LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
Todos los seres humano anhelamos en lo profundo verdad, bien y belleza. Que nada menos que eso nos puede satisfacer. Y que no hay comunicación más noble y bella que la que se establece entre personas profundamente comprometidas con la verdad.
El lugar arquetípico de la sabiduría, en buena medida silenciado en nuestra civilización, es precisamente aquel que aúna, de forma indisociable, conocimiento, experiencia directa, transformación personal y liberación interior.
Todos estamos llamados a ser artistas de nuestra propia vida. Prueba de ello es que no hay dolor superior al que acompaña a la conciencia de no haber movilizado nuestras más propias y profundas posibilidades.
Reconocer que nuestra naturaleza profunda es Presencia. Y que esta Presencia es siempre en un presente constantemente nuevo. Que ser solo tiene un tiempo: el ahora. Que si no habitamos el ahora, no vivimos.
Con frecuencia no hacemos lo que sabemos que es bueno para nosotros; a menudo nuestras emociones e impulsos nos conducen en direcciones contrarias a las que nuestra razón considera convenientes.
La aceptación de «lo que es» remueve la raíz misma del sufrimiento. No elimina el dolor, pues es un aspecto indisociable del hecho de estar vivo, pero sí el sufrimiento mental.
La creencia de que la lógica del pensamiento y la de la emoción son diferentes tiene fundamento, pero solo desde una mirada superficial a nuestra propia interioridad.
Pocas cosas contribuyen de forma más directa a la felicidad en el vivir que nuestra satisfacción y plenitud afectivas, que un corazón cálido, abierto y radiante.
La falta de aceptación de lo inevitable es fuente de sufrimiento. Aceptar los límites de la vida y los reveses terminará elevándonos y liberándonos.
Nos estamos olvidando lo que era el lema de la filosofía antigua, «Conócete a ti mismo» Entra a fondo en tu interioridad y conoce tu verdadero ser.
Solo hay una entrada al camino de la paz: la aceptación. La serenidad siempre será el aroma de la aceptación lúcida de la realidad.
El amor es la única razón por la que vivimos y el único propósito de la vida. Vivimos por el amor y vivimos buscando el amor.
Hay un amor pleno, incondicional, y siempre disponible, el amor que somos en nuestro mismo centro.
Ningún problema puede resolverse en el mismo nivel de conciencia en el que se creó.
ALAN WATTS
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ALBERT EINSTEIN
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BARRY LONG
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CARL GUSTAV JUNG
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