La iluminación espiritual

Frases Florence Thomas

Citas Florence Thomas


Mirando a los hombres de mi edad, comprendí que las mujeres no envejecemos solas.

A veces uno se olvida de que el amor feliz no tiene historia o, mas exactamente, no hace historia.

Amo mis arrugas. Gracias a ellas tengo, desde hace ya años, la cara que merezco.

Hay mujeres mas patriarcales y mas machistas que los machos. Ha sido muy practico ser machista para algunas, no querer desordenar su pequeño reino y a veces saben aprovechar muy bien el ser un objeto sexual, sumiso.

Amo mis arrugas. Arrugas me seguirán acompañando. Borrarlas, negarlas, sería algo así como una traición a lo que soy hoy día.

Amo mis arrugas. Son mis cómplices, me acompañan a todas partes y hacen parte de mi identidad.

Amo mis arrugas. No podría vivir sin ellas.

Amo mis arrugas. Las que habitan en la comisura de mis labios son las de la risa, del humor, de la nostalgia, de la felicidad y de la ternura, no sabría vivir sin ellas.

Mis amigos varones me acompañan en esto y no siempre lo viven bien a pesar de una mirada más generosa sobre sus canas y marcadas arrugas en la esquina de su mirada.

La cultura, siempre más benévola con los hombres que con las mujeres, nos quiere hacer creer que envejecemos solas.

Para mi, la intimidad entre hombres y mujeres se esta construyendo desde estas nuevas mujeres de hoy, autónomas y protagonistas de sus vidas y nuevos hombres quienes, por fin, están cuestionando una masculinidad trasnochada.

Sé por fin quiénes son mis verdaderos amigos y sobre todo, amigas y descubro lo delicioso de saber decir ‘No’ cuando es preciso.

Amo mis arrugas. Definitivamente quiero a mis arrugas y con ellas, la edad que tengo.

Por qué renegar de la cara, de la piel y sus surcos cuando son años vividos, dolores y risas que han moldeado la expresión y que le han dado un reflejo a la mirada y un sentido a la sonrisa? Las arrugas solo atestiguan que uno ha vivido y no renunciaré a ellas por nada.

Las mujeres, en general, envejecemos mejor que los hombres.

Amo mis arrugas. Las que encontraron refugio en la esquina de mi mirada, nacieron de un amor no correspondido, de un imposible encuentro, de una demasiado breve pasión, de una angustia materna y de algunas noches de insomnio.

Conozco a los hombres de 55 a 60 años, nada envidiables: Barriga naciente y a menudo más que naciente, calvicie aparente, gorditos en la cintura, potencia sexual bastante afectada, andropausia y compañía.

Amo mis arrugas. Ahí están ellas, grabadas en mi piel y les prometo que seguirán ahí.

Hay amores que construyen lugares para el otro, para la otra, donde existen espacios para respirar fuera de la relación, que permiten enriquecerla y alimentarla del exterior.