La iluminación espiritual

Solo amándonos, amamos a los demás

AMÁNDONOS...

Se dice que nadie puede dar lo que no tiene, así que si queremos amar, debemos empezar por amarnos a nosotros mismos, tal como somos.

A muchos de nosotros, yo incluida, nos educaron enseñándonos que primero eran las otras personas y que nuestros anhelos, deseos y necesidades solo serían satisfechos cuando los demás estuvieran bien. Inclusive en algunas ocasiones nos inculcaron el no merecimiento.

Buscando opciones más elevadas de vida comprendí la importancia de amarme. Si yo no estaba inundada por el amor, ¿cómo podría dar amor? Así fue que empezó un largo proceso de re-educación, en el cual aún estoy, rompiendo paradigmas y tratando de aprender a amarme.

Cuando comprendí que mi ser no es este cuerpo con el cual identifiqué mí existencia, sino que mi esencia última es un espíritu en evolución, partícula divina, luz de la Gran Luz, empecé a reconocerme como lo que realmente soy, hija del Eterno, por lo tanto, eterna.

Esta comprensión fue el primer paso hacia una nueva experiencia del significado de existir, en el que a la luz de la consciencia, le doy vida a mi vida y renazco al amor.

En este camino de transformación una noche pedí al cielo ayuda, guía y luz. Esa misma noche llegó a mi correo una meditación que transformaría mi vida: Voy a Amarme como lo más grande, porque SOY HIJO DE MI CREADOR; aprendí que amarme a mí mismo es amar al Padre.

En el proceso de amarnos es bien importante sanar todo tipo de culpa comprendiendo que de los errores se aprende y que todos nos podemos equivocar. Tenemos que darle trascendencia a la experiencia para no volver a cometer el mismo error. Nada justifica llevar el peso de la culpa. Nuestro Padre Amor no nos juzga, nos ama como somos.

El Padre no se enoja, el Padre no juzga a sus hijos, el Padre cree en sus hijos.

Cuando hemos aprendido a amarnos, sabiendo y sintiendo que el Creador habita en nosotros, es mucho más fácil ser vehículo del Amor.

¡Amándonos, el Amor nos habita y nos sostiene!

¡Amándonos, el Amor llena cada espacio de nuestra realidad!

¡Amándonos, emprendemos un constante ascenso hacia la Luz!

¡Mírate, reconócete como lo que realmente eres y decídete a levantar el vuelo!

Voy a amarme como lo más grande, porque soy hijo de mi creador...

...PARA PODER AMAR

Cuando somos conscientes de que somos hechura y morada de El Amor, cuando nos perdonamos, nos aceptamos y nos amamos profundamente, estamos listos para amar.

Cuando la fuerza del Amor nos envuelve, nos inunda y nos traspasa no podemos hacer otra cosa que amar. Si, ¡Amar todo y a todos, sin descanso y sin esfuerzo! Amar la vida, la naturaleza y el existir. Amar a quien nos ama y también a quien nos hiere.

El Amor se hace presente en nuestra vida de una manera tan clara que empezamos a ver a Dios en todos los seres y en todas las cosas. Si no juzgamos, ni criticamos, ni envidiamos... nuestros pensamientos son de Amor.

Amando se pueda transmitir Amor y Paz.

El Amor es la clave, es la palabra que lo abarca todo.

Cuando se ama auténticamente es cuando se evoluciona.

Cada pensamiento de Amor que fluye, enaltece el Espíritu.

Cada vez que aman su Espíritu crece de una forma maravillosa.

Hay que vivir bajo las leyes del Amor: creando, soñando, amando.

Pensar con Amor es la fuerza más impactante dentro de sí mismo.

Comprende tus semejantes, y su Espíritu empezara a generar más Vida.

Puedes ser más grande con un Pensamiento de Amor a todo lo que te rodea.

La verdad más pura es la del Amor: Respeta la vida, a ti y a tus semejantes.

Aprender a vivir vibrando con la LUZ del PADRE, vibrando con su AMOR.

Siente en tu interior el conocimiento profundo de lo que es El AMOR del PADRE, siente que esa LUZ vibra dentro de ti.

* Las definiciones que aparecen entre fueron tomadas de canalizaciones hechas en México por Sara Otero Platas. Ella lleva 40 años canalizando a seres de Luz, que se auto llaman Maestros y se definen como: Los Guardianes del Universo. Uno de ellos, el Maestro Alaniso dijo en un mensaje: Me llaman Miguel y me pintan con una espada en la mano.