El reino de Dios está en cada uno

Las Iglesias -como Iglesias que son y serán como un conjunto de hombres que afirman su infalibilidad- son en realidad instituciones anticristianas.

LEON TOLSTOI

La Excomunión de León Tolstoi

Las Iglesias son iguales en todas partes, y si la católica, anglicana o luterana no tienen a mano a un gobierno tan sumiso como en Rusia, no es por falta de ganas. La Iglesia, como Iglesia que es, y sea cual sea su denominación – católica, anglicana, luterana, presbiterianas – no puede dejar de aspirar conseguir lo mismo que la rusa, ni de ocultar el verdadero sentido de las enseñanzas de Cristo, sustituyéndolas por otra doctrina que no les compromete a nada, que excluye toda posibilidad de comprender la auténtica y vital enseñanza de Cristo, y, lo más importante, que justifica la existencia de sacerdotes que se alimentan a costa del pueblo León Tolstoi

En una nota de prensa difundida en 1901 se podía leer: El conde León Tolstoi, a su avanzada edad de setenta y dos años, ha caído bajo el peso de la excomunión de la iglesia ortodoxa rusa. En la cumbre de su fama, alcanzada con ‘Ana Karenina’, el anciano y famoso escritor se arrepintió de las obras que le habían valido tanto éxito, abandonó el campo meramente literario para dedicarse a desenvolver los problemas religiosos y la filosofía moral, por lo que sus recientes libros, en los que sostiene que nunca es justificable el ejercicio de la fuerza, han merecido la más completa desaprobación de los miembros de Sínodo ruso, hasta el punto de haber hecho pública su excomunión en términos escandalosos, el texto de la cual ha sido publicado en todos los periódicos europeos. (1)

Con el párrafo anterior se concretaba la excomunión de Lev Nikolayevich Tolstoi, el más grande de la literatura rusa de los siglos XIX y XX, por parte de la sacrosanta Iglesia Ortodoxa Rusa y a manera de castigo por desviarse de la doctrina sostenida por dicha institución. Tolstoi, anarquista cristiano y polémico escritor quien renunciara a la fama y gloria que le otorgaran sus novelas, quedaba excluido – sin que le preocupara mucho – de participar en los sacramentos de la religión a la cual pertenecía en esta oportunidad de la iglesia ortodoxa rusa. Tolstoi vivía en aquel entonces una profunda crisis existencial que como hombre lo llevó a buscar radicalmente a Dios, no desde el punto de vista de la religiosidad de la iglesia sino a través de una relación personal y espiritual con el Supremo. Concibió, en su búsqueda personal, un cristianismo depurado de las arcaicas estructuras y dogmas eclesiástico. Tolstoi utilizó su fama y prestigio mundial no solo para enfrentarse al sistema político de la Rusia zarista sino que también criticó y atacó a la iglesia ortodoxa rusa, instituciones que consideraba corruptas y perpetuadoras de la esclavitud e ignorancia de la sociedad al apoyar la violencia entre los hombres para mantenerse en el poder.

Después de una grave crisis espiritual, que ocurre cuando cumple 50 años y que cuenta en su novela ‘Confesión’, comienza a predicar un nuevo cristianismo que le hace renegar de su obra de escritor, y lo enfrenta a la iglesia oficial. Se va hundiendo cada vez más en una oposición radical a todas las instituciones políticas, militares y judiciales del mundo contemporáneo, a las que considera contrarias al principio fundamental de su cristianismo: no utilizar la violencia contra el mal. (2)

Cien años después del la excomunión de Tolstoi, la iglesia rusa aún sostenía que pese a la elevada valoración de las obras de León Tolstoi, su excomunión no puede ser revocada, porque fue él mismo quien apostató, según la Iglesia Ortodoxa rusa. La decisión del Sínodo Sagrado del 20 de febrero de 1901 no hizo más que reafirmar el hecho consumado de que el conde Tolstói había apostatado de la Iglesia y había roto con ella, lo que él mismo estaba enfatizando en cada ocasión, explicó el portavoz del Consejo del Patriarca para la cultura, respondiendo a la carta del presidente de la Unión del Libro de Rusia, Serguéi Stepashin. (3)

Sus declaraciones y actuaciones en contra de la Iglesia fueron aborrecibles para la mentalidad ortodoxa. Además, sus actividades en las últimas décadas de vida, lamentablemente, fueron verdaderamente destructivas para Rusia, a la que amaba. No es una casualidad que el líder bolchevique [Lenin] apreciara tanto ese ámbito de actividades de Tolstoi y le describiera como ‘el espejo de la revolución rusa’, agregó Stepashin. La iglesia siempre ha tenido una actitud compasiva hacia el trayecto espiritual del autor. No hubo ningún anatema o maldición ni antes ni después de su muerte, contrariamente a lo que afirmaban hace cien años y todavía afirman los historiadores y periodistas sin escrúpulos. La gente cristiana sigue admirando el talento literario de Tolstoi, pero al mismo tiempo sigue rechazando sus ideas anticristianas. (3)

Luego de más de cien años Tolstoi sigue siendo conocido por Ana Karenina, La Guerra y la Paz, y La Muerte de Ivan Ilich, en tanto que las obras que contienen sus observaciones y opiniones con respecto al cristianismo y la iglesia son menos conocidas. Aunque su supuesta apostasía no buscaba más que corregir los errores y desviaciones de una iglesia corrupta, difícilmente se podría decir que sus libros eran anticristianos, más bien todo lo contrario, como fácilmente se puede comprobar al leer El Reino de Dios está en Vosotros. Sin embargo hoy como ayer no hay mucho espacio para el pensamiento crítico dentro de las instituciones que controlan el poder establecido.

El Reino de Dios está en Vosotros

Aunque era conde, llevaba una vida sencilla y frugal. Eligió vivir entre campesinos y ejercía el oficio de zapatero. Creó una escuela para los niños humildes de su zona, editaba sus propios libros de texto y les enseñaba a que respetaran a otros así como a sí mismos.

León Tolstói (1828-1910) fue un escritor ruso considerado uno de los más grandes de la escritura universal. Obras como Anna Karérina, Guerra y paz, Resurrección o La muerte de Iván Ílich le avalan. Aunque se le conoce sobre todo, junto a Fiódor Dostoyevski, como el máximo representante del realismo ruso, mucho menos se le conoce como pensador religioso y buscador incansable de la verdad.

Fue al finalizar su obra Anna Karérina, que Tolstói entra en una profunda crisis espiritual y en una terrible depresión que lo lleva al borde del suicidio. Necesita desesperadamente encontrar un sentido a su vida. Primero busca en la ciencia y en !a filosofía. Después en la Iglesia ortodoxa, pero queda con todo decepcionado. Entonces, con el fin de conocer también las Sagradas Escrituras aprende hebreo y griego para poder leerlas en sus idiomas originales y llega a la conclusión de que muchas doctrinas eclesiásticas nada tienen que ver con las enseñanzas de Cristo. A partir de ahí escribe obras como Confesión, ¿En qué consiste mi fe?, Crítica a la teología dogmática, El evangelio abreviado y El reino de Dios está en vosotros, obra imprescindible para conocer su pensamiento religioso.

Tolstói acusa a la Iglesia y al Estado del uso en la historia de la violencia para conseguir sus fines. La Iglesia ha pervertido las enseñanzas de Jesús por conciliar dos conceptos totalmente incompatibles: violencia y religión. Y coloca el inicio de esa corrupción cuando se unió al poder estatal en el siglo IV con Constantino. A partir de entonces, sus intereses han sido más terrenales que seguir las enseñanzas de Jesús. Afirma también que la vida de la mayor parte de los hombres es una contradicción, porque se hacen llamar cristianos pero se envía a los jóvenes a luchar en guerras que responden a intereses solo de algunos. Por eso el servicio militar no es cristiano ni natural y quienes siguen de verdad a Cristo deberían rebelarse pacíficamente contra toda esa maquinaria bélica.

Cree también Tolstói, que habría que abolir el orden social de Estados sectarios, no como pretenden los revolucionarios o los anarquistas, sino mediante la resistencia pasiva y un modo de vida basado en los principios cristianos, lo que finalmente conducirá al establecimiento del reino de Dios en la tierra.

Tolstói había recibido una gran influencia de los escritos de Henri David Thoreau, sobre todo de su obra Ensayo sobre la desobediencia civil. A su vez los escritos de Tolstói ejercieron una gran influencia en Mahatma Gandhi con quien mantuvo alguna correspondencia. Toda esa cosmovisión de la no violencia tuvo una gran influencia en los movimientos pacifistas de todo el mundo.

Mahatma Gandhi, quien leyó algunos de sus escritos, escribió:

El reino de Dios está en vosotros me abrumó. Me marcó para siempre. Comprender su pensamiento independiente, su profunda moralidad y la veracidad de este testimonio, hizo que todos los libros que antes me había dado Mr. Costes me resultaran insignificantes.– Authobiography. The story of my experiments with Truth, Mohandas K. Gandhi. Dover publications, Inc., New York, 1983.

Prescindiendo en si se puede compartir o no todos los planteamientos de Tolstói, no cabe duda de que lo que más sobresale en él es su deseo ardiente de entender y vivir según el Evangelio de Jesús de Nazaret. Aunque reconoce que hacerlo al cien por cien no es posible, solo el esfuerzo constante en llevarlo a cabo es ya un gran logro.

Algo de su pensamiento

A diferencia de la fraternidad positivista, comunista y socialista, para la concepción cristiana del mundo, el amor no es una necesidad, ni se concentra en nada, sino que es un rasgo esencial del alma humana. El hombre ama no porque le sea ventajoso amar a éste o a aquellos, sino porque el amor es la esencia de su alma, porque no puede no amar.

La doctrina cristiana le indica al hombre que la esencia de su alma es el amor, que su dicha no procede de amar a tal o a cual, sino de amar al principio de todo, a Dios, al que reconoce en su interior mediante el amor, y por ello ama a todo el mundo y a todas las cosas.

No solamente hace mucho que hay conciencia de la incompatibilidad entre cristianismo, la violencia y la guerra, sino que esa incompatibilidad hace tiempo que fue demostrada de manera clara e inequívoca, y solo cabe sorprenderse de que la Iglesia haya propugnado y siga propugnando esta conjunción imposible entre doctrina cristiana y violencia.

Creemos que la ley del talión del Antiguo Testamento, ‘Ojo por ojo, diente por diente’, fue abolida por Jesucristo. Conforme al Nuevo Testamento, todos sus discípulos han predicado el perdón al enemigo en vez de la venganza, en todos los casos y sin excepción alguna… la verdadera seguridad se encuentra en la bondad, en la paciencia infinita y en la misericordia… creemos en la profecía de que llegará un tiempo en el que las espadas se hagan arados y de las lanzas, hoces, y debemos contribuir a esta causa con todas nuestras fuerzas, sin demora alguna. – Declaración de los principios adoptados por la sociedad para la paz en el mundo, Boston, 1838. Citado por León Tolstói en el El reino de Dios está en vosotros, Kairós, 2009.

Hay personas -cientos de miles de cuáqueros, menonitas, nuestros dujobori y molocanes, y otras personas que no pertenecen a ninguna secta determinada- que consideran que la violencia (y por tanto el servicio militar) es incompatible con el cristianismo, y por ello cada año en Rusia hay hombres que son llamados a filas que se niegan a realizar el servicio militar debido a sus convicciones religiosas… conozco el caso de un hombre que se negó a realizar el servicio militar en Moscú en 1884, y a los dos meses de su negativa, se abrió un expediente voluminoso… Normalmente envían al rebelde a que visite un sacerdote, el cual, siempre -y para su vergüenza-, trata de hacerle cambiar de parecer.

Cristo es un reformador que desmoronó los antiguos fundamentos de la vida y nos proporcionó unos nuevos, y cuya reforma aún no se ha llevado a cabo y todavía sigue vigente.

En vez de dar un conjunto de normas, tal y como habían hecho las confesiones anteriores, esta doctrina únicamente expuso un modelo basado en la perfección interior, en la verdad y en el amor encarnados por Cristo.

La herejía es una manifestación que hace avanzar a la Iglesia, es un intento de desmoronar las entumecidas aseveraciones de la Iglesia, un intento por comprender vivamente la doctrina. Cualquier paso que se ha avanzado en la comprensión y el cumplimiento de la doctrina ha sido dado por herejes; Tertuliano, Orígenes, Agustín, Ligero, Han Hus, Chelcicky: todos ellos fueron herejes, y no podría haber sido de otro modo.

El hombre con una concepción divina reconoce la vida no en su individualidad ni en el conjunto de individuos (familia, clan, nación, patria o Estado), sino en la eterna e inmortal fuente de la vida: en Dios; para cumplir la voluntad de Dios sacrifica su dicha personal, familiar y social. El motor de su vida es el amor, y su religión consiste en adorar mediante hechos y verdades el principio de todas las cosas: Dios.

Una vida auténtica y sensata es posible para el hombre solo en la medida en que éste pueda ser partícipe no de la familia o del Estado, sino de la fuente de la vida: del Padre; en la medida en que el hombre pueda fundir su vida con la del Padre. Ésta es, indudablemente, la concepción cristiana de la vida, visible en todas las máximas del Evangelio.