La iluminación espiritual

El concepto real de la perfecta unidad

CONCEPTO DE UNIDAD

¿Con qué soy realmente uno?

Aunque la mayoría de aquellos que se plantean esta pregunta dirían que la respuesta es Dios, a continuación cometen el error de suponer que ellos y este universo fueron creados en su forma presente por lo Divino.

Eso no es cierto, y deja al investigador en una posición en la que, aunque domine la mente, como sin duda hizo Buda, todavía no alcanza a Dios de manera permanente. Sí, él logrará la unidad con la mente que fabrica las ondas de la dualidad. Esta mente, que se encuentra en un no-lugar que transciende todas vuestras dimensiones, está completamente fuera del sistema del tiempo, el espacio y la forma.

De lo dicho anteriormente, deberías entender que con la actitud no-dualista estás adquiriendo la capacidad de cuestionar todos tus juicios y creencias. Ahora te das cuenta de que en realidad no existe tal cosa como sujeto y objeto, solo existe unidad. Aún no sabes que esto es una imitación de la genuina unidad, porque pocos han aprendido a hacer la distinción entre ser uno con la mente aparentemente separada de Dios, y ser uno con Dios.

En el Cielo no se reconocerán la imitación de la genuina unidad, porque no la hay. Hay, no obstante, un bienestar perpetuo que disuelve cualquier cosa que hayas experimentado aquí, porque se encuentra más allá de todo bienestar. Trascendiendo cualquier descripción, el Cielo es una Unidad compartida y una alegría de la que puedes tener vislumbres en este ciclo de vida.

El Cielo es verdadera unidad, a diferencia de la idea de ser uno con el universo, o incluso uno con la mente que está fuera del tiempo y del espacio, la que hizo el universo. Esas ideas siguen estando fuera de Dios. En la verdadera unicidad solo Dios es, y nunca ninguna otra cosa podría ser. Por eso Dios Mismo da el último paso, y por eso tampoco es posible hacer concesiones con respecto a esta idea. La idea es todo lo elevada que puede ser, porque es la verdad. La Unidad no puede ser perfecta si hay alguna otra cosa de la que ser consciente.

El Cielo no es un lugar ni tampoco una condición. Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad y el conocimiento de que no hay nada más; nada fuera de esta unicidad, ni nada dentro.

La unidad es simplemente la idea de que Dios es. Y en Su Ser, Él abarca todas las cosas. Ninguna mente contiene nada que no sea Él.

SER UNIDAD

Para ser uno con Dios la voz interior que habla por la verdad se hace más potente y aún más fuerte hasta llegar al punto en el que solo se pude escuchar esta única voz, la que lo ve todo con transparencia. Finalmente, tu interior, o aún mejor, se re-convierte, en lo que esa voz representa; su y tu verdadera realidad como espíritu, y la unidad con el Reino de los Cielos.

Ahora su realidad es la del puro espíritu, completamente fuera de la ilusión. Esta realidad también está completamente fuera de la mente que fabricó el falso universo, una mente que la gente confunde con el hogar de su verdadera unidad. La falsa creación del universo no tenía nada que ver con la verdad. Su Identidad estaba en Dios y nada más. La Paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento ya no era algo por lo que tuviera que luchar. Era suya con solo pedirla, o mejor aún, era suya con solo recordarla. Ya no tenía que buscar el Amor Perfecto, porque con sus muchas sabias opciones había despejado todas las barreras que le habían separado de la realidad de su perfección.

Todas esas sabias opciones se debe a que solo hay un sueño que explica las experiencias comunes. La mente parece haber dividido de modo que cada unidad observe el sueño desde un punto de vista diferente, lo cual explica tus propias experiencias personales.

Cultivaste dentro de ti el pensamiento de la unidad o monismo, y progresaste al experimentar cada cosa separada como un velo ilusorio que recubre la verdad eterna. Reconociste la realidad de Dios y la falta de importancia de la materia, lo dice uno de los versos del Corán que reza: Todas las cosas creadas perecen, y allí permanece el rostro de tu Señor, en toda su majestad y gracia.

Tu alma en la unidad viviente alcanza la verdadera iluminación; unidad con Dios. Viviente, en este caso, no hace referencia al alma separada que estaba en un cuerpo, aunque parecía que lo estaba. Es una referencia a la resurrección de la mente. Además, la palabra viviente no tiene nada que ver con un cuerpo resucitado, aunque sabemos que Jesús se nos apareció después de la crucifixión.

Al igual que la oruga se convierte en mariposa, tú te convertirás en Cristo, y serás uno con toda la verdadera creación. La conciencia de tu unidad con la Presencia de Dios es tuya porque Dios te la dio. La has olvidado. Sin embargo, sigue estando allí, enterrada en tu mente. Hay un modo de recordar. Y recordando, reclamarás lo que realmente eres y el lugar al que perteneces. Hemos venido a ayudarte y, a través de ti, ayudar también a otros.

En resumidas cuentas, no es mi mente de todos modos. Una de las cosas que me resultan un poco incómodas es el hecho de que se haga hincapié en las diferencias y distinciones en lugar de la unidad.

Considera que los caminos espirituales no son iguales, y que si quieres unidad, se tiene que encontrar en el objetivo. El objetivo es el mismo. Todos los caminos espirituales conducen finalmente a Dios. Pero los caminos no son iguales. Temporalmente siguen direcciones diferentes, hasta que todos arriban al mismo lugar.

Un lugar sin lugar donde solo existía una conciencia de unidad sin fisuras, y esa unidad era tan completa, tan imponente e ilimitada en su gozosa extensión, que era imposible para cualquier cosa ser consciente de algo más que no fuera Ella misma.

UNIDAD DE CRISTO Y DIOS

El verdadero Amor debe ser compartido, y el perfecto Amor que es compartido en el universo de Dios está más allá de toda comprensión humana. Los humanos parecen ser parte del Todo, pero Cristo lo es Todo. La única distinción posible entre Cristo y Dios -si fuera posible una distinción- sería que Dios creó a Cristo, Él es el Autor. Cristo no creó a Dios ni se creó a Sí Mismo. Por su perfecta unidad, en realidad esto no importa en el Cielo. Dios ha creado a Cristo para que sea exactamente como Él y para compartir Su eterno Amor y júbilo en un éxtasis libre de cargas, ilimitado e inimaginable.

A diferencia del mundo concreto y específico en el que pareces estar ahora, este constante y subyugante estado de conciencia es completamente abstracto, eterno, inmutable y unido. A continuación, Cristo se extiende a Si Mismo creando nuevas Creaciones, o extensiones simultáneas de la totalidad, que siguen siendo exactamente iguales en su perfecta unidad con Dios y Cristo. Así, Cristo, como Dios, también crea: porque es exactamente lo mismo que Dios. Estas extensiones no van hacia dentro ni hacia fuera, porque en el Cielo no existe el concepto de espacio; solo hay -por todas partes-. El resultado de todo esto es el eterno compartir del perfecto Amor que está más allá del entendimiento.

Como tu idea no es de Dios, Él no responde a ella. Responder a ella habría sido otorgarle realidad.

Si Dios Mismo tuviera que reconocer cualquier cosa excepto la idea de perfecta unidad, entonces ya no habría perfecta unidad. Ya no habría un perfecto estado del Cielo al cual regresar. Como veremos, de todos modos, tú nunca te has ido. Sigues estando allí, pero has entrado en una pesadilla, un estado de ilusión. Aunque solo has viajado en sueños, Dios y Cristo, que siempre son Uno, han continuado como siempre lo han hecho y siempre lo harán: sin verse afectados en absoluto como la diminuta idea loca de la separación.

Sin la idea loca de separación sabrás que el Cielo en realidad es Vida. Dios y Cristo, y las creaciones de Cristo son perfecta unidad. No hay nada más. Éste es el dominio de la Voluntad de Dios, el Conocimiento del Padre. En realidad no es posible describir la experiencia de tu conciencia de esta perfecta unidad, pero te aseguro que la conocerás cuando tengas una experiencia temporal de ella. No se parece a ninguna cosa con la que estés familiarizado.

LA DUALIDAD Y LA UNIDAD

En ese instante cósmico de aparente individualidad y por muy atractiva que puedas creer que es la individualidad, no es otra cosa que separación, parece haber un diminuto aspecto de Cristo que ahora es consciente de algo más. Eso es dualidad. Ahora, en lugar de unidad, tienes dualidad. Antes solo existía la perfecta unidad del Cielo y nada más. Eso es no-dualidad, no dos. Ésa sigue siendo la realidad. En verdad no existe más que una cosa, pero ahora parece que a ti te está pasando otra cosa. Parece existir Dios y algo más. Ésa es la ilusión de la dualidad, y el mundo de la multiplicidad y de los infinitos sujetos y objetos que percibes en él, son meros símbolos de la separación. Aunque aún puedes intentar crear, no puedes crear realmente sin el poder de Dios, de modo que todo lo que fabricas acaba cayéndose a pedazos.

Aquí en los años noventa, uno de los libros espirituales más populares que jamás se han escrito ¡hacía decir a Dios que Él mismo había creado el miedo!. Ésa es una imprecisión tan importante que no podemos dejar de enfatizar su completa falsedad. Dios no crea nada que no sea la perfecta unidad del Cielo. Cualquier cosa que no refleje el sistema de pensamiento del Espíritu Santo, no es más que tu propia pesadilla y no existe.

El sonido de las manos aplaudiendo es nada, porque en la verdadera unidad que está fuera del universo no hay sonido. Con la dualidad tienes interacción y conflicto, pero en la genuina unidad solo está Dios, que no tiene partes. Dios es, y no hay nada más de lo que ser consciente. ¿Qué sensación te produce conocer la verdad absoluta?

En Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio, pero siendo perfectamente capaz de despertar a la realidad.

Estas son declaraciones no-duales. Están diseñadas para ahorrarte tiempo.

EL EGO Y LA UNIDAD

Has elegido al ego y ahora estás identificado con él.

La primera división hizo que la conciencia de tu perfecta unidad con Dios fuera solo un recuerdo. La segunda división introdujo dos partes a la mente. La tercera división ha hecho que el Espíritu Santo sea solo un recuerdo, y el ego tiene ahora tu atención. Miras hacia él cuando quieres explicarte qué está pasando, y el ego tiene un mensaje para ti. El mensaje es éste: Más vale que salgas corriendo de aquí, colega. Y a continuación, pasa a darte algunas razones. En el confuso estado de tu mente, la lógica de sus razones te suena muy convincente.

Pero el programador no es otra persona. No hay nadie más. Estamos hablando de auto predeterminación. A este nivel de la realidad, tu suerte quedó sellada por el trato que hiciste con el ego, no con Dios, que no hace tratos. Toda tu mente-ego es el programador que envía señales a tu cerebro. Tu cerebro solo es el componente físico del ordenador. Reenvía las señales al cuerpo, o unidad informática, diciéndole qué hacer, ver y sentir.

Sí. La naturaleza caótica del ego también asegura que nunca habrá una teoría unificada del universo que se mantenga en el tiempo, porque en realidad el universo no está basado en el pensamiento de unidad; está basado en el pensamiento de separación y división. Sin embargo, incluye patrones ingeniosos y fascinantes que colaboran a proporcionarle la ilusión de unidad.

El ego dice que has sufrido una pérdida terrible y la pérdida es ahora parte de lo que llamas la vida. El Espíritu Santo dice que en realidad no hay pérdida, y que el Hijo de Dios no puede perder. Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. No puedes perder los regalos que tu Padre te dio.

Es claro lo importante que es la salvación. A medida que tu ego se va deshaciendo, te acercas más al principio, al momento en que cometiste ese primer error que después produjo todos los demás. Entonces podrás volver a elegir por última vez, lo que producirá tu retorno al Cielo y la Unidad eterna con Dios.

EL PERDÓN Y LA UNIDAD

Tú sí tienes una opción y la decisión es sabia. Extiende el mismo perdón que Dios te extiende a tus hermanos y hermanas. Así es como lo haces tuyo. Cuando todo el mundo haya completado sus lecciones de perdón, Dios Mismo dará el último paso y dará la bienvenida al Hijo pródigo colectivo de regreso al hogar en la unidad que en realidad nunca abandonó.

Cuando te percibas a ti mismo sin engaño alguno, aceptarás el mundo real en lugar del mundo falso que fabricaste. Y entonces Tu Padre descenderá hasta ti y dará el último paso por ti, elevándote hasta Él.

Tus amores especiales solo son ídolos en los que tratas de conseguir lo que crees que está ausente en ti mismo. El romance es un vano intento de llenar un vacío imaginario, un hueco que en realidad no existe, pero que en tu experiencia es una consecuencia de la separación. Esa sensación de carencia, en realidad solo puede ser perdonada por la Expiación y la salvación, que te llevarán a la totalidad de tu unidad con Dios.

El perdón hace que la mente retorne al eterno presente, donde el pasado y el futuro son inconcebibles. Pues la unidad no puede sino encontrarse aquí. Sea cual sea el momento que la mente haya fijado para la revelación, ello es completamente irrelevante para lo que no puede sino ser un estado constante, eternamente como siempre ha sido, y como ha de seguir siendo eternamente.

Tu alma no es perfecta, porque de otro modo no sería un alma; solo sería algo que tomas por un alma. Como la mente, que la gente confunde con el alma, o una proyección de tu mente, como esas imágenes fantasmagóricas con forma de cuerpo que la gente cree que son almas. La evolución es algo que parece ocurrir a nivel de la forma, pero solo es un sueño. Cuando tu mente ha aprendido todas las lecciones de perdón, despierta al espíritu o alma, y todo lo demás excepto el Cielo desaparece. La mayoría de la gente piensa que su alma es algo individual porque no pueden evitar pensar en sí mismos como individuos. Cuando desaparece esta falsa creencia, entonces sabes sin lugar a dudas que solo hay un alma, que es nuestra ilimitada unidad como espíritu.

De modo que la conciencia, aunque es un estado irreal, continúa después de la aparente muerte del cuerpo. Cuando despiertas completamente del sueño, la conciencia desaparece y experimentas tu unidad con Dios y con Toda la Creación. Sentíos agradecidos por la oportunidad de perdonaros mutuamente y de esa forma perdonaros a vosotros mismos. Reemplazad vuestros resentimientos con amor.