Inmortalidad
Dentro de nuestras formas externas yace el alma. En esencia no somos diferentes. Somos amor, somos conciencia, somos luz, somos inmortalidad total.
RAJINDER SINGH
SEXO ESENCIAL
Dentro de nuestras formas externas yace el alma.
INTRODUCCIÓN
Otra cualidad que define al alma es la conectividad. Acerca de esto, Sant Rajinder Singh Ji escribe: El alma es luz y amor. Si pudiéramos ver a la humanidad desde un elevado punto de vista, advertiríamos la luz que ilumina a cada alma, igual que cuando volamos de noche en un avión y miramos hacia la tierra, que vemos miríadas de luces. La luz de cada alma es una y la misma. Dios no hace diferencias entre estas luces porque todas son de la misma esencia del Creador. Lo que las hace diferentes es la forma humana externa que las rodea.
Cuando reconocemos nuestra alma, alcanzamos la misma conciencia que Dios. También nos dice: Dentro de nuestras formas externas yace el alma. Esto significa que en esencia no somos diferentes. Somos todo amor, somos conciencia total, somos luz total, somos inmortalidad total. En efecto, esto nos hace parte de una sola familia. Si nos preguntan de qué raza somos, todos debemos responder que somos parte de la raza humana. En la siguiente lectura, Sant Darshan Singh Ji habla del aspecto inevitable de la muerte y la inmortalidad del alma.
Edith Wharton, la renombrada escritora inglesa, cuenta una interesante historia acerca de un gran sultán. Una vez, mientras el sultán estaba sentado en su palacio en Damasco, un joven que era uno de sus súbditos favoritos, entró corriendo a su habitación. Con mucha angustia el joven exclamó: ¡Tengo que salir ya mismo para Bagdad!. Entonces, le rogó al sultán que le prestara su caballo más veloz. El sultán le preguntó: ¿Por qué tanta prisa en salir? El joven dijo: Su majestad, cuando pasaba por el jardín hace unos minutos, vi a la Muerte parada allí. Al verme, alzó sus brazos amenazantes. Quiero escapar ya mismo de sus garras. El sultán se compadeció y le facilitó su caballo más veloz.
Poco tiempo después de que el súbdito había partido, el sultán fue al jardín y encontró a la Muerte todavía allí. Con indignación exclamó: ¿Cómo te atreves a amenazar a uno de mis súbditos favoritos? Asombrada, la Muerte dijo: Su majestad, no lo amenacé, solamente alcé mis brazos sorprendida al ver a este joven aquí en Damasco sabiendo que esta noche tenemos una cita en Bagdad.
Como el joven del relato, nosotros también intentamos escapar a nuestro encuentro inevitable con la muerte. Estamos dispuestos a gastar cualquier suma de dinero con tal de evitar la enfermedad y la muerte. Incluso, cuando los médicos dicen que nuestra muerte es inminente, gastamos miles y miles de dólares tratando de conservar la vida por uno o dos días más e incluso, por unas cuantas horas más. A pesar de nuestros esfuerzos y de los maravillosos avances de la ciencia médica, la muerte sigue siendo inevitable. La humanidad no ha podido conquistarla. En verdad, la muerte ha sido y seguirá siendo la única cosa cierta aquí en la tierra. Como dijo Gurú Nanak: La vida es una mentira; la muerte es una realidad.
¿Es la búsqueda de la inmortalidad una tarea en vano? De ninguna manera responden los santos. Ellos nos han dicho que los seres humanos somos de la misma esencia de Dios y que ciertamente podemos alcanzar la inmortalidad. Pero también nos dicen que hasta ahora, nuestros esfuerzos han estado mal encaminados. La inmortalidad de la que hablan no es del cuerpo, sino del alma. Si desde el amanecer de los tiempos, la humanidad se rehúsa a aceptar la supremacía final de la muerte, es porque intuitivamente sabe que es inmortal. En esencia somos espíritu.
Todos los verdaderos santos han encontrado la respuesta al problema de la muerte. Nos enseñan que debemos hacer el mejor uso de nuestra energía y desarrollar el espíritu o alma, porque es esta fuente interna de divinidad la que es inmortal. El primer discurso de Sant Kirpal Singh Ji, en Occidente, se tituló: Hombre conócete a ti mismo. Ese, en verdad, ha sido el mensaje de los santos en todas las épocas. Ellos vienen a recordarnos nuestra verdadera identidad. El misticismo, nos dicen, no es un vuelo de la imaginación, más bien, es una ciencia interna práctica.
Hay unos cuantos conceptos erróneos acerca del yoga y la espiritualidad. Muchas personas ni siquiera creen la autenticidad de las experiencias místicas. Quienes sí lo creen, a menudo piensan que es un regalo de Dios para unos pocos que lo reciben por casualidad y que es algo que está más allá del dominio del ser humano corriente. Así como la muerte es universal e inevitable, la solución al problema de la muerte también lo es y está al alcance de todos.
Una vez, el escritor inglés G. K. Chesterton, estaba sentado con varios amigos escritores. Discutían sobre cuáles libros les gustaría tener si quedasen abandonados en una isla solitaria. Uno de ellos dijo que le gustaría leer la Biblia. Otro dijo: La obra completa de Shakespeare. Cuando le pidieron su opinión, el respondió: La guía práctica de Thomas para construir barcos.
LA ESPIRITUALIDAD
La espiritualidad, en su verdadero sentido, demanda un enfoque práctico igual.
No es un sendero de fe ciega o dogmas. No podemos lograr nuestra meta, simplemente leyendo libros y escrituras. La espiritualidad no solo plantea algunas verdades sobre la naturaleza de la vida, sino que nos ofrece una forma de experimentar estas verdades directamente, a través de las prácticas espirituales. Estas se sustentan en la experiencia de las personas y su percepción directa.
Como Sant Kirpal Singh Ji solía decir: Todos los sentimientos, emociones y deducciones están sujetos a error. Ver está por encima de todo. Hazur Baba Sawan Singh Ji y Sant Kirpal Singh Ji, los dos grandes Maestros a cuyos pies de loto tuve la buena fortuna de sentarme, presentaron la espiritualidad como la madre de todas las ciencias. Recalcaron que, si practicamos las enseñanzas espirituales de los Maestros, podemos elevarnos por encima de nuestra limitada conciencia física y tener experiencias místicas siguiendo un proceso natural a través de la meditación. Estas experiencias nos llevan a la unidad de nuestra alma con Dios y pueden darnos la inmortalidad en esta misma vida.