La consciencia desnuda no es dual

El pensamiento «Yo estoy consciente» no puede ser la consciencia. La mente no tiene el poder del sentimiento de presencia o presencia de consciencia.

SAILOR BOB ADAMSON

PRESENCIA DE CONSCIENCIA

La mente es conceptual y dualista... la consciencia desnuda no es dual, ni conceptual.

Para conocer lo que eres, no tienes que decir yo o soy o es o ninguna otra palabra. Simplemente eres. Ese acto de SER está ahí sin ninguna etiqueta. Reflexiona sobre el yo. No se puede hacer gran cosa solamente con ese yo.

Para darle alguna aparente sustancia y alguna aparente naturaleza independiente, construimos otros conceptos sobre él. Yo soy Bob, Yo soy australiano, Yo soy un gran tipo, Yo me gusto a mí mismo o Yo me odio a mí mismo. Me sucedió esto y tuve una mala época, con la gente en mi contra, o la gente no me gusta o sí me gusta, o yo soy más listo que tú o menos listo que tú.

Estos numerosos conceptos se añaden al pensamiento básico yo y nos formamos una imagen mental acerca de a lo que se parece el ser eso. Hemos construido una imagen y eso es todo lo que es: una imagen. Una imagen es una idea, un concepto o dibujo. Estos cuadros de la pared son imágenes. No son la cosa real que representan. Son símbolos de algo. No son ellos mismos la cosa real.

Entonces, de igual manera, si nos miramos, vemos que no somos estas ideas que tenemos de nosotros mismos. Vemos que no tienen ni sustancia propia ni naturaleza independiente. No tenemos que ser lumbreras o grandes intelectuales o algo así, para entender esto. El más simple de nosotros puede ver y conocer. Ese acto de conocer, ese ver y entender está sucediendo siempre, independientemente del contenido de ese entendimiento. Básicamente, el surgir del contenido no podría suceder sin ese ver, ese conocer y ese entender. Ninguno de esos pensamientos podría tener lugar fuera de ello.

El conocer, el ver y el entender, es lo que tú eres. No es nada que pueda ser conceptuado o definido y sin embargo en eso hay un vivir, una vitalidad y un conocer ¡Y siempre está ahí! Simplemente, intenta apartarte de ello a ver si lo consigues. Intenta dejar de oír. Intenta dejar de conocer. Intenta dejar de vivir. Mira a ver qué poder tienes para conseguirlo. Viendo que no puedes parar nada de eso, sacarás la conclusión de que esa entidad tuya, aparentemente separada, no tiene poder en absoluto.

La entidad, el pensamiento yo, no puede oír, no puede ver. El pensamiento: Yo estoy consciente no puede ser la consciencia. El pensamiento no tiene el poder de hacer ninguna de esas cosas. Sin embargo, todo eso está sucediendo. Todo está sucediendo independientemente de cualquier poder separado, de cualquier individuo o entidad. Ese poder separado, individuo o entidad aparentes, solo pueden aparecer dentro de ese acontecer, en ese conocer, en ese sentimiento de presencia o presencia de consciencia. No pueden aparecer fuera de ello. Por lo tanto dependen de ello, pues ello es lo que tiene el poder y no la cosa a lo que se lo atribuimos. Ello es el único poder.

Y ¿es ello particularmente tuyo? ¿Es particularmente mío? Si lo miras atentamente, ¿es diferente aquí que allí? ¿Hay un aquí o un allí a menos que conceptualicemos? No se tú, pero yo no puedo encontrar aquí nada con un poder propio o una naturaleza independiente. Echa un vistazo y mira por ti mismo.

Todo básicamente es eso. Desde el primer momento decimos: Comienza por el hecho de que tú ya eres eso ¡Tú ERES YA ESO! Siempre lo fuiste y siempre lo serás. Quédate ahí, con ello durante un tiempo, y comprueba si es verdad lo que digo, sin caer en los porqué del asunto o los pero o en cualquier otra cosa o historia conceptual, que siempre estará basada en el tiempo. El tiempo mismo es esa historia. Esa historia no puede existir sin la noción de tiempo, porque cualquier historia tiene un principio y tiene un final. Pero ¿puedes decir que hubo un tiempo en el cual no había esa sensación de presencia?

Regresa hacia atrás con la memoria todo lo que puedas recordar y date cuenta de que esa presencia de consciencia precede incluso a la memoria, porque después de retroceder todo lo posible, surge el pensamiento: ya no recuerdo. Por lo tanto no puedes decir que hubo un tiempo en el que no estabas presente. Puedes imaginar un tiempo en que eso fuera posible, pero es solo imaginación.

La única realidad que conoces y el único tiempo, llamémoslo así, que puedes conocer es el aquí mismo y ahora mismo. Cualquier cosa que esté separada del aquí mismo y del ahora mismo, o bien es un recuerdo o es imaginación. No puede ser otra cosa.

Así que decimos que tú eres ya eso, comienza por ahí y comprueba que lo que digo es verdad. Mira cómo cualquier movimiento lejos de esto (de este momento actual) es una creencia errónea. Busca a ver si existe alguna entidad dotada de poder propio o una naturaleza independiente. Mira por ti mismo. Entonces nadie será capaz de convencerte de algo diferente. Nadie será capaz de moverte de ahí. Nadie será capaz de darte nada. Estarás más allá de la necesidad de ayuda. Eso es lo que me dijo Nisargadatta: La única manera que tengo de ayudar a alguien es llevarle más allá de la necesidad de ayuda.

Para ello, lo único que tuvo que hacer fue señalarme lo que yo no era.
Y eso me dejó con lo que era, lo que siempre fui.

Y como ya he dicho, yo no era una lumbrera. Pero no pude hacer otra cosa sino verlo. Y en el simple hecho de verlo, hubo una liberación de todas esas creencias erróneas. Esto no significa que esas creencias no vuelvan a aparecer ya jamás. Significa que ya no las veo como verdades. Es como el mar azul, siempre que me he acercado al mar lo he visto azul pero he sabido también siempre que no puedes jamás sacar de él un cubo de agua azul. Esa es la diferencia; hay un conocimiento de la verdad, un conocimiento de que eres eso, bajo cualquier circunstancia, enfrentado a problemas, pruebas, tribulaciones o cualquier otra cosa que esté pasando. Si miras atentamente, verás que todas esas pruebas y tribulaciones que han acontecido nunca contaminaron esta verdadera esencia.

Entonces, entiendes su sencillez y te das cuenta: ¡Caramba! nunca fui otra cosa que eso. ¿Para qué tanto jaleo? Y eso es todo.