El reino de Dios está en vosotros

Las Iglesias -como Iglesias que son- no son instituciones que se cimenten sobre un principio cristiano. Desviadas a muchas enseñanzas de Cristo.

LEON TOLSTOI

EL FALSO CRISTIANISMO

He aquí algunas de las opiniones del autor de Guerra y Paz

Por muy extraño que pueda parecer, las Iglesias- como Iglesias que son- han sido siempre, y no pueden dejar de serlo, instituciones no solo ajenas a las enseñanzas de Cristo, sino incluso hostiles a ellas. No en vano Voltaire calificó a la Iglesia como l´infame, (la infame); no en vano, todas o casi todas las llamadas sectas cristianas han considerado que la Iglesia es la Gran Ramera profetizada por el Apocalipsis; no en vano la historia de la Iglesia es una historia de terribles crueldades y atrocidades.

Las Iglesias- como Iglesias que son- no son instituciones que se cimenten sobre un principio cristiano, pero que se han desviado ligeramente del recto camino, tal y como piensan muchos: Las Iglesias- como Iglesias que son y como un conjunto de hombres que afirman su infalibilidad- son en realidad instituciones anticristianas. Iglesia y cristianismo son dos principios que no solo no tienen nada en común – aparte del nombre-, sino que son absolutamente opuestos y antagónicos. El primero representa el orgullo, la violencia, la autoafirmación, la inmovilidad y la muerte. El segundo, la resignación, el arrepentimiento, la humildad, el movimiento y la vida.

No se puede servir a dos maestros a la vez; hay que escoger entre uno u otro. Continuamos con tres preguntas imaginarias cuyas respuestas se hallan en su libro:

Primera pregunta a Tolstoi: ¿Conducen las Iglesias a la unidad?

Respuesta: Las Iglesias no solo no solo no han unido nunca, sino que han sido una de las principales causas de la desunión entre los hombres, de su odio mutuo, de las guerras, de las matanzas, de la Inquisición, etc.

Segunda pregunta a Tolstoi: ¿Son las Iglesias intermediarias entre Dios y los hombres?

Respuesta: Las iglesias nunca han sido intermediarias entre Dios y los hombres –algo innecesario y totalmente prohibido por Cristo, que reveló su doctrina a cada hombre directamente y sin mediaciones,- sino que colocan unas formas muertas en el lugar de Dios, y no solo no revelan la verdad de Cristo a los hombres, sino que la ocultan (pág. 93)

Tercera pregunta a Tolstoi: ¿Es posible en estas circunstancias y con estos planteamientos que las Iglesias actúen de otro modo?

Respuesta: Es terrible lo que hacen las Iglesias sobre las personas, pero si pensamos en cuál es su situación, comprenderemos que los hombres que componen estas Instituciones eclesiásticas no pueden actuar de otro modo, ya que a las Iglesias se les plantea un dilema: o el Sermón de la Montaña, o el Credo Niceno. El uno excluye al otro: si una persona cree sinceramente en el Sermón de la Montaña el Credo Niceno perderá para él todo su sentido y significado, y junto con él, la Iglesia y sus representantes. Y si cree en el Credo Niceno,- es decir, en la Iglesia y en aquellos que se consideran a sí mismos sus representantes-, el Sermón de la Montaña será para él innecesario. Por este motivo, las iglesias no pueden dejar de realizar todos los esfuerzos posibles en enmascarar el sentido del Sermón de la Montaña y en atraer hacia sí a los fieles….. Si la Iglesia cesara, aunque solo fuera un brevísimo periodo de tiempo, de hipnotizar a las masas y engañar a los niños, la gente empezaría a comprender las enseñanzas de Cristo, lo que significaría el fin de las Iglesias y de su influencia. Por esta razón, las Iglesias no se pueden detener ni un instante en su intensa labor de hipnotizar a adultos y engañar a niños. Y precisamente es esta labor de la iglesia de inculcar una falsa doctrina de Cristo lo que impide que la mayoría de los llamados creyentes comprendan la auténtica doctrina.