Celulitis y emociones

Lao Tse. Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo el presente.

LUZ HOYOS

SOLTAR EL PASADO

Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado.
Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro.
Si estás en paz, estas viviendo el presente.

Lao Tsé

No lo puede entender, me explicaba Arturo aturdido: Le dije a mi mujer eso hace 18 años y cada que tenemos una pelea lo pone sobre la mesa, lo trae a colación, usted puede creer eso.

Para entender esto que le pasa a la mujer de Arturo, es importante saber, que tú como mujer tienes una naturaleza femenina y también una masculina. De igual manera tú como hombre tienes esas dos naturalezas, nos convertimos en seres completos cuando integramos a ambas. ¿Has observado relaciones de pareja donde ella es la que impone las reglas, la norma y la autoridad, es distante y nunca da un abrazo, mientras el padre es toda ternura, comprensión y afecto? El sabio y sorprendente inconsciente los ha juntado para que cada uno aprenda del otro e integre su naturaleza falente.

Claro que lo entiendo le dije a Arturo, la naturaleza femenina retiene, guarda por si acaso, mientras que la naturaleza masculina suelta, deja ir fácilmente. Cuando no sueltas ni dejas ir fácilmente estás viviendo en el pasado, además te acosan unos síntomas bastante molestos celulitis, retención de líquidos, estreñimiento… ¿Qué haces con la basura, la coleccionas o te desases de ella?

¡Pues bien haz lo mismo con la basura emocional!

LA CELULITIS

Nuestra cuerpo habla: la celulitis y su connotación emocional.

¿Sabías que lo que se refiere al agua y los fluidos corporales están íntimamente relacionado con nuestras emociones?

Nuestro cuerpo posee una individualidad celular limitada a una especialización, un trabajo en equipo a nivel de órgano y sistemas correlacionados y una compleja red de intercomunicación que utiliza mucho mas que los ya tan nombrados neurotransmisores.

Frente a los hábitos de vida actual, las mujeres tendemos a sobre exigirnos en nuestra vida diaria, nos podemos reír de nuestra actual condición, pero no logramos convivir con ella a pesar de reconocerlo; me refiero a las exigencias que nos planteamos de ser la mejor madre, hija, esposa, amiga, jefa, empleada, etc., pero además estar delgada, siempre de buen ánimo, con pilas, con capacidad para resolver desde una comida hasta los números de un emprendimiento que además nos imponemos debe ser si o si exitoso.

Claro un ideal imposible, y menos mal que es así por que no nos quedaría escuela de vida donde desarrollarnos y aprender ¿no?

Cuando ya no damos más, y esto puede comenzar a muy, muy temprana edad; comenzamos literalmente a estancarnos. Y físicamente el no fluir libremente, se transforma en un edema, con el viene la incómoda sensación de piernas cansadas y luego una cascada de complicaciones a nivel físico que comenzamos a prestarle atención recién cuando nos miramos y aparecen agujeritos en la cola (celulitis).

Las células madre que originan nuestra piel, derivan del mismo grupo de células que en un principio se dividieron para dar origen a las células del sistema nervioso, del sistema endócrino y del inmunológico. Es decir, aquello que puede estar fallando a nivel hormonal se ve reflejado en mi piel, si tuve una reacción a nivel de defensas lo veo con alguna expresión en mi piel y si estoy frente a situaciones muy estresantes también voy a tener repercusiones en mi piel y los otros sistemas. Como verás es una familia con muy buena comunicación donde: todos se enteran de todo.

Si nuestras aguas no fluyen y se estancan, si ese es el lenguaje que nuestro cuerpo encuentra para comunicarnos que algo no anda bien es más que acertado dedicarnos a escucharnos, buscar el consejo de un profesional de confianza si ya tenemos una patología a solucionar, complementarlo con cambios de hábitos saludables, y atender esos otros aspectos en un tratamiento estético adecuado.

Como siempre... éste instrumento maravilloso que es nuestro cuerpo físico nos habla. Ya es hora de escucharlo, atenderlo, sanarlo. En definitiva: amarlo.