La avaricia del rey Midas
Cuento zen con moraleja
El hombre se siente pleno si está en sintonía con el universo; si no está en armonía está vacío, totalmente vacío. Y de ese vacío procede la avaricia.
Cuento zen sobre la avaricia
El Rey Midas encontró abandonado y herido a Silenio el ayudante de Dionisio, dios de la celebración, lo reconoció y lo cuidó unos días hasta que se lo devolvió a Dionisio, que muy agradecido concedió un deseo al Rey Midas y ¡cómo no!, el Rey en medio de su avaricia pidió que todo lo que tocase se convirtiera en oro. El dios Dionisio frunció el ceño, pero se lo concedió.
Al día siguiente, Midas despertó, tocó la mesita de noche y se convirtió en oro, después una silla, una alfombra, un cuadro, la bañera y todo lo que tocaba se convertía en oro. Pero, tuvo hambre y al tocar el pan, se convirtió en oro y al beber vino, se atragantó.
Al Rey Midas le empezó a entrar miedo y justo en ese momento, su gatita saltó sobre su regazo y se convirtió en una estatua de oro. El Rey comenzó a llorar, su hija Zoe lo oyó y fue a consolarlo y lo tocó. Y al instante se convirtió en estatua de oro.
El Rey Midas estaba tan desesperado que imploró al dios Dionisio que le dijo que su arrepentimiento le había salvado y para volverlo todo a la normalidad debía coger agua del río y lavar todo lo que había convertido en oro. Así lo hizo Midas, lavo todo lo que había transformado en oro.
De esta manera el rey Midas, aprendió a no ser ambicioso y a amar el brillo de la vida en vez del brillo del oro y fue muy generoso repartiendo sus riquezas entre los habitantes del reino.
MORALEJA
El hombre se siente pleno si está en sintonía con el universo; si no está en armonía con el universo está vacío, totalmente vacío. Y de ese vacío procede la avaricia. Basta con entender la naturaleza de la avaricia. No tienes que hacer nada más para librarte de ella; la comprensión misma aclarará todo el lío.
La avaricia, intenta llenar todo con dinero, con casas, con muebles, con amigos, con amantes, con cualquier cosa, porque uno no puede vivir como vacío. Es horrible, es una vida fantasmal. Si estás vacío y no tienes nada dentro de ti, te será imposible vivir tratando de llenar ese vacío con cosas externas.
Por tanto, se existencial.
Abandónate y acércate a la existencia en silencio y en paz, en meditación, y un día verás que estás tan lleno -más que lleno, rebosas- de alegría, de dicha, de bendición. Tienes tanto que puedes dárselo a todo el mundo y no se agota.
Ese día, por primera vez, no sentirás ninguna avaricia: de dinero, de alimento, de objetos, de nada. Vivirás naturalmente y encontrarás todo lo que necesites. Y vivirás, no estarás siempre con una avaricia constante e imposible de satisfacer, con una herida que no se puede curar.