De la pureza hacia la espiritualidad
Amando la verdad amas a Dios, amando a Dios, amas la vida, porque esa es la razón por la que estás aquí, porque amas. Es tu pureza, tu espiritualidad.
BARRY LONG
RECONOCIENDO TU PUREZA
¡Ya no más negatividad! A partir de este momento, no más negatividad.
Déjame explicarte lo que es la negatividad. Sé que sabes lo que es la negatividad —pero no conoces su nivel sutil. Negatividad es toda expresión o pensamiento acerca de tu propia incapacidad para encontrar la verdad. Negatividad es cualquier desesperación en ti: No puedo hacerlo. No importa cuánto me esfuerce, no podré hacerlo. Negatividad es: Soy muy torpe, soy muy ignorante, soy muy esto, soy muy aquello. Eso es negatividad. ¿Y sabes quién dice estas cosas? Es el hablador —un animal muy peligroso. Realmente no es digno de ser llamado animal. Es una condición subconsciente de dolor y falta de comunicación que se encuentra dentro de cada uno de nosotros, y que ha estado ahí por mucho, mucho tiempo.
Una vez, cuando el hombre y la mujer amaban realmente, no había hablador. Ninguno hablaba jamás. No había necesidad de hablar, porque nos comunicábamos en el amor. Y el amor no es el amor sentimental, el amor que extraña, el amor que sufre, el amor que se entristece — eso no es amor. Nosotros estábamos en el amor, lo cual significa que estábamos en el halo dorado del cual hablé en las cintas de Haciendo el amor — un halo dorado de comunicación, de amor sin tener que decir algo, o hacer algo, o ser alguien. Estábamos de hecho allí, así que tú sabías con precisión lo que yo necesitaba, y si desde tu punto de vista yo necesitaba algo, entonces podías proporcionármelo, o yo a ti. De este modo, nos comunicábamos a través del amor, puesto que el amor es la más fina comunicación que existe. El amor es ausencia, el amor no es presencia de nada. El amor es lo contrario de lo que la mente humana piensa que es.
¿Y qué es, en verdad, la ausencia?
La ausencia comienza con una falta de auto-condenación, porque no puedes estar ausente si estás condenándote a ti mismo. No puedes estar ausente si estás criticándote a ti mismo. No puedes estar ausente si estás desesperándote por lo lento que es tu progreso en la verdad. Eso no es ausencia. Eso es presencia del hablador, del negativo, el que crucifica a todos sobre la tierra. ¡Ya no más negatividad hablando de ti mismo, por favor! ¡Ya no más!
¿Y qué alternativa, qué alternativa que pueda mantener?
La respuesta es muy, muy sutil, y voy a tratar de transmitirte esta enorme sutileza, que va a reemplazar esa negatividad que tu mente va a pensar o a decir. Para estar aquí cada uno de ustedes debe amar la verdad, aunque puede ser que no sepan todo el tiempo que aman la verdad. Para algunos de ustedes, la verdad puede traducirse en esta otra palabra: Dios. Amando la verdad amas a Dios, y amando a Dios amas la vida, porque esa es la razón por la que estás aquí, porque amas. Eso es tu pureza. El hablador está siempre enfatizando lo negativo, ¿pero qué de reconocer la pureza? Cada uno de ustedes tiene pureza. Ella está obscurecida por este pensador y hablador negativo, que dice muchas tonterías acerca de sí mismo. Tan pronto como habla de sí mismo, encuentras que no pasa mucho tiempo antes de que empiece a traer desesperación, desaliento y depresión.
¿Cómo hacerlo?
Mantente en el reconocimiento de tu pureza. Pues la pureza es nada. Es tu amor por la verdad. Tu amor por la verdad es tan sutil, tan fino, que no puedes hablar acerca de ello. Todo lo que puedes decir es: Yo amo la verdad. Yo no estoy seguro de lo que es la verdad, pero la amo. Solo necesitas hacer esto, y en ese momento de amar la verdad o reconocer tu pureza, estás ausente. Hay una gran ausencia en ti, porque no sabes qué estás amando, no sabes quién está amando, todo lo que sabes es: Simplemente lo amo. Nunca lo dejaré porque no puedo estar lejos de ello. Simplemente lo amo. Eso es tu pureza. Eso es la pureza del amor. Eso es la pureza de la humildad. Eso es la pureza de abandonar al hablador, al pensador, al negativo, que siempre será negativo. Todo hablar se convierte en negatividad, o en hablar sobre tonterías, a menos que esté alabando mi pureza.
Ahora, ¿quieres nuevamente saber qué es la pureza?
Porque se resbala de la mente, lo mismo que el agua se resbala de la espalda de un pato. Estás aquí porque amas algo. Algo que es inexplicable. No alguien, sino algo que es como nada. Verdaderamente lo amas, y nunca has sido capaz de abandonarlo. Y no importa lo que hagas, de un modo u otro, continúa llamándote de regreso, y la única cosa que lo arruina es el pensador. ¡Pero tú no eres eso! Tú eres el amor hacia esa cosa extraordinaria que no puedes nombrar.
EL ESPÍRITU Y LA PSIQUE
Despertar a la verdad es saber que estás soñando.
El espíritu es energético, fuera del tiempo y del espacio, sin forma ni diferenciación – la consciencia inmediata, siempre presente y que todo lo abarca que yo soy.
Por debajo del espíritu está la psique humana. Esta contiene un substrato pesado, como el material de los sueños que surge del hombre dormido, que es la muerte viviente de la humanidad. En ella, preservado y mantenido vivo a cada momento por los anhelos acumulados de la ignorancia humana, existe todo lo que ha sido imaginado alguna vez.
Por debajo del mundo psíquico, pero aún dentro de la psique humana, hay una versión mental relativamente superficial y pasajera de la psique humana – el mundo mental del pensamiento, la fantasía y la preocupación.
Abarcando tanto al mundo psíquico como a la mentalidad humana, está el reflejo del espíritu percibido por los sentidos, que nosotros reconocemos como la tierra y el mundo de la forma. Esto desaparece cada noche cuando vamos a dormir, y finalmente desaparece para siempre junto con el concepto del cuerpo – a menos que aún necesites soñar. Porque podrás soñar que reencarnas y que existes de nuevo en otro cuerpo; pero soñar otro sueño no puede acercarte a la realidad ni un ápice más de lo que estás ahora. La reencarnación no tiene ningún sentido, excepto en el tiempo, en el sueño. Cuando has despertado del sueño humano y eres lo que yo soy, entonces sabes que no puedes existir de nuevo – porque yo soy.
EL FIN DE LA BÚSQUEDA ESPIRITUAL
Todo es irreal hasta que llegamos a estar en nuestros sentidos.
Ocuparse de la búsqueda espiritual es una pérdida de tiempo. Pero al fin y al cabo, toda la existencia, tal como tenemos que vivirla, es una pérdida de tiempo - hasta que llegamos a estar en nuestros sentidos.
Cuanto más busquemos, menos descubriremos la verdad. La verdad es ahora y ahora es lo que es – que es todo lo que hay en los sentidos, en este momento, ahora, en la experiencia del observador. Buscar algo más es el camino de la ignorancia.
Mientras estés ocupado en la búsqueda espiritual te distraerás de lo que es y te involucrarás en lo que han provisto los maestros espirituales, los budistas y todas las demás religiones. Entrarás en el espacio interior y comenzarás a imaginar lo que es Dios, lo que es Jesús, lo que es Mahoma o aquello de lo que hablaba Buda. Te embarcarás en todo tipo de ceremonias, mantras y demás: todo basura comparado con la verdad. La única verdad es lo que es, tal como es, ahora: los fenómenos que están frente a ti. Todo lo demás te aleja de la verdad. Y entonces, inevitablemente tienes que sufrir y conocer la confusión y la contradicción.
Se te ha provisto tu vida viviente para que puedas sufrir lo suficiente y pases por pérdidas y por todos los éxitos y fracasos temporales, las depresiones, las confusiones y los momentos temporales en los que estás en un estado mental como para sentir que existe un Dios o la verdad. Temporales porque sostener la verdad como estado ininterrumpido requiere que estés absoluta y completamente en tus sentidos, ahora y a cada momento. Y no podrás hacerlo hasta que hayas vivido y sufrido lo suficiente, de modo que tarde o temprano te libres de lo que imaginas que es la verdad y percibas en cambio su realidad.
Esperarías que un maestro espiritual diga que ‘hay una sola verdad y es ahora’. Pero te digo esto: la única verdad es ser ahora, en tus sentidos; lo que estás viendo y oyendo es la verdad, y si percibes algo en tu espacio interior, no es la verdad.
El espacio interior es donde piensas, quieres, imaginas, deseas y sueñas, donde tienes realizaciones espirituales, donde realizas a Dios, la verdad y el amor. Todo eso ocurre en el espacio interior, demostrablemente, en tu propia experiencia. Pero cualquier cosa que estés imaginando, que estés desarrollando como una opinión o una posición, no es la verdad. En la imaginación no hay verdad. Y no hay verdad en la reflexión, no hay verdad en el reflejo.
Dentro de ti está el clamor de tus emociones y el atiborramiento de tu mente. Si eliminases un poco el atiborramiento y el clamor, entonces sería verdad que un reflejo de la verdad podría brillar a través de esto. Y en ese momento estarás exaltado y pensarás que has realizado a Dios. Pero es solo un reflejo de Dios. Es solo despejar un poco el intelecto, que es el reflejo de Dios en la existencia. Un reflejo de Dios es como un reflejo en el espejo. ¿Eres tú el que está en el espejo? No, es tu reflejo. Así, un reflejo de Dios en el intelecto no es Dios… Dios es ahora, este momento, cada momento.
El intelecto está embadurnado de toda la basura de las creencias y la religión, de las esperanzas y falsedades que han diseminado los maestros. No podrás encontrar la verdad hasta que hayas borrado todo eso que está dentro de ti. Nunca encontrarás la ausencia, que es el estado de verdad, a menos que seas capaz de estar en el ahora sin que surja nada dentro de ti.
¿Tengo que recordarles a los budistas lo que dijo Buda? No hay nada que surja en mí. Eso significa que no hay opiniones, ni creencias, ni mantras, ni deseos, ni intentos, ni esfuerzo, ni clamor, ni atiborramiento – como modo de vida.
¿Qué puedes hacer para eliminar el clamor y el atiborramiento? Tienes que dejar de reflexionar sobre tus emociones, tus pensamientos, tus recuerdos. Tienes que dejar de pensar, de desear, de soñar mientras estás despierto. Mientras hago eso, existo. Sólo existo en el pasado como reflexión sobre mi memoria, sobre mis emociones o sobre lo que sé. Cuando hay solo percepción, ahora, en los sentidos, yo desaparezco. Entonces hay un estado de ausencia - no hay persona, no hay individuo. Sólo lo que es.
Esto es la negación de todo – excepto del hacer. Nadie en la Tierra puede dejar de hacer. El único problema es que produzco un ‘yo’ para reflexionar sobre lo que estoy haciendo. No surge nada. Pero aún estoy ‘haciendo’… el pájaro está cantando y hay árboles, cielo, nubes y cualquier cosa de la que mis sentidos me estén informando en términos de sonido y vista, ésa es la única realidad ahora.
No sé cuán profunda es esta realidad dentro de los sentidos. Es un gran algo al que no puedo dar nombre. ¿Es eso todo lo que hay? Nadie puede decirlo. Cualquier cosa que se diga sobre ello es una interpretación. Es lo que es ahora. Ese es el misterio, ése es el secreto.