4 Leyes de la espiritualidad

La persona que llega es la persona correcta, Es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean y allegados.

SATHYA SAI BABA

Las Cuatro Leyes de la Espiritualidad

  1. La persona que llega es la persona correcta, Es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.
  2. Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido, Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe él: si hubiera hecho tal cosa... Hubiera sucedido tal otra... No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.
  3. En cualquier momento que comience es el momento correcto, Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas es allí cuando comenzará.
  4. Cuando algo termina, termina, simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto, es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.

Creo que no es casual que estemos leyendo esto, si este texto llego a nuestras vidas hoy.
Entendemos que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado.
Vive Bien, Ama con todo tu Ser y sé Inmensamente Feliz

LA SABIDURÍA SUPREMA

Aquello que carece de origen carece de un principio. Simplemente, existía antes de que algo o todo existiera: nada había previamente. Y, por la misma razón, aquello no tiene fin. Se extiende tanto, como es su voluntad, crece tan diversificada como sienta y, a través de su plenitud, también llena el Universo. El conocimiento de este Principio Supremo es denominado Vidya: saber, sabiduría y conciencia.

Son muchos los profetas que han logrado una variada experiencia de este estado de conciencia único en su género y que han visualizado en sus iluminados corazones el supremo secreto que subyace en la belleza del cosmos. Su compasión por el género humano los impulsó a comunicar su visión por medio del lenguaje de los hombres, para despertar en ellos la sed por sumergirse en esa bienaventuranza que le es innata al Alma. Es Vidya lo que produce este impulso en el corazón de los profetas.

El sonido constituye el núcleo mismo de los Vedas (Escrituras Sagradas). El sonido se asocia con melodía y armonía, y de allí que los Vedas deban ser escuchados y deba derivarse éxtasis de ello. Esta es la razón por la cual los Vedas son llamados Sruti (aquello que es escuchado). Por el solo hecho de escuchar recitarlos se puede llegar a tomar conciencia del Alma y la bienaventuranza que esto confiere. La dicha así adquirida se manifiesta en palabras y obras que esparcen alegría entre todos los que nos rodean.

El término Vedanta es empleado por muchas personas para indicar, generalmente, una escuela de pensamiento filosófico, siendo que el Vedanta no es sino una sección especial de la literatura védica. Todos los textos de las Upanishads (la tercera división de los Vedas) forman parte del Vedanta. El Vedanta representa la culminación del pensamiento védico. Los Vedas mismos representan una guía inestimable hacia el Altísimo. Los riks o himnos del Rig Veda son efusiones llenas de éxtasis del espíritu del hombre alabando el deleite logrado en la contemplación del orden y la belleza de la naturaleza exterior a él. El Sama Veda es el inapreciable tesoro verbal que le da al hombre la posibilidad de alabar por medio del canto al Creador y a su creación. El misterio de este mundo y de los mundos que se extienden más allá de él, se explica en los textos que, en su totalidad, se denominan Atarvana Veda. Las fórmulas para los ritos y ceremonias, ya sean de sacrificio o para lograr méritos, se encuentran reunidas bajo la denominación de Yajur Veda.

La literatura védica reunida en estas cuatro colecciones con nombres diferentes cuenta además con cuatro ramas: los Mantras, los Brahmanas, los Aranyakas y las Upanishads. El texto de los Mantras se denomina también Samhitas (colecciones) y en ellos se agrupan todas las fórmulas sagradas. Los textos que describen los medios y métodos para su utilización y para lograr el beneficio que proviene de su correcta recitación, se conocen como Brahmanas. La palabra Brahma tiene muchos significados, pero la palabra Brahmana significa Mantra. Los Brahmanas tratan, en su mayor parte, de los ceremoniales y otras actividades externas afines. Los Aranyakas, en cambio, tratan de los significados internos y de las disciplinas internas como retirar los sentidos de sus objetos y eliminar los apegos. Las Upanishads buscan armonizar sendas por medio del análisis filosófico. Constituyen la fase final de los estudios védicos y es ello lo que se da en llamar Vedanta. Se les puede considerar incluso como la esencia de las enseñanzas védicas y constituyen la flor y nata de todas las escrituras védicas. Cuando el saber llega a asimilar los Vedas, las Vpanishads emergen como la manteca en el proceso de batido de la leche.

Todas las formas de literatura védica mencionadas hasta el momento constituyen el más antiguo cuerpo del saber (de conocimiento), Vidya. Upa ni shad. Esta palabra está formada por la raíz sad, a la que se anteponen dos sílabas como prefijos, upa y ni. Sad significa estar sentado, más tiene también el sentido de destruir. Ni significa firme, invariable, disciplinado. Upa significa cerca. El pupilo debe sentarse cerca del gurú o preceptor, prestando una atención invariable a lo que le va siendo comunicado, ya que solo así podrá aprehender el tesoro del conocimiento y la habilidad del discernimiento.

Las Upanishads, los Brahma Sutras y el Bhagavad Gita representan las raíces centrales del pensamiento filosófico hindú. En su conjunto son conocidos como la Auténtica Tríada.

Este mundo material objetivo es lo que se hace visible a nuestros ojos, lo que agrada a nuestros sentidos, lo que fascina a nuestra mente y lo que informa a nuestro cerebro. Sin embargo, dentro de este mismo mundo, y penetrándolo, existe un mundo subjetivo, inmaterial, que resulta inalcanzable. Cuando este llega a conocerse, ambos mundos se revelan como expresiones parciales de la misma e indivisible conciencia. Ambos se complementan recíprocamente en una Plenitud o Totalidad (Purnam). Desde el Parabrahma (lo Total, Pleno) surge el Jiva (lo individual, es decir, el complemento). Cuando el Jiva desecha el cuerpo material en el que está encerrado, la conciencia universal vuelve a ser una Totalidad, el Principio del Parabrahma. Purnam adam (Aquello es Total, Pleno), Purnam idam (esto es Total, Pleno); Purnath Purnam Udachyathe (desde lo Total surgió lo Total); Purnasya (de lo Total) Purnam adaya (cuando se toma lo Total) Purnam eva (solo lo Total) avasishyathe (queda).

Vidya o el proceso educativo nos enseña que el Cosmos es una manifestación del juego del Señor y nada más. Esta verdad la declaran las Upanishads de la manera siguiente: Este mundo es la residencia del Señor. Por ello nadie puede albergar un sentido de posesión personal ni una traza de egoísmo. Renuncien al sentimiento de apego, sientan en todas partes la presencia del Señor. Den la bienvenida a la bienaventuranza que el Señor, en cuanto personificación suya, les confiere, y experiméntenlo con agradecimiento y sin sentirse atados por ningún deseo. Este es el mensaje de los sabios y los profetas.

Renuncien al sentido del yo y tú y solo entonces podrán entender la gloria de aquello que no es ni yo ni mío. Esto no significa que deban renunciar a todo. La verdadera enseñanza (Vidya) señala que debe tratarse con el mundo, tal como lo exige el deber, con un espíritu de desapego, evitando comprometerse con él. El análisis químico con el que puede comprobarse si una actividad es sacra o piadosa se reduce a examinar si produce apego o evita el involucrarse. El análisis para comprobar si una actividad es impía o pecaminosa se reduce a examinar si proviene de la codicia o la provoca. Esta es la enseñanza y la lección de Vidya. Dedicados a llevar a cabo sus legítimos deberes, pueden pedirle a Dios que les mantenga vivos por 100 años sin incurrir en una exageración. Por ello, Vidya les conmina a dedicarse a sus actividades con pleno entendimiento de su naturaleza y sus consecuencias.

Las bestias solo matan a otras bestias, más el hombre ciego que no ha adquirido la visión del Alma que es, se mata a sí mismo. Y Vidya advierte que el que comete ese crimen cae en los abismos más densos, los que están sumidos en la más espesa tiniebla.

Vidya, la sabiduría suprema, busca describir para el hombre las características del Alma. El Alma no tiene movimiento, pero está presente en todas partes. Hasta a los dioses les resulta imposible seguirle el paso, por rápidos que sean. El Alma revela su presencia mucho antes de que la logremos anticipar. Es inmutable y omnipresente. Vidya señala que determinarla resulta una tarea imposible.

Cuando uno alcanza la sabiduría suprema, el más alto nivel de Vidya, se diluye la diferenciación entre los opuestos: Atma y anatma, Vidya y avidya (conocimiento e ignorancia), vikasa y vinasa (desarrollo y decadencia). Hay místicos y sabios que han alcanzado este estado de Unidad Superior y la historia de sus esfuerzos y empeños ha sido santificada gracias al estímulo que provee Vidya en variados textos. Para sabios de esta calidad y de este nivel, resulta igualmente peligroso el conocimiento que el no conocimiento. Están conscientes del misterioso origen y de las consecuencias de ambos. Han llegado a ser capaces de vencer a la muerte gracias al no conocimiento y han logrado la inmortalidad a través del conocimiento.