Relación y conocimiento de uno mismo
El conocimiento de uno mismo es el principio de la sabiduría. En el está la relación con el universo entero; abarca todas las luchas de la humanidad.
JIDDU KRISHNAMURTI
EL CONOCIMIENTO PROPIO
La relación es el espejo donde podemos vernos como somos.
Para transformar el mundo, debemos empezar por nosotros mismos y, en ese caso, lo importante es la intención. La intención tiene que consistir en comprendernos a nosotros mismos y en no dejar a otros la responsabilidad de transformarse o producir un cambio mediante la revolución, ya sea de izquierdas o de derechas. Es, pues, importante comprender que ésta es nuestra responsabilidad, la de ustedes y la mía; porque, por pequeño que sea el mundo en que vivimos, sí podemos transformarnos, sí podemos hacer surgir un punto de vista radicalmente diferente en nuestra existencia diaria. Solo entonces, tal vez lograremos afectar al mundo en general, y a las extensas relaciones de unos con otros.
Empezar con cosas sencillas
Vemos el mundo, la humanidad, el 'yo', y la necesidad de una revolución total, radical, ¿cómo es posible generarla? Sólo se puede producir cuando el observador no hace ningún esfuerzo por cambiar, porque es en sí mismo parte de eso que quiere cambiar. Así pues, toda acción de parte del observador debe cesar totalmente, y en esa completa inacción surge una acción por completo diferente. En todo esto no hay nada misterioso o místico, es un hecho muy simple. No se empieza al final del problema, que es el cese del observador, sino que se empieza con las cosas sencillas. ¿Puedo mirar una flor en el camino o en mi habitación sin que surjan todos los pensamientos, ese pensamiento que dice: Es una rosa, me gusta oler su perfume, etc.? ¿Puedo observar sin el observador? Si no lo ha hecho, hágalo de la forma más simple y sencilla. En realidad no es simple, pero si sabe cómo hacerlo no tiene que hacer nada más.
Si empezamos muy cerca…
Solemos empezar con lo más lejano, el principio supremo, el ideal más alto, y nos perdemos en algún sueño confuso del pensamiento imaginativo. Pero si empezamos muy cerca, con lo cercano, con lo que somos, entonces se abre todo el mundo, porque uno es el mundo, y el mundo más allá de uno es la naturaleza. La naturaleza no es imaginaria, es real; y lo que ahora le sucede a uno es real. Uno debe empezar con lo real, con lo que está sucediendo ahora, y el ahora es eterno.
No se trata de crecimiento personal
El hombre que quiere mejorar nunca puede darse cuenta, porque mejorar significa condenar y buscar un resultado, mientras que el darse cuenta consiste en observar sin condenar, sin negar o aceptar. Ese darse cuenta empieza con las cosas externas, estando atento, estando en contacto con los objetos, con la naturaleza. En primer lugar, se da un darse cuenta de las cosas que nos rodean, una sensibilidad a los objetos, a la naturaleza, y por ende a la gente, lo que significa la relación; seguidamente viene el darse cuenta de las ideas. Este darse cuenta, esa sensibilidad a las cosas, a la naturaleza, a la gente, a las ideas, no significa inventar un proceso separado, sino que es un proceso unitario. Es una constante observación de todo, de cada pensamiento, cada sensación y acción a medida que surge en uno.
Darse cuenta de las cosas externas
Si se da cuenta de las cosas externas, la curva de la carretera, la forma de un árbol, el color del vestido de una mujer, el perfil de las montañas reflejado en el cielo azul, la delicadeza de una flor, la cara de dolor de un transeúnte, la ignorancia, la envidia, los celos de otros, la belleza de la tierra, entonces, al ver todas estas cosas externas sin condenar, sin elección, puede tratar con la marea del darse cuenta interno. En ese momento empezará a darse cuenta de sus propias reacciones, de su propia insignificancia, de sus propios celos. A partir del darse cuenta de lo externo llega lo interno, pero si no se da cuenta de lo externo, no podrá llegar a lo interno… Cuando se da cuenta de lo interno, de cada actividad de su mente y cuerpo, cuando se da cuenta de sus pensamientos, de sus sentimientos, tanto los secretos como los conocidos, los conscientes e inconscientes, entonces, de esa atención, llega la claridad que no es inducida ni tampoco creada por la mente.
Para ir lejos tiene que empezar muy cerca
Sin duda, para ir lejos tiene que empezar muy cerca, pero empezar cerca en muy difícil para la mayoría porque huimos de ‘lo que es’, del hecho de lo que somos. Sin comprenderse uno mismo, no podemos llegar muy lejos. Además, estamos en constante relación, nada existe sin relación. Así, la relación es lo inmediato, y para ir más allá de lo inmediato es necesario comprender la relación. Sin embargo, preferimos contemplar aquello que está más lejos, aquello que llamamos Dios o la verdad, antes que producir una revolución fundamental en nuestra relación, pero ese escape hacia Dios o la verdad en realidad es ficticio, irreal. La relación es lo único que tenemos, y sin comprender la relación nunca podremos encontrar aquello que es la realidad o Dios. Así pues, para producir un cambio completo en la estructura social, en la sociedad, el individuo debe limpiar su relación, y limpiar la relación es el principio de su propia transformación.
Observarse uno mismo
Al fin y al cabo, conocerse uno mismo consiste en observar nuestra conducta, nuestras palabras, lo que hacemos en cada relación, eso es todo. Empiecen con eso y verán lo difícil que es observar, solo observen la manera como uno se comporta, como habla a su sirviente, a su jefe, la actitud que tiene con la gente, con las ideas y las cosas. Tan solo observen sus pensamientos y sus motivos en el espejo de la relación, y verán que en el momento de observar quieren cambiarlo, dicen: Eso es bueno y aquello es malo, debo hacer esto o aquello otro. Cuando se ven a sí mismos en el espejo de la relación, su actitud inmediata es condenar o justificar lo que ven, por tanto, lo destruyen. Sin embargo, si simplemente observan en el espejo de la relación su actitud con la gente, con las ideas y las cosas, si solo miran el hecho sin juzgar, sin condenar o aceptar, entonces descubrirán que esa misma percepción tiene su propia acción. Ese es el inicio del conocimiento propio
Conocerse a sí mismo en la relación
El conocimiento propio no depende de ninguna fórmula. Uno puede ir al psicólogo o al psicoanalista para descubrir lo que uno es, pero eso no es conocimiento propio. El conocimiento propio surge cuando nos damos cuenta de nosotros mismos en la relación, la cual nos muestra lo que somos de momento en momento. La relación es un espejo en el cual nos vemos tal como realmente somos. Sin embargo, la mayoría somos incapaces de mirar lo que somos en la relación, porque de inmediato empezamos a condenar o justificar lo que vemos. Juzgamos, valoramos, comparamos, negamos o aceptamos, nunca observamos realmente ‘lo que es’, y para casi todos parece que esto es algo muy difícil de hacer. Sin embargo, observar lo que es es en sí mismo conocimiento propio.
La relación es un espejo
La relación es el espejo donde podemos vernos como somos. Todo en la vida es un movimiento de relación. No hay nada vivo en la tierra que no esté relacionado con algo o alguien. Incluso el ermitaño, el hombre que se aísla en un lugar solitario está relacionado con el pasado y con aquellos que le rodean. No es posible escapar de la relación, de esa relación que es el espejo donde podemos vernos a nosotros mismos, donde podemos descubrir lo que somos, nuestras reacciones, nuestros prejuicios, miedos, depresiones, ansiedad, soledad, sufrimiento, dolor, pena. También podemos descubrir si amamos o si no existe tal cosa como el amor. De modo que debemos examinar esa cuestión de la relación, porque esa es la base del amor.
Cambiar nuestra relación
Vivir es estar relacionado. Por tanto, tengo que comprenderlo y cambiar. Tengo que descubrir cómo generar un cambio radical en la relación, porque después de todo, eso es lo que produce guerras; es lo que está sucediendo en este país entre pakistaníes y hindúes, entre musulmanes y hindúes, entre árabes y judíos. Así pues, la solución no está en el templo, la mezquita, las iglesias católicas, el diálogo Vedanta, esto y aquello, o cualquier otro sistema. No hay salida, a menos que como seres humanos cambiemos radicalmente nuestra relación.
Ahora bien, el problema que se nos presenta es el siguiente: ¿cómo cambiar de hecho y no de forma abstracta, la relación que ahora se basa en el egoísmo y la persecución del placer?
La relación como medio de evasión
La relación solo tiene un verdadero significado cuando es un proceso de conocimiento propio, cuando uno se descubre a sí mismo en la acción misma de la relación. Pero la mayoría no queremos descubrir lo que somos en la relación, todo lo contrario, utilizamos la relación como medio para ocultar nuestra propia insuficiencia, nuestros propios problemas, nuestra propia inseguridad. Así es como la relación se convierte en una mera actividad y movimiento. No sé si han advertido que la relación es dolorosa, y mientras no sea un proceso revelador en el cual uno se descubre a sí mismo, la relación será un simple medio de evasión de uno mismo.
No se trata de renunciar ni de aprobar
Para comprenderse a sí mismo profundamente, se requiere equilibrio. Es decir, uno no puede abandonar el mundo esperando comprenderse a sí mismo, o estar tan enredado en el mundo que no tenga la oportunidad para comprenderse a sí mismo. Debe haber equilibrio, no se trata de renunciar ni de aprobar.
Vivir es estar relacionado
La comprensión de uno mismo no viene a través del proceso de abandono de la sociedad o del aislamiento en una torre de marfil. Si usted y yo realmente investigamos este asunto con detenimiento e inteligencia, veremos que solo podemos comprendernos a nosotros mismos en la relación y no en el aislamiento. Nadie puede vivir en el aislamiento. Vivir es estar relacionado. Tan solo en el espejo de la relación puedo comprenderme a mí mismo, lo cual significa que debo estar sumamente alerta a mis pensamientos, sentimientos y acciones en la relación. Esto no es un proceso difícil o un esfuerzo sobrehumano, sucede con los ríos, mientras su fuente es casi imperceptible, las aguas ganan velocidad a medida que descienden, se hacen más profundas. En este mundo demente y caótico, si uno investiga este proceso con conocimiento de causa, con cuidado, con paciencia, sin condenar, verá cómo empieza a ganar velocidad y eso no es un asunto que tome tiempo.
Conocimiento propio
El conocimiento propio es el principio de la sabiduría. En el conocimiento propio está el universo entero; abarca todas las luchas de la humanidad.