Las mascaras del alma

Máscara del ateo: cínico o buscador fracasado con actitud dudosa, desconfiado por hábito, y ansioso en consecuencia, tiene miedo a seguir buscando.

DEEPAK CHOPRA

CREENCIAS Y MASCARAS

Nuestras actitudes esconden creencias espirituales más profundas;
Cuando vemos a través de ellas, podemos cambiar las creencias...

  • Máscara: ateo, cínico o buscador fracasado.
    • Actitud: duda, resistencia, desapego irónico, desconfiado por hábito. La emoción de replegamiento* es la ansiedad.
    • Creencia: no podemos demostrar a Dios; si existe no tiene poder sobre el mundo material; estoy solo y mi miedo al vacío es mi razón principal para seguir buscando.
  • Máscara: líder, triunfador o escéptico.
    • Actitud: certidumbre, confianza, confianza en sí mismo, búsqueda de explicaciones racionales por hábito. La emoción de replegamiento es la ira o la obstinación.
    • Creencia: yo mismo controlo mi vida, no Dios; si pide rendición le ignoraré; creo secretamente que mi propio poder es mayor que el suyo.
  • Máscara: pensador o soñador.
    • Actitud: reflexivo, conciliatorio, calmado, resuelve las situaciones emocionalmente por hábito.
    • La emoción de replegamiento es la depresión o la resignación.
    • Creencia: Dios me insinúa su presencia dentro de mí; recibiré el mensaje cuando aclare mi confusión; Dios favorece la acción de introspección más que la acción dirigida al exterior.
  • Máscara: idealista o liberador.
    • Actitud: conciencia de sí mismo, no critico, deseos de ser un iconoclasta o de desafiar las expectaciones normales. La emoción de replegamiento es el desapego.
    • Creencia: Dios no piensa que yo pueda estar equivocado o ser pecaminoso; solo puedo aceptarlo en la misma medida que yo me acepto a mí mismo; el perdón es real.
  • Máscara: artista, aventurero o explorador.
    • Actitud: juguetón, emocionalmente flexible, ansioso por probar todo lo nuevo, tendencia a ser altamente sensible. La emoción de replegamiento es la fantasía (auto absorción).
    • Creencia: Dios ha hecho un universo recreacional; estoy a salvo siguiendo mis impulsos creativos; tengo la aprobación de Dios.
  • Máscara: profeta o redentor.
    • Actitud: humilde, profundamente indulgente y acogedor para con los demás; siente respeto por el misterio; capaz de ver hasta el fondo de todas las personas o situaciones. La emoción de replegamiento es el amor.
    • Creencia: no hay milagros hasta que ves que todo en la vida es un milagro; Dios trabaja a través de mí y mi mayor gozo es servirle.
  • Máscara: sin máscara.
    • Actitud: inmersión en el éxtasis, la sabiduría y la paz, sin actitudes personales, con un punto de vista universal. La emoción de replegamiento es la compasión.
    • Creencia: sin creencias personales; cada acción y cada palabra vienen directamente del origen divino; certitud que el ser humano es un estado bendito.

Todo esto sirve para exponer de qué forma tan penetrante estamos influenciados por nuestro estado de conciencia, porque cada emoción o actitud tiene un significado espiritual, a pesar del hecho de que la sociedad no lo reconoce. A los ojos de la sociedad, los acontecimientos solo se vuelven espirituales en la iglesia o durante épocas de crisis o transición, pero el viaje del alma es una constante en la vida de cada uno de nosotros. Nuestras actitudes típicas, junto con las emociones de las que no nos podemos librar, nos indican de una forma sutil cuáles son las cuestiones que se están agitando a un nivel más profundo. Incluso el santo y el redentor llevan una máscara, aunque sea delgada, que no le dejan ver ni a ellos la totalidad de su ego.

* La emoción de replegamiento es una respuesta para salir del paso que surge cuando no podemos resolver una tensión interior o una crisis y refleja también un sentido de conexión o separación de Dios.

Es posible que un conjunto de actitudes se adapte tan bien a nosotros que lo utilizamos constantemente; esto es el distintivo de alguien que se mueve muy lentamente por el camino, como puede ser el escéptico confirmado que sigue teniendo dudas sobre los asuntos espirituales, desde la existencia de Dios hasta la posibilidad de que después haya otra vida. Es posible que las personas que se aferran firmemente al escepticismo nieguen que tengan miedo a la vacuidad y al abandono, aunque en el fondo tienen este problema más que cualquier otra persona, con lo que su máscara se convierte en algo muy engañoso.

Siguiendo con el mismo tema, hay personas que tienen mucho éxito y que deben sus logros a la lucha y a la competitividad que tienden a llevar una máscara de confianza en sí mismos y a no mirar a las creencias ocultas que les pondrían en contra de Dios; e incluso creyendo en Dios, actúan de acuerdo con su poder personal, y si se enfrentan seriamente con la posibilidad de rendirse, la rehúsan completamente, porque no dudan a la hora de elegir entre la voluntad y la rendición.

¿Cuál es la máscara de alguien que se mueve muy rápidamente por el camino? Puede que parezca una paradoja, pero cuanto más turbulentos seamos en nuestro interior con mayor rapidez nos moveremos. Es el fermento lo que es bueno, y no el hecho de referirnos a nuestra propia historia.

Krishnamurti decía que el descontento es la llama del buscador. Meher Baba, un maestro indio sufista, enseñaba que el único requisito previo para despertar es la desilusión total. ¿Por qué? Pues porque la noción de que somos una entidad fija es una gran ilusión, y cuanto antes veamos lo variados y complejos que somos, antes nos caerá la máscara de nuestro ego.

En la naturaleza no hay nada inmóvil. Las criaturas o se mueven o mueren. Viendo el modo en que florece una flor, produce las semillas y se sacrifica a sí misma para que nazca una nueva vida, nos preguntamos si nuestras almas no estarán en el mismo ciclo. ¿Crecemos y caemos, girando por un círculo infinito de nacimiento y muerte? O ¿es que hay una tendencia a permanecer en movimiento cerca de Dios, a pesar de los muchos obstáculos que van surgiendo por el camino?

Personalmente, creo que es una cuestión importante para mi actual comportamiento, porque puedo elegir entre obedecer a las motivaciones de mi ego o a mis ideales más elevados. El 99 por ciento de la humanidad tiene una historia en la que cree y nada les moverá de su historia. Los santos nos recuerdan que debemos escoger lo ideal por encima del egoísmo, y cuando tenemos tentaciones de ser egoístas, codiciosos y ambiciosos, no nos condenan. Venid a mí —implora Rumi— aunque hayáis roto vuestros votos mil veces. El alma no puede ser obstaculizada por una acción exterior y nadie hace el viaje del alma más rápidamente o más lentamente que otras personas, porque el tiempo no cuenta a nivel del alma, sino que lo que cuenta es la percepción. Cuando percibimos que el despertar es inevitable, la atracción magnética del alma seguirá haciéndonos cambiar.

Todos nosotros, incluyéndome a mí, no somos más que santos en potencia. Podemos exhibir el comportamiento que queramos, pero la vida fluye desde las raíces hacia arriba, y no de las ramas hacia abajo. Desde un punto de vista espiritual, ser bueno nunca es un error, pero desde el punto de vista de la absoluta efectividad, lo cual significa intentar despertarnos en el menor tiempo posible, sin obstáculos ni reincidencias, adoptar la creencia correcta tiene mucha más fuerza. Como dice el primer principio, la evolución no puede detenerse. Teniendo esto bien presente, tenemos una base para perdonar cualquier pecado, dejando atrás el pasado y dándonos a nosotros mismos una segunda oportunidad en todo aquello en que fallamos la primera vez, ya que no hay caída en desgracia, sino solo una larga licencia y al final solamente hay una guía de la que nos podamos fiar, encontrar nuestro lugar en el arco creciente y no parar de movernos.