La iluminación espiritual

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Tácitamente, y de un modo gradual, la secta acaba mermando la capacidad crítica del individuo al fomentar su dependencia a la doctrina del grupo, que no es más que un instrumento manejado hábilmente por el líder para garantizar la subordinación de sus acólitos. De un modo expreso, al adepto se le prohíbe ejercer la “especulación mental”, se inhibe su capacidad de libertad de pensamiento para convertirle en un papagayo que, sin ser consciente de ello, solo sabe repetir las ideas que la secta le ha inculcado y que considera como propias.

El Zen no tiene doctrina o filosofía especial, ni credo o dogma formal y enfatiza su libertad de pensamiento, esto la hace verdaderamente espiritual.

El altruismo es la doctrina que exige que el hombre viva para los demás y coloque a los otros sobre si mismo.

La doctrina filosófica que afirma que la verdad como tal no existe es llamada habitualmente ‘relativismo’. Normalmente el relativismo es atacado con vehemencia por parte de los pensadores críticos, pero en su justa medida no es una locura. El relativismo moral, hasta cierto punto, puede llegar a tener sentido. Lo mismo pasa con el relativismo estético. Pero el relativismo epistemológico merece un análisis pormenorizado, porque es un tema altamente complejo.

Como el adepto no puede detallar sus vivencias dentro de la comunidad sectaria a ninguna otra persona ajena, se le coarta su posibilidad de contrastar su experiencia con otras posibles fuentes de información. Esta estrategia impide que la doctrina sectaria, que se considera como Verdad Absoluta, pueda ser rebatida a través de la lógica argumental.

Sin necesidad de ser recluido físicamente en una comuna, la obligación de conservar en secreto mucho de los detalles de la doctrina del grupo contribuye a generar un estado de aislamiento psicológico del sectario con respecto al anterior ambiente de familiares y amigos. La exigencia de mantener la “pureza espiritual” alcanzada después del nuevo “juramento de iniciación” es un argumento más para “sugerir” un gradual alejamiento de su familia.

El Zen no es una filosofía, no es una psicología, no es una doctrina.

Si bien es cierto que la Verdad no existe, sí existe la verdad. La Verdad es una doctrina metafísica que, realmente, carece de toda importancia. Pero la verdad es el equivalente a ‘lo más racional’, lo más fiable, la idea que mejor explica lo que pasa en el mundo.

Estas religiones son las que en la actualidad dominan a la humanidad en este pequeño planeta. Todas han tenido problemas y divisiones dentro de sus doctrinas y organización, pero la más dividida y fraccionada ha sido el cristianismo, pues sus 1.200 millones de adeptos están agrupados en miles de sectas que se contradicen en sus argumentos, pero todas coinciden en su fundamento que es el mismo: la Biblia.

El secreto juramento por el neófito una vez que éste ha sido investido como miembro de pleno derecho después de pasar por una ceremonia de iniciación, obliga a no divulgar las doctrinas y rituales internos del grupo. Se considera que el mundo exterior es ignorante. Esta dinámica de secretismo acaba desencadenando un aislamiento psicológico por parte del adepto con su entorno más inmediato.

Si enseñas a un chico a ser religioso, tendrás que enseñarle toda clase de credos y dogmas. Pero si le enseñas meditación, no le estas adoctrinando.

Los fanáticos de alguna doctrina o maestro, están quitándose las propias culpas comportándose como jueces, ya que todo el tiempo tratan de pensar que necesitan legitimarse.

Esta mas allá de las filosofías, mas allá de las doctrinas, mas allá de los conceptos y de las formas.

La doctrina, y por extensión toda la comunidad sectaria, se convierte en la única depositaria de esa Verdad Absoluta, capaz de reconfortar la inquietud que a todos nos invade cuando nos planteamos la eterna interrogante del sentido de nuestra propia existencia.

En la planificada estrategia de captación, la secta logra cautivar la atención del futuro adepto con discursos generales y utópicos, que nada tienen que ver con el trasfondo ideológico que se profesa en su doctrina interna.

Muchas doctrinas son como un cristal de ventana. Vemos la verdad a través de ellas pero nos separan de la verdad.

Los primeros cursillos de adoctrinamiento convierten en terreno abonado las estructuras mentales del adepto. Más adelante, las enseñanzas inculcadas durante esta primera etapa se convertirán en los catalizadores que permitirán la fase de conversión, o lavado de cerebro, dinamizada en posteriores niveles de integración.

Tanto los Padres de la Iglesia como los doctores del periodo escolástico injertaron la filosofía griega en la doctrina cristiana.

El conjunto de creencias y valores que servían de motivación a la persona antes de su ingreso en la secta queda situado al margen para dejar espacio a la nueva doctrina del líder. Es como si la secta echase un bloque de hormigón que cancelase el libre pensamiento del sujeto. De ahí que uno de los principales objetivos de la terapia de rehabilitación sea rescatar esa isla de la propia conciencia que ha quedado atrapada en ese muro de cemento.

Por un mecanismo psicológico de inercia, el neófito acaba adoptando una actitud pasiva ante la primera fase de adoctrinamiento. Su incapacidad para refutar cada una de las enseñanzas expuestas en las sagradas revelaciones, acaba debilitando su sentido crítico y le hace acatar cualquier doctrina por absurda que parezca. Las estructuras cognitivo-afectivas del neófito se convierten en una esponja permeable cuyos circuitos pueden ser programados por la secta a su antojo.

Pero, cuando le preguntamos, también, a un creyente de cualquiera de las otras principales religiones que dominan a los habitantes de este pequeño planeta, que si la doctrina que practican contiene la verdad, este dirá que si sin dudar.

Nadie esta mas adoctrinado que el propio adoctrinador.

En este sentido, pueden calibrarse dos tipos de “secta dicción”: la dependencia mental a la doctrinal del líder, que justifica la dinámica del grupo y es asumida de forma acrítica durante el proceso de adoctrinamiento; y la vinculación afectiva que se establece con los demás miembros de la comunidad sectaria. Esta doble adicción suple dos tipos de necesidades básicas. La primera sacia la angustia existencial inherentes a todo ser humano al ofrecer respuesta a las eternas interrogantes “Quién soy, de dónde vengo y adónde voy”. La segunda satisface las carencias afectivas del adepto. De hecho, la misma estructura sectaria suele reproducir el modelo familiar, donde el líder simboliza la figura paterna.

Durante el proceso de adoctrinamiento, se atemoriza tácitamente el ánimo del sectario de mil maneras. Todos esos miedos que han sido sembrados en su mente pueden manifestarse en forma de remordimientos de conciencia.

El pulpito universal de la nueva religión mundial se construirá mediante el énfasis en las doctrinas esenciales, en unidad y hermandad del espíritu.

Incrédulos. Decid si una doctrina que enseña semejantes cosas es risible, si es buena o mala. No encarándola sino desde el punto de vista del orden social, decid si los hombres que la practicasen serian felices o infelices, mejores o peores.

La adopción del Rol satisface una doble necesidad: la de evadirse de los problemas con los que la persona se enfrenta en su realidad circundante, y la de iniciar una especie de “despegue” de esta sociedad percibida como materialista y alienante. No olvidemos que la doctrina de la secta predica la llegada de un Paraíso o la instauración de un nuevo reino o estado civilizatorio que se está gestando a partir de ella, por lo que el trabajo de sus miembros constituye poco menos que una misión redentora de esta ignorante humanidad.

No seas idolatra ni te ates a ninguna doctrina, teoría o ideología. Todos los sistemas de pensamiento son medios de guía; no son la verdad absoluta.

Todas las doctrinas, todas las enseñanzas vienen de el; en el se regocijan. Tenlo por cierto y no tengas miedo.

La Cábala no requiere de adoctrinamiento religioso o entrenamiento para que esto suceda.

No importa en que dios o doctrina se crea; si uno se apega a ella, la creencia se basara en mayor o menor grado en una idea egocéntrica.

Evitar la lectura de libros alejados del marco doctrinal sectario es una invitación tácita a no contrastar otros puntos de vista alternativos a los expuestos por el líder. Este imperativo persigue obstaculizar la posibilidad de que el adepto pueda encontrar, a través de la lectura, marcos de referencia distintos a los que se le ha inculcado en la organización.

El líder instrumentaliza el contenido de la doctrina para fundamentar un comportamiento de sumisión en sus seguidores. Se interpretan arbitrariamente el Antiguo y el Nuevo Testamento para instigarle o inhibirle determinadas conductas, lo que acabará por mermar su libre albedrío.

Dios trabaja de muchas formas diferentes, por medio de muchas fes y religiones. La plataforma universal de la nueva religión mundial se construirá mediante el énfasis en las doctrinas esenciales y en la unidad y hermandad del espíritu.

El grupo genera en su seno una especie de “complicidad” heroica que vincula a todos sus miembros en el ejercicio de una misión redentora para la salvación del resto de la humanidad. Predicar o difundir literatura de su doctrina son tareas destinadas a que un mayor número de almas puedan acercarse al grupo. Estas labores exigen una disciplina al adepto, que cada vez encuentra menos tiempo para dedicar a su familia y amistades, quienes, por otro lado, no están preparados para comprender el sentido de la misión que le ha encomendado la secta.

La promesa de acceder a esta Verdad Absoluta se consigue a través del inicio de un interminable rosario de cursillos de adoctrinamiento. Durante un periodo inicial, al futuro adepto se le pone a “prueba” y se ocultan la dinámica y doctrinas internas de la organización. Metafóricamente, al neófito se le cubren los ojos con una venda que le impide saber cuál es el sentido de su ingreso y futura participación en la secta.

Sabía usted que en conjunto, toda religión que enseña doctrinas como las que enseñaba la antigua Babilonia, son parte hoy en día de ese imperio mundial de las religiones falsas.

El hombre que tiene conciencia de su inferioridad halla en la doctrina de la reencarnación una consoladora esperanza. Si cree en la justicia de Dios, no puede esperar.

Las doctrinas son palabras. No son el camino.

El adepto comienza entonces a asumir un Rol dentro de la comunidad, que es mediatizado a través de una serie de resortes de manipulación psicológica dinamizados durante su adoctrinamiento. Los dirigentes proyectan en el adepto la idea de que, si quiere realizarse espiritualmente, su voluntad deberá estar subordinada a la obediencia ciega y despojarse de su personalidad previa al ingreso en la secta, pues puede ser fuente de impurezas que obstaculicen su camino hacia la perfección. Se producirá así un efecto de disociación en el que la personalidad del sujeto es suplantada por el nuevo “Rol de sectario”.

La educación es el adoctrinamiento si eres blanco - subyugación si eres negro.

A medida que continua el proceso de adaptación al grupo, el adepto encontrará en un miembro veterano a un confesor, un guía o un “segundo padre” que le confortará para ofrecerle seguridad y respuesta a ese mar de inquietudes que le invaden. Se genera una relación de dependencia en la que el adepto necesita abrazar la tutela paternalista de un miembro capaz de mitigar su angustia e inseguridad. La figura del líder está siempre presente en ese vínculo, bien a través de alusiones frecuentes a su doctrina, o mediante su reflejo en el dirigente que, al considerarlo un modelo de perfección espiritual, imita su personalidad y carisma, e incorpora como suyas muchas de sus frases.

No dejes que la educación interfiriera con tu educación. Ten iniciativa educativa, el énfasis siempre ha estado en la inspiración, no en el adoctrinamiento.

Las doctrinas solo sirven para señalar la mente, la naturaleza original, que una vez vista dejan de tener función.

A través de sesiones de meditación o de la lectura reiterada de textos doctrinales, el adepto incorpora en su mente determinados “clichés”. Los “clichés” son expresiones o frases de carácter imperativo, escueto y contundente que filtran la percepción de la realidad del sectario y acaban por canalizar su conducta. Son oraciones breves, de enorme carga emocional, que resumen la doctrina inspirada por el líder e inclinan al adepto a mantener una conducta de fidelidad al grupo. Éste acabará asumiendo como propio el marco doctrinal de la secta de tal manera que, todo lo que pasa en el mundo exterior, es interpretado según la referencia de lo “aprendido” en las reuniones del grupo.

Adeptos que habían militado en la secta durante muchos años y que, desengañados, deciden un día abandonar la organización, se convierten de la noche a la mañana, en perfectos extraños. Ya no se les reconoce como “hermanos” de la cofradía sectaria. Los restantes miembros de la comunidad reciben instrucciones de negar el saludo a los disidentes. Con esta medida se pretende evitar nuevas deserciones al desaprobar el que los adeptos presten oídos a las opiniones de aquellos ex-miembros que han mostrado una postura crítica con respecto a la doctrina del líder.

La secta te roba tu tiempo y tu mente. Tu tiempo al forzarte a mantener un ritmo de trabajo diario monótono y alienante que te obliga a reducir tus horas de sueño y de ocio. Tu mente, al introducirte una nueva doctrina, ajena a tu modo de pensar y a tu personalidad previa, acaba alterando tu visión de la realidad. Para ello, la secta incentiva el “no razonar”, que anula tu capacidad crítica.

El ámbito de su conocimiento son doctrinas que tienen como característica la meditación; en la acción, se alejan de la Iluminación y se confunden al hundirse en el polvo, quedando atrapados en el, incapaces de liberarse.

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