La iluminación espiritual

El poder psicópata y el poder de la luz

PATROCINIO NAVARRO

Imagen; El poder psicópata y el poder de la luz; Patrocinio Navarro

EL POPDER DE LA LUZ

Todo el mundo sabe que un psicópata es una persona incapaz de sentir empatía por otra persona, y por lo tanto, incapaz de sentir con alguien. Esta enfermedad hace que el psicópata desprecie los sentimientos de otros a los que ocasionalmente escoge como víctimas para propia satisfacción. Esto, sin embargo, no solo es propio de enfermos solitarios que dañan a sus semejantes. Tiene también su versión social "refinada" y hasta "justificada".

Existe una enfermiza maldad organizada hacia el interior de cada país y más allá de sus fronteras; existen todas esas infinitas agresiones contra la dignidad humana y contra la vida misma; todas esas sustracciones de derechos elementales de los más pobres en el propio país y en el resto del llamado tercer mundo para favorecer a los ricos mediante guerras y extorsiones aquí y allá. Todo ese disparate se presenta cínicamente por los gobiernos como un acto de servicio a la ciudadanía a la que dicen representar, y aún más: al servicio del bienestar y la seguridad de todos los ciudadanos del mundo llamado- por ellos- civilizado o libre. Toda una lección de altruismo doméstico, si no fuera porque no es más que marketing político de mafiosos dirigido por verdaderos psicópatas. No lo dice el que esto escribe; lo afirmó el Congreso Mundial de Psiquiatría celebrado en Madrid en los ochenta del siglo pasado, verificando explícitamente que el mundo está gobernando por enfermos mentales. Desde entonces, lejos de mejorar, los enfermos han empeorado y además se suceden unos a otros.

Por desgracia, estos gobiernos dirigidos por enfermos son elegidos en las urnas a donde acuden ciudadanos supuestamente civilizados e informados, a votar por la civilización y por los derechos de los civilizados, pero la información previa que reciben esos ciudadanos para tomar decisiones es parcial, sesgada, llena de trampas y silencios que ocultan negociaciones al margen de los votantes. Así, cumplido el rito de votar, todo sigue como antes o peor. Entre tanto, la paz que se predica por los gobiernos como el bien más deseable hasta el punto que justifica guerras para imponerla en alguna parte, no existe ni en las casas de los ciudadanos civilizados, incluyendo las de los propios gobernantes especialmente, pues es bien sabido que a una persona que vive en paz le repugna cualquier violencia.

Encendiendo la luz

Hagámonos esta pregunta: ¿ puede existir la paz si no existe en el interior de la conciencia de cada uno de nosotros?…En verdad, en este mundo existe la guerra as gran escala. Rencillas personales, violencia machista, violencia laboral, discusiones y peleas, atropellos a la dignidad de los débiles. Esto son formas de energía negativa y agresiva que engrosan los nubarrones negros de los frentes de lucha. De no ser así, no habría necesidad de gendarmes de ningún tipo, de armas de ninguna clase, de fronteras en ningún país. No existirían cárceles ni carceleros, ni uniformados que matan, ni siquiera tribunales. La gente se entendería desde principios éticos bien interiorizados de los que estamos lejos, porque en verdad tampoco existe la justicia, sino las cambiantes leyes del Derecho y toda su corte de sirvientes: policías, jueces, abogados, fiscales. No existen, pues, ni la paz, ni la justicia, ni mucho menos el amor como rector de las conductas públicas y privadas, ni de los gobernantes ni de mayorías de los gobernados. En su lugar, nos hallamos ante un agujero negro que atrapa a millones que caen en el pozo al que los poderosos intentan pintar de blanco para que no lo veamos negro. Unos y otros dicen lo mismo: Aquí no pasa nada de lo que seamos culpables. El culpable siempre es otro, y a veces hay que eliminarlo. Así piensan los atrapados por el egocentrismo y la ignorancia, todos los pintores de blanco de los agujeros negros.

Lo moralmente justo y que conduce a la paz ateniéndonos a los 10 Mandamientos en los que Occidente, con sus Iglesias y sus gobiernos fingen creer, y solo fingen, poco o nada tiene que ver con el Derecho que estos inventan a conveniencia, de donde se deduce que el Derecho y la ética y moral espiritual no van por el mismo camino. ¿Qué paz es posible en esta situación? Así es cómo el Derecho les sirve para justificar la injusticia y la guerra.

Sabemos que los 10 Mandamientos son un código moral de validez universal al margen de cualquier religión a la vez que código moral del occidente cristiano, pero ¿qué Iglesia de las llamadas cristianas da ejemplo de creer en ellos? ¿Qué gobernante, obispo, cardenal o papa los practica y defiende? ¿Qué gobierno los incluye en sus programas educativos? Más aún: ¿cuántos ciudadanos de cada país de occidente y de todo el mundo está dispuesto a seguir un código moral espiritual que se traduzca en amor activo y desinteresado al prójimo? Ese sí sería el germen de un nuevo orden mundial, un orden verdadero, que no supondría ninguna merma- sino muy al contrario- de los derechos humanos, la cultura social y la filosofía moral. Se trataría de adoptar como ley de vida la Regla de Oro que dice: Lo que quieras que te hagan a ti, hazlo tú primero a otros. Y en forma negativa: No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti mismo. Esta es la sencilla moral que Jesús el Cristo, que no fue sacerdote ni fundó ninguna religión, nos recomienda para vivir de acuerdo con la Ley universal que nos podría conducir a un verdadero orden mundial, saliendo del laberinto humano. Así de sencillo y así de genial.


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