El poder de dar amor

Cuento zen con moraleja

Dar amor es una experiencia muy hermosa porque entonces eres un emperador. Recibir amor es una experiencia muy pequeña, es la experiencia del mendigo.

Imagen del cuento: El poder de dar amor

Cuento zen sobre el poder de dar amor

Samten, un maestro zen, vivía de la forma más sencilla posible en una pequeña choza al pie de una montaña. Cierto día, por la tarde, estando él ausente, un ladrón se introdujo en el interior de la cabaña, solo para descubrir que no había allí nada que pudiese ser robado.

Samten, que regresaba entonces, se encontró, con el ladrón en su casa.

Debes haber hecho un largo viaje para venir a visitarme, le dijo, y no sería justo que volvieras con las manos vacías. Por favor, acepta mis ropas como un regalo de amor.

El ladrón estaba perplejo, pero al fin cogió las ropas y se marchó.

Samten se sentó en el suelo, desnudo, contemplando la luna a través de la ventana.

Pobre hermano, se decía. Ojalá pudiese haberle dado esta maravillosa luna.

MORALEJA

En lugar de pedir: Dame amor, comienza a darlo tú. Olvídate de conseguirlo, simplemente da; y te garantizo que recibirás mucho. Pero no tienes que pensar en conseguirlo. No tienes que comprobar que lo estás recibiendo ni siquiera indirectamente, lateralmente. Eso bastaría para alterarte. Simplemente, da, porque dar amor es muy hermoso y recibirlo no lo es tanto. Este es uno de los secretos.

Dar amor es realmente una experiencia muy hermosa porque entonces eres un emperador. Recibir amor es una experiencia muy pequeña, es la experiencia del mendigo. No seas un mendigo. Al menos, en lo tocante al amor, sé un emperador, porque es una cualidad inextinguible en ti. Puedes dar todo lo que quieras. No te preocupes de que se pueda acabar, de que un día de repente descubras: ¡Dios mío! Ya no tengo ningún amor que dar.

El amor no es una cantidad; es una cualidad, y una cualidad de cierta categoría, que crece cuando la das y muere si la retienes. Si eres mísero con él, se muere. Por eso, sé generoso. No te preocupes de con quién, esta misma idea es propia de una mente avarienta: daré mi amor a ciertas personas que tengan ciertas cualidades.

No entiendes que tienes tanto...; eres una nube de lluvia. A la nube de lluvia no le preocupa dónde tiene que descargar -sobre las rocas, en los jardines, en el mar-, no importa. Quiere descargar. Y esa descarga es un alivio tremendo.

Por tanto, el primer secreto es: no lo pidas y no estés esperando y pensando que lo darás cuando alguien lo pida. ¡Dalo!