolar.
- Es la palabra justa, la intención recta, la promesa clara, el entusiasmo refrenado, la devoción que sabe a donde va.
- Es ser uno mismo y no el tambor que suena bajo los dedos de la muchedumbre.
LA SABIDURÍA DEL SILENCIO INTERNO
Habla simplemente cuando sea necesario.
Piensa lo que vas a decir, antes de abrir la boca. Se breve y preciso, ya que cada vez que dejes salir una palabra, dejas salir al mismo tiempo una parte de tu Chi (energía). De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar, sin perder energía. Nunca hagas promesas que no puedas cumplir. No te quejes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas, porque se producirá alrededor de ti todo lo que has fabricado con tus palabras.
Si no tienes nada bueno, verdadero y útil que decir, es mejor quedarse callado y no decir nada. Aprende a ser como un espejo. Escucha y refleja la energía. El Universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado, porque el Universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones, y nos envía de vuelta el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se representan en nuestra vida.
Si te identificas con el éxito tendrás éxito. Si te identificas con el fracaso, tendrás fracaso. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra habladuría interna. Aprende a ser como el Universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios, porque siendo como un espejo sin emociones, aprendemos a hablar de otra manera, con el poder mental tranquilo y en silencio, sin darle oportunidad de imponerse con sus opiniones personales y evitando que tenga reacciones emocionales excesivas, simplemente permitiendo una comunicación sincera y fluida.
No te des mucha importancia y sé humilde, pues cuanto más te muestres superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión e ilusiones. Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de las opiniones de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible, insondable como el TAO.
No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.
No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar conciencia profunda de la situación, te vas a crear complicaciones. La gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen si, porque saben que ese si no es sólido y le falta valor. Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría.
Si realmente hay algo que no sabes o no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego, porque le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace creer que sabe.
Evita el hecho de juzgar y criticar, el TAO es imparcial y sin juicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada vez que juzgas a alguien, lo único que haces es expresar tu opinión muy personal y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una manera de esconder las propias debilidades. El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra.
Recuerda que todo lo que te molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no has resuelto en ti mismo. Deja que cada quién resuelva sus propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida. Ocúpate de ti mismo, no te defiendas. Cuando tratas de defenderte, en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión. Si aceptas el no defenderte estás demostrando que las palabras de los demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.
Tu silencio interno te vuelve impasible. Haz regularmente un ayuno de la palabra para reeducar el ego, que tiene la costumbre de hablar todo el tiempo. Practica el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de hablar, o por lo menos unas horas en el día, según lo permita tu organización personal. Es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo ilimitado del TAO, en lugar de tratar de explicar con palabras lo que es el TAO.
Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial, dejando aparecer la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría del silencio. Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte completamente. Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya. El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si tu ego se impone y abusa de este poder, el mismo poder se convertirá en un veneno y todo tu ser se envenenará rápidamente, perdiendo la paz.
Quédate en silencio, cultiva tu propio ser interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Dicho en otras palabras, vive siguiendo la vida sagrada del TAO.
EL SILENCIO
El silencio es la explosión de la inteligencia.
Silencio quiere decir: dentro de ti, eres solo espacio, espacio sin estrépitos. Silencio quiere decir que has puesto a un lado todo el mobiliario de la mente -- los pensamientos, los deseos, las memorias, las fantasías, los sueños -- todo lo has empujado al lado. Estás mirando la existencia directamente, inmediatamente. Estás en contacto con la existencia sin nada entre tí y la existencia. Eso es silencio....
El silencio se puede escuchar. Y cuando lo escuchas hay un entendimiento inmediato. El entendimiento viene como una sombra siguiendo el silencio. Entender las palabras y escuchar las palabras es muy simple. Cualquiera puede hacerlo: solo se necesita un poco de educación sobre el lenguaje, no mucha. Pero se necesita una transformación tremenda para escuchar al silencio y entender el silencio. El silencio tiene que surgir de tu ser mismo.
Hay dos tipos de silencio: uno es el que cultivas, el otro es el que llega. Tu silencio cultivado es nada más que la bulla reprimida.... Lo puedes lograr con la práctica pero es como sentarte encima de un volcán --el cual puede estallar en cualquier momento, por cualquiera pequeña excusa. Esto no es verdadero silencio, sino un silencio forzado.
El silencio que se origina de tu ser mismo, que no se impone ni desde afuera ni desde adentro pero que llega justo al contrario -- llega, surge desde adentro hacia las afueras, se origina del centro hacia la circunferencia.... ese es un fenómeno totalmente diferente.
El silencio que nace así, es tan grande que puede contener las palabras, puede contener el habla. Nada puede perturbarlo, es un silencio que no tiene miedo de las palabras. Hay gente que no habla, que parece estar en silencio. Su silencio parece estar en contra del habla -- y un silencio que se pone en contra del habla todavía es parte del habla. Es una ausencia: no es una presencia.
¡La ausencia del habla no es mi silencio! El silencio es una presencia. Te puede hablar. Te puede cantar. Tiene una energía tremenda. No es vacuo, es una realización. El verdadero silencio no es el silencio del cementerio, no es el silencio de la muerte. Es el silencio de la vida, un silencio pulsando con la vida, que al pulsar es positivo, afirmativo. Es un gozo. No es la ausencia de la preocupación. Es la presencia del éxtasis.
Uno puede escapar y lograr un cierto silencio pero solo será una ausencia de tensión, que no es nada especial. El silencio verdadero tiene que existir en la plaza del mercado, en la muchedumbre, ¡en plena rumba! Cuando nada te distrae, cuando nada te perturba, estás centrado. Sé en el mundo, deja que el servir a la gente sea tu meditación y luego encontrarás que llegues al silencio. No escapes, no busques el silencio en el aislamiento o en lugares solitarios. Puedes llegar al silencio, puedes ser meditativo dentro del mundo.
Aprende el silencio. Con tus amigos, con tus amantes, con tu familia, de vez en cuando siéntate con ellos en silencio, sin chismear, sin hablar. Deja de hablar y no solo afuera -- acaba con el monólogo interior. Siéntanse y no hagan nada, solo siendo presencias unos para otros. Pronto encontrarán una nueva manera de comunicar sea través del silencio.
El silencio tiene que pasar por tres puertas: Una es la más periférica: el habla. Habla telegráficamente. Habla lo esencial. Te darás cuenta que noventa por ciento de tu habla es inútil; solo necesitas diez por ciento. Pero ese diez por ciento será más efectivo, más significativo.
El primer paso es hablar lo esencial, sé telegráfico. Luego el segundo paso: piensa solo lo esencial y te sorprenderá. Noventa y nueve por ciento es algo innecesario; solo uno por ciento es esencial y ese uno por ciento quizás, tal vez, pero lo demás es todo estiércol de vaca sagrada.
Deja de pensar innecesariamente sobre cosas innecesarias.
Dejando de pensar lo inútil te ahorrará tanta energía que se puede tomar el tercer paso. El tercer paso es lo más sutil: sentir solo lo esencial. Y si llegas a lo esencial entonces hay solo amor. La rabia, la codicia, la lujuria -- todas esas cosas no son esenciales. Son parásitos, te están explotando. Cuando llegas a lo esencial solo queda el amor. Y cuando tu corazón es solo amor tu puedes entrar al centro mismo del silencio.
Hay que pasar por estas tres cosas:
- La parte de afuera de la mente: el hablar
- La parte interior de la mente: el pensar
- La parte más interior: el sentir.
Cuando has pasado por todas; luego hay silencio y ese silencio es la puerta para encontrar lo divino. Tanto como tu silencio crece, tu amabilidad y amor crecen; tu vida se transforma en una danza de momento a momento, en un regocijo, en una celebración.