Más allá de toda religión
Para encontrar a Dios Todo y Eterno basta abrir los ojos y saber ver. Donde quiera que uno mire allí está Él, porque Dios es todo lo que ven tus ojos.
ANONIMO
ABRIR LOS OJOS Y VER
Para encontrar a Dios basta abrir los ojos y saber ver.
Donde quiera que uno mire, allí está Él; por que Dios el todo lo que ven tus ojos.
La vida es un laberinto; pero los que saben buscar encuentran la salida.
¿QUÉ ENSEÑARON LOS ANTIGUOS SABIOS?
Cree en aquellos que buscan la verdad; duda de aquellos que creen haberla encontrado.
ANDREÉ GUIDE
Es mejor volverse atrás que perderse en el camino.
Los pueblos están en estado de coma cuando en ellos no se encuentra un filósofo a quien importe la verdad; ni un profeta que, en nombre de Dios, denuncie el crimen; ni un poeta que llore las desgracias nacionales, ni gente de corazón puro que con más frecuencia mire hacia el cielo.
LA FILOSOFÍA
Paralelamente al nacimiento de las religiones, han surgido grandes sabios los cuales han nutrido al mundo con su ejemplo de vida y han iluminado la esfera terráquea con su exquisita filosofía.
Ellos han tratado, con enseñanzas y ejemplos, de respondernos a las preguntas más acuciantes que nos trituran el pensamiento; pero es importante comprender que las palabras son débiles símbolos para asegurar la comprensión de los misterios que rodean nuestra existencia.
Está en cada individuo, por medio de un correcto esfuerzo y llevando una vida acorde a la sabiduría, el descifrar la grandeza que se esconde tras las siguientes enseñanzas propuestas por los más grandes sabios de la humanidad.
Hay algo de verdad en todas las enseñanzas pero ninguna posee toda la verdad. Únicamente desechando todos los prejuicios y las tradiciones sin sentido, podemos participar de la energía Divina que puja por salir del interior de cada ser.
Sabían los antiguos que las mujeres, debido a su extraordinaria sensibilidad, tienen un poder especial para afirmar lo oculto y adelantarse al los acontecimientos de las cosas; por tal motivo eran tenidas muy en cuenta y no faltaban las druidesas* en los templos.
Afirmaron los antiguos sabios que, aunque la verdad esta muy por encima de religiones, doctrinas y dogmas, el hombre esta dotado de razón suficiente para examinar, por si mismo, los capitales misterios de la vida, la existencia y los fenómenos que ocurren en el universo.
QUIÉN ES DIOS
Tratar de definir el Absoluto con palabras es limitarlo; y, limitar a Dios englobándolo en palabras, equivale a negarlo.
Lo infinito escapa al pensamiento finito y limitado. Definir a Dios es negar su poder, y ponerle un nombre es rebajarlo al mundo fenoménico en el cual nos desenvolvemos.
Dios esta más allá del conocimiento y la imaginación terrena; es incognoscible; de echo indefinible e inefable. Por razones tan evidentes los primeros sabios no le daban nombre alguno.
Así que los sabios lo designaban impersonalmente con la palabra sánscrita Tat, que equivale a Aquello, Brahman o Absoluto. Algo sin atributos ni cualidades ni nombre, pero que su existencia se reconoce y su penetrante Majestad Divina se siente por todas partes.
Ninguno de los antiguos filósofos negó la existencia de Aquello (Dios) y el error más grande que se ventila entre los poco informados es decir que Buda fue ateo: No hay nada en el Budismo que niegue o anatemice la existencia de Aquello, tan solo se guarda silencio.
Buda y Kapíla aceptaban la existencia de Aquello. A nivel personal pienso que quienes tratan de encerrar a Dios en unas cuantas letras, lo limitan y, por tanto, lo niegan; además, creer en dioses falsos o definibles con palabras es una forma clara y verdadera de ateismo.
Por medio del cerebro no llegaremos a Dios; mas, con alma, corazón y, sobre todo, con una inmensa compasión y respeto por todos los seres que bajo el firmamento existen, sí podemos ver y entender a Dios tal como entiende un hijo pequeño a su Padre amoroso.
LAS PRIMERAS ENSEÑANZAS
Los sabios antiguos aconsejaban a sus alumnos a evitar toda creencia impuesta (fe ciega), y los invitaban a alejarse de todo lo que fueran dogmas y rituales inventados por autoridades arbitrarias y opulentas:
Una cosa no es cierta porque todo el mundo la sigue; o porque la tradición hace mucho tiempo la transmite de generación en generación. Tampoco algo es cierto porque una persona muy famosa lo dice, ni porque padre y madre lo han inculcado.
Aconsejaban los antiguos sabios examinar las cosas por sí mismos, con serena dedicación y gran tino, todo a la luz de la ciencia y la razón y, sobre todo, con una mente pura, limpia de cualquier deseo o condicionamiento interesado.
Luego les hacían notar como en el aspecto fenoménico de la Naturaleza existe una serie de sucesos que aparecen y se desvanecen tal como surgieron; de tal manera que nada hay permanente y todas las formas son inestables; por tanto perecederas.
En consecuencia, ninguna cosa en el mundo tiene existencia real. Tanto la vida como las cosas son huidizas, aparecen, cambian y desaparecen formando una ilusión o engaño que tortura a los seres que se apegan a las cosas.
No obstante, tras ese velo de existencia perecedera se escondía una ultérrima realidad la cual, como antes vimos, los sabios, en vez de darle un nombre limitado a algo incognoscible e ilimitado, simplemente se referían con la palabra Aquello.
EL DESAPEGO
El hombre entre más posee más desea, y, entre más desea, más sufre. El deseo no se calma con la posesión porque ésta alimenta el deseo por más cosas. Los apegos del cuerpo son miel de adormideras que parecen dulces pero tienen dejes de amarga ponzoña.
Siempre han enseñado los sabios que la felicidad verdadera dimana de la renuncia a las cosas materiales y a la contemplación de los deseos del alma, de esa tierra perdida, morada eterna del Espíritu. Tal es la enseñanza de Kapila el insigne Sankhya.
El hombre, una vez alcanzado un deseo, ya no le satisface como antes; por que los deseos comienzan a morir una vez conquistados.
Quien obtiene lo que le basta, no debe desear más; porque, aún los más inocentes deseos nos conducen a otros y entre todos nos esclavizan.
Bien aventurados los que no desean nada porque nunca sufrirán desengaños; por tanto aprende a no desear nada y serás la persona más rica del mundo.
LA ILUSIÓN
Todas las filosofías de la india insisten en la ilusión o falacia de la vida material como resultado de la ignorancia y de los engañosos deseos; y que la verdadera sabiduría es librarse, cuanto antes, de esos apegos y posesiones innecesarias que estorban a quienes cargan con ellas y privan a los demás de lo necesario.
Al otro extremo tampoco hay salida por el camino de las privaciones absolutas ni por medio de los sacrificios extenuantes.
Menos aun, la muerte no emancipa el alma de la vida corporal porque el Karma la volverá a encadenar en un nuevo renacer.
Buda propone el camino del medio, alejado de todo extremo, como sendero ideal para salir de este mundo de sufrimientos.
¡OH!, cuánto pierde los que únicamente se dedicaron a conseguir bienes materiales. No saben que la riqueza espiritual es la única que no sufre bancarrotas.
Pero esta riqueza eterna no se logra conseguir al final de a vida si no desde ahora mismo, y luchando continuamente. En la naturaleza esta la gran riqueza.