70 veces 7 - Perdón
Los números son hasta bonitos, son infinitos, no ocupan espacio y su majestad el siete es por excelencia la evolución perfecta del sagrado número uno.
JEBUNA
LA ESENCIA ES LO QUE CUENTA
Los números son hasta bonitos, son infinitos, no ocupan espacio y su majestad el siete es por excelencia la evolución perfecta del número uno (la unidad), el 7, utilizado tanto por los Maestros, Sabios y también por nuestro Maestro Jesús de Nazaret en una de tantas que dijo: Perdonad 70 veces 7. Qué sabiduría, pero acá aparecieron los malos intérpretes de las palabras, los que toman al pie de la letra todo lo que se les dice y tremendo caos si falta una tilde; a esos los llamo perezosos mentales por no ser capaces de poner o quitar una tilde con la mente para seguir con el mensaje. Al fin, la esencia es lo que cuenta. Miremos entonces qué dijeron estos malos intérpretes: Estamos ganados, tenemos permiso de equivocarnos 70 veces 7, menos la última, buenísimo, porque le puedo ser infiel a mi señora mucho rato... otros pecados más son adaptables a esta mentalidad; Agregarían: esta religión está como bacana, podemos adaptar todo a nuestra conveniencia y perdonar a nuestro amaño.
Esto empezó a echar candela porque nos vamos para el infierno (culturízate con pito, INFIERNO: Lugar inventado por todo líder religioso para mantener amedrentados a sus seguidores y así no perder el poder). Nuestra web La Iluminación siempre pregonará que Dios es 100% perdón y el Nazareno lo sabía al decir: Perdonad 70 veces 7 porque no hay nada más santo que perfeccionarnos en el amor y si aprendemos a perdonar todas las veces necesarias seguro que lo lograremos. Digo y me incluyo, los humanos tenemos el defecto de condenar los errores de los demás, pero también añado, no proporcionar ambientes propicios para que las ofensas y los errores vuelvan a surgir; hay que tratar de evitar al máximo estos momentos, somos humanos y es fácil volver a caer en el error. Apártate de mi Satanás, es un argumento de depuración para ser felices.
Muchas veces obramos y hacemos sin saber el daño que estamos causando, vienen de nuevo palabras de Jesús: Perdónalos porque no saben lo que hacen. Qué imperfección la de nosotros los humanos, pero ahí vamos trabajándole duro a este cuento de la perfección en el amor. Claro que hasta acá todo es muy romántico apto para personas frías que se conforman con su zona de confort y creen que con una misa todo quedó resuelto, borrón y cuenta nueva y si la misa fue de 11 a.m. mejor pueden llegar tranquilos al comedor con el perdón de Dios a devorar animales despiadadamente, seguro que en la próxima misa los vuelven a perdonar y siguen atentando contra lo más sagrado de Dios, La vida, y no falta el tarado que le eche la culpa al carnicero, Perdónalos porque no saben lo que hacen. Descarados somos los que abusamos de un Dios que perdona siempre.
A diario pasa que alguien nos dice: qué pena se me dañó aquello o pasó lo otro a lo que respondemos: no te preocupes que fue sin culpa, eso le pasa a cualquiera. Es que esto, en cuestiones del perdón, tiene mucho que ver la intención. Piense que cuando se ofende con conciencia, el paseo cambia y nos afianzamos con el tener la razón para justificar nuestros actos; acá hay que meter la humildad, ¡pero a fondo!. Digo esto a los que no tienen humildad; y me lo digo a mí mismo porque sé que me falta mucha humildad. Qué estarán pensando, que me excluiría del lote; para eso sí soy humilde, reconozco que me falta humildad y reconozco mis faltas, no como otros que les falta humildad para reconocer que son causante de sufrimiento en el reino animal, que les falta humildad para reconocer que son asesinos de animales y lastiman a Dios a diario, pero este tema de la humildad será para otra ocasión.