La iluminación espiritual

La mente desaprende y el cuerpo se cura

ROMPIENDO PARADIGMAS

Solo sé que nada sé. Sócrates

Debo admitir que durante muchos años acepté ciegamente las verdades que me enseñaron en el hogar, en el Colegio, en la Universidad y en la Iglesia. Aún no comprendo por qué nunca cuestioné nada pues todo lo aceptaba como verdadero.

Fue hace pocos años atrás cuando comprendí que La Verdad es inabarcable por una cultura, por una institución, por un dogma, por un texto. Hoy en día creo que escasamente percibimos un muy pequeño porcentaje de La Verdad, pues cada ser humano percibe lo que cree que es verdad desde su experiencia de vida, sus estudios, investigaciones y creencias, sin darse cuenta que su acción creadora indiscutiblemente influye en lo que observa o cree observar. Dadas así las cosas, todo está impregnado de las creencias del observador que influirán en el resultado de su experiencia de vida y en lo que pretende demostrar y enseñar.

Por eso hoy en día no niego ni afirmo nada. Voy haciendo camino al andar con la información cuyo nivel de vibración resuena con el mío.

Tampoco juzgo ni critico nada, respeto la libertad y el proceso evolutivo de cada ser, comprendiendo que cada uno de nosotros elige lo que desea experimentar, proceso que puede darse desde actos regidos por el ego (inconsciencia) o por el Amor (consciencia).

Sin darme cuenta he aprendido a desaprender y al estar abierta a nuevas verdades me he encontrado con un mundo muy diferente al que creía conocer. Esto me ha permitido experimentar la vida con alegría, conocer la libertad y saber que todo es posible para el que cree.

SOMOS LO QUE PENSAMOS Y CREEMOS

Sé tú el cambio que deseas ver en el mundo. Mahatma Gandhi

Considero importante compartir mi nueva percepción del acto de existir. He aprendido a reconocer que yo no soy este cuerpo físico, mi cuerpo es el vehículo o traje de un hermoso ser de Luz que lo habita. YO SOY un hermoso ser de Luz, así como lo eres tú y como lo somos todos los seres humanos.

Este ser de Luz que habita nuestro cuerpo es eterno, no muere, no envejece y no enferma. A pesar de que todos somos iguales a los ojos del Padre, también somos únicos para El. Nos concedió el don de crear y el don de ser libres.

Como creadores podemos, por medio nuestro pensamiento, palabra, emoción y acción, hacer que acontezcan todo tipo de sucesos en nuestra vida.

Muchos autores explican que el Estado del Ser es la fuente de toda creación, porque:

  • El ser causa un pensamiento (soy alegre, soy feliz, soy aburrido)
  • El pensar causa una emoción y una imagen mental
  • El sentir causa una palabra y
  • El decretar causa una acción que conduce a una experiencia.

Como seres libres podemos elegir qué experiencias vivir y para ello es importante saber con anticipación que queremos ser. Al elegir qué queremos ser deberíamos tener en cuenta nuestro propósito o misión de vida, que en algunas culturas llaman Dharma (misión de vida).

La clave para encontrar el  Dharma es identificar aquello que amamos hacer, que cuando lo hacemos pasan las horas y no nos damos cuenta, que además nos llena de energía y vitalidad. Cuando nuestro trabajo cotidiano es nuestro Dharma o misión de vida, el trabajo deja de ser un trabajo y se vuelve un placer y el resultado es la abundancia, pues recibimos todo lo que necesitamos.

Se dice que la enfermedad es la consecuencia de no hacer lo que amamos hacer, es decir de no trabajar en nuestra misión de vida. Por eso es bien importante retomar nuestro camino -no importa la edad- damos cuenta, es decir ser conscientes, de quien estoy siendo, analizar si eso me hace feliz o al contrario me roba la paz.

Nuestra experiencia de vida actual es producto de lo que pensamos con anterioridad y lo que estamos pensando hoy creará nuestro futuro.

Por eso deseo preguntarte a ti:

  • ¿Qué estás eligiendo y qué estás creando?
  • ¿Amas lo que haces?
  • ¿Has elegido conscientemente ser feliz, ser sano?

MENTE ABIERTA PARA DESAPRENDER

No es lo que quieres lo que atraes, atraes lo que crees que es cierto. Neville Goddard

Un niño nace limpio en sus emociones, cree en todo lo que le dicen, confía en todos los que están cerca de él y es expresivo, juguetón y alegre por naturaleza. Un niño es inocente, ingenuo, transparente en sus actos, sincero en sus palabras y vive en el asombro. Un niño nunca piensa en el pasado ni en el futuro, no guarda resentimientos ni rencores y vive a plenitud cada instante, es decir, vive en un presente absoluto. ¿Dónde está eso que un día fuimos?

A medida que vamos creciendo vamos aprendiendo de nuestros mayores que hay que cumplir normas, que si no las cumplimos recibiremos una paliza, que tenemos que comer lo que no nos gusta, y de esta manera empezamos a conocer el significado del temor, del castigo y del sufrimiento.

Cuando éramos niños nunca se nos ocurrió pegarle a otro niño, más sin embargo, cuando en alguna ocasión otro niño nos agredía, nos decían: defiéndete, pégale más duro, y así aprendimos a agredir.

Nos enseñaron a mentir cuando alguna persona mayor ingenuamente nos decía: di que no estoy o día que estoy ocupado; nos enseñaron a poner nuestra valía en el color de la piel y en el tamaño y ubicación de nuestra vivienda, también en el mejor colegio y en los clubes que frecuentábamos.

Se nos olvidó que el espíritu que nos habita es el verdadero valor y nuestras vidas se centraron en el afuera, en lo externo, dando con ello nacimiento al ego: ¡Yo soy mejor que tú!.

De esta manera aprendimos a vivir en la dualidad, en la creencia de la separación, del sufrimiento y del castigo. Nos sentimos lejos del Creador y lejos de los otros seres, con los cuales empezamos a competir para sobrevivir.

Han pasado los años y no hemos podido comprender que somos UNO en Dios, que lo que le hago a otro me lo hago a mí mismo, que no hay rangos de poder a los ojos de Dios y que cuando vivimos en la inocencia y el Amor, desaparecen todos los debes ser que violentan y agreden nuestro ser interior.

La mayoría de nosotros aprendimos a tener temor del qué dirán lo que nos condujo a ser lo que no somos, a vivir de las apariencias para complacer a los demás, siendo infieles a nosotros mismos e impidiendo experimentar uno de los dones más hermosos que nos otorgó nuestro Creador: el don de la libertad.

Todo este aprendizaje nos condujo a cambiar nuestra percepción del mundo donde vivimos y es así como llegamos a creer que Dios nos creó para sufrir, que la enfermedad es un castigo y que si nos portamos mal seremos condenados.

La tarea propuesta es pues, ¡desaprender! No creer que nos hacen cosas y que tenemos que complacer a los demás. Miremos hacia lo más profundo de nuestros corazones, perdonemos y olvidemos nuestro pasado para empezar a vivir de nuevo, con optimismo, con libertad. haciendo aquello que amamos hacer, no lo que nos obligaron hacer.

Comprender que Dios nos creó para ser felices y que el Universo es nuestra herencia. Comprender que nuestro cuerpo contiene en cada célula la sabiduría divina que conlleva en sí misma la capacidad de auto curación si lo alimentamos con Amor, amándonos y reconociéndonos como lo que somos: ¡Hijos del Creador del Universo y por lo tanto hijos del Amor!

¡Debemos transmutar y trascender nuestras limitaciones para poder liberarnos de ellas!

Y no nos damos cuenta que el futuro es tan impredecible que no existe. Le damos poder a su existencia con lo que sale de nuestra mente, es decir con nuestros pensamientos.

Lo grave de este asunto es que creamos aquello que tememos y mientras tanto estamos lesionando nuestro cuerpo físico gastando grandes cantidades de energía, alterando nuestro sueño, afectando nuestro ritmo cardíaco y disminuyendo la capacidad protectora de nuestro sistema inmunológico.

La mente puede ser nuestra principal aliada, pero también nuestra mayor rival. Nada ocurre en nuestro cuerpo sin que la mente le haya dado una instrucción. Las instrucciones las damos a través de sustancias químicas.

Las hormonas son sustancias producidas por una glándula y los neurotransmisores se producen en el espacio sináptico de las neuronas. El cortisol es una hormona glucocorticoide y se produce en nuestro cuerpo en respuesta al estrés, por eso es comúnmente llamada la hormona del estrés La secreción prolongada de cortisol por estrés crónico puede producir problemas de sueño, cambios en el estado de ánimo, aumento de peso por que aumenta el apetito, contribuye a acumular grasa, inhibe la producción de insulina, aumenta el azúcar en sangre, disminuye la actividad del sistema inmunológico, se producen menor cantidad de enzimas digestivas, se absorben menor cantidad de nutrientes y deshidrata la piel.

La Dopamina es el neurotransmisor -mensajero químico- más abundante del cerebro. También es una hormona que es liberada por el hipotálamo. Es llamada la hormona de la felicidad porque regula el sueño, la atención, el humor, el aprendizaje, la creatividad, la motivación y el deseo; produce emociones de alegría, entusiasmo y vitalidad. Una manera natural de producirla es por medio de la sonrisa; podemos aumentar su producción durante la meditación y el ejercicio físico moderado regular. También decretando frases positivas como por ejemplo: ¡Cada día estoy mejor!

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 85% de todas las enfermedades tienen origen psicosomático, lo que significa que la enfermedad está en la mente. Los investigadores que sostienen que la actitud mental es determinante en nuestra salud, afirman que si la mente puede enfermarnos; ¡También puede curamos!

La Universidad de Harvard, creó el Instituto de Medicina Cuerpo-Mente y el Dr. Herbert Benson, Cardiólogo, es profesor asociado de este instituto. El Dr. Benson es pionero en el estudio de la respuesta de relajación y fue el primer científico occidental en diseñar un método de relajación-meditación para inducir la relajación y contrarrestar los efectos nocivos del estrés. Investigó por más de 30 años el efecto placebo, llamado por él recuerdo de bienestar. Según su criterio, una persona con dolor de cabeza que recuerda cómo se siente en los momentos en que no lo padece, puede disparar un cambio físico que calme o elimine el dolor.

Podemos hacer un alto en el camino y tomar consciencia de lo que estamos creando, elegir un nuevo camino y actuar en consecuencia. La clave está en controlar nuestros pensamientos y emociones. Para lograrlo hay que tratar de eliminar todo pensamiento de negación, mantener una actitud positiva, confiar y creer en un futuro mejor, mirar el vaso medio lleno en lugar del vaso medio vacío.

Si es muy difícil controlar nuestros pensamientos negativos podemos poner nuestra mente en un estudio, película, hobby o trabajo. Sentiremos un gran descanso, ¡lo puedo asegurar!

Nota: Quiero dar un especial agradecimiento la Dr. Elizabeth Gilchrist B., autora del libro El Cuerpo se Cura por compartir sus conocimientos y su sabiduría que son luz y esperanza para una humanidad con ansias de un mundo mejor. Bendiciones por su hermosa labor.


El cuerpo se autocura con hábitos de vida saludables y actos conscientes de Amor.

Elizabeth Gilchrist B