La mente provoca todo tipo de miserias como le sucedió al monje que no dejaba de pensar en la hermosa mujer. Su mente siempre estuvo alejada del presente.
No discutas con una mujer que lee, porque ella sabe pensar. Por ello no se puede engañar a una mujer, la mujer ve con los ojos del alma, ve con sabiduría.
Los pensamientos son como una nube. Se van por si solos, no debes hacer nada. Si observas sin juzgar, sin desear, sin criticar, obtienes el control.
No insultes a una mujer que sabe hacer pastelillos porque la verdad se asocia con la sabiduría y la experiencia incluso, en realidades como hornear.
Con el amor no podemos jugar a la perfección. El amor es el valor supremo, la plenitud final. No hay nada más allá de él. Por eso no puedes perfeccionarlo.
Si te vuelves consciente de la llama interior de tu ser interior, te das cuenta de que no eres una raza privilegiada, eres parte de la unidad infinita.