La biblia original
Cómo podemos entonces asegurarnos de que La Biblia que hoy tenemos es una fiel copia de los textos originales. Den una lectura al siguiente documento.
JEBUNA
MANUSCRITOS Y ORIGINALES DE LA BIBLIA
¿Qué se conservan de ellos?
Antes de la invención de la imprenta en el siglo XV, la Biblia solo se conocía en forma manuscrita. Eso significa que el Nuevo Testamento (por no mencionar el Antiguo), se copió a mano durante mil cuatrocientos años y aun en el siglo XVI continuaba copiándose así.
Esos ejemplares escritos a mano se llamaban "manuscritos".
Hoy día no existe ni un solo manuscrito original de la Biblia griega o hebrea.
No se conoce a ciencia cierta la razón, pero quizá la orden que en el año 303 dictó el emperador Diocleciano de destruir toda literatura cristiana explique este hecho.
¿Cómo podemos entonces asegurarnos de que La Biblia que hoy tenemos es una fiel copia de los textos originales?
HEBREO – ARAMEO - GRIEGO
EL ANTIGUO TESTAMENTO se escribió originalmente en hebreo, y el Nuevo en griego. Aquí y allí hay pequeñas porciones de arameo, idioma de Siria. El arameo gradualmente se convirtió en lengua popular de los judíos a partir del exilio, y en días del Nuevo Testamento probablemente era la lengua que hablaban Jesús y sus discípulos.
El arameo, aunque emparentado con el hebreo, no se deriva del mismo. Ambos son lenguas semíticas, como el árabe, asirio, babilónico, cananeo. Son lenguas muy distintas de los idiomas europeos como el castellano, el francés y el alemán.
Por ejemplo, en nuestras lenguas occidentales escribimos de izquierda a derecha, mientras que el hebreo se escribe de derecha a izquierda. En hebreo, las vocales se pronunciaban, pero no se escribían y esto se prolongó hasta el siglo VII d.C. en que las añadieron los masoretas.
Las vocales se indican mediante puntos y pequeñas marcas encima y debajo de las consonantes. Los más antiguos manuscritos bíblicos en griego y en hebreo no tienen ninguna puntuación, no hay separación entre las palabras, y están en caracteres unciales (todas mayúsculas).
KOINÉ
El griego del Nuevo Testamento es el dialecto común o vulgar de aquel tiempo, conocido como Koiné.
¿Por qué se escribió el Nuevo Testamento en esa lengua común? Porque en tiempos de Jesús era el idioma internacional.
Un hombre llamado Alejandro de Macedonia desempeñó importante papel en hacer que esto fuera así. Alejandro (Siglo IV A.C.) conquistó gran parte del antiguo mundo civilizado y adondequiera que iba esparcía su idioma. Así que desde la India hasta Roma, y en todas las riberas del Mediterráneo, llegó a hablarse el griego común.
Era natural que el Nuevo Testamento se escribiera en esta popular lengua internacional y no en el arameo local. El que así haya sucedido destaca el hecho de que el Evangelio es para el mundo entero y no para un selecto pueblo aislado.
MANUSCRITOS EN PERGAMINO Y PAPIRO
Antes de la invención de la imprenta en el siglo XV, la Biblia solo se conocía en forma manuscrita. Eso significa que el Nuevo Testamento, para no mencionar el Antiguo, se copió a mano durante mil cuatrocientos años y aun en el siglo XVI continuaba copiándose así. Esos ejemplares escritos a mano se llamaban "manuscritos" (Manus en latín significa "a mano" y scriptum significa "escrito").
Los materiales sobre los que se escribieron los antiguos manuscritos eran generalmente de dos clases: papiro (2 Juan 12, en el original) y pergamino (2 Timoteo 4:13).
El papiro es una especie de junco, un carrizo que se da en las márgenes del río Nilo. Solía escribirse sobre él con una caña ("cálamus") cortada en forma de pluma para escribir (3 Juan 13), y la tinta (Jeremías 36:18; 2 Juan: 12) se hacía de hollín, goma y agua. El papiro era muy caro; según su tamaño y calidad, cada hoja costaba el equivalente de cinco a 17 centavos oro. Durante siglos se empleó este material, predecesor del papel (nuestra palabra "papel" se deriva de "papiro").
El pergamino (palabra que se deriva de "Pérgamo", ciudad de Asia Menor que a fines del siglo segundo perfeccionó el pergamino y lo exportaba) era más duradero que el papiro. Se hacía de cueros especialmente preparados. Los cueros de oveja y cabra se secaban, y se pulían con piedra pómez. A veces se empleaban animales jóvenes porque su piel producía material más fino; la vitela, pergamino extrafino, se obtenía a veces de animales sin nacer extraídos del vientre de la madre.
El pergamino se empleó desde la antigüedad hasta la Edad Media, cuando gradualmente fue reemplazado por el papel.
El empleo del papiro y el pergamino por los israelitas y cristianos hizo posible conservar documentos extensos. Los antiguos escribían sobre piedras encaladas, metal, madera, arcilla y otros materiales en los que, por su reducido tamaño, cabía poca escritura.
DESAPARECIERON TODOS LOS ORIGINALES HEBREOS Y GRIEGOS
Hoy día no existe ni un solo manuscrito original de la Biblia griega o hebrea. No se conoce a ciencia cierta la razón, pero quizá la orden que en el año 303 dictó el emperador Diocleciano de destruir toda literatura cristiana explique el hecho.
Otra posible razón es que el papiro, material en que probablemente estaba escrita la mayor parte del Nuevo Testamento, no se conserva bien a menos que se guarde en sitio muy seco.
Desde cierto punto de vista la pérdida de los originales fue conveniente, pues la humanidad tiende a la adoración de los objetos relacionados con lo sagrado. Debe adorarse a Dios y no a la Biblia, y mucho menos al papel y la tinta con que está hecha. Si bien se perdieron los originales, la investigación científica nos asegura que la Biblia que leemos es, para todo fin práctico, la misma que se produjo bajo divina inspiración.
Pero es importante recordar que todos los manuscritos bíblicos son copias.
ERRORES DE COPIA
Los rollos y libros eran producidos o por una persona que copiaba de otro manuscrito, o por un grupo que copiaba lo que le dictaban. Es fácil comprender que el amanuense podía, por cansancio o descuido, cometer errores.
Pero el método de copia colectiva también producía errores; varias razones lo hacían posible, pero el error principal provenía de lo que los eruditos llaman "error de oído". Cuando preguntamos a alguien si es correcto decir, "aré lo que pude", nos dirá inmediatamente que no, pues creerá que hemos dicho "haré", en vez del pretérito del verbo arar. Otro caso es el de los que bromeando se despiden diciendo: "Otro diablo con usted". (="Otro día hablo").
Similares confusiones lingüísticas ocurren en griego.
Existen también los "errores de vista". Basta revisar la fe de erratas de los libros para ver que no todos los errores son de tipo mecánico, sino que algunos se producen por subconsciente confusión de palabras. Recuerdo el caso que mencionaba una "mula podrida", cuando se trataba de una "muela".
A PESAR DE TODO, ASOMBROSA EXACTITUD
En los manuscritos que han llegado a nuestras manos hay en verdad "errores de oído", "errores de vista", y otras clases de equivocaciones.
Pero lo asombroso es que la Biblia se haya conservado tan bien. Aunque fuera copiado millares de veces a mano, la enorme cantidad de manuscritos demuestran que poseemos lo que casi pudiéramos llamar un consecuente y auténtico texto bíblico.
Hay una afirmación clásica respecto a la exactitud del Nuevo Testamento, formulada por dos grandes eruditos de la pasada generación, Westcott y Hort: "Las palabras que en opinión nuestra aún son dudosas apenas constituyen una milésima parte del Nuevo Testamento" (F. F. Westcott y F. J. A. Hort, editores, El nuevo testamento en griego original, 1882, vol. II, Introducción, p. 2)
Uno de los factores que contribuyeron a la exactitud del Antiguo Testamento fue la creencia judía en el carácter sagrado de las Escrituras.
Respecto a estas decía Josefo: "Nadie se ha atrevido a añadir, quitar o alterar ni siquiera una sílaba..." (véanse Deuteronomio 4:2 y Jeremías 26:2).
El hecho es que las Escrituras judías se copiaban con escrupuloso cuidado. Los escribientes eran los guardianes de los escritos sagrados en tiempos bíblicos, a quienes históricamente sucedieron los masoretas (palabra que significa "transmisores").
Los masoretas florecieron entre los años 500 y 100'0 n.C., y sus esfuerzos por conservar el texto bíblico fueron laboriosos y casi increíbles. Los masoretas conservaron tan perfectamente el Antiguo Testamento, que su obra nos ha llegado como texto patrón, y se le llama "texto masorético", conocido también por la abreviatura TM.
CAMBIOS DELIBERADOS
Debe observarse que en algunas ocasiones hubo copistas que deliberadamente introdujeron cambios en el texto. A veces creían aclarar así un punto doctrinal. En otras ocasiones creían resolver una contradicción. Pero mejor hubieran dejado el texto tal como estaba.
Algunos copistas colocaban sus cambios en el margen, pero otros los incorporaban en el texto. Hoy día la crítica textual tiene que entresacar lo falso de lo verdadero.
VARIACIONES ESENCIALMENTE INSIGNIFICANTES
Aunque hay variaciones en los textos bíblicos, más en el Nuevo que en el Antiguo Testamento, la mayoría son de importancia mínima, y ninguna gran verdad doctrinal se pone en tela de juicio por errores textuales. Los muchos manuscritos suministran un testimonio colectivo para dotarnos de un texto utilizable y esencialmente exacto.
Probablemente, no haya en el Nuevo Testamento ningún pasaje cuya redacción correcta no se haya conservado. El conocido erudito Federico Kenyon dice que "ninguna doctrina fundamental de la fe cristiana se basa en una redacción controvertida". Añade este comentario: "Jamás será demasiado el énfasis que pongamos al afirmar que, en esencia, el texto de la Biblia es cierto" Aur Bible the Ancient Manuscripts, Revisado por A. W. Adams, Londres: Eyre y Spottis woode, 1958, p. 55.