Las religiones y el nivel de la conciencia
Ken Wilber el hombre que se comparó con Freud nos dice que las religiones y el nivel de la conciencia nos elevan al dominio mental y a la espiritualidad.
KEN WILBER
¿QUE ENTIENDES POR RELIGIÓN?
¿El fundamentalismo, el misticismo, la religión exotérica o la religión esotérica?
Lo que quiero decir es que no podemos hablar de ciencia y religión, de psicoterapia y religión, o de filosofía y religión mientras no nos pongamos de acuerdo en lo que entendemos por religión. Para nuestros fines actuales creo que, por lo menos, deberíamos recurrir a la distinción entre las llamadas religiones exotéricas y religiones esotéricas. La religión exotérica o externa en una religión mítica, una religión tremendamente literal, que cree, por ejemplo, que Moisés separó las aguas del Mar Rojo, que Cristo nació de una virgen, que el mundo se creó en siete días, que una vez llovió literalmente maná del cielo, etcétera.
Las religiones exotéricas del mundo entero se afirman en este tipo de creencias y dogmas.
Los hindúes, por ejemplo, creen que la tierra descansa sobre la espalda de un elefante y que éste, a su vez, se apoya sobre una tortuga que reposa sobre una serpiente. Pero cuando les preguntamos Y en qué se apoya la serpiente?, te contestan: Hablemos de otra cosa. Si les hiciéramos caso tendríamos que creer que Lao Tzu tenía novecientos años cuando nació, que Krishna hizo el amor a diez mil pastorcillas, que Brahma brotó de una grieta en un huevo cósmico, etc. Así son las religiones exotéricas, un conjunto de sistemas de creencias que intentan explicar los misterios del mundo en términos míticos más que en términos de experiencia directa o de evidencia concreta.
De modo que la religión exotérica o externa es, fundamentalmente, una cuestión de creencias, no de evidencia. Y si crees en todos esos mitos te salvarás mientras que, sino crees en ellos, irás al Infierno. Desde ese punto de vista no hay otra alternativa posible. Este tipo de religión literal y dogmática se encuentra en todos los rincones del mundo. Yo no discuto nada de eso, lo único que afirmo es que ese tipo de religión, la religión exotérica, no tiene nada que ver con la religión mística, vivencial y experimentable. Ese es el tipo de religión o espiritualidad que verdaderamente me interesa.
ESCUELAS RELIGIOSAS
Buda en respuesta a las reiteradas rencillas entre seguidores de distintas escuelas religiosas.
Se cuenta que dijo: La visión parcial entraña más desconocimiento que conocimiento. Aunque todos están parcialmente correctos, dada la limitación de sus facultades, todos están errados dada la realidad evidente.
Ken Wilber nos dice que en la experiencia directa. Las afirmaciones no se basan en meras creencias, ideas, teorías o dogmas, sino en la experiencia directa, en la experiencia espiritual Real. Esto es lo que diferencia a los verdaderos místicos de los religiosos dogmáticos.
CONCIENCIA RELIGIOSA
Las religiones, cintas transportadoras para elevar la conciencia
La diversidad de religiones en el mundo es un tema complejo y problemático que, como Ken Wilber nos recuerda en Espiritualidad Integral, no es esporádico ni temporal, sino que acompañará la marcha del mundo durante mucho tiempo.
Las religiones están aquí para quedarse, cumplen con muchas y muy valiosas funciones y no se pueden sustituir. Su propósito primordial es acelerar el proceso de crecimiento de la conciencia, en la línea de desarrollo propiamente espiritual. Pero ese proceso discurre por diversos caminos y genera problemas graves y aparentemente irresolubles. De ahí que la propuesta de Wilber al respecto resulte tan inspiradora como esperanzadora. Hagamos de las religiones, dice, una cinta transportadora que nos conduzca de una estación de vida a otra, de un nivel de conciencia a otro superior.
Si cada uno de nosotros nos ocupáramos de acelerar nuestro ritmo de crecimiento en la línea del conocimiento espiritual, podríamos resolver de manera más efectiva las guerras que tienen lugar entre la mentalidad moderna y la mentalidad tradicional; y entre las distintas religiones que hay en el mundo.
Citando a Kirpal Singh, fundador en 1957 de la Confraternidad Mundial de las Religiones, con el despertar de la primera chispa de la Divinidad, el ser humano desarrolló la conciencia de un principio que es la vida y el alma del universo. Esto condujo gradualmente a la fundación de diferentes religiones, cada una desde el discernimiento y la percepción de su fundador, según las necesidades de la época y de la gente, y de la capacidad de aceptar las enseñanzas de los maestros.
Las enseñanzas de los maestros siempre están dirigidas a la elevación material, social, moral, mental y espiritual de las multitudes. Todas las religiones han surgido de los motivos más nobles del ser humano, pero sus dirigentes son el producto de una época, así como de las condiciones que crean para el mejoramiento de las masas entre quienes predican. Para la gran mayoría de la gente, las enseñanzas acaban formando lo que se puede calificar de religiones sociales, es decir, códigos de preceptos morales, costumbres, rituales… cuya función es quitar angustia y agresividad y encontrar consuelo o paz.
Todos los pensamientos proceden de la mente, pero en el caso de los instructores del mundo, sus pensamientos tienen origen en la vida del espíritu que los anima. Muy pocos hombres pueden elevarse a su nivel y obtener los auténticos beneficios de sus enseñanzas. Solo unos cuantos pueden seguir la práctica central y experimentar por sí mismos la verdad que encierra. Las masas solo reciben los aspectos teóricos en forma de parábolas o mitos que, con el paso del tiempo, despiertan las capacidades para comprender el verdadero significado de las palabras.
Así, en el fondo de las religiones se perciben vislumbres de la realidad, pero su esencia es difícil de captar, ya que no hemos desarrollado los ojos o la mirada que tenían sus fundadores. Para el hombre común, la religión se mantiene solo como teoría, una teoría razonada para mejorar la suerte en la vida. Y, en el mejor de los casos, hacer del ser humano un miembro mejor del orden social.
Si vamos un paso adelante, llegamos a otro plano, a un nivel filosófico o plano de virtudes morales, que sirven para amansar, dominar o reconciliar fuerzas enfrentadas que se debaten en el interior humano. Y más adelante o arriba aún, están los yoguis, los místicos, los iniciados, aquellos versados en el verdadero arte de la unión del alma individual con Dios. En la cúspide de la ascensión evolutiva, y más allá de las instituciones que se han creado después, están los hombres-dios, los maestros iluminados o avatares, que no solo hablan del espíritu, sino que lo manifiestan.
NIVELES RELIGIOSOS
Todas las religiones tienen niveles de conciencia
En teoría, tal como afirma la sabiduría perenne, se puede decir que solo hay una religión universal, que la practican verdaderamente solo estos maestros despiertos, pues solo ellos han realizado plenamente la verdad y están capacitados para guiar a los seres humanos a realizar la unión perfecta con el Creador. Las enseñanzas de los maestros no forman una religión institucional, como comúnmente se cree; se trata más bien de una ciencia metódica, de la ciencia del alma.
Como repite Ken Wilber, aquel que practique esta ciencia recibirá los mismos beneficios y llegará a las mismas conclusiones, sin que para ello importe la religión social, credo, Iglesia o comunidad a la que pertenezca. La ciencia del alma es el núcleo y esencia de todas las religiones, el fundamento sobre el cual todas las religiones descansan y donde convergen.
Pero las enseñanzas iluminadas que imparten los grandes maestros han sido y serán siempre malinterpretadas, según la capacidad de comprensión de sus seguidores. Estos suelen estar muy lejos del nivel de desarrollo del fundador de esa religión, hombres y mujeres de buena voluntad y aspiraciones, pero condicionados por su época, política y sociedad, y otros que utilizarán las enseñanzas o instituciones para maltratar y aprovecharse de las gentes. En este sentido, la existencia de las religiones es una mala noticia. Y es aquí, y no en su origen, donde la religión se puede convertir en el opio del pueblo, según expresión de Marx, ya que las verdades que vehiculan siempre estarán a merced de los receptores de esas enseñanzas. Según se interpreten, darán lugar a posturas intransigentes o traerán violencia terrible, guerras santas y abusos.
Hoy, como en la historia de la humanidad, los conflictos más cruentos entre personas siguen siendo en el nombre de algún Dios. Y todos desearíamos acabar con esas actitudes religiosas ciegas y dogmáticas que asolan aún el mundo. Pero siempre lo asolarán, mientras los humanos seamos tan infantiles. Todos nacemos en el primer nivel de conciencia, pero podemos, en el camino de una vida, ir subiendo a otros niveles superiores. Pero mientras los humanos seamos como niños, y la gran mayoría sea así, estaremos en niveles de conciencia arcaicos, mágicos y míticos. Los tres primeros estadios o estructuras de conciencia, según Wilber.
Estos se caracterizan por el egocentrismo y el afán de poder, por una mentalidad convencional y conformista y una visión del mundo etnocéntrica y beligerante. Y podríamos decir que esa mentalidad, la de un niño de siete años, es la que hoy conforma el hombre-común de nuestro planeta.
La pirámide evolutiva siempre será más amplia en la base que en la cúspide. La evolución procede creando niveles cada vez más profundos (o elevados) y menos amplios. De modo que siempre habrá más átomos que organismos; más insectos que mamíferos; y más seres humanos comunes que grandes maestros.
Estas masas de gente necesitan ser educadas, y las religiones arcaicas, mágicas y míticas son las encargadas de cumplir una función básica de educar, consolar, inspirar y guiar a los hombres comunes. Las religiones sociales, como Kirpal las llama, se ocupan de prescribir normas morales a fin de favorecer la cultura y el orden social en cada lugar.
LA SALVACIÓN
Todas las religiones conducen a la salvación
La propuesta de Wilber es también una demanda de cordura y humildad: tenemos muchos estadios por delante antes de alcanzar una postura que no defiende nada ni excluye a nadie; una visión integral donde cada manifestación del ser es merecedora de respeto y veneración. Estamos lejos de incorporar realmente esta identidad abierta, lúcida y compasiva. Las etiquetas nos siguen importando, las diferencias nos siguen separando y las religiones nos siguen enfrentando en nombre de la verdad. Olvidamos que los nombres no importan. Ya sea chispa divina o gran misterio, espíritu santo, impulso creativo o el nombre de algún hombre-dios, dice Melloni, la vocación y razón de ser de las religiones es religar a todos los seres entre sí, así como con la Fuente de la que dimanan. Es evidente la necesidad de que las autoridades religiosas realicen este humilde y arduo trabajo.
Por ejemplo, dice Wilber, bastaría con lo que se dijo en el Concilio Vaticano II: La salvación no es prerrogativa solo del cristianismo, otras religiones también conducen a ella. Juan XXIII dio permiso a los católicos para aceptar otras concepciones religiosas. Recordó a la mentalidad cristiana que el espíritu se expresa de muchas maneras, habla diferentes lenguas y adopta diversos nombres; cualquiera que sea la forma en que se manifieste es perfectamente legítima y ha de tener su lugar. Si todos los dirigentes religiosos concedieran a sus fieles un permiso semejante, los fundamentalismos no encontrarían respaldo a sus posturas dogmáticas y podrían empezar a considerar el hecho de que otras creencias también merecen respeto y son vías.
Pero esa es la mitad del problema: la otra mitad somos nosotros.
Por nosotros entiendo al privilegiado primer mundo, y muy especialmente a los que formamos parte de la generación de la posguerra, a los niños mimados que vivimos y hemos transmitido a hijos y nietos los grandes beneficios y defectos de la llamada revolución hippie. Nosotros nos movemos cómodos en el nivel naranja-racional y, aunque minoritariamente, tenemos acceso a niveles superiores, como el verde pluralista y el azul integrado. Recordemos que el nivel naranja supone una mente racional o científica; pero el verde, una mente racional madura y pluralista, que engloba a todos nosotros sin importar el credo, raza, género o clase; típico del posmodernismo, y con sus grandes ventajas y terribles defectos.
Las creencias son muy adecuadas en el dominio mental, pero no olvide que la espiritualidad solo tiene que ver solo con el dominio transmental.
Ken Wilber