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Ejercicio de respiración para transformar el miedo

POR: THICH NHAT HANH

Imagen; Ejercicio de respiración para transformar el miedo; Thich Nhat Hanh

TRANSFORMAR EL MIEDO

Ejercicios de respiración para transformar las raíces mentales del miedo.

Los siguientes ejercicios pueden ayudarnos a entender nuestra mente y despojarnos de las ilusiones para conectar así con la auténtica naturaleza de la realidad y alcanzar el estado libre de miedo.

EL REINO DE LA MENTE

Prestar atención a nuestra mente para reconocer su estado.

Ejercicio de respiración:

Al inspirar, soy consciente de mi mente. Al espirar, soy consciente de mi mente.

Cada pensamiento es como una gota de agua del río de la mente. Sentados a la orilla de ese río, contemplamos la emergencia y la desaparición de los pensamientos. Simplemente los reconocemos en el momento en que emergen, permanecen y acaban desapareciendo, sin aferrarnos a ellos ni tratar de eliminarnos.

Cuando el miedo aparece, decimos:

Al inspirar, sé que la formación mental del miedo está presente en mí.

Cuando se presenta la formación mental del miedo, inspiramos para reconocer su presencia en nosotros. Con ayuda de la concentración y la atención plena, reconocemos y abrazamos todas y cada una de las formaciones mentales que vayan presentándose. Entonces podremos ver la naturaleza profunda de dicha formación mental.

ESTIMULAR LA MENTE

Estimular la mente para que esté feliz y descansada.

Ejercicio de respiración:

Al inspirar, hago que mi mente se sienta feliz. Al espirar, hago que mi mente se sienta feliz.

De este modo, infundimos alegría en la mente, al tiempo que la fortalecemos y vigorizamos. Esto se asemeja a la práctica de generar alegría y felicidad a la serie de ejercicios anteriores, con el beneficio añadido de que, en este caso, la mente se energetiza y fortalece.

Según la psicología budista, la mente tiene, al menos, dos estratos. El estrato inferior, en el que se almacenan todas las semillas de las formaciones mentales, se denomina conciencia almacén. Cuando una semilla es tocada o regada, se manifiesta en la conciencia como formación mental. Para fortalecer la mente utilizamos una práctica denominada riego selectivo.

En primer lugar, dejamos que las semillas negativas duerman en nuestra conciencia almacén sin darles la oportunidad de que se manifiesten porque, si lo hacen con demasiada frecuencia, su raíz se consolidará. En segundo lugar, cuando en la conciencia mental se manifiesta una semilla negativa, la ayudamos a retornar lo más rápidamente posible a la conciencia almacén, en donde puede reposar en forma de semilla.

El objetivo de la tercera práctica consiste en dejar que las formaciones mentales sanas se manifiesten en la conciencia, mientras que durante el cuarto ejercicio, cuando aparece una formación mental positiva, tratamos de mantenerla todo el tiempo que podamos. Debemos organizar nuestra vida de modo que nos permita entrar en contacto con las semillas positivas que hay en nuestra conciencia depósito y regarlas varias veces al día. Hay buenas semillas que quizás no hayan tenido todavía ocasión de germinar y a las que, por ello mismo, conviene dar ahora una oportunidad.

CONCENTRAR LA MENTE

Concentrar la mente con el objetivo de alcanzar la visión profunda.

Ejercicio de respiración:

Inspirando, concentro mi mente. Espirando, concentro mi mente.

La concentración tiene el poder de consumir las aflicciones. Del mismo modo que el rayo solar concentrado por una lente quema el papel en que se focaliza, la concentración –es decir, la observación profunda de nuestro miedo, odio, ilusión y desesperanza– acaba quemando las aflicciones y dejando tan solo la visión profunda.

Una concentración posible es la concentración sobre la vacuidad, que consiste en concentrarnos en la ausencia de entidad permanente. Aunque la vacuidad no sea difícil de entender y sea muy real, no estamos habituados a pensar de este modo. Por ello debemos entrenarnos a observar las cosas de modo tal que, contemplándolas profundamente, veamos su naturaleza vacía última.

Los científicos nos dicen que los objetos se hallan fundamentalmente compuestos de espacio vacío y que la materia presente en una mesa o una flor es casi insignificante, ya que, si la comprimiéramos, sería más pequeña que un grano de sal. Pero por más que sepamos que esa es la realidad, en nuestra vida cotidiana seguimos comportándonos como si la mesa fuese algo grande y sólido. Cuando los científicos se adentran en el mundo de las partículas elementales, tienen que dejar a un lado su forma habitual de contemplar las cosas como si estuviesen separadas. Solo entonces tienen la oportunidad de entender lo que, en realidad, sucede en el mundo de la materia. Los científicos tienen que entrenarse para conseguirlo y tú también debes entrenarte para percibir en tu vida cotidiana las cosas de ese modo.

La concentración te permite mantener viva, durante mucho tiempo, la visión profunda. Es insuficiente, para liberarte, un simple destello. Por ello, debes sostener intensamente, en tu vida cotidiana, la visión del no yo, la transitoriedad y la vacuidad, y ver, cuando observes a una persona, un pájaro o una piedra, su naturaleza vacía. Es entonces cuando se convertirá en una visión liberadora, muy diferente a la mera especulación sobre el significado de la vacuidad.

Tienes que ver realmente, tanto en los demás como en ti mismo, la naturaleza de la vacuidad. Y cuando la visión profunda esté presente, habrás visto la naturaleza de interser y dejarás de tener miedo, de verte limitado y de sentirte víctima de la separación y la discriminación. La meditación profunda, la observación profunda de la naturaleza de todo lo que se presenta, nos lleva a percibir su naturaleza interdependiente. Independientemente de que se trate de una flor, de un buda, de una persona o de un árbol, cuando percibes el interser y la naturaleza de la vacuidad, ves que una cosa las contiene a todas.

LIBERAR LA MENTE

Liberamos nuestra mente de las aflicciones y los conceptos.

Ejercicio de respiración:

Al inspirar, libero mi mente. Al espirar, libero mi mente.

Nuestra mente está encadenada a aflicciones como el miedo, la ira, el sufrimiento y la discriminación. Hemos llevado a cabo la práctica de cobrar conciencia de nuestro dolor y de nuestro miedo y nos entrenamos en abrazarlos. Sin embargo, para transformarlos completamente y liberarnos de su influjo, tenemos que cultivar la concentración.

Son varias las modalidades de concentración que podemos practicar. Una de ellas es la concentración en la transitoriedad. Todos tenemos alguna idea de la transitoriedad, pero, por más que aceptemos y coincidamos en que las cosas son transitorias, es nuestro concepto de transitoriedad el que determina cómo vemos las cosas y cómo actuamos en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, aunque intelectualmente sepamos que nuestros seres queridos son transitorios, vivimos y nos comportamos como si siempre fuesen a estar ahí y nosotros fuésemos siempre también las mismas personas.

Pero lo cierto es que, como un río, todo cambia a cada instante. Cuando, por ejemplo, vemos de nuevo a alguien a quien no habíamos visto desde hace veinte años, no nos comunicamos con la persona actual, que siente y piensa de manera diferente. Si queremos que la meditación sobre la transitoriedad nos conecte con la naturaleza fugaz de las cosas, debemos ser muy cuidadosos en no concentrarnos en el concepto de la transitoriedad, sino en la transitoriedad misma. Los conceptos no pueden liberarnos, eso es algo que compete únicamente a la visión profunda de la transitoriedad…, que es, por cierto, muy diferente del concepto.

Al comienzo, no obstante, podemos utilizar la enseñanza, es decir, el concepto de la transitoriedad, como instrumento que nos ayude a alcanzar la visión profunda de la transitoriedad. Es como la cerilla y la llama. Aunque la cerilla no es la llama, posibilita la aparición de la llama. Y, cuando esta aparece, acaba consumiendo la cerilla. Y del mismo modo, la aparición de la visión profunda acaba consumiendo el concepto. Lo que necesitamos para nuestra liberación es la visión profunda de la transitoriedad.

PERCEPCIÓN

Estos primeros ejercicios de concentración nos permiten investigar la naturaleza de nuestros objetos mentales, es decir, el modo en que percibimos las cosas, lo que nos ayuda a lograr una percepción correcta de la realidad y del mundo. Muchos de nosotros seguimos atrapados en la idea de que la conciencia se halla situada en nuestro interior y de que el mundo objetivo está en el exterior. Creemos que nuestra conciencia está aquí y que debemos tratar de alcanzar y entender el mundo objetivo que está ahí afuera. Pero cuando miramos las cosas desde el punto de vista de la interdependencia, vemos que el objeto y el sujeto de la conciencia no pueden existir separadamente. Es como la izquierda y la derecha; una no puede existir sin la otra.

Cada vez que percibimos algo, ya sea un bolígrafo o una flor, el objeto y el sujeto de percepción siempre se manifiestan simultáneamente. Cuando somos conscientes, siempre somos conscientes de algo; cuando prestamos atención, siempre prestamos atención a algo, y cuando pensamos, siempre pensamos en algo. Objeto y sujeto se manifiestan simultáneamente.

CONTEMPLACIÓN DE LA TRANSITORIEDAD

La contemplación de la transitoriedad, consistente en liberar la mente.

Ejercicio de respiración:

Al inspirar, observo la naturaleza transitoria de todos los dharmas. Al espirar, observo la naturaleza transitoria de todos los dharmas.

La transitoriedad es un tipo de concentración que nos permite, si la practicamos adecuadamente, lograr el resto de las concentraciones. Al adentrarnos profundamente en la transitoriedad, descubriremos el no yo, la vacuidad y la interdependencia. De ese modo, la meditación en la transitoriedad incluye todos los tipos de concentración. Mientras inhalamos y exhalamos, mantenemos viva nuestra concentración en la transitoriedad, hasta que podamos penetrar en el corazón de la realidad. El objeto de nuestra observación puede ser una flor, un guijarro, un ser querido o alguien a quien odiamos, pero también podemos ser nosotros mismos, nuestro dolor, nuestro miedo o nuestro sufrimiento. Cualquier cosa puede servir como objeto de meditación. Nuestra intención es percibir, en ella, la naturaleza de la transitoriedad.

LIBERARNOS DEL APEGO

Tiene que ver con la contemplación del no deseo y del no apego.

Ejercicio de respiración:

Inspirando, observo la desaparición del deseo. Espirando, observo la desaparición del deseo.

Existe otra conciencia, ubicada entre la conciencia almacén y el estrato superior de la mente, denominada manas. Manas nace de la conciencia almacén y sirve de fundamento a la conciencia mental. Manas incluye una buena dosis de ilusión y tiene, por tanto, la tendencia a aferrarse; es la parte de nuestra mente que siempre está buscando placer y soslayando los peligros que tal búsqueda entraña. Es manas la que transporta nuestro miedo y deseo originales.

No obstante, la contemplación de la transitoriedad puede ayudarnos a transformar en sabiduría la falsa ilusión de manas.

Observamos profundamente el objeto de nuestro apego para ver su verdadera naturaleza. Nuestro objeto de apego puede ser alguien o algo que tenga la capacidad de destruir nuestro cuerpo y mente. La observación profunda de lo que deseamos y consumimos es una práctica fundamental porque aquello que aportamos cada día a nuestro cuerpo y mente puede estar alimentando también nuestra violencia, nuestro miedo y nuestro apego.

EL NIRVANA

Contemplamos la cesación –el nirvana, la extinción de todos los conceptos– y entramos en contacto con la verdadera naturaleza de la realidad.

Ejercicio de respiración:

Al inspirar, observo la cesación. Al espirar, observo la cesación.

Y cuando percibimos la interdependencia de nuestra naturaleza, nos damos cuenta de que formamos parte de la totalidad del cosmos. La naturaleza de la realidad trasciende todos los conceptos y todas las ideas, incluidas las ideas de nacimiento y muerte, ser y no ser, ir y venir. La contemplación de la transitoriedad, del no yo, de la vacuidad, del no nacimiento y de la no muerte conduce a la liberación. Aunque las ideas relativas a nacimiento y muerte pueden ser una fuente de miedo, angustia y ansiedad, cuando contemplamos la naturaleza no nacida y no mortal de la realidad, nos liberamos de la ansiedad y el temor.

EL ABANDONO

Ayuda a contemplar profundamente la emergencia del apego, el odio y el miedo.

Ejercicio de respiración:

Al inspirar, observo el abandono. Al espirar, observo el abandono.

Establecemos contacto con la verdadera naturaleza de la realidad, proporcionándonos una sabiduría capaz de liberarnos del miedo, el enfado y la desesperación. Entonces abandonamos nuestras nociones erróneas sobre la realidad y la liberación. Nirvana significa, literalmente, el enfriamiento, la extinción de las llamas, lo que se refiere, en el budismo, a la extinción de las aflicciones causadas por nuestra percepción equivocada. Nirvana no es un lugar al que llegar ni un lugar ubicado en el futuro, sino la verdadera naturaleza de la realidad y de las cosas tal cual son. El nirvana se puede alcanzar aquí y ahora. Ya estás en el nirvana y, de igual modo que la ola es ya agua, tú eres ya también nirvana.

Nuestra verdadera naturaleza carece de principio y de final, de nacimiento y de muerte, y cuando sabemos cómo contactar con ella, se disipan para siempre los miedos, la irritación y la desesperación. Nuestra verdadera naturaleza es el nirvana. Cuando fallece, pues, un ser querido, asegúrate de buscarlo en su nueva manifestación. Es imposible que muera; persiste de modos muy diferentes. Reconócelo, utilizando los ojos de la sabiduría, a tu alrededor y dentro de ti, para poder seguir hablando con él: Cariño, sé que has adoptado una nueva forma. Es imposible que mueras. El octavo ejercicio nos ayuda a liberarnos de nuestras ilusiones y a permanecer en contacto con la verdadera naturaleza de la realidad, algo que nos proporciona alivio, libertad y mucha felicidad.

Tenemos que seguir aprendiendo, practicando y dialogando para que nuestra comprensión continúe creciendo. Al morar en el presente notarás que te interesas más por investigar todos los aspectos de la vida, pudiendo descubrir muchos milagros y muchas formas extraordinarias de practicar. Pero ello no significa que debas perderte en tus propios pensamientos, sino tan solo que observas la realidad tal como es y descubres su verdadera naturaleza.

Son muchas las cosas de nuestra vida que nos producen miedo, como, por ejemplo, el pasado, la muerte o la pérdida de nuestro yo o identidad. Estos ejercicios puede abrirnos a la visión profunda que nos lleva a conectar con la dimensión última de la realidad y a liberarnos del miedo. Cuando compartimos nuestro modo de ser y nuestra visión profunda con los demás, estamos ofreciéndoles el mayor de los regalos: el regalo del no miedo.


La transformación del miedo en amor es posible. Basta, para empezar a transformarlas, con sonreír y respirar atentamente.

Thich Nhat Hanh


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