LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
Cuando tenemos el espíritu tradicional de marchar en pos de la verdad tal como es y practicamos nuestro camino sin abrazar ninguna idea egoísta, alcanzamos la iluminación en su verdadero sentido.
El hombre afortunado no es egoísta; su principal deseo es ayudar a la humanidad.
La responsabilidad es vigilia alerta, es ser consciente donde no puedes ser egoísta, porque ser egoísta significa que estás profundamente dormido y no puedes hacerte responsable de nada.
Con la compasión a la creación y el amor a Dios se aprende a dejar intereses egoístas y servir a los demás.
La sabiduría deja de ser sabiduría cuando se vuelve demasiado orgullosa para llorar, demasiado grave para reír, y demasiado egoísta para buscar otra que no sea ella misma.
La vida humana está acosada por el dolor hasta que sabemos sintonizar con la Voluntad Divina, cuyo curso correcto a menudo es desconcertante para la inteligencia egoísta.
El amor ordinario es egoísta, oscuramente arraigado en los deseos y las satisfacciones.
Todo amor es expansión, todo egoísmo es contracción. El amor es, pues, la única ley de la vida. El que ama vive, el egoísta se está muriendo. Por lo tanto, amor por amor, porque es la única ley de la vida, tal como respiras para vivir.
Si a la Presencia «YO SOY» se le pide Luz, Amor, Sabiduría, Poder o Iluminación, es imposible ser egoísta. Una no va con la otra, «YO SOY» elimina lo negativa.
El piadoso egoísta ha tomado el color de la religión y santidad. Con su hipocresía piensa y cree que es humilde, cree que no tiene ego.
Es inútil ser egoísta, ya que cada uno de nosotros vive en interdependencia con todo el mundo y con todas las cosas.
Estar libre de todo motivo egoísta, cuidado de la verdad en el habla y la acción, vacío de voluntad propia y autoafirmación, vigilante en todas las cosas, es la condición para ser un sirviente perfecto.
El amor es la más egoísta de todas las pasiones.
Cuando sueltas al ser egoísta lo que estás recibiendo a cambio es todo el universo.
La felicidad siempre sigue como una sombra a todos aquellos que producen alegría cuando hablan o actúan por tener una mente libre de pensamientos egoístas.
El peregrino que ansía refrescar sus secos labios en las aguas vivas, y sin embargo no se atreve a lanzarse en ellas por temor a la corriente, se expone a sucumbir de calor. La inacción originada del miedo egoísta, no puede producir sino malos frutos.
Las personas son irracionales, inconsecuentes y egoístas. Ámalas de todos modos.
La amabilidad en su sentido más estrecho y egoísta se limita a las mejoras físicas, mentales y morales del propio egoísmo.
Meditación significa simplemente disfrutar de ti mismo y de tu soledad, olvidarte de todo el mundo y solamente disfrutar de ti mismo. Es un fenómeno egoísta, pero a partir de este egoísmo surge un altruismo.
En las aguas heladas del cálculo egoísta, eso es la sociedad, por eso el amor y la poesía son marginales.
Nos moldean nuestros pensamientos. Aquellos con mentes libres de pensamientos egoístas producen alegría cuando hablan o actúan. La felicidad los sigue como una sombra.
La preocupación es una expresión puramente egoísta. El hecho es que para preocuparse o sufrir mentalmente hay que tener una opinión. Tienes que decir 'Eso es malo en relación a mí'. La opinión te impedirá ver la verdad.
No es que yo fuera mala persona, es que no sabía quién era yo. Y cuando estás en esa cara oscura, estás demasiado ocupada salvándote a ti misma que no puedes ayudar a los demás. Te vuelves muy egoísta.
Si mantenemos valores y creencias obsoletos, una consciencia fragmentada y un espíritu egoísta, también estamos manteniendo objetivos y comportamientos obsoletos.
Todo sufrimiento es causado por la ignorancia. Las personas infligen dolor a otros en la búsqueda egoísta de su propia felicidad o satisfacción.
Los niños son completamente egoístas; sienten sus necesidades intensamente y luchan rudamente para satisfacerlas.
Ninguna religión exige más renunciamiento y excluye tan poco piadosamente a los egoístas como la ciencia.
Las personas egoístas son incapaces de querer a los demás, y tampoco son capaces de quererse a sí mismas.
Si un hombre es naturalmente egoísta, avaro y arrogante, se manifiesta con el dinero.
Todos deben casarse; no es lícito sustraerse egoístamente a una calamidad general.
Un egoísta es una persona que piensa más en sí misma que en mi.
El egoísta tiene su corazón en la cabeza.
El que ama no es grosero ni egoísta.
ALAN WATTS
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