Amor por la vida
El hombre consciente que es depositario de la vida divina, la Madre Naturaleza lo considera un ser inteligente, un hijo de luz y le abre sus puertas.
OMRAAM MIKHAEL
AMO LA VIDA
Los humanos buscan los poderes, la riqueza, los conocimientos, el amor…
Pues no, es la vida lo que deben buscar… Diréis : Pero ¿Por qué buscar la vida ? La tenemos. Lo que debemos buscar es lo que no tenemos. Estáis vivos, es verdad, pero desde el mineral hasta Dios pasando por los vegetales, los animales, los hombres, los ángeles, la vida tiene grados. No es suficiente vivir, debemos preguntarnos cuál es la vida que vivimos. Todos los temas que abordéis, todas las actividades que emprendáis solo os aportarán algo si habéis comprendido la realidad esencial : la vida. Sea lo que sea lo que tengáis que hacer en el transcurso de una jornada, procurad que vuestra disposición de espíritu sea tal que os permita sentir circular en vosotros la vida divina, y que a través vuestro vivifique también a todas las criaturas…
Cuando el hombre toma conciencia de que es el depositario de la vida divina, la Madre Naturaleza lo considera un ser inteligente, un verdadero hijo de la luz, y le abre sus puertas, le da vestidos de fiesta para que participe en sus festines y en sus misterios.
Jesús dio toda su dimensión espiritual al símbolo del río cuando dijo en los Evangelios:
Yo soy el camino, la verdad y la vida…
Es Cristo mismo quien nos dice:
Yo soy la vida (el amor) que llena el río,
y yo soy el camino (la sabiduría)
y podéis ir a la fuente, (la verdad)…
Quizá vosotros no veáis la relación de estas palabras con la imagen del río. Pero, para un Iniciado, está clara: al oír esta frase, ve un río que desciende de la montaña. El camino es el lecho del río; la vida es el agua que discurre por este lecho; la verdad es la fuente de la que brota la vida.
Sigamos traduciendo: ¿qué es este camino por el que discurre la vida y que nos permite remontamos hasta la fuente? Es la sabiduría. Y la vida, es decir, el agua que riega las piedras y las plantas, que da de beber a los animales y a los hombres, es el amor. Esto es, pues, lo que quería decir Jesús: Yo soy el camino de la sabiduría, yo soy el amor que hace nacer la vida divina y la fuente de la verdad de donde brota esta vida. El agua es siempre el símbolo de la vida, del amor. Todas las energías, todas las fuerzas que circulan en la naturaleza, son representadas como un agua, como un fluido que riega, que abreva, que mantiene la vida.
Empezáis, poco a poco, a comprender la profundidad de las palabras de Jesús: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Es Cristo mismo quien nos dice: Yo soy la vida (el amor) que llena el río, y yo soy el camino (la sabiduría) por el cual podéis remontaros hasta la fuente, (la verdad). Cada día, esforzaros en beber, con el pensamiento, de este río que viene de las cimas, en abrevaros en la fuente límpida y pura del amor. Al amar, dejáis que esa agua de la vida verdadera se filtre a través vuestro, y que todas las bendiciones del Cielo desciendan sobre vosotros.