Jugando a la filosofía

CUENTO ZEN CON MORALEJA

El juego de la filosofía es muy refinado en el cual nunca gana nadie ni nunca pierde nadie, y la belleza estriba en que todos creen que han ganado.

Cuento zen sobre filosofía

El reconocido maestro Suzuki estaba de invitado con cierta familia. Suzuki fue un gran pensador; introdujo el zen en Occidente y conocía profundamente la meditación. Él estaba con cierta familia y, debido a su presencia, la familia había invitado a muchos, para que lo conocieran. Aquella noche mientras departían discutieron muchos problemas filosóficos. La charla se prolongó hasta medianoche. Fue una charla larga de tres, cuatro o cinco horas. Se habló de todo sin llegar a ninguna conclusión, como siempre ocurren en las discusiones filosóficas.

Cuando los invitados habían partido, el anfitrión le dijo a Suzuki, fue una larga charla y todos hemos disfrutado, pero no llegamos a ninguna conclusión. Es algo frustrante, ¿no cree?

Suzuki se rio y dijo, «Me gusta la filosofía por esto. Porque luchas y luchas y no hay victoria ni derrota».

MORALEJA

El juego de la filosofía es muy refinado en el cual nadie es derrotado ni nadie gana nunca. No es juego vulgar en el que alguien gana y alguien pierde. Es un juego en el que puedes seguir jugando. Nunca gana nadie ni nunca pierde nadie, y la belleza estriba en que todos creen que han ganado. Esta es su belleza; es así.

Lo mismo sucede en tu interior. Empiezas a luchar contigo mismo porque combates desde los dos frentes. No hay victoria posible porque solamente estás tú. Tú juegas contigo mismo, te divides a ti mismo. Esta lucha filosófica, este combate interior es la maldición de todas las personas religiosas porque en el momento en que se dan cuenta del infierno que sus mentes han creado empiezan a combatirlo. Pero con la lucha, nunca irás a ninguna parte.

No pelees con la mente y sus creaciones. Al hacerlo creas mucho ruido; ni la gente común se siente tan llena de ruido como se sienten las personas religiosas. La gente común ni siquiera se preocupa por esto. Ellos siguen, sin preocuparse. Saben que es un infierno, pero lo aceptan como tal. Una persona religiosa sabe que la mente es un infierno, por eso la niega, la combate entrándose en dilemas filosóficos, y entonces crea un doble infierno.

Recuerda: No puedes crear un cielo combatiendo al infierno. Si quieres trascenderlo, luchar no es el camino. La consciencia, el saber lo que es la mente, es el camino. ¿Qué hay que hacer? Estar alerta respecto a los métodos represivos. Solamente una cosa es esencial: estés lo que estés haciendo, hazlo con plena consciencia. Si estás enojado, enójate conscientemente.