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Citas Codicia


Ir en busca de la rosa mas codiciada y hermosa que me pueda imaginar. Si no la encuentro enseguida, me queda toda la vida para poderla buscar.

El egoísmo, el orgullo, la vanidad, la ambición, la codicia, el odio, la envidia, los celos, la maledicencia, son para el alma hierbas venenosas de las cuales es necesario arrancar cada día algún pie y tienen como antídoto: la caridad y la humildad.

A medida que una mente se vuelve excelente se va desprendiendo de la codicia o la aversión y entonces la felicidad surge gradualmente. Esto es vivir Plena Mente.

A menos que la raza humana se de cuenta con una pasión y reverencia mas allá del pensamiento o de las palabras de su interacción con la naturaleza, destruirá en su codicia el mismo entorno en el que se sustenta.

El miedo y la codicia son motivadores poderosos. Cuando estas dos fuerzas de empuje en la misma dirección, prácticamente ningún ser humano puede resistir.

¿Donde termina la necesidad y empieza la codicia? Quien sabe esto tiene una mente religiosa.

La mente ignorante, con sus infinitas aflicciones, las pasiones y los males, se basa en los tres venenos. La codicia, la ira y la ignorancia.

Tres venenos infunden la muerte y la perdición: el odio, la codicia y la ilusión. El Camino Moral, la Meditación y la iluminación son las vías para contrarrestarlos.

Codicia, odio y confusión son tres venenos que deben estar ausentes en tu mente para vivir el la tierra de la pureza.

La humanidad no ha aprendido el equilibrio; mucho menos lo ha practicado. Se guía por la codicia y la ambición; se conduce por el miedo. De este modo acabara por aniquilarse. Pero la naturaleza sobrevivirá, al menos las plantas.

Conquista con la generosidad, la generosidad diluye la codicia.

No hay fuego como la pasión, no hay tiburón como el odio, no hay lazo como la locura, no hay torrente como la codicia. El verdadero amor nace de la comprensión.

No caigas presa de la codicia o el anhelo de la fama: deja que Krishna sea tu todo.

Si quieres ser rico, no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.

Tres cosas hay destructivas en la vida: la ira, la codicia y la excesiva estima de uno mismo.

Vigila atento los portales del pensamiento. Guárdate del deseo. Elimina todo temor, todo odio, toda codicia. Mira afuera y arriba.

Cuanto mas codiciado por el mercado mundial, mayor es la desgracia que un producto trae consigo al pueblo latinoamericano que, con su sacrificio, lo crea.

La codicia es un pozo sin fondo que agota a la persona en un esfuerzo interminable por satisfacer la necesidad sin alcanzar nunca la satisfacción.

Las necesidades humanas son finitas, pero la codicia humana, no.

Hay suficiente en el mundo para la necesidad humana pero no para la codicia humana.

La tierra ofrece lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la codicia de cada hombre.

Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo hemos llamado tener ambición.

No hay necesidad de codicia o hambre.

Si creamos nuestro deseo personal, también estamos creando pobreza, codicia, obsesión sexual, poder sobre los demás en la manada y toda forma de falta.

Hay hombres que dan un poco de lo mucho que poseen. Y si lo hacen es al solo efecto de ganar fama y galardón. En sus deseos íntimos y codicias, pierden el merito de su caridad, por el prurito de vana celebridad.

El sabio sabe que la codicia es mala.

No hay desastre mayor que no estar contento; no hay mayor desgracia que la codicia.

Existen cuatro poderes: memoria e intelecto, deseo y codicia. Los dos primeros son elementales, y los otros sensuales.

La Tierra ofrece lo suficiente como para satisfacer lo que cada hombre necesita, pero no para lo que cada hombre codicia.

Hay suficiencia en el mundo para las necesidades del hombre, pero no para su codicia.

Lujuria, codicia, ira, apego: todos estos son caminos al infierno.

¿Por que existe la pobreza? Existe porque hay personas que son demasiado codiciosas. La pobreza es un sub-producto de la codicia.

Dado que lo que predomina en el mundo -aunque sus días están contados- son los valores del ego: codicia, envidia, orgullo, indiferencia y la mentira.

La espiritualidad es la máxima codicia. No solo quieres una pieza de creación, quieres la fuente de creación.

Una persona religiosa no apela a su reserva acumulada de codicia y miedo para ofrecer suplicantes plegarias a una imagen proyectada como Dios.

En momentos en que la codicia desenfrenada, la agresión maligna, y la existencia de armas de destrucción masiva amenaza la supervivencia de la humanidad, debemos considerar seriamente cualquier avenida que ofrece algo de esperanza.

Estamos en peligro de destruirnos a nosotros mismos por nuestra codicia y estupidez. No podemos quedarnos mirando solo hacia nosotros en un planeta pequeño y cada vez mas contaminado y superpoblado.

El general que avanza sin codiciar la fama y se retira sin temer la desgracia, cuyo solo pensamiento es proteger a su país y dar un buen servicio a sus soberanos, es la joya del reino.

Lo cual es malo al menos por las siguientes razones de consecuencia: primero, porque hace vulnerables, y en grado diverso, a amplísimas capas subalternas de la sociedad. Y con la vulnerabilidad viene la dependencia; con la dependencia, la falta de libertad, y con la falta de libertad, en grado diverso, la condición servil y la pérdida del autorrespeto. Segundo, porque pone en manos de unos pocos poderes y recursos desmedidos que pueden condicionar y sesgar el proceso político del lado de sus intereses privilegiados, socavando así toda esperanza de democracia real y quebrando la igualdad política que subyace al ideal de ciudadanía. Finalmente, la desigualdad extrema entre ricos y pobres (entendidos éstos en sentido amplio) quiebra la comunidad, rompe los lazos de fraternidad y desata, de un lado, la codicia de los pocos y, del otro, cuando no la envidia y el resentimiento, siempre al menos la frustración, y muchas, muchas veces, la desesperación de los muchos.

Los cambios que se avizoran en el futuro cercano nos obligarán a un necesario cambio de perspectiva que nos permita evolucionar para poder adoptar un modo de vida “realmente” sostenible. Ya lo apuntó Gandhi al decir que el mundo tiene suficientes recursos para todos los seres humanos, pero no los tiene para satisfacer sus codicias.

Desde un movimiento marginal en la década de los 60′ hacia una corriente con fuerza en este nuevo siglo son cada vez más numerosas las fuerzas que se alzan contra el consumismo, la codicia, el invididualismo y la falta de sentido. Diversas expresiones de la simplicidad en el vivir florecen en respuesta a los desafíos y oportunidades de nuestros tiempos.