Demasiado perfecta - Cuento
Así fueron pasando los años en vano, pero cuando la mujer pareció encontrar a su hombre perfecto, éste la rechazó porque ella era demasiado vieja.
ANTHONY DE MELLO
5 CUENTOS SABIOS
La sabiduría de los cuentos de Anthony de Mello.
DEMASIADO PERFECTA
Lo que le sucedió a una mujer demasiado perfecta.
Erase una mujer conocida por su perfección. Un día decidió que ya era tiempo de casarse y como era un ser tan perfecto, pensó que se merecía al hombre más perfecto. A todos los hombres que conocía los descartaba por ser demasiado altos o demasiado bajos, demasiado listos o demasiado tontos, demasiado fuertes o demasiado débiles.... Así fueron pasando los años y cuando la mujer pareció encontrar a su hombre perfecto, éste la rechazó porque ella era demasiado vieja.
- No tiene sentido exigirnos perfección.
En todo lo que hacemos si a costa de esto nos privamos de disfrutar de la vida. - Haz las cosas con el fin de hacerlas bien.
Pero no con unos objetivos perfeccionistas que escapen de todo control humano. - Aprende a aceptar los errores.
Las confusiones que te son propios sin por ello pensar que vales menos.
EL TIEMPO
¿Cuánto dura el presente: un minuto, un segundo...?
Mucho menos y mucho más, dijo el Maestro.
- Menos, porque, en el momento en que tratas de captarlo, ya se ha ido. Y más, porque, si consigues entrar en él, toparás con la ilimitación del tiempo y sabrás lo que es la Eternidad.
VIAJAR
Sobre la meditación y la observación.
¿Por qué viaja usted tan poco?, le preguntó al Maestro un periodista.
- Contemplar a una persona o cosa cada día del año y descubrir siempre algo nuevo en ella... es una aventura mucho más apasionante que la que puede ofrecer cualquier viaje, dijo el Maestro.
LAS PALABRAS
El poder hipnótico de las palabras.
En cierta ocasión, hablando el Maestro del poder hipnótico de las palabras, alguien gritó desde el fondo de la sala: ¡No dices más que tonterías! Si yo digo 'Dios, Dios, Dios', ¿acaso ello me hace divino? y si digo 'pecado, pecado, pecado', ¿acaso ello me hace malo?
¡Siéntate, bastardo!, dijo el Maestro.
El tipo se puso tan furioso que no podía articular palabra.
Finalmente, estalló en improperios contra el Maestro.
Éste, aparentando arrepentimiento, le dijo:
Perdóneme, señor, por perder la calma. Le suplico que excuse mi imperdonable error.
El otro se calmó inmediatamente, y entonces le dijo el Maestro:
Ya tiene usted su respuesta:
- Ha bastado una palabra para encolerizarlo, y otra para tranquilizarlo.
PREDICADOR SANTURRÓN
Los pecados y los pecadores.
Preguntó el predicador santurrón:
¿Cuál es, a tu juicio, el mayor pecado del mundo?
- El de quien ve a los demás seres humanos como pecadores, respondió el Maestro.