Evangelios de los 12 santos
El evangelio expone las doctrinas de Cristo sobre la compasión universal, vegetarianismo y la bondad a los animales y la abolición de los sacrificios.
CRISTIANOS ORIGINARIOS
El Evangelio original
En 1881, el Reverendo G. J. Ouseley, un clérigo irlandés, afirma haber encontrado el Evangelio original del cual surgieron los cuatro Evangelios actuales. Este Evangelio, dice Ouseley, fue preservado en uno de los monasterios budistas tibetanos, donde fue salvado por la Comunidad Esenia de las manos de los corruptores, y ahora, por primera vez, es traducido del arameo.
Esta declaración fue hecha por el Reverendo Ouseley en el prefacio de la publicación de este Evangelio, en un libro titulado El Evangelio de los Doce Santos. En una introducción a este trabajo, E. F. Udny escribe: Cuando los Evangelios fueron alterados, las Epístolas y el Apocalipsis probablemente ya existían, y si los Evangelios fueron manipulados no cabe duda de que el resto del Nuevo Testamento también lo fue. Además, éste último se encuentra igualmente desprovisto de las enseñanzas que fueron eliminadas de los Evangelios. Es posible que algunas copias intactas de las Epístolas y el Apocalipsis también fueran enviadas por los Esenios a la seguridad de un monasterio budista y que, cuando el mundo haya asimilado el Nuevo Evangelio, éstas nos sean igualmente entregadas.
El Reverendo Ouseley afirma que recibió una trascripción del Evangelio original de un monasterio budista tibetano, donde es preservado. El Reverendo Ouseley escribe: Los primeros padres cristianos realizaron muy bien su trabajo de destruir las fuentes y los registros de los cuales recolectaron la información y los datos que colocaron en la Biblia. Pero no pudieron destruirlos completamente: algunos escaparon, y mientras son descubiertos en diversos lugares por investigadores pacientes, es asombroso ver cómo han engañado al mundo.
El Evangelio original se preserva en uno de los monasterios budistas tibetanos y está escrito en arameo. Los correctores (hombres autorizados para Corregir el texto de la Escritura según los intereses de lo que era considerado como ortodoxia) eliminaron cuidadosamente de los Evangelios ciertas enseñanzas de Nuestro Señor que no estaban dispuestos a seguir, particularmente aquellas en contra del consumo de carne, y también las historias de cuando nuestro Señor intervino en varias ocasiones para evitar el maltrato de los animales e incluso las interesantes e importantes enseñanzas que sobresalen siempre en las escrituras orientales.
Nos hemos referido con anterioridad a los Correctores contratados por los padres de la Iglesia en el Concilio de Nicea para alterar el texto original de los Evangelios, quienes suprimieron las doctrinas que no eran del agrado de Constantino, su emperador. Ellos deseaban convertirlo al cristianismo, religión a la que él se oponía. Entre las doctrinas más inaceptables se encontraban la prohibición de consumir carne y alcohol y la recomendación de ser bondadosos con los animales, las cuales constituían las doctrinas fundamentales de las enseñanzas de Cristo. Sobre este tema, Udny escribe: Lo más importante de la corrupción del texto radica no tanto en la cantidad, sino en la naturaleza del material suprimido por los correctores. Es evidente que los correctores y quienes los designaron no estaban dispuestos a delatar su filete y su cerveza, convenientes aliteraciones para la carne y el alcohol.
En el Evangelio original, escrito en sánscrito y arameo, se recalcaba el deber de abstenerse de la carne y el vino, mientras que en versiones posteriores fue omitido. Naturalmente, los fundadores de la Iglesia cristiana se opusieron a estas doctrinas, pues ellos, al igual que su emperador Constantino, comían carne y bebían vino, y aceptarlas hubiera implicado una transformación radical de sus hábitos de vida. Ellos interpretaron la primera premisa como No asesinarás, dando a entender que este mandamiento se aplicaba solamente a los seres humanos y que sacrificar animales no era asesinar.
El Evangelio original, que representaba las enseñanzas de Cristo, el Señor del Amor, enseñaba a no lastimar y a tener compasión hacia todos los seres vivos, incluyendo animales y seres humanos. Por las razones señaladas anteriormente, los sacerdotes romanos de Nicea se opusieron a estas doctrinas y las eliminaron de los Evangelios, transformándolos drásticamente para que fueran aceptables por Constantino, quien gustaba demasiado de las carnes rojas y los ríos de vino de sus banquetes nocturnos como para aceptar una religión que prohibiera esos placeres. Este fue uno de los principales motivos por los cuales Constantino persiguió tan ferozmente a los primeros cristianos que apoyaban estas doctrinas. Y fue debido a esta persecución que los padres de la Iglesia transformaron el Evangelio de tal manera que el amor y la compasión estuviesen limitados únicamente a los seres humanos, privando a las manifestaciones de vida animal de estos beneficios. Pero el salvador del Evangelio original, tal como fue representado Cristo, fue el redentor tanto del mundo animal como del humano y trató de aliviar el sufrimiento de todos los seres vivos.
El todo piadoso amor de Nuestro Salvador incluye no solamente a la humanidad, sino también a las así llamadas criaturas inferiores de Dios, las cuales comparten con nosotros el único aliento de vida y nos acompañan en el camino de ascensión hacia las alturas. La Providencia —por medio de la cual el Todo misericordioso cuida a hombres y animales por igual— nunca se nos ha hecho entender más extraordinariamente que en esta frase del Salvador: ¿No se venden acaso cinco pajaritos por dos monedas? Y, sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. ¿Podríamos dudar que el Salvador sentiría piedad y compasión por las criaturas que deben sobrellevar su dolor en silencio? ¿No sería una blasfemia decir que Él miraría sin compasión o socorro el maltrato de animales indefensos? Por el contrario, cuando Cristo trajo la redención a un mundo hundido en el egoísmo, la dureza de corazón y la miseria, y proclamó el evangelio del amor omniabarcante, había una parte de esta redención para todas las criaturas que sufren. Desde que el hombre abrió su corazón al amor divino, no puede haber espacio en él para la crueldad despiadada hacia las demás criaturas de Dios, las cuales, al igual que el hombre, han sido creadas con la capacidad de gozar y sufrir.
Quienes llevan la señal del Redentor practican Su amor todo piadoso, y es muy poca la compasión que Él demanda de nosotros para con las indefensas criaturas: simplemente que no las torturemos, que las socorramos cuando estén en problemas o cuando supliquen nuestra ayuda, y si por necesidad tomamos su vida, que sea de una manera rápida y con el menor dolor posible. Mas, ¡qué pena! ¡Cuán poco estamos compenetrados por estas divinas lecciones de misericordia y compasión! ¡Cuántas penosas torturas se les imponen en nombre de la ciencia, o para complacer nuestro antinatural apetito, nuestros crueles deseos sexuales o las exigencias de la vanidad!
Ahora presentaremos el Evangelio original que, según afirma el Reverendo Ouseley, ha sido preservado desde los primeros siglos de nuestra era en un monasterio budista tibetano. Este evangelio expone las doctrinas de Cristo sobre la compasión universal, el vegetarianismo y la bondad hacia los animales (incluyendo la abolición de los sacrificios de animales). De sus enseñanzas, la bárbara práctica de los sacrificios de animales recomendada por el Antiguo Testamento (libro aceptado como sagrado y divinamente inspirado por judíos y cristianos), fue suprimida y rechazada por la Nueva Iglesia Cristiana, por lo que nunca fue parte del cristianismo como sí lo fue del judaísmo original.