La lógica y la razón
Debemos razonar lógicamente, sanamente; descubrir una distinta cualidad de la mente, no comprometida con dogma alguno, no atada a ninguna creencia.
JIDDU KRISHNAMURTI
BUSCANDO LA VERDAD
La razón y la lógica solas no descubrirán la verdad.
La razón y la lógica no han resuelto nuestros problemas humanos, y nosotros vamos a averiguar si existe una manera por completo diferente de abordar todos los problemas y afanes de la vida.
Daremos con algo que está más allá de la razón; porque la razón no ha solucionado ninguno de nuestros problemas políticos económicos o sociales; ni tampoco ha resuelto los íntimos problemas humanos que hay entre dos personas. Se vuelva más y más obvio que vivimos en un mundo que se desmorona, que ha enloquecido por completo, que se ha vuelto un lugar totalmente desordenado y peligroso para vivir en él.
Hasta llegar a cierto punto, debemos razonar juntos lógicamente, sanamente, holísticamente; después, más allá de ese punto quizá podremos descubrir un estado distinto, una distinta cualidad de la mente, no comprometida con dogma alguno, no atada a ninguna creencia, a ninguna experiencia y, por lo tanto, una mente que es libre para observar y, a través de esa observación, ver exactamente 'lo que es'.
Uno debe empezar sin ninguna conclusión, sin ninguna creencia o dogma que condicionen a la mente; ésta debe hallarse libre para observar, para aprender, para moverse y actuar. Una mente así es una mente compasiva, porque la compasión no tiene causa; no es un resultado. La compasión adviene cuando la mente es libre, y entonces produce una fundamental revolución psicológica. Es esa evolución psicológica la que nos interesa desde el principio al fin.
Nos preguntamos: ¿qué es lo que estamos buscando? ¿Bienestar físico? ¿Seguridad física? En el fondo, ¿No existe el requerimiento o el deseo de estar totalmente seguros en todas nuestras actividades, de hallar estabilidad, certidumbre y permanencia en todas nuestras relaciones? Nos aferramos a la experiencia que nos brinda cierta condición de estabilidad, o alguna identificación que nos da un sentimientos de permanencia, de bienestar. En una creencia hay seguridad; en la identificación con un dogma particular, político o religioso, hay seguridad. Si somos viejos, encontramos seguridad o dicha en el recuerdo de las cosas pasadas, en las experiencias que hemos conocido, en el amor que hemos tenido; nos aferramos al pasado. Y si somos jóvenes y alegres, por el momento estamos satisfechos y no pensamos en el futuro ni en el pasado. Pero, poco a poco, la juventud se desliza en la vejez, con su deseo de seguridad, con la ansiedad de la incertidumbre, de no poder depender de nada ni de nadie y, no obstante, ansiando profundamente tener algo seguro a lo cual asirse.
Debemos examinar atentamente si existe en lo absoluto la seguridad psicológica. Y si no hay seguridad psicológica, ¿habrá de enloquecer un ser humano? ¿se volverá totalmente neurótico porque no tiene seguridad? La mayoría de los seres humanos son, probablemente, un poco neuróticos. Un comunista, un católico, un protestante o un hindú, cada uno de ellos está seguro en su creencia; no tiene miedo porque está aferrado a esa creencia. Y cuando uno comienza a investigar, o a cuestionar, o razona con él, en cierto punto él se detiene y no quiere examinar más; resulta demasiado peligroso, él siente que amenazan su seguridad; entonces cesa la comunicación. El podrá razonar, pensar lógicamente hasta llegar a cierto punto, pero es incapaz de abrirse paso hacia una dimensión por completo diferente; está clavado en un hábito y ya no investigará ninguna otra cosa.
¿Dá realmente seguridad eso? El pensamiento, que ha creado todas estas creencias, dogmas, experiencias, divisiones, ¿da seguridad Nosotros funcionamos con el pensamiento; toda nuestra actividad se basa en el pensamiento, horizontal o vertical; si uno aspira a grandes alturas, el pensamiento se está moviendo en línea horizontal. Entonces, fundamentalmente, básicamente, ¿brinda seguridad psicológica el pensamiento? El pensamiento tiene su lugar; pero cuando presume que puede producir seguridad psicológica, está viviendo una ilusión. Deseando la seguridad máxima y final, el pensamiento ha creado una cosa llamada dios, y la humanidad se adhiere a esa idea. El pensamiento puede crear toda clase de ilusiones románticas. Y cuando la mente busca seguridad en lo psicológico, cuando la busca en el dogma de la iglesia, o en alguna otra afirmación dogmática, o en lo que fuere, está buscando seguridad en la estructura del pensamiento.
El pensamiento es la respuesta del conocimiento y la experiencia acumulados, como memoria, en el cerebro; esa respuesta está, por lo tanto, moviéndose siempre desde el pasado. Ahora bien, ¿hay seguridad en el pasado? Por favor, usen la razón, la lógica, empleen toda energía de que disponen a fin de descubrir.
¿Puede alguna actividad del pensamiento -que esencialmente pertenece al pasado- dar seguridad? Sigan la secuencia de ello; el pensamiento busca la seguridad en lo mismo que él ha producido, y esa seguridad es del pasado. El pensamiento dice: Voy a alcanzar la divinidad, aun cuando pueda proyectar el futuro, ese movimiento viene esencialmente del pasado. O, reconociendo que no hay seguridad en el pasado, el pensamiento proyecta entonces una idea, un estado ideal de la mente, y encuentra seguridad en la esperanza de que eso ocurra en el futuro.
Un ser humano durante toda su vida depende del pensamiento y de las cosas que el pensamiento ha producido como las más esenciales: la santidad, la impiedad, la moralidad, la inmoralidad, etcétera. Viene alguien y dice: Ahora mire, todo eso es el movimiento del pasado. Después de razonar con él lógicamente, el otro exclama: ¿Por qué no, que hay de malo en aferrarse al pensamiento aun cuando éste sea del pasado Reconoce eso y, no obstante dice: Me aferraré al pensamiento, ¿que tiene de malo? Sin embargo, cuando la mente humana vive en el pasado y se aferra al pasado, es incapaz de vivir, de percibir la verdad.
Nosotros llegamos hasta un punto determinado en que decimos: Sí, veo y reconozco lógicamente que en esas cosas no existe seguridad, y que cuando ellas son cuestionadas, hay temor. Y cuando afirmamos que vemos eso, ¿qué queremos decir con la palabra 'ver'? ¿Se trata meramente de una comprensión lógica, verbal, lineal, o es una comprensión tan profunda que la misma comprensión desbarata, sin ningún esfuerzo, todo el movimiento del pensar? Cuando alguno de ustedes afirma: Yo comprendo lo que usted dice, ¿qué entiende por la palabra 'comprender'? ¿Se refiere a que comprende las palabras del idioma? ¿Es una comprensión de las palabras, del significado de las palabras, de la explicación de las palabras y, por consiguiente, es una comprensión que se encuentra en un nivel muy superficial? ¿O es que cuando uno afirma: Yo comprendo, quiere decir realmente que 've', que observa la verdad de lo que es el pensamiento; que verdaderamente siente, percibe en su sangre -por decirlo así- que el pensamiento, cualesquiera sean las cosas que pueda crear, no tiene seguridad? Uno 've' la verdad de ello y, por consiguiente, está libre de ello. Ver la verdad de ello es inteligencia. Tal inteligencia no es la razón, la lógica o la muy cuidadosa explicación dialéctica; esta es meramente la exposición del pensamiento en diversas formas; y el pensamiento nunca es inteligente. La percepción de la verdad es inteligencia, y en esa inteligencia hay seguridad completa. Esa inteligencia no es de ustedes ni mía, esa inteligencia no está condicionada, hemos terminado con todo eso. El propio movimiento del pensar crea el condicionamiento, y cuando ustedes comprenden este proceso, esa comprensión misma es inteligencia. En esa inteligencia hay seguridad, y de allí surge la acción.
Podemos abordar esta cuestión desde diferentes campos: el temor, el placer, el dolor, la muerte, la meditación; pero la esencia de ello es ésta: el pensamiento se mueve desde el pasado, por lo tanto, pertenece al tiempo y en consecuencia es mensurable. Aquello que es mensurable jamás puede encontrar lo inmensurable, que es la verdad. Eso solo puede ocurrir cuando la mente ve, de hecho, la verdad de que no hay seguridad en ninguna de las cosas que ha creado el pensamiento, cualesquiera éstas sean.
Cuando existe esa inteligencia, entonces todo se ha terminado, uno está fuera de este mundo, aunque pueda vivir en él. Aunque uno trate de hacer algo en este mundo, es completamente un extraño.