Bien sé a cuántos contradigo, y reconozco los que se han de armar contra mí; mas no fuera yo español si no buscara peligros, despreciándolos antes para vencerlos después.
Todos anhelamos llegar a viejos y todos negamos que ya hemos llegado. Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.
La paciencia es virtud vencedora, y hace a los reyes poderosos y justos. La impaciencia es vicio del demonio, seminario de los más horribles y artífice de los tiranos.
Corrige tus errores, si los has cometido, y guárdate de ellos si no has cometido ninguno. Citado por Mao Zedong. Citas del presidente Mao Zedong, capítulo XXVII.
y el vino con la mosca y la zurrapa que al rico que se engulle todo el mapa muchos años de vino en ancha copa. Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez.
Quien no ama con todos sus cinco sentidos a una mujer hermosa, no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mayor obra.
En tanto en Cataluña quedase un solo catalán, y piedras en los campos desiertos, hemos de tener enemigos y guerra.
La guerra es de por vida en los hombres, porque es guerra la vida, y vivir y militar es una misma cosa.
La posesión de la salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta no se goza.
Y sería lo propio decir el avaro que él tiene el tesoro, que si el preso dijese que él tiene la cárcel
El árbol de la vida es la comunicación con los amigos; el fruto, el descanso y la confianza en ellos.
No es dichoso aquél a quien la fortuna no puede dar más, sino aquel a quien no puede quitar nada.
Muchos son buenos si se da crédito a los testigos; pocos si se toma declaración a su conciencia.
Si haces bien para que te lo agradezcan, mercader eres, no bienhechor; codicioso, no caritativo.
Dijo la rana al mosquito desde una tinaja: más quiero morir en el vino que vivir en el agua.
No hace la codicia que suceda lo que queremos, ni el temor que no suceda lo que recelamos.
El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar que le llamen.
Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.
Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y pierde la honra.
No es menos ofensiva arma la caricia en las mujeres, que la espada en los hombres.
Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y de costumbres.
El amigo interesado mira a su amor propio; el verdadero, sólo al bien del amigo.
El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos.
No es sabio el que sabe donde está el tesoro, sino el que trabaja y lo saca.
Apocarse es virtud, poder y humildad; dejarse apocar es vileza y delito.
El ciego lleva a cuestas al tullido... ande el pie con el ojo remendado.
Cuando el avaro dice: tengo un tesoro, el preso dice: tenga una cárcel.
No hay cosa que más avive el amor que el temor de perder al ser amado.
La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.
El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor.